Enfrentar al poder

La criptoestafa de $LIBRA, dinamitar el Banco Central, la distribución y el Estado, el neoliberalismo en propios y ajenos. Entrevista con Amado Boudou.

«HAY QUE ABRIR SEIS BANCOS CENTRALES»

Escribe: Julián Saud

Amado Boudou se sienta en la silla. Detrás de él hay un cuadro con cuatro caras, las de Perón, Evita, Nestor y Cristina. Se da vuelta para mirarlos y sonríe. Estamos en el segundo piso de la AM 530 donde él lleva adelante «SIN DIARIOS», los sábados de 9hs a 11hs por la emisora de las Madres de Plaza de Mayo.

Boudou es historia viva, es el tipo que se enfrentó al poder real de verdad. Con la estatización a las AFJP no sólo les quitó un negocio fabuloso a los bancos sino que cambió la concepción que se tenía del Estado hasta ese momento. Para distribuir hay que sacar de un lado y poner en otro. Por ejemplo la AUH (Asignación Universal por Hijo), que hoy no es discutida por nadie de todo el arco político, fue posible gracias a esta decisión.

Revista Hamartia: ¿En qué situación económica estamos?

Amado Boudou: Para empezar yo creo que está muy distorsionada la discusión económica en Argentina. Porque se ha convertido en una discusión financiera. Fijate que empezamos hablando de los dólares, de la macro. ¿Dónde aparecen ahí los ingresos de la población, los niveles de empleo, la producción, la industria? Es decir, nos hemos convertido en un país que se piensa de lo financiero a lo productivo. Y yo estoy convencido de que esto es un pésimo arranque porque cualquier planteo que provenga de esa matriz de pensar de lo financiero a lo productivo termina mal. Termina mal para la vida, termina mal para la idea de Argentina como una nación que existe en el mundo. Termina mal inclusive en términos de la sustentabilidad de lo que se está haciendo.

Dicho esto, el gobierno de Javier Milei recibió una Argentina en muy malas condiciones. Producto del gobierno de Macri, producto del gobierno de Alberto Fernández. Producto de Caputo, Sturzenegger, y de Guzmán y Kulfas. Pero todo lo que está haciendo agrava esa situación. Reconociendo que llegó al gobierno con un país en muy mala situación económica, social, lo está agravando fuerte y rápido todos los días.

«No hay ningún sector de la vida económica social argentina que el 9 de diciembre de 2015 no estuviera sensiblemente mejor que el 25 de mayo del 2003»

RH: ¿En dónde lo ves?

AB: Bueno, para empezar tenemos un modelo donde el propio presidente, no hay que hacer ninguna interpretación, dijo que promociona o promueve ideas económicas que son un casino. Cuando balbucea una respuesta para salir del delito que cometió con las criptomonedas y todo lo que sucedió en ese evento, es demostrativo de su idea del funcionamiento de la economía de un país. Él pretende que un país esté organizado alrededor de un casino a diferencia del gobierno de Néstor y Cristina que pusieron en marcha una Argentina con industria, con puestos de trabajo, con buenos salarios, con buenas jubilaciones. «Uy, qué pesado, me estás hablando del pasado»… Mirá, eso pasó hace muy poco tiempo y es verdad. No hay ningún sector de la vida económica social argentina que el 9 de diciembre de 2015 no estuviera sensiblemente mejor que el 25 de mayo del 2003.

RH: ¿Cómo pensás vos que hay que salir de una situación como esta? ¿Qué debates son necesarios dar?

AB: Yo veo muchas compañeras y compañeros que, lamentablemente, tienen propuestas que son, en algún sentido, versiones lavadas del neoliberalismo. Acá, conceptualmente, creo que se ha impuesto una forma de pensar desde las universidades, desde el discurso público, desde lo que se dice en la discusión política, que es profundamente neoliberal.

Por ejemplo, si entramos en la discusión de si el déficit es bueno o malo, ya no tenés mucho para discutir porque estás discutiendo en la conceptualización y el campo del enemigo. El déficit es una herramienta, el superávit es una herramienta, nunca es ni bueno ni malo. Los únicos objetivos tienen que ser la grandeza de la patria y la felicidad del pueblo, el amor y la igualdad. El resto son instrumentos.

Yo veo que hay compañeros que empiezan a hablar del déficit, y van por mal camino. Cuando veo que hay personas en nuestro espacio que dicen, bueno, hubo demasiados subsidios, van por mal camino porque lo que están denigrando es la herramienta del subsidio que demostró que funcionaba bien. Cuando se habla de que no es bueno que haya retenciones al campo, creo que se va por un mal camino porque el rol del Estado no es sólo promover la actividad económica, el crecimiento, sino el principal problema de la economía actual en el mundo y en la Argentina, es la distribución.

RH: Si mañana fueras ministro de Economía, ¿qué medidas tomarías?

AB: Hay que desconectar el sistema financiero del sistema financiero global. Hay que terminar con el Banco Central del centro de la Ciudad de Buenos Aires. Yo creo que es una experiencia agotada. Hay que ir a un sistema de seis bancos federales por región que se ocupen de promover el crédito a escala local y acompañar proyectos productivos a escala local, ya sean empresas o cooperativas, que permitan un desarrollo más parejo de la vida de la República Argentina y que todas y todos podamos quedarnos en nuestro territorio, en nuestro lugar, para desarrollar actividad productiva.

Eso, al mismo tiempo, requiere una gran desconcentración del sistema productivo. Es lógico que haya una sola empresa de aluminio o una sola empresa de acero, pero no es lógico que haya una sola empresa láctea. No es lógico en un país como Argentina pensar que la industria alimentaria o la industria textil tiene que tener el nivel de concentración que tiene. Yo creo que hay que ir muy fuerte a promover las economías locales y tomar decisiones de políticas públicas y de políticas económicas que permitan desarmar los monopolios que no son naturales. También creo que hay que ir a una estatización plena de los servicios públicos donde el espacio del capital privado tenga que ver con proyectos puntuales, pero no con la fijación de precios o con la fijación de rentabilidades porque justamente los servicios públicos tienen impacto en el resto de la actividad productiva, la actividad económica. Entonces, es necesario que su función objetivo no tenga que ver con la rentabilidad, sino con generar la mayor cantidad de externalidades posibles sobre el resto de la actividad económica. Y hay que tomar todas las medidas necesarias, aun aquellas que parecen antiguas, para industrializar al máximo nivel posible la República Argentina: aranceles, cuotas, cupos, protección. Un conjunto de medidas para hacer lo que la Argentina necesita, que no es lo que dicen desde el Fondo Monetario o desde el discurso dominante.

RH: Dejame volver atrás en la conversación, ¿vos estás diciendo que hay que hacer estallar el Banco Central?

AB: Hay que terminar el Banco Central que tenemos, que es un Banco Central que no importa quién se siente, sistémicamente trabaja para el sistema financiero y no para la República Argentina. Y esto requiere una nueva institucionalidad del Banco Central.
La Constitución habla del Banco Federal, no del Banco Central. Y si nos fijamos, el Banco Central de la República Argentina tiene una norma que parece que tuviera carácter supraconstitucional porque se llama la Carta Orgánica del Banco Central y es el único lugar donde no se requiere aprobación del Senado para definir el directorio. La Constitución pide aprobación del Senado para militares, para diplomáticos, para jueces y fiscales pero no dice nada respecto de los funcionarios del Banco Central. Bueno, hay que hacer una nueva norma que creo que tenga que ver con la dinamización del sistema productivo y no con la financiarización de la economía. Otra vez, no pensar el sistema financiero de lo financiero a lo productivo sino de lo productivo a lo financiero.

RH: En relación a esto, ¿cómo ves la situación del trabajo en la actualidad? ¿qué respuestas creés que hay que dar?

AB: Yo creo que hay que ser retrógradamente rupturista. Hay que volver a las bases que generaron los mejores años del capitalismo que es la salida de la crisis del ’30 y sobre todo entre el ’45 y fines de los ’80. Un capitalismo donde el Estado en los países centrales tenía una presencia ordenadora, organizadora. La comunidad organizada que proponía en ese entonces el Peronismo. En muchos países, sobre todo en los países industrializados el Estado ha tenido ese rol que se desarma o se empieza a desarmar a partir de los 90.

Hoy el mundo del trabajo está en una crisis conceptual. Yo no me atrevo ni siquiera a decir el mercado del trabajo porque no hay que pensar al ser humano como una mercancía sino como ser humano. El mundo del trabajo está en crisis porque conceptualmente se pretende poner a las víctimas como responsables. Algo que el neoliberalismo hace permanentemente. Que el responsable sea resignificado como víctima y la víctima el culpable. Entonces el problema del desempleo no es que el sistema no funciona sino que hay vagos. Bueno, es raro que sistémicamente haya 10% de vagos en un país. Tiene que ver con otras cuestiones. Me parece que hace falta una reforma laboral como dice la derecha pero en el sentido opuesto.

Entre varias medidas necesitamos acortar la jornada de trabajo. ¿Por qué? Porque la productividad aumentó muchísimo producto de la acumulación de capital y de las innovaciones tecnológicas. Bueno, entonces si la productividad del trabajo se multiplicó por 3 desde mediados de los noventa a hoy no puede ser que los salarios no aumenten.

RH: ¿Cómo conceptualizar ese debate?

AB: Hay una discusión en relación a qué etapa del mundo vivimos, y lo que no hay dudas es que vivimos en la dictadura del capital, donde el capital no sólo manda si no que ha logrado permear en los Estados y en las organizaciones globales para generar normas que ponen el capital por encima de las personas. Entonces, por ejemplo un hecho bien concreto es ver cómo con el cuento de la libertad y del emprendedurismo se pretende ocultar que detrás de esas trabajadoras y trabajadores que desean libertad y que no quieren tener normas, bueno, si las normas no son adecuadas es lógico que no las quieran tener, hay un patrón oculto que es el dueño de la plataforma o la red de la comunidad de la trabaja.

RH: ¿Se pueden regular estas aplicaciones o hay que prohibirlas?

AB: Creo que hay que hay que llegar con normas del Estado a esos sistemas. Los sistemas existieron y vinieron para quedarse por mucho tiempo, entonces uno no puede hacer como que no existen. Existen, y ahora es un trabajo, hay un patrón y hay capataces. Porque además la propia plataforma hace de capataz y dice vos trabajaste bien, vos trabajaste mal, te doy tal de viaje, te saco tal de viaje, te doy menos de viaje. De vuelta: hay un patrón, hay capataz, hay trabajadoras y trabajadores. Entonces lo que necesitamos es transparentar esa situación con una nueva normativa. Por ejemplo, así como hay comisión por cada viaje, bueno, tendría que haber otra comisión para la seguridad social de esa persona, tendría que haber otra comisión para los derechos laborales de esas personas y para que se convierta en un trabajo en el cual el trabajador y la trabajadora están protegidos por el Estado. Debiera quedar claro que la situación es muy desigual entre el dueño de la plataforma y la persona que desempeña la tarea. Eso requiere de normativa y del Estado que genere igualdad, o mayor igualdad, de esa persona.

RH: A partir de la estafa del presidente con $LIBRA se puso sobre la mesa el uso de criptomonedas. ¿Qué mirada tenés sobre este instrumento financiero?

AB: A mí me cuesta entender a largo plazo cuál va a ser el valor de estas creaciones. Te hablan de blockchain, de contratos inteligentes, un montón de cosas, pero en definitiva es una supuesta creación de valor artificial que no tiene un vínculo con la llamada economía real.
Entonces a mí me parece que son mecanismos para desgastar y destruir a los Estados. Una de las características del Estado que nos trajo hasta aquí es el monopolio de la generación de moneda. Creo que son dispositivos para disputar el poder del Estado desde el sector empresarial.
No es algo nuevo, allá por los 50′ había un debate de cómo generar un nuevo sistema monetario después de la Segunda Guerra Mundial y que se reflotó a fines de los 70′, donde básicamente había tres posiciones de aquellos que querían hacer algo distinto, que era por un lado Rueff que era un economista francés que quería reponer el patrón oro; Milton Friedman con el monetarismo; y Hayek con las monedas privadas donde el Estado no tenía ningún injerencia.
Me parece que esto es un refrito con un disfraz tecnológico de la conceptualización de las
ideas y la filosofía de Hayek, que viene a destruir el Estado, es decir viene a destruir a las
personas. Cuando se habla de destruir al Estado se habla de terminar con la vida comunitaria, de terminar con la vida donde hay un respeto entre las personas y se generan mayores niveles de igualdad. No es algo nuevo.

Esta nota forma parte de la edición digital de revista hamartia Año 15 / Febrero 2025

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3 comentarios

  1. Estimado Amado Como siempre muy buen analisis. Queria hacer un comentario sobre tu referencia a bajar las horas de trabajo por el aumento de la productividad. Soy un convencido de la importancia del ocio, del trabajar para vivir y no vivir para trabajar y que la apropiacion que hace el capital de lo producido es cada dia mayor. Pero me pregunto si en nuestro pais y en todo el mundo «subdesarrollado» o en «vias (deben ser vias muertas) de desarrollo» tenemos niveles de pobreza angustiantes. Tomemos nuestro pais en el mejor momento de Cristina la pobreza no bajo del 22%. Donde habia algo por ingresos pero mucho por infraestructura. Entonces me pregunto si tengo que hacer las viviendas que faltan, las calles las cloacas darle luz gas plazas escuelas,etc. Si hay que equipar esas viviedas muebles electrodomenticos. Si esas personas empiezan a irse un fin de semana de paseo, si en lugar de movilizarse un fin de semana 2 mill de personas se movilizan 5 mill. Que infraestructura necesitamos construir. Si hoy las rutas estan destruidas, si no alcanzan en fin etc etc. Alcanzan los trabajadores argentinos desocupados para realizar todo esto. Entonces me pregunto sobran trabajadores o falta inversion?? Me agradaria mucho que me respondieras esto. Alguna otra vez escribi pero no tuve respuestas. No soy economista lo digo no como disculpa sino como dato. Gracias Abrazo.

  2. «Entonces me pregunto si tengo que hacer las viviendas que faltan, las calles las cloacas darle luz gas plazas escuelas,etc. Si hay que equipar esas viviedas muebles electrodomenticos. Si esas personas empiezan a irse un fin de semana de paseo, si en lugar de movilizarse un fin de semana 2 mill de personas se movilizan 5 mill. Que infraestructura necesitamos construir. Si hoy las rutas estan destruidas, si no alcanzan en fin etc etc. Alcanzan los trabajadores argentinos desocupados para realizar todo esto. Entonces me pregunto sobran trabajadores o falta inversion??»

    Te felicito Miguel Angel, hace rato que no leía algo tan sensato y elemental y con criterio de realidad.

    Boudou es un cuadro técnico muy bueno, pero también entiende muy bien cómo se modifica una realidad dada. Cuando se le ocurrió lo de la estatización de las AFJP al Massa joven casi le agarra un colapso nervioso, pero, aun así, le llevó la idea a Cristina y a Néstor.

    Boudou dijo una de las frases más geniales que escuché: «las relaciones de fuerza se cambian cambiándolas» (!!!). Aplauso, medalla y beso para él. Es parecido a lo que decía JFK, «la política no es lo que pasa, es lo que se hace para que pase».

    Ojalá te responda Miguel A., porque es una persona que, luego de su injusta prisión, tiene una paz interior y un equilibrio emocional que muy pocos tienen. Pasa, a veces, con la gente inteligente luego de situaciones límite, como vivió él.

    Así que «agradezco» al autor intelectual de la privación de su libertad, porque eso hizo que ahora tengamos un Boudou todavía mejor al anterior. Aunque me gustaría que, algún día, en Argentina haya un gobierno que saque a la luz toda la corrupción judicial y la de sus cómplices y mandantes por la persecución y el law fare e indemnice por el daño moral y material a todas sus víctimas.

    Saludos a Miguel Angel que me alegró el día.

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