-Por Daniel García Delgado*–
En este trabajo intentaremos mostrar como tipos ideales tres rumbos posibles del sistema político argentino y, particularmente, los que tiene el Frente de Todos como potencial sujeto que puede superar al neoliberalismo o quedarse en ‘el extremo centro’ y ser diluido por las tendencias económicas de concentración políticas de elitización y culturales dominantes. Asistir a la final dilución del sujeto que durante décadas intentó generar una Argentina industrial y desarrollada, y a la inevitabilidad del triunfo de una derecha empoderada en un tiempo de incertidumbre y decepción sobre la política.
Vemos así tres decursos posibles. El primero, la continuidad del actual modelo exportador extractivista de crecimiento, pero con distribución regresiva del ingreso, dentro de la perspectiva política del gobierno de “cambiar algo para que nada cambie” y no conflictuar con el poder real en puntos centrales de las demandas populares. El segundo, el del empoderamiento de la derecha, sea por decepción, pérdida de ingresos de las mayorías, dilución del consumo junto a la difusión permanente de fake news y construcción de subjetividades desde la pos-verdad. Porque más allá de las divisiones internas de Juntos por el Cambio, las líneas predominantes anticipan un fortalecimiento de sus pretensiones de triunfar en el 2023 y culminar la obra empezada por Mauricio Macri: el restablecer la hegemonía conservadora. El tercer escenario es el de la reconstrucción del Frente de Todos desde sus organizaciones intermedias, en un replanteo de sus formas de articulación, propuestas, relato y liderazgo. Desde la unidad del campo popular, la movilización y el intento de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores.
Hay sobrada conciencia acerca de que con bajos salarios, la inflación casi al 7% en septiembre ganando a los ingresos, empleos bajo la línea de pobreza y una distribución regresiva del ingreso, en un escenario donde hoy para no ser pobre una familia requiere $128.214, el destino del Frente de Todos no es auspicioso para el 2023. Es cierto que falta todo un año, ¿pero hay voluntad política en el gobierno para modificar algunas variables claves de la economía y de relaciones de poder entre el Estado y las corporaciones? ¿O, más bien, trata de estabilizar variables macroeconómicas dentro de un modelo que a la vez profundiza estas tendencias a la desigualdad?
Por lo pronto, la actual orientación exportadora, de crecimiento industrial con bajos salarios, crecimiento de la inversión y el empleo pero distribución regresiva del ingreso y alineamiento creciente a la agenda de la potencia regional, muestra que este modelo es posible, sí, pero en el fondo implica la muy probable derrota del Frente en el 2023 y, peor aún, la disolución del sujeto popular que durante décadas mantuvo la potencialidad de generar una sociedad diferente, más digna e igualitaria.
Como señala H. Rovelli, es obvio que la restricción externa (la falta de divisas) no es un problema comercial, sino de evasión tributaria y fuga de capitales por parte de grandes operadores: “A nivel mundial, grandes corporaciones retienen para sí resortes claves de la producción y de la comercialización (pensemos en las grandes empresas petroleras y gasíferas, en las acopiadoras y comercializadoras de granos, en los buques mercantes, etcétera, que están y operan en nuestro país). Esto les asegura a las elites la apropiación de parte del excedente físico de producción, ya sea a través del conocimiento (por ejemplo, la patente de determinadas semillas híbridas, o de fertilizantes o plaguicidas, o el sistema de extracción del gas y del petróleo) o de la propiedad de máquinas, equipos, tierra, etc. Igual pasa con cualquier cadena productiva o de comercialización, de manera que se dependa de la decisión de esas grandes corporaciones”.[1]
El vertiginoso proceso de sobre-endeudamiento externo iniciado a partir de abrir la cuenta capital de la balanza de pagos, el dar los dólares a los amigos del gobierno para que los fuguen y eludan fiscalmente, se conformó en el plan de endeudamiento esencial para enriquecer a una minoría y condicionar al siguiente gobierno a acordar con los acreedores, ante la falta de voluntad de investigación y de evasión de conflicto sobre el fraude de un préstamo que sirvió para la fuga de capitales realizadas por las empresas y personas aún más enriquecidas con la maniobra.
