Por Juan Balduzzi – Ernesto Salas
Cuando está de veras viva, la memoria no contempla la historia, sino que invita a hacerla. Más que en los museos, donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que respiramos; y ella, desde el aire, nos respira.
Eduardo Galeano, Patas arriba
2 DE AGOSTO
Nadie debe morir en su trabajo. Uno no se levanta por la mañana, rutina de los días, para morir al rato, sin saberlo, sin ser mínimamente consciente de lo que va a suceder, inocente del destino en el momento final. Pero así fue, esa mañana en que anduvo la muerte, a primera hora, por la escuela 49 “Nicolás Avellaneda” del barrio San Carlos, en Moreno.
Sandra Calamano, vicedirectora a cargo durante la licencia del Director, fue, como siempre, la primera en llegar. Porque era responsable, porque ella era así, del tipo de personas que gustan de hacer las cosas por la satisfacción de hacerlas bien. Luego, contarán las madres y los padres que si había que llevar al pibe antes de hora, ella estaba ahí para recibirlos. Siempre Sandra, la que encendía las estufas, prendía el fuego para el mate cocido del desayuno y recibía a los chicos junto a Rubén Rodríguez, uno a uno, en la puerta de la escuela.
Pero ese día, a las 8:06 la sala de los maestros contigua a la cocina explotó por el gas acumulado, derrumbando paredes, estallando vidrios y ventanas, y matando al instante a Sandra y Rubén. Cuentan que el cuerpo de ella voló cincuenta metros por sobre el muro perimetral de la escuela y cayó sobre la verja de un vecino, en la vereda de enfrente. Rubén quedó en el centro del patio, entre los escombros producidos por la onda expansiva. Los que ya estaban en la escuela no reaccionaban ni atinaban a saber qué era lo que había sucedido. Las que esperaban afuera la hora de entrada, madres, hijes, nunca lo olvidarán.
BARADEL
Antes de la media mañana Roberto Baradel hace tiempo en un bar de La Plata, frente a la Dirección General de Escuelas, donde tiene programada una reunión con el ministro Sánchez Zinny. Alguien que no conoce —una docente, por el guardapolvo—, se acerca a la mesa y le dice:
—Baradel, no sé si sabe, hubo una explosión en una escuela de Moreno. Dicen que hay heridos.
No duda y se sube al auto con el compañero que está con él. En un impulso abandona la reunión porque siente que lo que quiere es estar allá, mientras le viene a la memoria la imagen de Carlos Fuentealba, el docente neuquino asesinado por la policía del gobernador Sobisch. Recuerdo inevitable. ¿Cuántos muertos se acumulan en la historia de los docentes? Por ahora cree que son heridos, pero las noticias de la radio lo desmienten y al rato ya sabe que la tragedia se ha cobrado, una vez más, a dos compañeros. Cuando llega la zona es un caos, hay dos dotaciones de bomberos, el SAME, la policía, los vecinos, los chicos y sus madres y padres.
HORROR
Hernán Pustilnik tenía que llevar a la hija al pediatra y no había ido ese día a la escuela: “Marisol me llamó llorando, a los gritos, diciendo que la escuela había explotado. Que el gordo estaba muerto y que estaban buscando a Sandra entre los escombros. En medio de un ataque de llanto, llamé a mi mujer, le pedí que venga urgente a quedarse con la nena y salí para allá”.
Marcela Corbalán se levantó “a la misma hora de siempre y salió rumbo a la escuela. A algunos nos gustaba juntarnos un rato antes de comenzar la jornada para tomar un mate, reírnos un poco. Cuando llegué, salió Marisol, una de mis compañeras, y me contó lo que había pasado […] Me dijo que Sandra estaba tirada frente a la escuela y ahí, cuando la vi, se me vino el mundo abajo. Quise entrar para ver al gordis, que estaba tirado en el patio, pero ya estaban los bomberos y la policía. No podía respirar, no podía ver. La gente gritaba, los compañeros nos abrazábamos. Fue un caos absoluto”.
Mariana y Pablo llegaron al sindicato un rato antes de las 8, después de dejar a la nena en la escuela. Mariana atendió el teléfono cuando estaba por salir. Era Cecilia, la secretaria de Derechos Humanos que lloraba desconsoladamente y le decía:
—Mariana, se murió el gordo, explotó la 49, se murió el gordo.
