Rocco Carbone
Para La Tecla Ñ
Remo Erdosain desfalca la empresa en la que trabaja, un aparato económico del imperialismo: la Azucarer Company. Desfalca porque con su trabajo no le alcanza, por hambre y porque tiene un par de zapatos agujereados, por los que escapan los deditos de sus pies. La condición de pobreza deshilacha también sus lazos sociales primarios: los afectos, la relación con Elsa, su esposa. “Tenemos la denuncia de que usted es un estafador, que nos ha robado seiscientos pesos. Con siete centavos. Yo no he robado nada. Son mentiras”. Erdosain recurre a la ayuda de un conocido para reponer el dinero y así entra a formar parte de una estructura de poder pergeñada por Alberto Lezin (el Astrólogo): la Sociedad Secreta. El plan de Lezin -cuyo parecido fónico con el apodo “Lenin” lo acerca a y lo aleja metonímicamente de la revolución- es implosionar la sociedad capitalista en el momento de transición entre la década del veinte y la Infame, y configurar otra sociedad, en la que las grandes mayorías serán esclavas pero contentas porque engañadas. La nueva sociedad libre se basará en la explotación de la mayoría a mano de una minoría elitista y la Sociedad Secreta se financiará con la prostitución organizada por un cafishio: Arturo Haffner. “No sé si nuestra sociedad será bolchevique o fascista. A veces me inclino a creer que lo mejor que se puede hacer es preparar una ensalada rusa que ni Dios la entienda” (el Astrólogo). Primer hilo del nudo que queremos entramar aquí: fascismo y locura. O más bien: el fascismo como una locura colectiva. Esa idea antigua que Arlt puso en la literatura reaparece como hegemónica en nuestra realidad política. Arlt además pensaba en grandes mayorías “engañadas”, a contrapelo de Deleuze y Guattari, quienes reflexionaban en el campo de fuerzas de la historia desde la filosofía política: “No, las masas no fueron engañadas, ellas desearon el fascismo en determinadas circunstancias, y esto es lo que precisa explicación, esta perversión del deseo gregario” (El Anti Edipo, “Capitalismo y esquizofrenia”, 1985). La locura del fascismo se tensa entre el engaño programado y el deseo de ser engañadxs por haber sido asediadxs por un colosal aparato de propaganda, que en la Argentina tiene dos dimensiones: mediaticidad monopólica y redes sociales.
Locos
Lezin es una especie de intelectual académico que opera desde una torre de marfil: una quinta en Témperley. Su instrumento es la palabra, que constituye su praxis. Él es su propio discurso, se trata de un ejemplar estilístico. La fascinación -el fascismo es fascinante- que produce su estilística explica su rol de eje relacional entre los demás personajes en su aparato de poder suburbano. Erdosain, en cambio, es una especie de intelectual empírico, con vocación de hereje. Detenta conocimientos científicos: planeó una fábrica de gas fosgeno. Juntos constituyen un intelectual orgánico de la Sociedad Secreta, que pretende configurar un bloque histórico-social en procura de la construcción de una sociedad nueva. La Sociedad es un círculo exclusivo de discusión, una especie de logia integrada por seres frustrados, el campo de fuerzas en el que Arlt presenta la problemática individual de sus personajes y su crisis de identidad social como problema de un grupo de locos: siete. Ese número es relevante porque su finitud es en sí una moraleja: la locura del fascismo, aunque parezca no tener bordes, conlleva inherentemente su límite. Parece una amargura todopoderosa, larga y espesa, pero es frágil si la Resistencia sabe oponerle pasiones políticas intensas sin abstracción: la pasión por la libertad, la igualdad y la fraternidad.
