En marzo de 1973, se realizaron elecciones generales, pero Perón no pudo ser candidato debido a una cláusula que exigía residencia en el país antes de un plazo determinado. El peronismo presentó a Héctor Cámpora, un aliado leal de Perón, como candidato del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). Cámpora ganó las elecciones con el 49,5% de los votos, lo que marcó el fin efectivo de la proscripción, ya que el peronismo volvió al poder.
Tras la victoria de Cámpora, Perón regresó a La Argentina en junio de 1973. Cámpora no sin presiones, renunció en julio a los 49 días de gobierno para permitir nuevas elecciones sin restricciones, en las que Perón pudo participar. En septiembre de 1973, Perón fue elegido presidente con el 61,9% de los votos, asumiendo el cargo el 12 de octubre de 1973. Era ese el deseo popular, tras años de proscripción de su líder histórico.
La proscripción de Juan Perón impuesta en el año 1955, se resolvió transitando un camino difícil -al que muchos juzgaban “imposible”- y desplegado en el tiempo, camino que requirió y lográ al menos:
1-Presión popular en general
2-Movilización peronista
3-Organizaciones especiales
4-Negociaciones políticas
5-Incapacidad del régimen militar de mantener el control sin integrar al peronismo.
El proceso culminó con el retorno de Perón y su elección como presidente en 1973. La proscripción de Juan Domingo Perón en Argentina, que había sido impuesta tras el golpe de Estado de 1955, se resolvió en 1973 mediante una combinación de factores políticos, sociales y negociaciones que permitieron su regreso al país y su participación en las elecciones.
A continuación, te explico brevemente cómo se logró:
Contexto político y presión popular:
Durante los años 60 y principios de los 70, el peronismo, aunque proscripto, mantuvo una fuerte base social y política. Movimientos sindicales, juveniles y guerrilleros (como Montoneros) presionaron por el retorno de Perón y la legalización del peronismo. La movilización popular, junto con la incapacidad de los gobiernos militares y civiles de resolver la crisis económica y social, debilitó la legitimidad de los sectores antiperonistas.
Estrategia de la dictadura de Lanusse:
En 1971, el general Alejandro Lanusse, líder de la dictadura autodenominada «Revolución Argentina» (1966-1973), impulsó el «Gran Acuerdo Nacional» (GAN) para intentar una transición controlada hacia la democracia. Lanusse buscaba integrar al peronismo al sistema político, pero bajo condiciones que limitaran su poder. Sin embargo, la proscripción de Perón como candidato persistía inicialmente, lo que generó tensiones.
Negociaciones y retorno de Perón:
Perón, exiliado en Madrid, mantuvo un rol activo en la política argentina a través de emisarios y su movimiento. En 1972, regresó brevemente a Argentina (noviembre) tras 17 años de exilio, lo que galvanizó al peronismo. Aunque inicialmente se mantuvo la proscripción para candidatearse, las negociaciones entre el peronismo y el gobierno de Lanusse, junto con la presión de las bases peronistas, llevaron a un acuerdo para levantar las restricciones.
Elecciones de 1973 y victoria peronista:
En marzo de 1973, se realizaron elecciones generales, pero Perón no pudo ser candidato debido a una cláusula que exigía residencia en el país antes de un plazo determinado. El peronismo presentó a Héctor Cámpora, un aliado leal de Perón, como candidato del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). Cámpora ganó las elecciones con el 49,5% de los votos, lo que marcó el fin efectivo de la proscripción, ya que el peronismo volvió al poder y el primer día de gobierno liberó a los presos políticos cumpliendo el mandato electoral.
Regreso definitivo y presidencia:
Tras la victoria de Cámpora, Perón regresó a La Argentina en junio de 1973. Cámpora renunció en julio a los 49 días de gobierno para permitir nuevas elecciones sin restricciones, en las que Perón pudo participar. En septiembre de 1973, Perón fue elegido presidente con el 61,9% de los votos, asumiendo el cargo el 12 de octubre de 1973.
En 1943, la Argentina apenas superaba los diez millones de habitantes. En Europa, la Segunda Guerra dejaba más de 40 millones de muertos. La dominación alemana empezaba a tener resistencia. El segundo invierno del Ejército nazi en las estepas rusas, obligaba al retroceso: la memorable «Batalla de Stalingrado».