Lo cierto es que a las corporaciones que operan en el país no les interesa apuntalar el mercado interno y menos recomponer el poder adquisitivo de la población o mejorar la productividad del trabajo a mediano plazo. Al contrario, tratan de reducir el consumo local para tener mayores saldos exportables. “En ese marco y con estas contemplaciones se entiende la lógica de acumulación y reproducción de los gobiernos encabezados tanto por Mauricio Macri como Alberto Fernández. En el primero, hubo un Estado que propició el endeudamiento y la fuga de capitales, y el que lo continuó no sólo no investigó ese proceso, sino que fue dejando en el olvido el tema como si no hubiera existido. Mientras tanto, del presupuesto nacional se pagan los intereses de una deuda acrecentada por el gobierno de Cambiemos y se condiciona toda la gestión acordando con el FMI. Es más: el reconocimiento total de la deuda hace que se deba pagar el capital en los títulos en poder de los bonistas desde el segundo semestre de 2024. Respecto al FMI, en cada vencimiento de capital se contrae una nueva deuda a pagar en diez años”.[2]
Esta orientación de propender a una baja regulación de los mercados por el Estado, o a la inversa, de disciplinar al Estado a los intereses de las corporaciones, se relaciona a nivel político con el ‘cambiar algo para que nada cambie’; con un estilo moderado de gestión que elude el conflicto y la responsabilidad estatal de garantizar el bien común y un pragmatismo posibilista. Y es consecuencia de privilegiar la opción macroeconómica del entonces ministro Martín Guzmán y del entorno presidencial adoptada en estos años pese a las diversas críticas y señalamientos recibidos. La persistencia de estos fenómenos daña la legitimidad institucional, la base electoral y contribuye a explicar la incapacidad para formular un proyecto de desarrollo nacional, integrado e inclusivo, con valor agregado, que ponga fin al modelo agro-extractivista que desde hace décadas reproduce el endeudamiento ilimitado, dolariza la economía y coloca al país al borde del abismo.
El “cambiar algo para que no cambie nada” es establecer medidas sociales, obras de infraestructura, un mayor control de los canales desde donde se le sacan dólares del Banco Central, pero sin relato, ni simbolismo, ni cambio sustantivo del modelo afectado por una inflación muy alta y una distribución regresiva del ingreso y el bimonetarismo. Esto supone incluso que, en el mismo día de la conmemoración del 17 de octubre, el presidente Alberto Fernández se contentara con una serie de inauguraciones, de medidas tributarias progresivas en cuanto al mínimo no imponible, el otorgamiento de un bono de $45.000 a pagar en dos meses a los sectores indigentes.
A su vez, dentro de esta opción por estar en el mismo barco del modelo exportador con inversión y no cambiar nada significativo estaría la CGT y su acto en este 77° aniversario del Día de la Lealtad, apuntando a presentar un movimiento político que tiene la intención de obtener más cargos en las listas que se confeccionarían para las elecciones del próximo año. Estos dos actos muestran las diferencias de fondo que hay en el sindicalismo -el ‘gordo’ y el ‘combativo’-, donde en el primero aparece la figura de Luis Barrionuevo, todo un símbolo de quien fuera el sindicalista más cercano a la gestión del macrismo.
Y, por último, también dentro de esta deriva se inscribe el importante acto masivo de los Cayetanos en La Matanza, de los movimientos sociales dentro de este modelo o al menos sin buscar diferenciarse sustancialmente con el mismo -como sí se expresara en la movilización realizada en la Plaza de Mayo-. Los movimientos sociales apuntaron al reclamo por mayores promociones sociales, planes, a la realización de las PASO y al destaque político de actores del Movimiento Evita con la representación política de Cubría y Pérsico, dentro de un apoyo al derrotero del presidente.