El proyecto de estos dos personajes tiene que ver con el plan de una colonia revolucionaria y con la formulación de un sistema ideológico fascinante. Sobre la base de ese proyecto se elabora la idea de una revolución social. La Sociedad Secreta es una antielite, como anti elite es el gobierno del presidente Milei. Esto es: élites políticas emergentes que antagonizan con las élites establecidas en sociedades atomizadas. La Sociedad encarna una entidad ideológica y políticamente atractiva para individuos desorganizados que ven en ella una vía rápida y mágica para mejorar una situación vital que viven con frustración, determinada menos por la ficción que por la historia política nacional tensada entre dos momentos críticos: el crack económico (que puso en evidencia la fragilidad del capitalismo) con la caída de Wall Street, prolongada por la Gran Depresión, y el primer golpe de la historia política nacional, del 6 de septiembre de 1930, de Uriburu al segundo gobierno de Yrigoyen. Análogamente, el gobierno del presidente Milei tiene sus raíces en la catástrofe de la pandemia que sobredeterminó una gran crisis cognitiva. La pandemia aconteció sorpresivamente y conmovió el cuadro de orden, la razonabilidad, la propia “previsibilidad” de la existencia humana. Con su emergencia se desestructuró un orden cognitivo sobre el que no nos hemos detenido oportunamente. Ese mismo orden está siendo afectado por una guerra que tiene vibración mundial, un genocidio siempre latente ahora reactivado y por el “cambio climático”, oración torpe que nombra en verdad la precarización de la existencia humana, animal y natural. Esto habla de una inestabilidad política, existencial, espiritual. De esa inestabilidad se alimentó el fascismo del presidente Milei, tal como el fascismo del Astrólogo, de la crisis tendida entre 1929 y 1930. Cuando el ser humano experimenta espesamente un sentido de desamparo, cuando atraviesa una situación de incertidumbre prolongada (que hoy tiene características globales), cuando los paradigmas a los que se está acostumbrado implosionan, puede optar por conectarse a un campo de fuerzas mesiánico que más allá de su falsedad promete salvación. Se trata de la seducción fascinante de la fuerza y de la promesa de la promesa. La “oferta política” de la Sociedad Secreta alimenta la fantasía de sus seguidores acerca de cambios profundos e inmediatos. El Astrólogo lo dice así: “concebí un proyecto que puede parecer fantástico a una mente mediocre… Vi que el callejón sin salida de la realidad social tenía una única salida… y era volver para atrás”. Esa vuelta al pasado se frasea hoy como un retorno engañoso a la Argentina potencia que nunca fue. Vuelve entonces a emerger una fuerza que tomó consistencia ideológica: el fascismo. Una idea viejísima que reaparece hegemónica. Que de la realidad literaria se desborda sobre la realidad política. De Témperley el Astrólogo se desplaza a la Casa ubicada en el corazón de la policitidad nacional.
Fascismo
Cuando decimos fascismo apelamos menos a una lectura politológica -que tiende a leer jurídicamente esa experiencia política en su versión clásica y si las repeticiones actuales no duplican calcadas las tradicionales entonces declara tajante que ni es ni se verifica- que a un modo de acción, de pensamiento, de poder, de ideología de la barbarie, un proyecto reaccionario disfrazado de revolucionario -pues el fascismo es mimético con la emancipación- que mezclando dimensiones políticas disímiles -para “preparar una ensalada rusa que ni Dios la entienda”- hace lo que quiere. El fascismo es el neoliberalismo zombi -que crea sujetos sin historia- sostenido por un poder criminal ubicado en la retaguardia, la insaciabilidad del capitalismo en crisis empalmado con la transición bélica del mundo de un momento hegemónico a otro posthegemónico de carácter aún incierto, el individualismo emprendedurista reconcentrado por la expansión pandémica de las redes sociales, la cementificación de una lengua política digitada por la mediaticidad monopólica (que en ocasiones habla incluso a las tradiciones emancipadoras), la decadencia cultural y antropológica. Ellos lo llaman la Libertad Avanza. Nosotrxs sabemos que se trata del gobierno desnudo del capital.
