A Milei también le están entrando las balas

La imagen positiva de Javier Milei cayó al 40%, según la encuestadora Atlas que pronosticó su triunfo en 2023, durante la misma semana que su gobierno reprimió una marcha de pensionados en contra del congelamiento de su gobierno de las jubilaciones. Su gobierno, desde principios de año, ha sufrido una serie de escándalos como el caso de la criptomoneda Libra promocionada por el presidente y considerado una estafa piramidal.

«A Milei le están entrando las balas»: La explicación detrás del desplome libertario en las encuestas»

Para conversar sobre ello, en el programa de esta semana entrevistamos al politólogo Mariano Fraschini, integrante del Observatorio de Liderazgo Político de América Latina. Mariano, además, es doctor en Ciencias Políticas y coautor de libros como «El Príncipe Sudamericano Democrático” y “Liderazgos en su laberinto”, enfocados en los procesos y los liderazgos latinoamericanos. En esta entrevista conversamos sobre la naturaleza del experimento libertario y por qué comienza a caer en las encuestas. También lo que sucede en la sociedad argentina.

Para conversar sobre ello, en el programa de esta semana entrevistamos al politólogo Mariano Fraschini, integrante del Observatorio de Liderazgo Político de América Latina. Mariano, además, es doctor en Ciencias Políticas y coautor de libros como «El Príncipe Sudamericano Democrático” y “Liderazgos en su laberinto”, enfocados en los procesos y los liderazgos latinoamericanos. En esta entrevista conversamos sobre la naturaleza del experimento libertario y por qué comienza a caer en las encuestas. También lo que sucede en la sociedad argentina.

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Mariano, ¿qué es distinto de esta reciente marcha de jubilados y qué está empezando a aparecer en la política argentina? Recordemos que este es un gobierno que comenzó con un 50% de respaldo basado en hacer recortes fiscales y sociales.

Gobernar América Latina no es una tarea muy simple, ni puede hacerse por control remoto. La idea de que el gobierno de Javier Milei no iba a transitar tensiones como la que está ahora era pensar en algo irreal, en una quimera. Todos estábamos esperando este momento para ver cómo actuaba el gobierno en contextos de dificultad.

Estas dificultades llegaron, pero no porque Milei haya hecho algún error o una mala política, sino porque en América Latina las tensiones llegan siempre. Es un continente desigual, con grandes penurias, y sobre todo porque este gobierno está haciendo un ajuste extraordinario, histórico, en el sentido de que no hay muchos antecedentes en términos de magnitud y crueldad.

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El primer año de gobierno es cuando la sociedad mira, espera y mantiene ilusiones. Pero cuando llega el segundo año, como ocurrió con Macri, Alberto Fernández e incluso Cristina Kirchner, es cuando «empiezan a entrar las balas». Esto no comienza solo con el escándalo de la criptomoneda Libra, sino antes con el affaire del senador Edgardo Kruider , un senador detenido en Paraguay con dólares sin justificación, y continúa con medidas muy perjudiciales para gran parte de la población (nota de autor: el voto de Kruider fue clave para que Milei sancionase la Ley Bases, su megapropuesta legislativa. Después fue detenido en Paraguay cuando se le decomisaron miles de dólares en la frontera que no pudo justificar).

Lo que estamos viendo ahora es un Milei en defensiva, no en ofensiva como estábamos acostumbrados. Y un gobierno con las características del gobierno de Milei, con esa personalidad presidencial y un congreso adverso en ambas cámaras, abre el panorama hacia un gran signo de interrogación. Estábamos acostumbrados a ver un Milei que en el primer mes había tomado un decreto de emergencia que cambiaba centenares de leyes, que incluso había intentado evitar que más de tres personas se reunieran en una esquina porque podrían ser detenidas. Incluso había sacado leyes para que empresas de menos de 10 empleados no tuvieran que blanquear a sus trabajadores ni pagarles prestaciones sociales.

Hoy el gobierno está a la defensiva, con una imagen presidencial en caída y en un contexto en el que la sociedad comienza a vislumbrar que el gobierno tiene un horizonte que no es el deseado por todo el pueblo. Las dificultades económicas continúan, las dificultades para llegar a fin de mes continúan, el bajo consumo continúa, no hay repuntes en ninguna actividad, excepto las muy concentradas. Estamos hablando de un escenario político, económico y social complejo.