—¿Cómo? No entiendo lo que me estás diciendo, Cecilia.
—Mariana, explotó la escuela y se murió el gordo, el gordo Rubén.
“Lo busque a Pablo y le dije: —Pablo, explotó la escuela 49, pasó algo en la escuela 49, ¡vamos!— Y nos subimos al auto. Yo creo que sería alrededor de 8 y media […] Y salí, nos fuimos. La escuela está apartada del sindicato así que fue un viaje muy largo para mí, recuerdo que lloraba y que no sabía qué hacer”.1
SANDRA
El dolor de espalda la tenía mal pero no paraba nunca. Ese día Maxi la dejó con el auto en el cruce de Castelar. Eran las siete y cuarto. Desde ahí se tomaba siempre uno o dos colectivos para llegar a la escuela. Trabajaba hasta los sábados, abría para que los chicos fueran a hacer actividades en el marco del programa Patios Abiertos. También había incorporado un programa nacional de coros y orquestas. Ludmila, la hija mayor se anotó y empezó a tocar el cello. Dado que arreglar el instrumento era muy caro, también se anotó en un taller de luthería.
—Sandra no decía que no. No sabía, no quería o no podía decir que no—, recuerda Maxi.
En 2016 llegó el ajuste del Ministerio de Educación en el Programa Nacional de Coros y Orquestas del Bicentenario. Como otras, la orquesta San Carlos Dos Moreno fue cerrada luego de un largo proceso de desgaste y nueve meses de sueldos adeudados. El 14 de abril se movilizaron al Palacio Pizzurno para protestar. Sandra pintó unas banderas, llevó a todos los que pudo en su auto y tomó la palabra:
—“Tenemos que seguir reuniéndonos para lograr que los gobernantes, a los que lamentablemente nosotros les dimos el lugar que están ocupando, escuchen estas voces. En las orquestas todos los chicos luchan día a día para ocupar el lugar que ocupan […] he vivido en carne propia el sacrificio que cada uno hace para estar detrás del instrumento en el que está y darle vida a esas cuerdas. […] ¿Cómo podemos formar a nuestros hijos en democracia y decirles que hoy está vigente un derecho, y que mañana por obra y gracia de alguien ya no […] Solo nos falta algo, una simple decisión política que nos dé el ok para seguir creciendo”.3
“Sandra era muy humana —dice una mamá—, te faltaba algo y te daba, no tenías para pagar la cooperadora y te dejaba ir igual. Cambió la estructura de la escuela, hizo abrir un nuevo grado para que ingresaran más chicos. Era una mujer increíble. Hacía muchos años que estaba en el colegio. Era la persona más humana que pueda existir. La escuela es impecable gracias a ella, era el pilar de todo”.4
“Sandra vivía para el colegio. Nuestra escuela es una familia. Pasamos ocho horas acá. No es justo que digan que tenemos de prisioneros a los chicos, que nos hagan trabajar en estas condiciones. No tenemos materiales, no hay nada. Hasta para comprar el pan ponemos plata. No tenemos tizas, no tenemos nada”, se lamentó Marcela, docente y amiga de Sandra.5
RUBÉN
Rubén, el “gordo” Rodríguez era auxiliar en la 49, portero y carpintero, y además instructor en un centro donde daba clases de la especialidad. En esa escuela había hecho la primaria y hacía ya 24 años que era el portero del establecimiento.
Sus compañeras de la 49 lo recordarán siempre cariñosamente como el “gordis”, y sus compañeros de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) como el “oso”. Rubén era delegado del gremio por la Lista Verde y Blanca, miembro de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) donde había sido Secretario de Organización y militante comprometido en la defensa de la educación pública.
En el Centro de Formación Profesional de la CTA, que también está en Moreno, los lunes y los jueves Rubén daba un taller de carpintería. Mabel, su esposa, madre de Maia, la hija de ambos, cuenta que desde que recuerda los dos fueron militantes gremiales, que siempre estuvieron “por la parte de estatales apoyando la lucha de salud, militando desde jóvenes y creyendo siempre en las bases estatales, y creyendo que defender la educación pública, defender la salud pública era salvarnos todos y todas […] Todos tenemos derechos”.