Análogamente, los ideologemas (como los saberes que se barajan: magia, ciencia, economía, religión…) del universo arltiano son múltiples, contradictorios y allí radica su poder mítico. La ideología que despliega la Sociedad Secreta se configura con un conjunto de restos y despojos de dimensiones que alguna vez respondieron a una concepción integral del hecho ideológico. El resorte arltiano que expande un poder confusional es el Astrólogo. Sus teorías engañosas hipnotizan y nos hacen experimentar una atracción fascinante, un vértigo ante el cual es fácil ceder. Su discurso constituye un colosal aparato de propaganda, heredero de Georges Sorel en su admiración simultánea por Lenin y Mussolini. Su lengua se dilata hacia direcciones ideológicas contradictorias: “Cuando converse con un proletario seré rojo. Ahora converso con usted y a usted le digo: mi sociedad está inspirada en aquella que a principios del siglo noveno organizó un bandido llamado Abdala-Aben-Maimum. […] Maimum quiso fusionar a los librepensadores, aristócratas y creyentes […] Mentían descaradamente a todo el mundo. A los judíos les prometían la llegada del Mesías, a los cristianos la de Paracleto, a los musulmanes la de Madhi… de tal manera que una turba de gente de las más distintas opiniones, situación social y creencias trabajaban en pro de una obra cuyo verdadero fin era conocido por muy pocos. […] los directores del movimiento eran unos cínicos estupendos, que no creían absolutamente en nada. Nosotros los imitaremos. Seremos bolcheviques, católicos, fascistas, ateos, militaristas, en diversos grados”. Surfeando sobre los preceptos de la más profusa estilística fascista el Astrólogo elabora un discurso signado por los modos de la afirmación simultánea de la negación, el contorsionismo ideológico, en procura de elidir fronteras entre tendencias contrapuestas, borramiento propio del poder fascista.
La esencia del poder en cuestión puede sintetizarse así: decir cada día algo opuesto al día anterior. Puede ser entendido como una copia falsa de la emancipación, como en su momento fue una copia falsa del bolchevismo. En su vertiente clásica se apropió de fórmulas superficiales del socialismo (regla que no tiene validez inversa). Il popolo d’Italia -fundado por Mussolini- por subtítulo recitaba “quotidiano socialista”. Esto representa un gran nudo del contorsionismo propio del fascismo de antaño y del contemporáneo también. Se trata en verdad de una astucia que consiste en desdecirse según las conveniencias del poder fascinante que se despliega y que suele acordarle éxitos extraordinarios en la clave de la politicidad. Il popolo d’Italia en 1919 declaraba: “Nosotros nos permitimos el lujo de ser aristócratas, conservadores y progresistas, reaccionarios y revolucionarios, legalistas e ilegalistas, dependiendo de las circunstancias de tiempo, lugar y entorno en que nos veamos obligados a vivir y actuar”. En cuanto a los ilegalismos legalistas: se trata del punto de conexión entre fascismo y poder mafioso. El fascismo es menos una opinión -a ser tratada como tal entre un universo mayor dentro de la politicidad democrática- que un crimen. Estas cuestiones fueron tratadas de modo destacable por un profesor de literatura en la Universidad Nacional de La Plata: “Tanto el fascismo propiamente dicho como el nazismo presentaron […] una cabeza de Jano, de la que mostraban a cada grupo la cara más conveniente. Pero estos ‘izquierdistas de derechas’, que quisieron captarse el apoyo de la pequeña-burguesía descontenta, no sólo se vieron impulsados a utilizar el estandarte socializante por cuestiones de atracción de mayor número de electores, sino también porque descubrieron que esta vía podía permitirles derribar las barreras que el modo de producción de un capitalismo monopólico habían impuesto al sistema. Los elementos socialistoides les permitirían organizar una economía, para producir objetos destruibles y para la destrucción, encargados y dirigidos por un aparato central dentro del marco del capitalismo, cuyos resultados acrecentarían suculentamente los beneficios de un puñado de industriales nacionales. Las masas […] serían más explotadas que nunca, pero ilusionadas con la propaganda creerían en una mejoría real de su situación” (José Amícola, Astrología y fascismo en la obra de Roberto Arlt, 1981). Parece menos el Astrólogo de Arlt que el que nos es contemporáneo.
Como todo poder que pretende expandirse, también el fascismo necesita producir una acumulación de saber común, que no constituye un mito, sino una mano de barniz superficial. El Astrólogo lo dice así: “Hay que descubrir algo grosero y estúpido… algo que entre por los sentidos de la multitud como la camisa negra”. Ese sentido estúpido, la prenda de antaño, hoy ha devenido palabra: “libertad”. Como si tal cosa, una magna idea singular, pudiera ser dicha en singular. Incluso una revolución burguesa como la francesa entendió que la libertad está imposibilitada de un camino en solitario e inevitablemente debe compartirlo con la igualdad y la fraternidad.