¿Cómo explicarías a un extranjero lo que ha hecho Milei desde que asumió?

Para entenderlo, hay que recordar que Milei es un hombre de los medios. Era llevado a programas de espectáculo político, caracterizándose por sus gritos, su falta de respeto a las mujeres, y por defenestrar cualquier discurso que antagonizara con él.

Este hombre fue convirtiéndose en un personaje, en lo que se suele llamar «el tío loco». Como que este outsider de la política, en un contexto de penurias económicas y cuarentenas, encontró eco con su grito de «¡viva la libertad, carajo!» en un momento de encierro. Su discurso tenía como epicentro la lucha contra «la casta», muy similar al concepto que tenía Podemos en España, y sobre todo la «motosierra», que según el filósofo argentino Laclau, se convirtió en un significante vacío. Es decir, cada uno de sus votantes puso el contenido que quería: cortar el dinero público, los subsidios, etc.

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Ganó la elección con el 56% de los votos, pero solo tiene 40 diputados sobre 257 y 7 senadores sobre 72. Al asumir, hizo una devaluación violenta del 150% del dólar y logró un conjunto de legislación mediante decretos y leyes que le permitió en los primeros cien días hacer un giro casi copernicano en la relación entre política y sociedad, implementando un ajuste extraordinario.

Te voy a contar una confidencia: mi hijo Simón a veces me llamaba y me decía, «papá, papá, está el de la peluca, el de la peluca, vení», como diciendo, «vení a reírte un rato de este señor». Porque era un personaje muy extraño. Este hombre ocupó espacios mediáticos como cualquier economista en los últimos 10 años en Argentina. La cantidad de horas en estudios de televisión fue enorme. Pero ahora, ese personaje que parecía para reírse, logró aprovechar un contexto particular: el kirchnerismo lo veía como alguien que le sacaba votos a la derecha y la derecha lo veía como alguien que le sacaba votos al peronismo. Milei se aprovechó de las dos coaliciones y ganó.

Lo sorprendente es cómo ha logrado mantenerse en el gobierno con tan poco apoyo parlamentario. Ha conseguido, o con dádivas, o por la afinidad ideológica que buena parte del PRO y del radicalismo tienen con sus ideas neoliberales, aprobar toda una agenda legislativa y sobre todo evitar mediante vetos la agenda legislativa de la oposición. Cuando el Congreso aprueba leyes que no le gustan, logra mantener su veto porque la oposición no consigue los dos tercios necesarios para insistir con su aprobación.

Lo que más llama la atención es que Milei llegó diciendo que iba a recortar las pensiones y le votaron pensionistas. ¿Cómo se explica que la gente votara contra sus propios intereses?

Exactamente. Es difícil analizar esto. El mensaje de Milei era que iba a destruir el Estado, que iba a eliminar ministerios, que el Estado iba a desaparecer. Y sin embargo, hubo gente que trabaja en el Estado que lo votó.

Esto tiene que ver con que mucha gente visualiza que quien está hablando no le habla a ella. Piensa: «A mí no me van a echar porque yo trabajo bien. Van a echar al de al lado.» Y además, el electorado hoy vota más por resentimiento, por enojo, o por ser «anti-algo», que por una propuesta concreta.

América Latina es compleja, no es fácil gobernar esta región. Los fines de todos los gobiernos son los mismos, pero las formas de Milei son inusuales. Nunca pensé que una persona con esas actitudes, con esa forma de gritar, que generaba violencia, una persona que a veces parece analfabeta en su forma de expresión, pudiera ganar una elección. Esto demuestra cuán cansada estaba la sociedad del sistema político tradicional.

Lo que también es sorprendente es que durante la campaña electoral, Milei se mostró partidario de propuestas que en cualquier otro contexto hubieran sido descalificatorias: privatizar las calles, establecer un mercado de órganos, privatizar el agua potable. Barbaridades que la gente escuchaba pero parecía no creer o no tomar en serio. Es como si las personas pensaran «está exagerando, no lo va a hacer realmente». Pero la verdad es que muchas de estas propuestas extremas son parte de su ideología.