Y que Rubén: “Siempre llegaba con Sandra a abrir las puertas de las aulas y a preparar el desayuno para los pibes”.
EL SUTEBA
Baradel piensa políticamente. Está obligado a hacerlo. En el ajedrez de la confrontación que lleva adelante el gremio con el gobierno, piensa en la tapa del diario Clarín del día después. Así que, mientras va de La Plata a Moreno, no puede dejar de pensar en las consecuencias de su presencia. Ha sido tanta la campaña de los medios…: “Cuando llegamos me di cuenta que la decisión era la correcta, pero también la dimensión de la decisión, porque estaba lleno de gente con todas las cámaras, y Sandra y Rubén estaban tirados en la calle todavía […]. Dije, bueno, ya está, yo no me puedo…que sea lo que Dios quiera. Cuando me acerqué un grupo de gente empezó a aplaudir, y otro grupo de gente empezó a gritar: “Baradel, que esto no quede impune”, “que se haga justicia”, “esto no puede ser lo que pasó”. Fuimos los únicos, no pudo dar la cara ni Vidal ni Sánchez Zinny […] inmediatamente llamé a los secretarios generales de los sindicatos y les dije: —Tienen que venir para acá, tenemos que estar juntos en esto. La policía no podía controlar a la gente y nos pidió que habláramos […] Ese día, los que pudimos estar ahí, poniendo el cuerpo y dando la cara fuimos nosotros, ellos no pudieron”.7
Desde el lugar, Robi anunció que iban a presentar una denuncia penal, porque “estas muertes no pueden quedar impunes. Veníamos diciendo que había una situación de abandono, de desidia y hasta de corrupción en las escuelas, pero esto es un desastre”. María Laura Torre, una de las secretarias adjuntas del SUTEBA lo acompañó: “La gobernadora Vidal es la única que tiene que explicar que hace con las escuelas porque esto no fue un accidente, se podía haber evitado”.8
El Frente de Unidad Docente Bonaerense (FUDB) venía señalando la gravedad de la situación de las escuelas. En mayo se realizaron dos “carpetazos educativos”, denunciando las deficiencias en distintos temas, entre ellos, infraestructura. Silvia Almazán, secretaria adjunta de SUTEBA, recuerda que:
[…] Para denunciar que hay problemas de infraestructura hace muchos años que venimos relevando la realidad de las escuela […] Cuando hablábamos, hablábamos de una realidad que se estaba deteriorando. El hecho más emblemático es el de la infraestructura, porque año tras año venimos denunciando estas cuestiones, cómo se iban acrecentando, cómo había un desfinanciamiento y un abandono de las escuelas e hicimos ese mismo año, el 2018, un carpetazo, se lo presentamos a la Dirección de Escuelas, al gobierno de la provincia de Buenos Aires, ninguno nos recibió […] el gobierno decía que nosotros acrecentábamos las problemáticas […] hasta de inventarlas. Esto último lo dejaba picando porque la realidad de las escuelas existía. No se podía ni siquiera hablar con la comunidad para decirles de los riesgos. Eso era riesgo de sumario“.9
PERICIAS
De acuerdo a la investigación penal, a cargo de la fiscal María Gabriela Urrutia, el 1° de agosto antes del mediodía, Sandra Cristina Calamano, Vicedirectora de la Escuela N° 49, “percibe un fuerte olor a gas en el aula utilizada para cambio de funciones y cierra la llave de paso de gas de la estufa”. Como el olor persiste decide llamar al gasista designado por el Consejo Escolar para realizar tareas en el establecimiento. Como este no llega, le reitera la llamada antes de que termine el turno. El gasista llega después de hora por lo que Sandra lo espera. Según la investigación, Cristian Ricobene cierra el gas y controla la estufa de tiro balanceado de la sala notando que está mal colocada la carcasa. Vuelve a dar gas y controla la estufa. Le informa que no hay fuga, cierra la llave, la saca y se la entrega a la vicedirectora para que ella tenga el control. También decide dejar prendido el ventilador amurado en la pared para ventilar
Según la pericia “la verdadera pérdida de gas[…] no provenía del calefactor sino de la cañería de la instalación de gas ubicada en el techo del lugar […], donde la cañería presenta una unión de la T de derivación y bujes de reducción cuya rosca de ensamble tenía una fisura, y que dicha situación – la explosión – se podría haber evitado, si el Sr. RICOBENE aplicaba el protocolo (expuesto por los expertos) que se debe realizar ante una situación planteada en la escuela siniestrada, resultando que debió cortar el paso general de gas de todo el establecimiento, desde el sector donde se encuentran ubicados los garrafones de gas propano, para luego realizar las pruebas correspondientes a fin de determinar la procedencia de la fuga”.