Mentira la verdad
Existen poderes que apoyan su rápida difusión en la utilización programática y colosal de una máquina. La mentira descarada y el estupendo cinismo están otra vez entre nosotrxs pues el presidente Milei entre los pliegues de una estilística mística descerrajó un asalto a los ingresos de las clases trabajadoras -sectores populares y medios- en abierto antagonismo con su discursividad de campaña, cuando enfatizaba que el ajuste correría por cuenta de “la casta”, que ahora descubrimos que son menos ellos que nosotrxs. El asalto se dispuso a través de las políticas económicas del ministro Luis Caputo (todo apodo aproxima y en este caso debe ser alejado) con una secuencia evidente: megadevaluación, shock inflacionario, caída del nivel de actividad y pérdida vertiginosa del poder adquisitivo de las grandes mayorías. La mentira concierne también al impuesto a las ganancias, eliminado por ley en septiembre de 2023 y acompañado con el voto del presidente cuando diputado, y que ahora se restituirá probablemente a través de un proyecto individual post mega DNU y ley ómnibus.
El mega DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia 70/ 2023) y la ley ómnibus (Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos) pueden ser entendidas como acciones megalómanas del Ejecutivo sobre el Legislativo destinadas a expandir un confusionismo espeso. Se trata de medidas de confusión calculada, de fragmentación cognitiva, o sea, política, elaboradas contra el campo propio porque no pueden ser pensadas, adecuadamente, tratadas según la temporalidad requerida por su extensión. En la p. 5 de la ley bondi se propone que “el Congreso haga efectiva la delegación legislativa”. Quiere decir, delegar las facultades legislativas al Ejecutivo hasta fines de 2025, délega renovable por dos años. Significa poner en estado de crisis la representación parlamentaria elegida por lxs ciudadanxs. Análogamente, el 27 de febrero de 1933 se dio fuego al Reichstag de Berlín y el 19 de enero de 1939 en Roma se suprimió la Camera dei Deputati. De esto desciende una serie clásica del poder fascista: poner en crisis el Parlamento. Si se autorizara el proyecto de ley ómnibus eso implicaría el ejercicio de la suma del poder público prohibido por el artículo 29 de la Constitución, ya que el Ejecutivo ejercería atribuciones legislativas por todo el mandato de gobierno.
¿Dónde quedó esa idea de unos tres meses de antigüedad, esa que decía que el Estado vive de una fuente coactiva: los impuestos? Calificados de robo y rémora de la esclavitud, definida a su vez como “100% de impuestos. Por lo tanto, bajar impuestos es devolverles libertad a los ciudadanos” (www.youtube.com/watch?v=lkBVROobfYY). La tan mentada libertad hasta el 9 de diciembre, a partir del 10 se fue transfigurando en libre esclavitud para “la casta” que somos nosotrxs, las clases trabajadoras que sostenemos la estatalidad.
Los Astrólogos acaparan los principios más opuestos. Como las técnicas pavlovianas aplicadas a los perros, el fascismo provoca en los seres humanos sufrimiento a través de la violencia física (la violencia económica y el protocolo represivo contrabandeado de securitario lo son), y el trastorno de todos los cuadros de referencia. En el caso pavloviano “los perros son sometidos a torturas físicas (castración, disturbios intestinales, cansancio extremo, etc.) y mentales que provocan estados depresivos. En estos estados ‘transmarginales’, los perros pueden ser condicionados y adquieren nuevos modelos de comportamiento. Cuando se les da una migaja de pan, en efecto, o un poco de paz, el animal se recupera, está listo para ejecutar, aceptar todo, y puede también ser agradecido. En cualquier caso, sabe quién es el dueño” (Paola Tabet, Los dedos cortados, 2022). Desciende una pregunta: ¿cómo trata el Astrólogo a sus hijos de cuatro patas? Y cuando administre una migaja de paz -pues toda tensión intensa debe aflojarse llegado un momento- deberemos saber negar su condición de amo (autopercibido) tal como lo hacemos en los momentos tempestuosos.