No hay que olvidar que el contexto de la pandemia también jugó un papel importante. Su grito de «¡viva la libertad, carajo!» resonó especialmente fuerte en un momento de restricciones y cuarentenas. La sociedad argentina, como muchas sociedades latinoamericanas, estaba harta de lo mismo y dispuesta a probar algo diferente, incluso si ese «algo diferente» atentaba contra sus propios intereses.

En Argentina estamos viendo una explosión de problemas sociales: suicidios, depresión, angustia en personas que no llegan a fin de mes, y al mismo tiempo el desmantelamiento de los servicios públicos de salud. ¿Cómo se relaciona esto con el fenómeno político regional?

En América Latina, vengo trabajando hace tiempo en esta tesis: desde 2015 hasta hoy estamos en una nueva etapa política. Si consideramos los años 80 como la transición, los años 90 como el neoliberalismo, y el comienzo del siglo XXI como los tiempos del giro a la izquierda, a partir de 2015 comenzó lo que llamo «la cuarta etapa», caracterizada por una gran insatisfacción del electorado con los gobiernos de turno.

Para graficarlo en términos cuantitativos: desde 2015 hasta hoy, hubo 36 elecciones presidenciales en América Latina. De esas 36 elecciones, en 24 ganó la oposición, tanto por derecha como por izquierda. En Argentina ganó Milei, pero en Perú ganó Castillo. En Brasil ganó Bolsonaro, pero en Chile ganó Boric.

Se está viviendo una etapa que la pandemia ha profundizado: una profunda insatisfacción con los gobiernos de turno y una sociedad que se anima a probar algo diferente. El impacto de Milei fuera de Argentina es parte de este fenómeno global, pero con una lógica profundamente latinoamericana.

 

Estos candidatos nacieron en un contexto de fuerte insatisfacción, muchas movilizaciones y resentimiento que trajo la pandemia. La sociedad prueba nuevas alternativas, pero la insatisfacción continúa. Si la respuesta no es rápida, la fidelidad es corta. La pandemia creó cierto resentimiento que aumentó lo que ya venía de 2015 para acá, que es esta idea de «con este no, con este no, probemos con este otro». Y hay una sociedad que prueba, pero también comete errores. Si la respuesta no es rápida, la fidelidad es corta.

En las últimas semanas vimos que Milei está perdiendo tanto «la calle» como «la calle online» en las redes sociales. ¿Puede este experimento libertario mantenerse en el tiempo?

Milei puede ser un prototipo, un experimento como mencionas, pero también puede sufrir las consecuencias que en este momento la sociedad latinoamericana y especialmente argentina tiene: «yo voto pero dame un resultado». Si no hay resultado, puede pasarle lo mismo que a Macri, que fue por la reelección y no la obtuvo, o a Alberto Fernández, que ni siquiera pudo intentar una reelección.

Todo este contexto le sirvió a Milei para llegar al poder, pero para mantenerse tiene que gestionar y satisfacer las demandas de la sociedad. Cuando no las puedes satisfacer, no hay trolls que sirvan. La sociedad tiene una «mecha muy corta» y nadie puede sostenerse en el gobierno si no da respuestas a esas demandas. Él también es víctima de la misma lógica de circulación rápida de presidentes que lo llevó al poder.

Con el affaire Libra y la marcha de los jubilados se abrió una caja de pandora. Y no creo que se algo que vaya a prenderse y apagarse, sino que es fuego que hay que ver hasta dónde se extiende a la hora de resistirse a su gobierno.

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«A Milei le están entrando las balas»: La explicación detrás del desplome libertario en las encuestas por Bruno Sgarzini

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2 comentarios

  1. Me preocupa que hoy haya un muerto como consecuencia de las provocaciones de los servicios de inteligencia.

    Está todo servido. Lo vienen planificando hace mucho y cada marcha de jubilados es una práctica para perfeccionar la represión.

    El aparato clandestino de inteligencia está perfeccionando las provocaciones por medio de infiltrados.

    Ellos necesitan «fabricar» la violencia si es que no se produce sola.

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