En el ultimo reportaje de la Vicepresidenta en C5N, Cristina Fernández contó: “Un gobernador de Santa Cruz tenía una frase que yo siempre la recuerdo. Decía que en política los agravios prescriben a los seis meses.”
Yo prefiero no escribir sobre la coyuntura (ya hay demasiados que lo hacen) y elijo concentrarme en la historia, que por supuesto, siempre tiene claves para el presente y futuro. Entonces, pensé volver a contar algunas historias, sobre como pensaba y actuaba Perón respecto la prescripción de los agravios.
No importa cuando lo leas, ni quien sea el candidato, esto, va aplicar siempre.
Comenzaré reproduciendo algunos párrafos del libro Conducción Política, indispensable de leer por quienes aspiran a convertirse en dirigentes.
Dice Perón en Conducción Política: “El hombre suele ser pasionista por naturaleza y aun por costumbre. Y el conductor no puede tener esa clase de defectos. El conductor, no lucha nunca en forma personal, él lucha por una causa. Por eso, cuando algo anda mal, él no se debe ofender personalmente. El debe mirar, desapasionada, inteligentemente, cómo corregir el error en beneficio de la causa que persigue.”
“El conductor debe estar siempre lejos de la pasión. La pasión es, generalmente, producto de un sectarismo. Cuando el hombre que conduce toda la política se sectariza, pierde la mitad de las armas que tiene para defenderse. En segundo, lugar, cuando obedece a su pasión, abandona la conducción de todos, para dirigirse a un sector que es el que lo apasiona. Ese no es un conductor. El conductor debe ser un hombre frío, sin pasiones, y, si las tiene, ha de dominarlas y no dejarlas ver nunca.”
Volver a los 70
En una charla con los grupos de JP, el 8 de septiembre de 1973, lo explicaba de una manera más coloquial: “Cada uno, dentro del movimiento, tiene una misión. La mía es la más ingrata de todas. Me tengo que tragar el sapo todos los días. Otros se lo tragan de cuando en cuando. En política todos tienen que tragar un poco el sapo, pero yo más, yo hago aquí de padre eterno. Bendigo orbe et urbi. ¿Por qué? Porque mi misión es esa. La misión mía es la de aglutinar al mayor número, porque la política tiene esa técnica, acumular la mayor cantidad de gente proclive o pensante hacia la finalidad y los objetivos que nosotros perseguimos.(…) Yo estoy para llevarlos a todos, buenos y malos. Porque si quiero llevar solo los buenos voy a quedar con muy poquitos, y en política con muy poquitos no se puede hacer mucho.”
“Esta es mi misión, como digo es la más ingrata de todas, porque muchas veces llega un tipo que yo le daría una patada y le tengo que dar un abrazo. Pero la política es así, es un juego de ductilidad, y tolerancia y paciencia. ¡Pero qué paciencia hay que tener! Y, si no, no hay que meterse en esta, ¿no?”
Este pensamiento de Perón lo podemos encontrar muchas veces en sus discursos, cartas, escritos; pero lo mas llamativo, y no tan conocido, son las veces que lo puso en practica, aun con personajes muy extremos. Aquí algunos de esos casos.
General, yo intenté matarlo…
En una calurosa tarde del tórrido verano madrileño de 1971, un hombre se sienta a conversar con el anciano general, al que 18 años antes, quiso hacer volar por los aires con 50 kg de trotyl.
Mariano Narciso Castex es un personaje multifacético: médico, sacerdote jesuita, funcionario, docente universitario, escritor, militante político y en su temprana juventud, comando civil antiperonista. El hecho en el que estuvo involucrado fue la planificación de un atentado, contra el entonces Presidente Perón, descubierto y desbaratado en octubre de 1953, que se conoció como “la conspiración de los bebes”, porque la edad de sus participantes que no superaba los 20 años.