Belicismo. Mesianismo
Una condición inevitable del fascismo es el belicismo, que cuando se verifica tiende a demoler las propias raíces de lo humano. La presencia de Volodímir Zelenski en el acto de asunción del presidente Milei y sus insistencias respecto del “compromiso con Israel en la lucha contra el terrorismo islámico” (oración pronunciada en la inauguración de los juegos macabeos en Buenos Aires) son una demostración palmaria del alineamiento con el imperialismo contra Rusia y China y con el genocidio latente y ahora revivificado contra la existencia del pueblo palestino. Complemento del belicismo es la dimensión mesiánica. El día que el presidente Milei asumió se cumplían 40 años de la vuelta a la institucionalidad democrática. Esa celebración fue opacada por la mención de Janucá, presente en su discurso. La gran metafórica de esa celebración tiene que ver con la transición de un momento de oscuridad a uno de luminosidad. Con un mensaje místico hizo referencia a la noche y al día, a velas en la oscuridad, y con referencia a la celebración de Janucá, en su primer discurso, inauguró su gobierno.
Janucá es una festividad que conmemora un hecho que sucedió en Jerusalén hace unos 2200 años. El relato de lo acontecido podemos encontrarlo en el Primer Libro de los Macabeos. Cuando el presidente Milei refiere a ese libro le adjudica a su propio gobierno el signo de una guerra de liberación. En Macabeos se cuenta una guerra de liberación conducida con la verdad del cielo y contra los impíos griegos que habían profanado el segundo templo de Jerusalén. En el libro, dios no es nombrado como tal, ni como Yahvé ni como Señor, sino como “cielo”. “Las fuerzas del cielo” es un eufemismo para nombrar a un dios que apoya a los combatientes de modo providencial. De aquí podemos colegir que el presidente Milei se prepara para una lucha sangrienta, por ahora conducida económicamente contra el campo nacional y popular. El libro cuenta que en el 165 a. C. se da la emergencia de una rebelión (de los macabeos) contra el imperio seléucida. Pronto se transforma en guerra: primero como guerra de guerrilla, después con una organización más amplia. Se luchó hasta el 134 a. C., hasta que el pueblo judío logró su independencia. Un detalle que no debe ser solapado: el proyecto macabeo comenzó como instante libertario contra el invasor helénico, pero pronto se convirtió en una fuerza política cruel, que traicionó los principios religiosos y políticos que habían animado la resistencia contra el invasor. Este punto abre un debate interesante sobre el concepto de revolución. Pues toda revolución es traicionada, aunque quién o qué se traiciona siempre sea objeto de debate. La revolución traicionada pasa a ser “de opereta” y se compone “de fusilamientos, violaciones de mujeres en las calles por las turbas enfurecidas, saqueos, hambre, terror. Una revolución con una silla eléctrica en cada esquina. El exterminio total, completo, absoluto de todos aquellos individuos que defendieron la castacapitalista” (El Astrólogo).
Los rasgos mesiánicos de un dios adolescente, un efebo milagrero que cumple la función sagrada y la de estetizar el sistema ideológico del Astrólogo también aparecen en Arlt: “Para la comedia del dios elegiremos un adolescente… mejor será criar un niño […] y se le educará para hacer el papel de dios. […] se hablará de él por todas partes, pero con misterio, y la imaginación de la gente multiplicará su prestigio. ¿Se imagina usted lo que dirán los papanatas de Buenos Aires cuando se propague la murmuración de que allá en las montañas del Chubut […] habita un dios adolescente? […] elegiremos un término medio entre Krisnamurti y Rodolfo Valentino… pero más místico, una criatura que tenga un rostro extraño simbolizando el sufrimiento del mundo” (El Astrólogo).
La lengua achatada del fascismo de ahora tiene una palabra preferida: firing/fired/fire, despidiendo, despedido, fuego. Han llegado para incendiarnos, para ponernos sobre una pira sacrificial. Pues un complemento de los fasci di combattimento son sus protocolos antipiquetes, la implementación de una política represiva brutal, desplegada por el ministro de (in)Seguridad. Arlt se lo encomendó a Erdosain pues tenía a su cargo la instalación de una fábrica de gas fosgeno para destruir a la eventual Resistencia. En la retórica del Astrólogo la política antipiquete del ministro actual es dicha así: “¿Qué es necesario, en resumen? Que los cañones disparen quinientos, cuatrocientos proyectiles. Y los automóviles con ametralladoras. […] Diez hombres pueden atemorizar a una población de diez mil personas. Basta que tengan una ametralladora”, una cachiporra o una taser. Son sus técnicas de creación de pánico masivo. Y sin embargo se les cruzó la Resistencia.
