-A seis meses del intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, el ex juez de la Cámara Federal Carlos Rozanski analiza la operación de encubrimiento del intento de magnicidio y sus derivaciones.-
-Por Carlos Rozanski*-
(para La Tecl@ Eñe)
Hace seis meses se produjo el hecho criminal más importante de las últimas décadas. Se intentó matar a la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner. El mismo día, casi de inmediato, se puso en marcha la operación de encubrimiento a las derivaciones ascendentes del crimen.
Como la mayoría de esa clase de actividades delictivas, el evento final fue precedido por diversos hechos menos graves organizados y concretados con importantes recursos materiales y de planificación. Se impone aclarar que se producen excepciones a esas reglas que es cuando el crimen es producto de la actividad individual de algún desquiciado, en general obsesionado con la figura de la víctima (Mark Chapman asesinando a John Lennon el 8/12/1980). En ese caso, según el propio asesino señaló, lo hizo por “gloria personal” (SIC). La cita es pertinente por cuanto como se hizo público, se intentó rápidamente relacionar lo sucedido con la acción de uno, dos o tres “loquitos” que habrían actuado de manera individual, desorganizados e incluso con torpeza. Muy lejos de ello, la motivación del atentado del 1° de septiembre de 2022 se funda exclusivamente en un interés económico-político de gigantesco volumen en el caso de los organizadores y seguramente muchos dólares para los ejecutores materiales. A fin de comprender con mayor nitidez la secuencia de los hechos, es útil tener en cuenta que actuaron al menos dos grupos de personas.
El primero de ellos, desde el que se pensó y financió el atentado, es fácil de identificar. Son los mismos integrantes del “poder real” que, desde la formación del Estado Nacional, con honrosos intervalos políticos, se apoderaron de los principales recursos naturales y medios de producción del país a fin de incrementar sus fortunas personales y su poder. A lo largo de estos dos siglos se han ido renovando las figuras debido a inevitables recambios biológicos, pero se han mantenido invariables tanto los objetivos económicos como la ideología desde la que se intentó recurrentemente justificar lo injustificable. Así, el Procurador Horacio Rodríguez Larreta dictaminaba el 10 de septiembre de 1930 que la Corte Suprema debía convalidar el golpe contra Hipólito Yrigoyen. Hoy, con el mismo cinismo, su descendiente, Horacio Rodríguez Larreta, promete desde un faro que observa con su nuca, que va a cerrar “la grieta”.
Los cuantiosos recursos materiales de ese grupo exclusivo y de morbosa elite financiaron sin dificultad las cambiantes estrategias de dominación y saqueo, las que fueron adaptándose a los cambios que la modernidad comunicacional imponía. De ese modo, la metodología de golpe de Estado tradicional, con secuestro, tortura, desaparición y muerte en los ´70, fue reemplazado por los actuales “golpes blandos” en la región, con igual finalidad de transferencia de recursos pero con una estrategia basada en principios anteriores al genocidio citado. En efecto, décadas antes, el nazismo había marcado ese camino de manipulación en la pluma de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler, en cuyos análisis abrevaron muchos de quienes hoy dirigen las campañas comunicacionales de la derecha cambiemita. La reiteración de las mentiras como eje de la estrategia del nazismo, fue tomada de manera literal por los principales comunicadores amarillos. No es casual que uno de los principales asesores de Macri, Jaime Duran Barba, haya calificado a Hitler como “un tipo espectacular” (SIC 8/11/2013). Tampoco lo es que el propio Mauricio Macri haya publicado conceptos brutales que copió del libro “Mi lucha”, del nombrado Adolfo Hitler (28/9/2018).
En cuanto a la financiación del atentado, se conocen datos muy específicos que estimularían a cualquier investigador honesto. Sin embargo, el proceso de encubrimiento, como se dijo, puesto en marcha el mismo día del crimen, se continúa desarrollando con precisión de relojería suiza. Así, un juez Federal que investiga la organización violenta “Revolución Federal”, consideró que ese grupo se vinculaba con el atentado y propuso mandar la causa, para su unificación, al juzgado de la magistrada que investiga el episodio de los disparos. Entre muchos otros indicios, cabe recordar que las personas vinculadas a la causa de la citada organización desarrollaron actividades violentas en distintos eventos callejeros previos al atentado, así como reuniones en la vivienda de la Sra. Ximena de Tejanos Pinto. Como el país sabe, esa vivienda es el piso superior del de la víctima del hecho. En esas reuniones previas, hay pruebas de que se tomaron imágenes fotográficas y fílmicas del lugar donde luego se intentó el asesinato. Asimismo, personas imputadas en esa causa de Revolución Federal, recibieron ingentes sumas de dinero de un grupo empresario vinculado de manera directa al expresidente Mauricio Macri, a través de su “amigo del alma” y funcionario Nicolás “Niky” Caputo. Los Caputo, desde su grupo empresarial, financiaron a Jonathan Morel con decenas de miles de dólares para una supuesta fabricación de “mesitas ratonas”. Morel, quien instaló la famosa guillotina frente a la casa rosada para ejecutar kirchneristas, indagado en la causa federal, reconoció haber recibido el dinero de “un fideicomiso del grupo Caputo”, pero brindó una sorprendente explicación. Dijo Morel que el vínculo surgió porque la hermana de Niky pasaba “causalmente” por la puerta de la carpintería que él tenía en Boulogne y le había comprado “dos mesitas ratonas”. Luego fueron centenares. No obstante esa ridiculez, el juez que procesó a Morel y a tres personas más, señaló en su resolución, entre otras cosas, que la agrupación Revolución Federal «desembocó en la instauración de un estado de alarma social en virtud del atentado contra la vida de la vicepresidenta de la Nación».