Este escenario incluye la búsqueda de un relanzamiento de la figura del presidente para una posible reelección, afirmación de su total autonomía de CFK y la conformación de un gabinete más acorde con la etapa electoral que se aproxima. Por dos razones: el desbande que empieza a producirse en cargos nacionales ocupados por ex-intendentes hacia los municipios para recuperar territorios en disputa; y porque el nivel nacional ya ha perdido el aura y atractivo inicial frente al temor al fracaso. Sobre esta estrategia de cambiar algo para que nada cambie se destaca también la oportunidad que tiene Massa de presentarse como candidato a partir de haber sacado chapa de buena gestión, del que mejor comprende las necesidades del acuerdo firmado con el Frente, y el que establece las mejores relaciones que el oficialismo tiene con el establishment local.[3] Mostrando una posible continuidad y ambigüedad de esa gestión, que podría incluir tanto una disminución relativa de la inflación para el 2023, pedir swaps a China, como también una búsqueda de normalización de la economía más drástica, de unificación de tipos de cambio basados en una devaluación que terminaría de suprimir las últimas críticas de la derecha y del Fondo a su gestión.
Finalmente, el modelo exportador con mayor empleo pero salarios por debajo de la pobreza y el intento de cambiar algo para que nada cambie también implica la búsqueda de afirmar las PASO y recuperar otros funcionarios de confianza del entorno presidencial en el gabinete, que le permitan completar este movimiento de conformación de un bloque político con pretensiones de reelección a lo que apuntó también con el ingreso de las nuevas ministras de Trabajo, de Desarrollo Social y del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, pero que no puede escapar a la deriva de un país más desigual en crecimiento y con inversión pero con 40% de pobreza, 10 % de indigencia, con trabajadores en blanco formales con salarios bajo la línea de la pobreza y tendencias que no tienden a revertir este cuadro sino a confirmarlo. Y esta opción a la moderación como estilo de liderazgo y “posibilismo pragmático” se encaminaría, así, hacia la disolución del Frente o a hacia una fuerte fragmentación provincial del mismo.
Frente a esto, la coalición de Juntos por el Cambio trata de culminar la obra empezada en el 2016 por Macri. Es decir, ahora ya es explícito en el discurso y la programática macroeconómica, social y judicial, reforma laboral, previsional, flexibilización ambiental, dolarización. Con anterioridad, el macrismo había generado un discurso de la pos-verdad, de la ‘revolución de la alegría’ y en favor del individualismo meritocrático que interceptaba clases medias inseguras y aún de sectores populares que tal vez recibirían similar o mayor cuota de planes sociales iniciales. Ahora se habla con claridad sobre la pérdida de derechos y el desguace del Estado social.
Durante el gobierno de Macri, los anillos de poder que articulaban el “círculo rojo” con lo mediático, el Poder Judicial y su vínculo con la Embajada, más el PRO, se incorporan de una manera más doctrinaria y directa en la persecución del adversario político mediante el lowfare. Se incorporaba así una nueva doctrina regional que era hacer actuar al Poder Judicial como partido de la derecha, o buscando ser un gobierno de los jueces que se asume como superior al de la política. Esto es clave para la configuración de democracias débiles, donde el poder corporativo predomina sobre el del pueblo. Se configura un sistema político que se refuerza con la apelación al proyecto de “la grieta”, a una concepción del sistema de partidos competitivos, pero no agónica sino antagónica. Es decir, donde no existe negociación entre estos, se judicializan todas las cuestiones o iniciativas parlamentarias del oficialismo, no se da quórum al Presupuesto y, en suma, se intenta impedir que se gobierne. No se reconoce al otro, sus valores, y es lo que tiene en lo profundo el totalitarismo neoliberal ya manifiesto en los trabajos de Hayek y de Ayn Rand.[4]
Por su parte, el Poder Judicial se asocia a la oposición del Congreso para demorar decisiones del Ejecutivo o dejarlas en un limbo jurídico. De ese modo, y frente a la inacción del Ejecutivo ante este empoderamiento judicial, ni siquiera rescatar la figura del Procurador, la desconfianza en la democracia y en los políticos de la gente también proviene de la desconfianza en la inexistencia de justicia.
La oposición, una vez resueltas sus internas -particularmente entre el ala más dura de Macri y de Larreta-, y cómo “enganchar” nuevamente a la UCR y a la Coalición Cívica en la formula común conservadora, tiene una cierta coincidencia en avanzar en un programa de derecha más acentuado que el del 2015-2019 y en vinculación con el empresariado más concentrado. Pero estas disputas durarán hasta que el ‘Círculo Rojo’ defina cuál es la opción que garantiza la posibilidad ganar y capturar el Estado y, en ese sentido, el atractivo de la cercanía del poder institucional terminará por reagrupar la derecha. La mayoría de los empresarios quieren llevar adelante una reforma laboral para sacarle totalmente los derechos a los trabajadores y esos planteos son apoyados por los principales dirigentes de la oposición. Ajuste, eliminación de la previsión social, de planes sociales, prácticamente configurar como proyecto un Estado ‘cáscara’ en lo social, pero con una fuerte base policial represiva por debajo. Es una opción en favor de una democracia formal y débil, con un alineamiento con EEUU y que solo respeta garantías de contratos, de propiedad y de ajuste fiscal.
El neoliberalismo macrista intentó y sigue intentado adueñarse de la dimensión de la ética pública concentrándola en el aspecto estatal, los políticos y sindicalistas corruptos, las insurrecciones mapuches, la inseguridad, contraponiendo a ello CEOS honestos y eficaces y, asimismo, atacando a ‘las mafias’ o judicializando a las organizaciones sociales que claman, como sucede ahora, en salud y en educación por justas demandas de mejoras de infraestructura, servicios e ingresos dignos. La transparencia le sirvió como eje de crítica hacia al gobierno kirchnerista, y eso sigue hasta ahora y forma parte del debate actual sobre la corrupción, que esta sea entendida en sentido restrictivo asociada exclusivamente a los políticos adversarios o verla en un sentido más amplio, abarcando la dimensión privada y empresarial en algunas de sus prácticas habituales. Por ejemplo, de cautelares alquiladas para conseguir divisas del Estado; de la subfacturación o sobrefacturación de las exportaciones-importaciones; el de la triangulación y contrabando de los sectores agropecuarios concentrados, sin considerar esto como un problema que afecte su transparencia e integralidad. Lo mismo con empresarios acostumbrados a acumular, evadir y mandar su dinero a paraísos fiscales, y finalmente hasta el fideicomiso ciego realizado por Macri como un simulacro sobre la transparencia de su fortuna, como denunciara la AFJ. [5]
Es claro que la corrupción está fuertemente ejemplificada en endeudar un país por 45 mil millones de dólares, y encima esa plata no venga, sino que se la fuguen los amigos del ex presidente y la terminen pagando los programas sociales de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas argentinos. Y a pesar de esta paradoja de predicar lo que no se es, y lo extremo cercano a la violencia, la derecha mediante los medios genera una construcción de una subjetividad hacia la derecha apoyada en la decepción por la reducción de salarios, de la falta de consumo y que genera una dilución del bloque inicial del Frente de Todos -que ya se manifestara en las PASO del 2021-. También hay tendencias que impactan en sectores medios en caída, o sectores medios bajos y aun jóvenes de sectores populares que pueden ser atraídos a una cultura del odio y hasta neofascista.
Pero afortunadamente, la derecha tiene un problema aparentemente insoluble, que es cómo descolocar o impedir que algún liderazgo político se anime a empoderar el Estado y su regulación y a disciplinar las elites del país -en el sentido de G. Palma[6]-. Para no fugar, sino invertir, para evadir y no especular, sino generar tecnología y empleo de calidad, mejorar la productividad del trabajo, que la Argentina como otros países latinoamericanos viene atrasada por décadas. Tiene un problema que intenta superar jurídicamente por el lowfare, tratar -como ya se intentó en Brasil- de sacar ese problema del campo político y ponerlo en el campo jurídico; judicializar y acusar de corrupción a la dirigente política que temen, porque podría volver e impedir la captura del Estado. Y esa es la función de Comodoro Py, del Fiscal Luciani, del juicio de Vialidad y, por supuesto, de los medios hegemónicos: sacar de la arena política y de la vida a quien intentó hacerles asumir su responsabilidad social empresaria, a alguien que le dice que el capital tiene una función social y no se puede hacer con él lo que se quiere y, sobre todo, que ellos no son los dueños del país, que es de 45 millones de argentinos y argentinas, y tal vez ayudarlos a distinguir que una patria no es similar a una factoría. Esto no lo pueden resolver y es la pesadilla hasta ahora que tiene la derecha y, en todo caso, el obstáculo principal que tienen para su empoderamiento en el 2023.
Frente a esta doble amenaza de pérdida electoral y disolución del sujeto político, la otra posibilidad, la alternativa, es la de reconstrucción del Frente de Todos que se expresara en el acto del 17 de octubre en Plaza de Mayo y vinculada a las promesas del programa votado y de recuperación de la capacidad reguladora del Estado.
Los puntos principales que movilizaron este encuentro de una reconstrucción del Frente de Todos es el documento firmado por más de cien organizaciones bajo el lema «Unidad nacional por la soberanía con justicia social»[7]. Dicho documento reivindica a CFK, la unidad nacional, la soberanía y la justicia social, y al pueblo como protagonista a través de sus organizaciones. Cuestiona a un poder fáctico corporativo, las elites, que operan con violencia por encima del sistema democrático burlando la voluntad popular, y cuya arma de disciplinamiento es el FMI. Donde también fustiga a los grupos económicos locales, los medios monopólicos de comunicación y el Partido Judicial y condena el intento de magnicidio.
Considera que la Justicia Social solo dejará de ser una declamación inalcanzable cuando se haya recuperado una soberanía, arrebatada desde hace tiempo por un poder fáctico corporativo que opera por encima del sistema democrático burlando la voluntad popular y frustrando sus legítimas aspiraciones. De un poder que actúa con violencia institucional y cultural, para impedir que se pueda ejercer el legítimo derecho a la autodeterminación y lo hace para preservar sus privilegios a través del control de sectores básicos de la economía, especulando y extorsionando desde adentro y desde afuera de nuestro territorio, utilizando el endeudamiento externo con el FMI como arma de disciplinamiento del Imperio en complicidad con grupos económicos locales, los medios monopólicos de comunicación como instrumento de manipulación de la opinión pública y el Partido Judicial como herramienta de persecución.
Que plantea restaurar el rol del Estado en el control y planificación de la economía, articulando con las organizaciones libres del pueblo las políticas necesarias para imponer la soberanía alimentaria y garantizar que ninguna familia argentina tenga que soportar una injusta e intolerable situación de pobreza, implementando de manera urgente un aumento de suma fija y asegurando un ingreso familiar de emergencia para paliar en parte el deterioro que provoca el incesante incremento de precios de los productos de la canasta básica.
El rediseñar el sistema financiero en función de ese objetivo derogando la actual Ley de Entidades Financieras que viene de los ‘90, fortaleciendo la Banca Pública Estatal y desmontando los mecanismos de especulación para cortar definitivamente la fuga de capitales, verdadera sangría de nuestras riquezas nacionales que es urgente resolver. Convertir al sistema financiero en servicio público orientado a potenciar el desarrollo productivo, científico y tecnológico para un crecimiento con pleno empleo.
El propiciar una reforma tributaria integral progresiva y terminar con la evasión. El control estatal del comercio exterior, recuperación de la soberanía sobre el Río Paraná y puesta en marcha del Canal Magdalena. Derecho a una comunicación responsable y restaurar un Poder Judicial ecuánime. Concluyendo que “nuestro gobierno” no puede seguir sujeto a los condicionamientos de sectores corporativos que privilegian sus intereses por sobre el de las mayorías.
