-Artemio López –
Presentamos nuevamente un trabajo sobre las consecuencias socioeconómicas e impacto
sobre la estructura social que trajo como consecuencia el último golpe militar, impacto
oculto cuando no reivindicado por el discurso de la derecha neoliberal argentina,
narrativa de la que Luis Juez es apenas su bufón mediático habitual, pero no único.
Sobre el impacto sobre derechos y garantías individuales, así como la estructura
productiva de la etapa inaugural del neoliberalismo durante la dictadura se ha escrito
bastante. Mucho menos se reflexionó sobre el deterioro social que produjo y el rediseño
de la estructura social que trajo aparejado.
Aproximarnos a este análisis resulta un recordatorio oportuno que muestra que tras la
barbarie dictatorial se movía una trama de una racionalidad económica de hierro de
empobrecimiento, desempleo y concentración del ingreso que – como ocurriera ya en
democracia durante el Menemismo y el reducido desgobierno de la Alianza Progresista
UCR/ FREPASO – , tras el triunfo de la nueva Alianza Cambiemos, retornó en su
versión Siglo XXI, imponiendo ab initio su secuencia de Devaluación, Ajuste, Deuda
y Apertura.
La naturaleza política y económica del bloque que sostuvo a la Alianza Cambiemos y
sus diferencias con el bloque inaugural que dió base al golpe del año 1976 resulta su
grado de transnacionalización, y está claramente expresada en las trayectorias laborales
de los integrantes del equipo económico de Cambiemos, CEOcracia o CEOfascismo ,
tal como fue caracterizada.
Al respecto, los investigadores del Centro de Investigación y Formación de la
República Argentina (Cifra) sostienen en “la fracción hegemónica está conformada
por los bancos transnacionales y empresas extranjeras, mientras que los grupos
económicos locales y los grandes terratenientes pampeanos si bien forman parte del
bloque de poder, al menos desde esta aproximación, no ejercen la hegemonía por
razones diferentes.
Los grupos económicos por su exigua representación directa respecto a las fracciones
del capital extranjero, mientras que los terratenientes pampeanos porque lo hacen
mediante funcionarios que provienen de las cámaras empresariales”, sostiene Cifra.
“La hegemonía del capital extranjero y especialmente de capital financiero
internacional implica una profunda torsión en la composición del bloque de poder que
sustentó entre 1976 y 2001 el patrón de acumulación basado en la valorización
financiera. Mientras que en aquel período la fracción hegemónica fueron los grupos
económicos locales cuyo núcleo central eran no sólo industriales sino también
agropecuarios y financieros (tal los casos de Pérez Companc, Bunge y Born,
Garovaglio y Zorraquín, Bridas, etc.), ahora ese lugar lo ocupa el capital extranjero
cuando antes si bien estaba fuertemente enraizado en el bloque de poder no era el que
conducía el Estado”. sostienen los investigadores de Cifra.
Observar entonces el impacto que sobre la estructura social trajo la fase inaugural del
neoliberalismo puede ser una guía conceptual e histórica sobre los tiempos por venir, no
tanto en su formato literal (nada se reitera en su forma específica), sino en la perspectiva
de la nueva etapa neoliberal inaugurada el 10 de diciembre de 2015 y un eventual
recomienzo en 2023.
Así las cosas esta nueva fase neoliberal en el Siglo XXI , donde la fracción hegemónica
del nuevo bloque histórico está conformada por los bancos transnacionales y empresas
extranjeras a diferencia de la etapa inaugural con hegemonía de grupos locales. Es
aquella etapa inicial, cuyo enorme impacto negativo sobre la estructura social, la
analizamos a continuación.
Como señalara Eduardo Basualdo:“En Marzo de 1976, la dictadura militar modificó el
régimen social interrumpiendo la industrialización basada en la sustitución de
importaciones que en ese momento se encontraba en los albores de su consolidación .El
nuevo régimen estuvo en consonancia con el orden neoliberal que acabó con la
economía mundial surgida de la posguerra y se sustentó en la valorización financiera,
cuyo predominio en el país se prolongó hasta el año 2001”(1)
Este post se propone analizar la estructura social metropolitana y sus transformaciones
desde el año 1974 hasta el año 1980, en base a la Encuesta Permanente de Hogares del
INDEC. Se trata de observar el impacto que sobre la morfología social argentina
tuvieron las decisiones de política económica que, centrada en la valorización financiera
del capital, fue impuesta por la dictadura militar de la que hoy, 24 de marzo, se recuerda
su trigésimo segundo aniversario.