Al día siguiente, Sandra nota que el olor es intenso y llama nuevamente a Ricobene con la intención de “suspender las clases o no hacer entrar a los chicos”. En ese mismo momento, al abrir la puerta de la sala para ver qué pasaba,“se produce una explosión —producto del ingreso de oxígeno dentro del recinto, donde yacía acumulado una importante cantidad de gas propano-butano, resultando el punto de ignición una chispa proveniente del motor y/o rotor del ventilador ubicado dentro del aula siniestrada (amurado a la pared) el cual se encontraba en posición de encendido (punto 3 – máximo)”.
La fiscal Urrutia elevó a juicio la acusación por homicidio culposo agravado en concurso real con defraudación en perjuicio de la administración pública contra el gasista por “impericia y negligencia”[…] por carecer de la habilitación necesaria para realizar tareas de gasista en establecimientos escolares, y que su matrícula se encontraba vencida desde el año 2015”. La acusación alcanza a Sebastián Nasif, interventor del Consejo Escolar.
“Las pérdidas eran constantes desde hace muchísimo —afirmó el día de la explosión Héctor Vizio, el Director con licencia—. Sabíamos que había una pérdida en la cocina y reducimos los turnos a media jornada. No podíamos cerrar la institución. Hago responsable a las autoridades provinciales por lo que pasó. Tengo 30 años de antigüedad en el sistema. A mí no me la van a venir a contar”.
NOTAS
Ningún contratista de los enviados por el Consejo Escolar notó la fisura en el caño.
DESIDIA
Los gobernantes no se sienten cómodos explicando las tragedias que los afectan políticamente. La mayor parte de las veces quedan descolocados ante la indignación popular y tratan discursivamente que la cadena de responsabilidades no los toque, por lo que se ciñen a tratar de explicar que lo sucedido se trata de un caso único, irrepetible. María Eugenia Vidal no fue la excepción. Era consciente de que la tragedia se sumaba al largo conflicto que el gobierno había decidido tener con el gremialismo docente, particularmente con el SUTEBA, cuya última batalla había ocurrido apenas dos días antes cuando el gremio, acorralado por la conciliación obligatoria, había eludido la prohibición recurriendo a un paro nacional de toda la docencia lanzado por la CTERA los días lunes y martes previos.
El 3 de agosto, vía twitter, la gobernadora intentó su primera aproximación: “Para todos los bonaerense, y también para mí, estos son días de duelo por el fallecimiento de Sandra y Rubén en la escuela 49 de Moreno. Por respeto al duelo de las familias de las víctimas, y para evitar la utilización política que veo en ciertos sectores sobre esta tragedia, me mantengo en silencio hoy, pero vamos a aclarar como siempre, todo lo que sea necesario”.
Escudada en la intimidad de llamar cariñosamente a las víctimas por sus nombres, como ya hacían los que se movilizaban para pedir justicia, Vidal indicó que el ataque a la gestión educativa de su gobierno tenía claras connotaciones políticas. Sin embargo, el PRO era hijo y beneficiario de muchos graves acontecimientos similares habidos en gobiernos de signo opuesto y entonces sí había sabido aprovechar con éxito la misma situación que ahora padecían. Así había sucedido con la tragedia del salón República Cromañon y, más recientemente con el choque del tren de pasajeros en la estación Once. Nada más difícil en estas circunstancias que eludir la responsabilidad política que ahora les cabía, aunque esta no fuera, finalmente, judiciable.