Apunte
En la clave de la sexualidad degradada se exhibe una virilidad de los impotentes. El Astrólogo es castrado y Erdosain, debilitado. Lezin sublima su potencia sexual barrada a través de la penetración psicológica administrada a través del discurso y Erdosain menos a través del sexo tántrico que visitando prostíbulos para conversar con sus “amigas”. Esa degradación la distingue también Sandra Russo en “Beso a mí mismo”, administrado sobre un escenario marplatense, un beso obsceno, “pantalla y ficcionando humanidad. Ahí no hay amor, hay perversión” (https://dejamelopensar.com.ar/2023/12/31/beso-a-mi-mismo/). Ese rebajamiento es detenido también por los modos de la sabiduría popular expresada en los cánticos de plaza: “Che, peluca compadre, etc., nos cagamos de hambre, nos mandás a la yuta, te comés a tu hermana, etc.”.
Rexistencia
¿Puede la represión bloquear la acción de la Resistencia? Incluso si por un instante lo lograra, en los procesos de lucha, de insubordinación nacional y popular, se produce siempre una acumulación común de saber. La configuración de la Resistencia es eléctrica y sus ideas deberán expandirse a la conciencia de millones. Una de esas ideas indeclinables: arrancarles de la boca la palabra libertad para empalmarla con otras pasiones políticas intensas sin abstracción.
Arrancó con una movilización por los pasadizos de las veredas que conducen al corazón de la politicidad nacional y popular. Allí se experimentó una alianza movimientista entre “orcos y troscos”, como tuvo a bien decir mi amigo Manolo Sueiro. Ese fluir se hizo luego concentración ante el Palacio de Tribunales, cuya fachada tiene por remaches una serie de fasci littori. A veces, los símbolos de la arquitectura remiten a la politicidad interior de los edificios; otras, son espejos que proyectan imágenes hacia otros palacios del poder. Esos dos momentos complementarios tienen un futuro próximo, con el paro general anunciado por la CGT, y un pasado inmediato en el que un barrio de memoria migratoria y cultura de potrero -la Boca- articuló un poder frenante de espesa moraleja: no lo pueden todo.
Resistencia, además, es una bella expresión para pensar la existencia humana (en su dimensión cultural, social, política o económica) porque supone una figura ética, implica incluso el silencio, una preparación espiritual, un retiro episódico para pasar luego a un momento afirmativo. Resistencia contiene por lo menos tres otras ideas: esperar, oponer, afirmar. Y en cuanto a esta última, el campo nacional y popular precisa (que se acepte como hipótesis, conjetura o incertidumbre) un nuevo aparato de poder -que ya no sea el efímero frente, de coyuntura, electoralista- para imaginar todo lo que debe ser pensado en el siglo XXI -momento histórico en que las dimensiones superpuestas de un capitalismo espeso ubican lo humano al servicio de una improductiva producción- y elaborar una disputa por la estatalidad. Pues la idea de Estado en su declinación nacional y popular puede constituirse en un poder frenante -para hacernos cargo de nosotrxs mismxs, de autodeterminar nuestras necesidades y satisfacerlas por nuestras cuentas- a lo insaciable del capital y a su gobierno desnudo. Ese aparato de poder tal vez sea un nuevo partido político de confluencia de las grandes fuerzas emancipatorias de tradición peronista y de izquierdas. Estas en la Argentina tienen una gran síntesis: se cruzan sobre un punto vital, un marxista metido a peronista, con un itinerario político vitalista, que va de Perón al Che Guevara: Cooke.
*CONICET
I loved it as much as you’ll end it here. The sketch and writing are good, but you’re nervous about what comes next. Definitely come back because it’s pretty much always the same if you protect this walk.