Ahora bien, la cita de la anécdota del tránsito casual, caminando, de la hermana de Niky Caputo, Rosanna Pía, por la puerta de la carpintería de Morel, ubicada en una calle interna de Boulogne, sin vidriera ni cartel, resulta necesaria. En igual sentido también es útil recordar que Morel, de 23 años de edad, refirió que aprendió carpintería poco tiempo antes en “tutoriales de YouTube” (SIC). Finalmente, un dato no menos interesante. El 28 de mayo de 2016 estuvo Mauricio Macri jugando al truco con jubilados precisamente en ese pequeño local de una perdida calle de Boulogne. Unos años después, su amigo del alma le pagaría una fortuna a un yuotuber carpintero para fabricarle mesitas ratonas que usarían en Neuquén a más de 1.000 km. de distancia.
Esas referencias, como se dijo, resultan necesarias para comprender algunos aspectos de un proceso del que los fallidos disparos fueron sólo una etapa. Por supuesto que de haberse producido la percusión de los proyectiles, la tragedia sería infinitamente mayor. Pero estas reflexiones, apuntan a enfocar lo que finalmente sucedió.
El segundo grupo de involucrados en el atentado, además del mencionado Morel, está integrado por sus compañeros de Revolución Federal, con sus antorchas, guillotinas, horcas y bolsas mortuorias, utilizados para “la previa”. Asimismo, personajes como Brenda Uliarte y Sabag Montiel, fungieron actuando tanto en esa etapa previa, como en el momento de los disparos. La participación de ambos en notas televisivas anteriores al atentado, simulando vender “copos” de algodón de azúcar, fue muy clara y documentada.
El nexo hasta ahora más visible entre uno y otro grupo es sin dudas la citada vecina del piso superior, Ximena de Tejanos Pinto. Nunca indagada, nunca procesada y ni siquiera imputada. Dato mayor a la hora de analizar los hechos.
Otra circunstancia maloliente es el rol en los hechos del jefe de campaña y ex funcionario de Patricia Bullrich (que jamás repudió el atentado), Gerardo Milman. Si bien el encubrimiento judicial sobre todos los episodios sintetizados es obsceno, en el caso del nombrado adquiere ribetes sorprendentes. Así, se destaca el recordado episodio de los celulares de las dos acompañantes del diputado que luego de ser tardíamente citadas declararon que borraron los datos de sus teléfonos. Debe tenerse presente que Milman, pocos días antes del atentado, le dijo a sus compañeras que “cuando asesinaran a Cristina él estaría viajando a la costa”.
Inevitable resulta a esta altura del análisis la referencia a la red de encubrimiento que no sólo impide sancionar a los mayores responsables del atentado sino que mantiene las condiciones de vulnerabilidad que lo posibilitaron. Se trata de un universo complejo y sin dudas altamente peligroso. Es el grupo corrupto del poder judicial con base en la justicia federal y encabezado por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación. Desde ese bastión reaccionario se garantiza el fracaso de cualquier intento de investigación seria que pueda trascender a los soldaditos utilizados para simular mesas ratonas o copos de algodón de azúcar.
El sector más recalcitrante del poder judicial siempre ha encubierto los crímenes que pudieran comprometer a la dirigencia política que lo sostiene y al que responde. Simultáneamente han silenciado a las y los magistrados decentes que no comulgan con esa corrupción estructural. Pero en estos momentos del país y de la región, la obscenidad con que encubren el atentado a Cristina Fernández de Kirchner tiene una particularidad que ojalá pronto pueda ser analizada en profundidad.
No indagar a Texanos Pinto, o a los “Caputo”, o a Milman y sus acompañantes, así como mantener separadas las causas de Revolución Federal y “los copitos”, es un nuevo modelo de encubrimiento, deliberadamente explícito. Es una insoportable versión de justicia que afirma descaradamente que la tierra es plana y las vacas vuelan.
*El autor es Ex Juez de Cámara Federal y Ex Presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata.