Las victorias opositoras a lo largo y ancho de la región

Las elecciones en Brasil: ¿Una región poco amigable con los oficialismos?

El politólogo Mariano Fraschini analiza la preeminencia de las oposiciones en las elecciones presidenciales de la región.

En 17 días Brasil definirá, en la elección más importante de los últimos años en nuestra región, el presidente que gobernará el cuatrienio que se extiende desde 2023 a 2027. El 30 de octubre, entonces, el país más importante de América Latina decidirá si Lula da Silva retorna, una vez más, al Palacio del Planalto o si Jair Bolsonaro continuará por cuatro años a cargo del ejecutivo de Brasil.

Si triunfa el candidato del PT ¿estaremos asistiendo a un nuevo “giro a la izquierda” en la región? Si lo hace el aspirante a la relección ¿se consolida el “giro conservador” iniciado por Mauricio Macri en Argentina en 2015? ¿Se trata de caminos ideológicos o de oficialismos en dificultades?

Las elecciones del domingo 2 de octubre dejaron en suspenso la definición electoral. Lula obtuvo el 48,4% de los sufragios frente al 43,2% que alcanzó el actual presidente. Como escasamente ha ocurrido en materia electoral en la historia del país ambos contendientes superaron el 90% de los votos, evidenciando una polarización política que corta al gigante sudamericano en términos políticos, económicos, culturales y sociales. Para decirlo gráficamente, el presidente predominó en los distritos electorales que se extienden al sur de Brasil, frente a un Lula que se hizo fuerte en el norte, sobre todo el nordeste pobre del país. Para ejemplificarlo en términos de estados: el presidente ganó en Rio de Janeiro, San Pablo, Rio Grande do Sul, por mencionar los más poblados y emblemáticos, en cambio Lula lo hizo en Pernanbuco, Bahía y Minas Gerais.

La segunda vuelta electoral promete ser más reñida de lo que a priori parece surgir del resultado de hace 10 días, y el presidente Bolsonaro intentará, mediante la ventaja que le otorga el estar a cargo del ejercicio del poder político, no sólo achicar la distancia, sino intentar prevalecer en votos. No parece una tarea sencilla, no sólo por los escasos sufragios que le quedan a Lula para superar el umbral del 50%, sino también porque enfrente tendrá un candidato taquillero y muy habituado a este tipo de compulsa: con la del domingo 30 de octubre este será el cuarto balotaje que disputará el candidato del PT.

De ganar la segunda vuelta, sin embargo, Lula no contará con un legislativo amigable. Los partidos aliados al presidente tendrán mayoría en ambas cámaras y obligarán al dos veces presidente de Brasil a ingeniársela, como hizo durante los años 2003-2011, para poder aprobar su agenda legislativa. Las características del sistema de gobierno y, sobre todo, el electoral, no les otorgan a los presidentes del país ventajas ostensibles en materia legislativa, y lo obligan a negociar casi punto a punto las leyes que el ejecutivo desea que se hagan realidad.

Esta nota, sin embargo, más que analizar en profundidad las características del voto del domingo 2 de octubre ubicará su lente en dos aspectos que, de ganar Lula en tres semanas, merecen destacarse:

1) las dificultades para los presidentes en ejercicio para reelegirse y

2) las facilidades de las expresiones opositoras para triunfar en elecciones presidenciales.

Llamo la atención sobre este fenómeno a partir de la evidencia empírica que presento a continuación que, en mi concepto, inhibe hablar de rumbos ideológicos determinados y sí de oficialismos en problemas. Tomando en cuenta las últimas 24 elecciones (no sumé esta última de Brasil ya que no se ha definido) que se realizaron en América Latina desde el año 2015 observemos dos variables: a) la ideológica, es decir, ¿Hay un giro a la izquierda o uno a la derecha?; y b) el eje oficialismo / oposición, ¿predomina el oficialismo y las reelecciones o lo hace la oposición?

¿Qué nos indica el cuadro de arriba? A continuación, presento unas viñetas explicativas de lo que se desprende del gráfico.

  • Las reelecciones presidenciales no parecen ser la marca de la etapa. Tan sólo 5 y en su totalidad cuestionadas por la oposición local y, en algunos casos, por organismos internacionales. En el año 2019 y por primera vez en la historia reciente de la democracia sudamericana un presidente que fue por la reelección no la obtuvo. El “caso Macri” parece ser un precedente, más que una excepción como fue vista en una primera lectura. De ser derrotado en dos semanas, Bolsonaro formará parte de esta nueva lista.
  • De vencer Lula el progresismo se impondría en 14 de las 25 elecciones, mientras la derecha lo haría en las restantes 11. No parece haber ahí una diferencia significativa en términos ideológicos que habilite a hablar de un supuesto “giro” regional.
  • Lo que sobresale como un dato trascendente son los triunfos opositores. De ganar el candidato del PT serían 17 sobre 25 las derrotas de los oficialismos. Es decir, casi un 70% de victorias opositoras. Inclusive, si adicionáramos las legislativas acontecidas en los últimos años en la región, el porcentaje claramente se incrementaría en favor del campo opositor. La elocuencia de los datos me exime de mayores detalles.

De todas maneras, no es tarea de esta nota explicar las razones de las derrotas oficialistas. Ya habrá otros estudios que expliciten esta cuestión con más detalle y, sobre todo, con más evidencia empírica. Lo que a primera vista puede leerse de esto, es la existencia de una importante insatisfacción popular con los gobiernos de turno, de las que sólo pocos pueden evitar.

Los tiempos de las reelecciones parecen haber terminado y la rápida circulación de las elites gubernamentales parece ser la característica distintiva de la actual etapa.

El 30 de octubre Brasil decidirá su destino. Lula tiene a favor los votos, pero también un clima de época poco piadoso con los oficialismos.

Como se observa en el cuadro, este fenómeno no comenzó con la pandemia (en todo caso ésta lo profundizó) y no afecta solamente a los liderazgos moderados: Bolsonaro es un ejemplo emblemático en la materia. Tampoco pareciera ser que el devenir económico explique en soledad la cuestión, ya que las victorias opositoras se dan a lo largo y ancho de la región. Una Latinoamérica que siempre se mueve parecido, en forma homogénea y con un ritmo caliente.

 

*Por Mariano Fraschini. Dr. en Ciencia Política y docente en UBA y FLACSO.

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