Cabe señalar que lo programático y la movilización son datos claves de este documento y coinciden -como señala Wierzba[8]-, “en que esta recomposición de los objetivos de una política nacional y popular requiere de una necesaria movilización del pueblo que rescate la tradición de la buena política ahogada por el liberalismo neo”. También Wendy Brown señala al respecto que “La persistencia de la política en medio de la destrucción de la vida pública y, en especial de la vida pública instruida, en combinación con el mercantilismo de la esfera política, forma parte de lo que vuelve a la política contemporánea poco atractiva y tóxica, esa vida política de hoy está llena de despotriques y afectaciones, carece de seriedad intelectual, dirigida a un electorado no instruido y manipulable y a medios corporativos hambrientos de celebridades y escándalos. El neoliberalismo genera una condición de la política en que están ausentes las instituciones democráticas que sustentarían a un público democrático y a todo lo que representa este público en su mejor sentido: pasión informada, deliberación respetuosa, soberanía aspiracional, contención drástica de los poderes que podrían dominarla y socavarla”.[9]
El otro aspecto a destacar además de la movilización y lo programático como condición necesaria para una exitosa reconstrucción del Frente de Todos es el liderazgo. Lo que la derecha teme, un liderazgo creíble para el pueblo y que tenga el valor para el disciplinamiento de empresarios que sobrefacturan precios de alimentos, de élites sin piedad para los débiles. Y en ese sentido, el pasaje de un liderazgo latente -como es la actual situación de CFK- podría pasar el próximo año a un liderazgo activo en una escena política electoral competitiva donde en todas partes se difuminan los caminos del medio, y donde las opciones más polares sobre el tipo de país que se quiere se enfrentan cara a cara y sin concesiones, como hoy sucede en Brasil con Lula y Bolsonaro.[10]
A su vez, y para terminar esta reconstrucción, el Frente tiene una tensión, porque su contradicción principal son Macri, Bullrich, Larreta y Juntos por el Cambio, eso es claro, pero, a la vez, tiene tensiones secundarias en su propia coalición, particularmente con el presidente y su entorno, el que conserva el poder de decisión, la lapicera, la tensión entre liderazgo formal y real, y que no es afecto a esta orientación. Conservar la unidad del Frente en las diferencias va a ser una tarea necesaria y de todos los días para esta reconstrucción.
Hacia dónde va el Frente fue la pregunta inicial del trabajo. En el caso de triunfar la opción de la reconstrucción del mismo, este rumbo también requiere repensar la reinserción internacional. La necesidad de recuperar soberanía y capacidades estatales está vinculada no solo a acciones en lo local, sino a un no alineamiento activo en el conflicto global y a una inserción que encuentra una situación de desglobalización y de fuerte disputa por el poder global entre dos grandes bloques: el que reivindica volver al hegemonismo y unipolaridad (occidente); y el que plantea una cooperación mayor para el desarrollo dentro de un modelo de poder menos asimétrico y multipolar (las BRICS, China y el sur global).
Este escenario requiere generar un polo de poder regional en la multipolaridad. Una voz que pueda ser rotativa en la presidencia institucional de la CELAC y que en parte facilitaría el triunfo de Lula en la segunda vuelta en Brasil. El mundo va hacia grandes bloques de poder, Estados de nivel continental, federaciones de naciones, grandes espacios con masa crítica y hacia salir del esquema del modelo de Estado-Nación del siglo XIX que ya era fragmentario y reducido.
Resulta necesario en este contexto recuperar soberanía, identidad y capacidad de conjunto para tomar decisiones en aspectos importantes que importan a la región:
i)Reestructurar la deuda o desendeudarse, sin salir del Fondo, pero buscar una reconstrucción más favorable del acuerdo. Como utilizar el modelo de Néstor Kirchner, de pagar y sacarse los condicionamientos y ahora con apoyo de otras fuentes de financiamiento como podría ser el banco del ASEAN de las BRICS. Tres hechos implican algunos de los condicionamientos habituales del FMI: en el Presupuesto 2023 no están contemplado fondos para Atucha 3, una puerta importante para nuestra transición energética; al mismo tiempo, se han reducido y ajustado en el presupuesto las partidas para educación universitaria en un 12%. La recomendación del FMI es que no se tomen medidas políticas que no sean las estrictamente ya acordadas. Es decir, innovación cero para un plan antinflacionario consistente, más la concepción de que lo que para los Bancos de Desarrollo es inversión pública, para el FMI es déficit fiscal.