En agosto de 2019 tuve la oportunidad de entrevistarlo, y me relató: “En la universidad comencé a participar de algunos grupos antiperonistas con la idea de voltear al gobierno. Después de la huelga universitaria del 51, ya empezamos a prepararnos para la acción. Nuestro modelo eran los maquis de la resistencia francesa. Yo ya estaba convencido que teníamos que matar a Perón. Nos entrenarnos en el manejo de armas en el campo de Diego Muniz Barreto con dos guardamarinas. El formato del atentado lo tomamos de la ejecución del jerarca nazi Heydrich en Praga. Perón pasaba todos los días, a la misma hora por Libertador hacia la Rosada, y en el cruce con la calle Libertad lo íbamos atacar con un jeep cargado de explosivos. Seis meses estuvimos planificando. Íbamos a comprar un jeep y los explosivos nos los iba a proveer la Marina.”
Según el expediente judicial: el 15 de octubre 1953, Diego Muniz Barreto y Mariano Narciso Castex se reunieron en Florida y Corrientes con un supuesto contacto militar que les ofrecía proporcionarle armas. El “contacto” era integrante de la Policía Federal, quien rápidamente informó a sus superiores. En los días 16 y 17 de octubre fueron detenidos Emilio Allende Posse Isidoro Martínez Castro, Mariano N. Castex, Hernán E. Blackley, Gastón García Miramon, Raúl A. Jorsiomo y Lorenzo Blanco. Diego Muñiz Barreto logró eludir a la policía, y cruzar a Montevideo. En 1955 Castex, ingreso al seminario jesuita de Córdoba y se convirtió en sacerdote. Al poco tiempo desencantado de la “revolución libertadora”, Castex, fue modificando su visión, y se acercó al pensamiento peronista.
En julio de 1971, volviendo de un viaje a Roma, su amigo Anzorreguy le consiguió una entrevista con el General Perón.
Desde que conocí esta anécdota, y supe que Castex estaba vivo, tenía la enorme curiosidad, de preguntarle, como se le dice a alguien: “Mire yo intenté matarlo, pero fracasé…y aquí estoy…de visita por su casa…”. Y así me lo contó: “Yo, ya antes, me había carteado con él, pero claro no lo conocía…y me presenté. Le digo, no se si Vd. se acuerda General, pero yo participé en la conspiración de los bebes. Perón palmeándome la espalda, respondió: “Como no me voy acordar mijo! Si allí anduvo Jorsiomo, el hijo de un gran amigo mio! Cosa de muchachos….Pase mijo siéntese!”.
Por supuesto, Castex salió de ese encuentro totalmente convencido. Perón, había ganado un nuevo incondicional para su causa.
Del “Muerte a Perón” al “Perón o Muerte”
Diego Muniz Barreto, también de 20 años, logró escapar a Montevideo de donde regresó clandestinamente para seguir realizando atentados.
Sus bisabuelos paternos eran descendientes de familias portuguesas fundadoras de Bahía (Brasil), donde consolidaron una fortuna descomunal. Era una familia perteneciente a lo mas selecto de la oligarquía porteña.
Su exilio en Montevideo duró poco tiempo. En julio del 1955 cruzó el rio en un bote de remos, con una carga de 20 kg de gelinita. La madrugada del 20 de julio, él y su grupo, dinamitaron la Escuela Superior Peronista en Avenida Corrientes y San Martín. Los destrozos fueron totales. Luego realizaron varios atentados contra policías en el centro de Buenos Aires.
Según cuenta su amigo Boby Roth: el antiperonismo de Diego cesó con la revolución “Libertadora”. Se acercó al frondicismo y luego mediante sus contactos militares conspiró junto al sector “Azul” del ejército. En 1966 de la mano de Roth llegó al gobierno de facto del General Onganía.