Ante ese escenario «vacío de contenido social» el Ejército tomó el Poder. Los gobiernos conservadores carecían de apoyo popular. El 4 de junio del 43, de madrugada, grupos de soldados salieron desde Campo de Mayo al mando de los generales Edelmiro J. Farrell, Arturo Rawson y Pedro Pablo Ramírez, secundados por un grupo de jóvenes coroneles. Serían decisivos.
El líder de esos corononeles, al cabo factor clave, para la mayoría de los historiadores, argentinos y los extranjeros que llegaron al país para «estudiar el Peronismo». Algo poco común. Se trató del Coronel Juan Domingo Perón, autor de la «proclama revolucionaria».
La anécdota ubica a Perón con sus seguidores, coroneles Domingo Mercante, Humberto Sosa Molina y Franklin Lucero, yendo con «el texto revolucionario», en una visita tarde de lluvia con «capote» militar, a la casa del general Farrell, en Palermo Chico.
Por entonces, el odontólogo Héctor J. Cámpora vive en San Andrés de Giles, graduado en la Universidad de Córdoba. Nacido en Mercedes, en 1909, ya se lo conocía por su perfil de «universitario nacionalista». Desde el vamos apoyó «a los Coroneles».
En el 44, el Coronel Perón, junto al general Juan Pistarini, ponía en marcha el Consejo Nacional de Post Guerra con investigadores, profesionales, universitarios, delegados sindicales, además de organizaciones empresarias. Cámpora fue electo «comisionado».
San Andrés de Giles lo tenía como «el dentista del pueblo», en una población de algo más de 2.000 habitantes. La transición del «comisionado municipal» a intendente fue rápida. En el 44, Cámpora ya se perfilaba como peronista, antes «del peronismo».
El 17 de octubre del 45, ubicó al jefe comunal apoyando el «Hongo de la Historia» como calificó el hecho el periodista Roberto Gasparini cuatro décadas más tarde al asumir en el Sindicato de Prensa como secretario general. La vida del «dentista de pueblo» nunca más resultó aquella del año 43. Salto grande en el 46: el 24 de febrero se cumplieron 75 años del primer triunfo de Perón en las urnas y llegada de Cámpora a la Cámara de Diputados.
Perón en el poder, Cámpora en el Congreso
A partir del 47, el gobierno de Perón instaló el Primer Plan Quinquenal -Perón cumple, Evita dignifica, la consigna de 1947/52- donde también cumplió un rol de suma importancia Pistarini. En Diputados, en el Congreso nacional, Cámpora aparecía como otro hombre fundamental para que se aprueben las leyes del Ejecutivo.
Rápidamente, Cámpora se destacó en la Cámara Baja en su virtual condición de «soldado» del Ejecutivo. Con la estatización de los Ferrocarriles, los Servicios del Gas, la nacionalización de Entel y la puesta en marcha de la Reforma Constitucional. El ex jefe comunal de San Andrés de Giles, en cuatro años, adquirió una jerarquía impensada en aquél estudiante de odontología diez años antes. Fue Vicepresidente de la Convención General Constituyente, en 1949. Fue partícipe con el poco recordado jurista Arturo Sampay de los avances en los Derechos del Trabajador, las vacaciones, el aguinaldo; los Derechos de la Niñez con Hogares para los niños desamparados. Los Derechos de la Ancianidad.
Hasta 1953 Cámpora siguió al frente de la Cámara baja. La caída del segundo gobierno de Perón, el 16 de septiembre del 55, lo llevó a la cárcel. Junto con otros que fueron estigmatizados como «los malditos».
Los historiadores Fermín Chávez, Norberto Galasso y más cercano en el tiempo Gustavo Bronstein escribieron sobre «Los Malditos» del primer peronismo, llevados a prisión por el gobierno de «la Revolución Libertadora». Cámpora, el intelectual John William Cooke, el líder de la CGT José Espejo, el empresario Jorge Antonio o el inefable Guillermo Patricio Kelly. Fueron detenidos, primero, en la mítica cárcel del fin del mundo, en Ushuaia, Tierra del Fuego. Luego, pasaron a Río Gallegos, Santa Cruz.