En ese sentido, el FMI, pese a reconocer que la alta inflación tiene fuertes componentes inerciales, no toma medidas al respecto, insistiendo en una baja del financiamiento monetario al gobierno como la herramienta para reducir los aumentos de los precios. Lo paradójico es que esa reducción del financiamiento solo cuenta para el gasto en salarios, jubilaciones o política social, ya que se deja que el Banco Central emita libremente para mantener a flote el valor de los bonos en pesos, alimentando las presiones sobre el dólar financiero. El programa del Fondo insiste en que haciendo políticas ortodoxas monetarias y fiscales para darles confianza a los mercados, se logrará reducir la inflación y la brecha; recuperar reservas y acceder a los mercados financieros para refinanciar la impagable suma de vencimientos de deuda externa pública y privada que acecha a la economía argentina durante los próximos años. Una utopía que ya fracasó, pese a las aseveraciones del establishment y del propio gobierno, que fracasa y fracasará generando un gran daño social y económico al país.[11]
ii)Generar empresas públicas en los recursos estratégicos con creciente demanda y generar cadenas de valor sobre los recursos naturales estratégicos, que hagan que las rentas queden aquí, no se la lleven las multinacionales en remisión de utilidades, que sean polos de desarrollo regionales federales y que aprovechen la oportunidad de las nuevas demandas que el conflicto mundial está produciendo. Es necesario que el litio, el gas y los alimentos se distribuyan para un mejor desarrollo nacional y federal donde las empresas públicas serían una forma de instrumentar el poder de coordinación interprovincial, de innovar y regular esos recursos estratégicos, siendo agencias no para un extractivismo depredador, sino para una industrialización ambientalmente cuidada y de generación de cadenas de valor propias.
iii)Generar infraestructura de integración y conectividad regional. Un ejemplo es el segundo paso fronterizo que propone el Norte Grande para la integración con Chile y, asimismo, promover conectividad terrestre, aérea y digital con los países vecinos. En algún sentido, esto también supone recursos y alianzas regionales para recuperar transacciones comerciales, cadenas de valor y una soberanía amenazada en el norte tanto de la Hidrovía con militares de EEUU en el Paraguay y en la Triple Frontera, como en el Atlántico Sur por la presencia de Gran Bretaña. Comprender la importancia de la bi-continentalidad con la Antártida y generar una visión de los países vecinos de compartir esta zona disputada por sus riquezas y recursos naturales estratégicos para un proyecto de paz y desarrollo sustentable y no militar, de depredación y nuclearización.
El rumbo del Frente de Todos en su reconstrucción requiere, por último, contar con una visión global acerca de la gravedad de una guerra en la Unión Europea que va a ser larga y que amenaza con ser nuclear. Que expande todos sus aspectos a nivel mundial, no solo los de la inflación en alimentos y energía sino en la disolución de Estados naciones y el control de sus recursos naturales. En este sentido, debemos asumir, por último, que estamos una época de transformaciones sin precedentes en las cuales los países de América Latina tienen que encontrar un lugar que potencie sus posibilidades, defensa de su intereses nacionales y capacidades para intervenir en sus políticas públicas locales para el bien común. En un mundo que está experimentado cambios acelerados no vistos en una centuria y que ha entrado en un nuevo período de incertidumbre, transformaciones y tensiones límites. Donde lo positivo es que en este mundo turbulento, la dinámica de las tensiones contribuye a desgarrar la densa niebla que oscurece a la estructura de poder global y donde comienzan proyectos de monedas regionales apoyadas en sus recursos naturales o a desdolarizarse en las transacciones: “En ese tibio espacio de luz, se visualiza la importancia crucial de una disputa por el poder político que, gestada desde abajo hacia arriba, plantee una alternativa posible a la irracionalidad de una brutal concentración del poder que eterniza la crisis política y empuja hacia el canibalismo social y a la guerra sin límites”.[12]
La sociedad humana se encuentra en una encrucijada y afronta desafíos sin precedentes. Bajo las nuevas circunstancias, Argentina y América Latina deben generar masa crítica, configurar un rumbo con visión estratégica para captar los signos de los tiempos, reforzar su solidaridad interna, la cooperación con todos y promover la construcción de una comunidad de futuro compartida. La lucha desde abajo, desde la periferia y desde los emergentes es importante en el desenlace final del conflicto. Y, asimismo, el triunfo del Frente de Todos en 2023 como pieza clave de nuestra dignidad, democracia y futuro común, es central en la Argentina para la integración regional y la constitución de un polo de valores y poder para el bien común global en la multipolaridad.