Habrá en el futuro diversas perspectivas acerca de si fue aquí que María Eugenia Vidal empezó a transitar el camino de su derrota electoral de agosto de 2019 y si el conocido cerco mediático que la protegía y la acunaba como la Heidi de la pampa terminó de quebrarse. Lo que es de notar es que su estrategia elegida fue la distancia. El 2 de agosto el único funcionario que visitó la zona de la tragedia fue el subsecretario Sergio Siciliano, quien también fue el encargado de asistir, en nombre de Sánchez Zinny, a una interpelación en el parlamento el 9 de agosto.
Vidal esperó para dar su versión en un ámbito amigable y fue al programa radial de Jorge Lanata y Marcelo Longobardi en radio Mitre el 8 de agosto. Comenzó explicando por qué no se había comunicado con los familiares, ya que “…si yo perdiera a alguien así, lo último que quiero es que venga el gobernador a abrazarme, lo que quiero es que me dé explicaciones, no que me venga a abrazar. Y esto es lo que esperé este tiempo prudencial para hacer”.
Para la gobernadora la responsabilidad en última instancia por lo sucedido era del Consejo Escolar de Moreno. Le soltaba la mano, aunque el organismo había sido intervenido por el ministro Sánchez Zinny luego de comprobar irregularidades graves en el manejo de los fondos. Este había colocado como avocador a un hombre de su confianza, Sebastián Nasif. El Consejo era el organismo encargado de hacer las reparaciones en los edificios. Vidal indicó que el gobierno había hecho 43 obras en la zona, que el intendente —que también manejaba fondos educativos- no había hecho nada, que los gasistas habían concurrido varias veces, incluso el día anterior “a que se desatara este hecho trágico” y que el interventor del Consejo había comunicado un protocolo para ser cumplido en las instituciones en caso de escapes de gas. Por momentos también le echó la culpa a la situación en que había recibido la provincia. Que cuando asumió “no se sabía siquiera cuántos edificios escolares había” (lo que era mentira) y a los veintiocho años de gobiernos peronistas previos. En síntesis, el problema no era el ajuste en los presupuestos ni la ausencia del Estado, ni la desidia de la que la acusaban docentes y padres en Moreno. El Consejo Escolar atendía los reclamos, el gasista había estado el día anterior; la explosión era un puro hecho fortuito del que pareció responsabilizar a la vicedirectora de la escuela que no había tomado los recaudos según el protocolo recibido. Para terminar, afirmó: “De lo último de lo que quiero hablar es de la politización de esto […] creo que la utilización política que se ha hecho y que se sigue haciendo de estas dos muertes me da vergüenza ajena […] El ajuste en el sistema educativo lo hicieron por 28 años al desinvertir […] Cuando yo llegué los chicos comían por 6 pesos con 30, y no vi a ningún gremialista indignado ¡6 pesos con treinta! Y comían pebetes, sin carne, sin verdura, sin fruta ¡Y de eso no se indignaba nadie!”.11
En Moreno, hacía una semana que una población indignada marchaba por justicia.
(CONTINUARÁ)
NOTAS:
1 Entrevista a Mariana Cattáneo, Secretaria General de SUTEBA Moreno, 15 de abril de 2020.
2 Entrevista de Martín Granovsky a Maximiliano Grah, Página/12, 1 de agosto de 2019.
4 La Nación, 2 de agosto de 2018
5 Crónica, 3 de agosto de 2018
6 Moreno por la memoria, 4 de agosto de 2018, https://www.youtube.com/watch?v=H41Rp1Zddok
7 Entrevista a Roberto Baradel, 4 de marzo de 2020.
8 Página/12, 2 de agosto de 2018.
9 Entrevista a Silvia Almazán, 5 de febrero 2020.
10 “Qué paso el 2 de agosto en la escuela n° 49”, Desalambrar. Noticias de Moreno, 2 de agosto de 2019.
11 El Pase, Radio Mitre, 8 de agosto de 2018.
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Acerca de los autores / Juan Balduzzi – Ernesto Salas
Integrante del equipo de la Secretaría de Educación del SUTEBA.
Coordinador del equipo de historia del sindicalismo docente del Instituto de Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte de CTERA.
Profesor de Historia Social de la Educación de la Universidad Nacional de Luján. Autor, entre otras publicaciones, del libro De apóstoles a trabajadores: luchas por la unidad sindical docente, 1957-1973 (junto a Silvia Vázquez)