En 1970 Rodolfo Galimberti dirigía un grupo peronista llamado JAEN. El primer contacto con Muniz Barreto, lo hizo Ernesto Jaurectche entonces periodista de El Economista. Muniz Barreto se les presentaba como una fuente de recursos económicos, y de acceso a la alta sociedad. Por ejemplo, es Diego, quien introduce a Galimberti, a la casa de las Luro Pueyrredon. Allí Galimberti se pone de novio con Julieta hermana de Patricia Bullrich; tiempo después ambas, Julieta y Patricia, van a seguir militando detrás de Galimberti, en la JP y Montoneros.
Galimberti quería conocer a Perón y Diego financió su viaje. Galimberti retribuyó a su mecenas presentándolo ante el General, y se lo presentó de este modo: “General le presento a Diego Muñiz Barreto, este conspiro contra Vd en 1955, y fue comando civil”…. “Que bueno conocer viejos opositores” …”Que gusto decirle “compañero” …se alegró Perón y le estrecho las manos.
En 1973 Muniz Barreto fue elegido Diputado Nacional de la ciudad de Bs As en la lista del Frejuli, Cámpora-Solano Lima.
Estos son dos casos de “prescripción de agravios” que menciono, porque fueron muy extremos, se trataba de dos personas que estuvieron a punto de asesinarlo. Pero hay muchísimos casos mas, de opositores que, años después, se reconciliaron con el General.
Vicente Solano Lima era un importante dirigente conservador del Partido Demócrata Nacional, su pelea con el peronismo lo llevó a exiliarse en Montevideo en 1947, de donde regresó días después del bombardeo del 16 de junio de 1955. En 1961 volviendo de un viaje a Israel, decidió pasar por Madrid a visitar a Perón. Desde allí siguieron en contacto y en 1973 integró la formula con Héctor Cámpora. quien también había sido compañero de Solano Lima en el partido conservador, pero 1945 junto a otros camaradas, rompió y se integro al peronismo.
La lista de opositores que con los años se reencontraron con Perón, es larguísima, arrancando por Arturo Frondizi, Oscar Alende, Ricardo Balbin por nombrar los mas famosos.
Volviendo al inicio. ¿En cuanto tiempo prescriben los agravios en política? Según Perón: “El conductor, no lucha nunca en forma personal, lucha por una causa. Por eso, cuando algo anda mal, él no se debe ofender personalmente. (…) El conductor debe ser un hombre frío, sin pasiones, y, si las tiene, ha de dominarlas y no dejarlas ver nunca. (…) La política es así, es un juego de ductilidad, y tolerancia y paciencia. ¡Pero qué paciencia hay que tener! Y, si no, no hay que meterse en esta, ¿no?”
* Aldo Duzdevich es autor de “La Lealtad-Los Montoneros que se quedaron con Peron” y “Salvados por Francisco”
“En los setenta por caso “tragar sapos” terminó no en una síntesis sino en un tiroteo.” (Artemio).
¿No será al revés?.
En mi Blog planteo el antiguo problema de la “facción de izquierda” con el liderazgo de conducción. Problema que en los ’70 llegó al paroxismo pero que se renueva casi constantemente, generación tras generación, con menor intensidad y con otros matices. Esto me da la pauta de que debe ser algo estructural, no coyuntural o circunstancial.
En algún debate en la blogósfera lo atribuí a una cuestión emocional ligada a la certeza que produce el cuestionamiento, a su vez, “incuestionable”.
Por ejemplo, los cuestionamientos al “nacionalismo burgués”; la “burocracia sindical”; el “reformismo”; los “traidores”; etc., etc., son todas demarcaciones que adoptan una forma ideológica, como si tuvieran alguna base en la realidad. Muchas veces, la violencia del conflicto, incluso la guerra misma, nos produce la sensación de que “por algo debe ser”, de que debe haber intereses muy contrapuestos para que ese conflicto estalle.
Pero, cuando uno se pone a hilar fino, descubre la tremenda realidad de lo que hay detrás de semejantes conflictos: nada, absolutamente nada (!!!), más allá de lo que los protagonistas decidieron atribuirle y más allá de lo propiamente reactivo. Algún día voy a decir algo de Simone Weil quien tiene escritos poderosamente sugestivos sobre esto, mucho más valiosos que el 90% del palabrerío marxista.
En la ciencia y en la política nada es axiomático. No existe ningún conjunto de axiomas o postulados que sean verdaderos por sí, que no necesiten validación y que nos permitan llegar a la verdad por deducción. El mundo no funciona como las matemáticas o como los teoremas de Euclides. Más bien funciona como la geometría riemanniana: todo hay que probarlo por la ciencia física, nada hay que dar por sentado.
Algunos estados emocionales o pasionales intensos, si van ligados a racionalizaciones axiomáticas, producen consecuencias muy negativas.
Por eso, las llamadas convicciones (sean ideológicas o políticas), se tornan peligrosas cuando se cae en desfasajes, sean revolucionarios o reaccionarios.
Creo que solo así puede explicarse que en una página de un órgano de difusión de la izquierda peronista de los ’70 se diga que la burguesía nacional forma parte del frente de liberación nacional y, en otra página, se diga que la burocracia sindical es el enemigo de la clase trabajadora.
Perón decía que los errores se corrigen con aciertos pero los vicios son muy difíciles de corregir si no se desarrollan las virtudes. Por eso daba Perón tanta importancia a la parte espiritual, moral e intelectual.
La superioridad de Cristina respecto al resto de los dirigentes, sean del propio espacio o no, reside en eso, en sus virtudes morales e intelectuales, más que en sus convicciones ideológicas.
Las convicciones ideológicas son un arma de doble filo si no van ligadas a las emociones correctas, de lo contrario conduce al fanatismo, se disfrace este como sea.
JDP que era una persona que, siendo niño, había vivido con los indios en el Sur y, a los 15 años, había leído Vidas paralelas de Plutarco, y que, luego, tuvo una amplia formación y experiencia en su vida profesional como militar, entendía perfectamente este problema en relación a la conducción política. Por eso no resulta a mi llamativo en Perón lo que a Aldo Duzdevich sí (“… pero lo más llamativo, y no tan conocido, son las veces que lo puso en práctica, aun con personajes muy extremos.”).
Hay muchos otros ejemplos en la historia además de lo que cuenta Duzdevich: con el general Ávalos el 17/10/45, después de que lo traicionara el 12/10/45; con Farrell mismo; con Vandor en España. Etc., etc. No solo los perdonó por sus traiciones sino que los trató cariñosamente. Las emociones que tenía Perón como ser humano le facilitaron enormemente la conducción política. Obvio que no era eso solo, eso estuvo acompañado de una profunda formación clásica y sus estudios militares que no los hacía solo para escalar rangos en el ejército. Tenía profundas inquietudes acerca de la historia en general -no solo militar-, y la política. Era una mentalidad absolutamente peculiar.
Si se lee Conducción Política sin prejuicios, en la diagonal correcta (no en clave académica, ideológica o histórica), puede captar uno el pensamiento profundo de Perón en relación a casi todos los problemas de la práctica política y de la vida misma. Recordar que Conducción Política fue hablado (conferencias) durante el año 1951, no fue escrito.
Recomiendo leerlo en forma conjunta con Política y Estrategia que sí son escritos de Perón que comienzan a principios de 1951 y terminan a fines de 1952 más o menos. Es decir que las conferencias de Conducción política y los escritos de Política y Estrategia se superpusieron durante parte del año 1951.
A mi juicio estas 2 obras son lo más sugestivo de Perón. Es como un balance histórico en dos planos mientras los hechos ocurren y se están desenvolviendo en lo local y a nivel mundial. Casi nadie tiene la capacidad de hacer eso con tanta agudeza y mientras los hechos van ocurriendo u ocurrieron muy recientemente. Estoy plenamente de acuerdo con Cristina cuando dice, en la página 170 de su libro Sinceramente, que Perón fue un genio.