Señala Jean-Marc von der Weid, agroecólogo y economista y militante de la Geração 68 Sempre na Luta: “Sin una polarización política y programática impulsada por el candidato presidencial, estaremos condenados a ver electo un Congreso más o menos como el actual, quizás un poco mejor porque todos los aficionados que subieron con Bolsonaro deben bajar con él. Pero los profesionales del Centrão se quedarán y, si Kassab logra aplicar su estrategia, crecerán y se montarán a caballo para chantajear al gobierno de Lula. El frente contra Bolsonaro será fundamental en la segunda vuelta, pero la construcción de un Congreso mejorado pasa por la construcción de un frente de la izquierda al centro (del PSOL y el PT al PDT, pasando por el PSB, PCdoB, PV, Rede), a partir de la formulación de un programa de emergencia de salvación nacional donde el punto clave sería enfrentar la crisis alimentaria, con todas las correlaciones con las demás crisis mencionadas anteriormente. Si Lula no está convencido de que tiene que pasar por esta etapa, no solo para ganar las elecciones, sino también para poder gobernar, estamos fritos”.
Por debajo de las advertencias de Weid a Lula, bucea el agotamiento definitivo de las experiencias de centro “moderado”, que irrumpieron con fuerza durante los años 80 y permanecieron exitosas hasta mediados de la primera década de este siglo.
El colapso de la tercera vía resulta entonces un movimiento general expresado globalmente a nivel electoral con la emergencia de los populismos y la ultraderecha radical, correlacionado con la expansión de la desregulación típica de la actual fase financiera y su crisis a mediados de la década pasada con la fortísima concentración del ingreso que supuso y sobre la que el informe reciente de Oxfam es contundente: la desigualdad extrema en el mundo está alcanzando cotas insoportables.
Actualmente, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99% restante de las personas del planeta. El poder y los privilegios se están utilizando para manipular el sistema económico y así ampliar la brecha, dejando sin esperanza a cientos de millones de personas pobres. El entramado mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en ellos 7,6 billones de dólares. Para combatir con éxito la pobreza es ineludible hacer frente a la crisis de desigualdad.
De la mano de la megaconcentración del ingreso urbi et orbi –y la Argentina no es la excepción, como lo mostramos varias veces en estas mismas columnas–, agoniza la “amplia avenida del medio”, sostenida en su momento en las figuras ya emblemáticas de Bill Clinton en los EE.UU., Tony Blair en Reino Unido, Gerhard Schröder en Alemania, Felipe González en España, François Mitterrand en Francia, Raúl Ricardo Alfonsín en la Argentina, Fernando Henrique Cardoso en Brasil.
Néstor Kirchner vio antes que ninguno la necesidad de polarización de la sociedad y su correlato socioeconómico tras su certera lectura de la crisis del año 2001 en el país –anticipatoria de otras crisis planetarias– y desplegó con gran precisión conceptual, política y electoral una experiencia popular democrática continuada por Cristina Kirchner, que nunca sucumbió –en 12 años de gestión y cinco desafíos electorales resueltos exitosamente– a la estrategia de la “moderación” típica de los planteos terceristas.
Sucedía que desde 1983, y por dos décadas, no hubo “grieta”. Los partidos mayoritarios reproducían, todos, el paradigma de organización social y económica neoliberal; la figura emblemática de ese período fue Domingo Felipe Cavallo, ministro de todos los gobiernos y uno de los responsables de la estatización de la deuda privada durante la última dictadura.
En 2003, con la llegada de Néstor Carlos Kirchner y los gobiernos de Cristina Fernández, se cortó ese ciclo de hegemonía neoliberal y entonces aparecieron “la grieta” y el antagonismo entre proyectos de país.
Resolver “la grieta” desde entonces implica la desaparición del kirchnerismo como proyecto popular democrático o asumir el antagonismo que supone y transformarla en “abismo”.
El método de profundizar antagonismos no es nuevo, y tiene historia en la Argentina y el mundo, además de amplio desarrollo conceptual.
Al respecto señalaba Althusser, en referencia a su posición teórica y política: “Jamás pude alcanzar la transparencia. Entonces he practicado como Mallarmè, como Heidegger, el obscurum per obscurius. A lo oscuro por lo más oscuro.
*Director de Consultora Equis.