El análisis se circunscribe a la región metropolitana porque es la única que posee
memoria estadística oficial desde mediados de los años setenta, pero por el peso de esta
región donde reside el 36% de la población y se realiza más del 50% del ingreso
nacional, resulta representativo de lo ocurrido en todo el país. Analizando
específicamente las transformaciones acontecidas en la estructura social nacional entre
los años 1974 y 1980, el gráfico N1º1 muestra la estructura social correspondiente a la
zona metropolitana, representativa del conjunto nacional para octubre de 1974,
desagregado los diversos sectores sociales en orden a sus ingresos por hogar.
Como se observa, la estructura social configurada en el mes de octubre del año 1974 en
las postrimerías del modelo industrial sustitutivo inaugurado en su segunda fase en la
segunda mitad del siglo pasado, y según los datos de aquella Encuesta Permanente de
Hogares, mostraba características de muy bajos niveles de pobreza e indigencia que
apenas impactaban sobre el 4 % y el 2% de la población respectivamente.
Se constituía un muy amplio sector de clase media plena y media alta equivalente en
conjunto al 78% de la población metropolitana total que, a pesos actuales, residía en
hogares con ingresos comprendidos – para un hogar promedio nacional entonces de 3,6
miembros – entre los $200.000 y $460.00 mensuales de este amplísimo tramo
poblacional medio y medio alto, el 50% residía en hogares que en su equivalente actual
percibían ingresos promedios de $300.00 mensuales a valores de noviembre de 2022.
Por otra parte, el 15% de la población superaba la línea de pobreza, aunque no la
duplicaba, por lo cual se ubicaba en el segmento medio bajo en riesgo de
empobrecimiento, con ingresos por hogar que van desde los $120.000 hasta los
$240.000 mensuales en su equivalente monetario actual.
Cabe acotar por último que la totalidad de los segmentos indigentes, pobres y medios
bajos en riesgo de pobreza, agregaban además en el año 1974, pobreza estructural o de
Necesidades Básicas Insatisfechas, en particular por la insatisfacción de las condiciones
de hábitat (casa con paredes y piso de material apta para vivienda) y saneamiento
(ausencia de baño o retrete con descarga de agua al interior de la vivienda).
La brecha de ingresos entre el 10% más pobre y más rico superaba apenas las 12 veces,
el coeficiente GINI era muy bajo, 36,42, en tanto el desempleo abierto apenas alcanzaba
al 2,8% y el trabajo informal al 17,2%
En el gráfico Nº2 se observa la transformación impresa a la estructura social
metropolitana por las prácticas económicas neoliberales impulsadas al calor de la
última dictadura militar, ya en la madurez del proceso de cambio estructural,
mediante la información de la Encuesta Permanente de Hogares de la región
metropolitana realizada en octubre de 1980 por el INDEC.
Como se observa, la desarticulación del régimen industrial sustitutivo y su reemplazo
por el de valorización financiera por parte de la última dictadura militar supuso en sus
orígenes quintuplicar y triplicar los niveles de pobreza e indigencia hasta alcanzar
el 20% y el 4,3% respectivamente, al tiempo que desmoronó a los estratos medios altos
y medios plenos que, si en el año 1974 representaban el 78% de la población, en el año
1980 apenas expresaban el 38% de los residentes en la región metropolitana.
En sentido contrario, la clase media baja, en riesgo de empobrecimiento, creció
complementariamente 130% en apenas un lustro, pasando de representar el 16% al 37%
de la población metropolitana, mostrando el derrotero de empobrecimiento de las
franjas medias plenas y medias altas durante la dictadura que en un 52% descendieron al
estamento medio bajo. Retomando el análisis de la estructura social metropolitana del
año 1980 y como modalidad específica del colosal proceso de transformación social con
vértice en la desarticulación de la clase media que indujo la última dictadura militar,
considérese que mientras la brecha de ingresos polar ente el 10% más rico y más pobre
de los perceptores de ingresos se mantuvo constante el desmoronamiento de los sectores
medios plenos y altos se patentiza en el enorme crecimiento del coeficiente GINI en
dirección a mayor desigualdad.
El GINI pasa de 0,3642 a 0,4134 en tan sólo cinco años, producto fundamental del nivel
inflacionario superior al 87% anual promedio, sin correcciones salariales por clausura
de toda actividad sindical como medida de disciplinamiento ampliada a todos los
trabajadores que estaban efectivamente sindicalizados, puesto que el trabajo informal
alcanzaba al 15,8%, sin modificaciones sustantivas respecto a la etapa anterior e incluso
con leve descenso. En este contexto de brecha estable, un crecimiento del 13% en el
coeficiente GINI en sólo cinco años, señala claramente la enorme magnitud de la
concentración de ingresos con correlato en el empobrecimiento acelerado y profundo de
los sectores medios.