[1] Rovelli, H. ¿POR QUÉ FALTAN DIVISAS? La fuga de capitales es la causa de la restricción externa. Publicado en Cohete a la Luna, 16.10.2022.
[2] Rovelli, op cit.
[3] “Sergio Massa es lo único que se interpone entre la Argentina y el caos”, señalan en The Economist, citado por La política Online, 13-10-22. A esta afirmación se suman las apreciaciones de la titular del FMI al felicitar al ministro porque, “se tomó la labor muy en serio” y “resiste presiones de parte del público que van en dirección contraria a lo que más les conviene”. Esto último es algo que ella y el FMI conocen mejor que nadie, por eso se afirma que “no serán flexibles” a la hora de aumentar el gasto para satisfacer demandas, porque el objetivo es anclar a la economía con el ajuste”. En Mónica Peralta Ramos, “Armagedón. Hay que salir del ’posibilismo pragmático’ para evitar una verdadera tragedia griega”, en El Cohete a la Luna, 16-10-22.
[4] Hayek (1944) “The Road to Serfdom” y Rand (1957) “Atlas Shrugged”.
[5] Como señala García Linera, la situación de la inflación en Argentina es muy compleja por la escasez de divisas. Al mismo tiempo, “es el segundo país del mundo, después de Estados Unidos que más dólares billete tiene su población” y la inmensa mayoría no se encuentra en el sistema financiero local sino en el exterior. De acuerdo a los últimos datos de Posición de Inversión Internacional (PII) del INDEC, los argentinos tenían en el primer semestre unos u$s 365.554 millones en concepto de inversiones directas y acreencias en el exterior. Entrevista a Alvaro García Linera. También señala allí: “La inflación se resuelve con medidas de shock en simultáneo”. “Hay que ensayar algún tipo de salida disruptiva y complejizar con otras herramientas para darle certidumbre a la sociedad”, en Ámbito Financiero, 19-10-22.
[6] José Gabriel Palma: “Esta generación en el poder no tiene la capacidad para entender la urgencia del problema de la pobreza” – La Tercera
[7] “17 de octubre, Día de la Lealtad Peronista: qué dice el documento que se leyó en Plaza de Mayo”. Publicado en Página 12, 17-10-2022.
[8] Guillermo Wierzba. “Contra la monarquía del mercado”. En Cohete a la Luna, 16-10-2022.
[9] Wendy Brown, “El pueblo sin atributos: La secreta revolución del neoliberalismo”, Barcelona, Malpaso, 2016.
[10] Arturo Laguado. “La polarización en Brasil: una advertencia para el Frente de Todos”. En Papeles de Coyuntura, 11.10.2022, disponible en http://politicaspublicas.
[11] Andrés Asiaín, “La receta del FMI es un fracaso, nuevamente”, Página 12, 16-10-2022.
[12] Monica Peralta Ramos op.cit.
Excelente tu análisis. Creo sin embargo, que no existe alternativa posible, en lo político-económico, que cortar con el FMI. Solución difícil ,pero necesaria y excluyente para cualquier intento de salida exitosa. No es tan grave perder una elección (Ya prácticamente perdida), sino perder el Peronismo, objetivo principal del Imperialismo desde el “Braden o Perón”. El Peronismo será revolucionario o “NO SERA Nada”, Como bien predijo, JWC. El neo-fascismo, es la etapa superior del neoliberalismo, y el populismo es la Única batalla posible, lo demás, es puro cuento. No puede haber unidad sin programa, y con programa, la unidad, es “no posible”. Solamente la candidatura de Cristina a nivel Nacional y de Axel en Bs As, pueden dar batalla con alguna posibilidad. El resto de las alianzas, se deben hacer con pesos y cargos. Abrazo Peronista.