Estuvieron presos hasta marzo del 57, cuando se produjo «la fuga fantástica» a Chile. Una genialidad del «Turco» Jorge Antonio, según leyenda peronista de la época. El
director de la penitenciaria debió viajar urgente a Buenos Aires. Antonio sabía que tenía a la esposa enferma de cáncer y debían operarla. Estaría ausente varios días. Se dice que un par de guardias, un tiempo después, compraron cada uno, departamento en Río Gallegos. Luego de irse de la vida penitenciaria…
Todos fugaron a Chile. Kelly cruzó la frontera disfrazado de mujer. Acusó en el 72 a Cámpora de salir retrasado «porque su joven esposa había ido a visitarlo hasta el fin del mundo y quería estar con ella». El antiguo folklore peronista.
Resistencia y retorno eterno
Perón tuvo a Cooke como delegado suyo en el acuerdo de Caracas con Rogelio Frigerio, abuelo del ex ministro de Mauricio Macri. El pacto Perón-Frondizi ocurrió en 1957 y le permitió al segundo la victoria presidencial un año después. Luego, otro enviado fue el Mayor Alberte, salvajemente asesinado por la dictadura genocida de 1976.
En tiempos de los gobiernos de facto de Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse, el enigmático Jorge Daniel Paladino asumió la representación. Cuestionado por el sindicalismo peronista. Pampeano, peronista «ortodoxo» y estudiante de abogacía en los 60. Enfrentó a «la izquierda universitaria» y ganó algún prestigio en «la ortodoxia peronista» que lo encumbró en el PJ al punto de alcanzar plano relevante. A los 45 años, Perón lo designó delegado personal.
Luego, Paladino estableció diálogo con el radical Ricardo Balbín y asistió a las vísperas del «Gran Acuerdo Nacional» frustrado con el militar de facto Lanusse. Tuvo que renunciar. Lo reemplazó Héctor Cámpora, que llevó adelante la negociación para la salida de la dictadura lanusista.
El contexto es conocido: los jóvenes se vuelcan masivamente a las izquierdas, sea peronista (Montoneros) o marxista (ERP). Se terminan los años 60, signados por la Revolución Cubana, la «guerrilla» latinoamericana en los países con mayores índice de pobreza, la guerra de Vietnam y la expansión de los EE.UU en América del Sur. En Argentina ocurren revueltas como el «cordobazo»; en París estalla el «mayo francés» que conmueve a jóvenes de muchas partes del planeta.
Cámpora expresó todo eso. Lo que siguió a su vida política remite a una «trampa del destino». Presidente de la Nación desde el 25 de mayo´73, fue elegido junto a Vicente Solano Lima. La consigna marcó una época: «Cámpora al gobierno, Perón al Poder».
Su gobierno, finalmente, duró poco: debió renunciar por fuerte presión de la CGT, bajo la órbita de José Ignacio Rucci, su adversario de la época de «la patria peronista» y la «derecha sindical» que también pagó todo muy caro. Rucci resultó «acribillado» el 25 de septiembre del mismo año. Cámpora vivió la caída de todo el ciclo en medio de «fuego cruzado». La muerte del General Perón 1º de julio del 74 lo expuso aún más.
Apenas instalada la dictadura genocida el 24 de marzo del 76, el Batallón 6 de Mercedes recibió la directiva de detener a Cámpora en San Andrés de Giles. Buscado «vivo o muerto». Miguel Bonasso, en su libro «El Presidente que no fue», de 1997, describió que «El Tío» estuvo encerrado con las ventanas bajas en un departamento de la Capital Federal durante doce días. Luego, fue llevado en el baúl de un auto a la Embajada de México. Estuvo asilado, detenido, hasta 1979. Finalmente, la dictadura lo dejó viajar muy enfermo (contrajo cáncer) hacia México, asegurándose primero que el cáncer fuera terminal, donde murió a los 71 años, 13 meses después. En el país de los devotos de Santa Rita: «la que te dá y te quita».
(*) Columnista de La Señal Medios. Libre Expresión y Mundo Amateur