El mecanismo de deterioro social masivo resultó el proceso inflacionario que registró en
promedio entre los años 1976 y 1980 un 181% acumulado anual con un mínimo de
87,6% y un máximo de 347,5%. La sistematicidad y profundidad de la inflación se
constituyó rápidamente en el dispositivo central de empobrecimiento de vastos sectores
comunitarios, asalariados, empleados, profesionales bajo relación de dependencia, en un
contexto político de clausura sindical, disolución de la CGT, intervención de los
sindicatos, clausura de las actividades gremiales y la eliminación del derecho de huelga
en el que no existían, entre tantas otras cosas, discusiones salariales a punto que como
señala Adolfo Canitrot, el salario real cayó entre 1974 y 1983 un 18%.
En rigor, queda claro con datos de Encuesta Permanente de Hogares que desde el punto
de vista socioeconómico, la dictadura militar inició el ciclo de empobrecimiento masivo
de sectores medios vía congelamiento de salarios viabilizado por la clausura absoluta de
toda actividad sindical , combinada con altos niveles de inflación, por lo que se puede
afirmar que la dictadura militar de mediados de los años setenta, a la par de practicar el
terrorismo estatal con sus secuelas de desapariciones, exilios, represión y muertes; puso
fin al perfil socioeconómico tradicional de país integrado con amplios segmentos de
ingresos medios en su composición social que distinguieron a la Argentina del resto
de los países latinoamericanos, desde mediados del siglo XX . Es responsable
principal del tipo de país socialmente desintegrado, empobrecido y asimétrico que
se consolidó con la recuperación democrática y cuyos rasgos fundamentales, en
particular el nivel de empobrecimiento, perduran.
Así las cosas, ya no solo los ensayos teóricos y análisis particulares de la etapa, sino los
datos empíricos oficiales suministrados por la Encuesta Permanente de Hogares del año
1980, prueba la centralidad de la última dictadura en las transformaciones
socioeconómicas de los últimos treinta años en particular la declinación de los
segmentos de ingresos medios y muestra de manera inequívoca el tipo de formato
estatal terrorista que requirió originalmente la implantación y desarrollo del
modelo neoliberal que dominó las últimas tres décadas de nuestro país y
recomenzara el 10 de diciembre de 2015.
En este sentido, si bien es indudable el carácter de “revancha clasista” dado por diversos
autores al formato de estado terrorista expresado en la clausura de toda actividad
gremial y la persecución a sangre y fuego de las organizaciones de trabajadores junto al
secuestro y muerte de miles de dirigentes gremiales, es conceptualmente sólo parte de la
verdad suponer que los efectos de esta política afectaron con mayor intensidad a los
sectores populares en general y a los trabajadores en particular ubicados en 1974 en los
segmentos medios plenos y bajos dominantemente.
En efecto esta situación de deterioro de las condiciones materiales de existencia del los
trabajadores existió sin duda pero, el análisis de las modificaciones en la estructura
social mostró que el sector de mayor transferencia de ingresos hacia la cúpula de la
pirámide social fue el sector medio en general y en particular el medio alto, compuesto a
mediados de los años setenta por pequeños y medianos comerciantes e industriales,
profesionales independientes y un segmento minoritario de los trabajadores industriales
mejor pagos, que de representar el 38% de la estructura social metropolitana en 1974, se
angostó a sólo al 10% en 1980, en pleno desarrollo de las prácticas económicas de la
dictadura.
Paradojas de los procesos históricos, este sector medio alto, mayoritariamente urbano,
con altos niveles educativos y bien informado que resultó el de mayor deterioro
socioeconómico durante el proceso dictatorial, fue el que inicialmente y por un largo
tiempo ofertó los mayores niveles de legitimidad social a la dictadura, cuyo
pensamiento como sector social , más allá de la edad de sus integrantes, en líneas
generales aún asigna legitimidad al golpe de estado del año 1976 y en particular a la
vieja "madre de todas las batallas" del plan de la última dictadura anunciada con
claridad por Alfredo Martínez de Hoz en el video de cierre: Contra el intervencionismo
estatizante y agobiante de la actividad económica.
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(1) Basualdo, Eduardo, 13 de Marzo de 2006, Suplemento Cash de Página 12
Para bajar el "El otro golpe", estudio original completo en formato pdf, click acá.
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