Es muy duro saber la verdad, nunca triste

Diciembre 2001 y motoqueros: “Si no hay organización popular, lo único que va a haber es administración de la dependencia”

Mucho se ha dicho del rol del sindicato de los motoqueros en las jornadas represivas de diciembre de 2001. Del tapón en 9 de Julio para frenar la horda policial hasta la solidaridad de llevar a distintas personas que necesitaban ayuda médica. En especial, su recuerdo va acompañado de la figura de Gastón Riva, motoquero de mensajería de día y delivery de noche. Padre de tres menos. Fue uno de los 39 asesinados.

Gastón había sido testigo de las movilizaciones del 19 de diciembre y por eso al día siguiente volvió a la plaza. A pocos metros de la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, efectivos de la Policía Federal dispararon contra los manifestantes y la perdigonada lo alcanzó, como también a Diego Lamagna. A Riva una ambulancia lo llevó hasta el Hospital Argerich, a donde llegó sin vida. Su pareja, María Arena, ha destacado el acompañamiento de las distintas agrupaciones de motoqueros. Incluso, muchos de ellos conmemoran el 20 el “día del mensajero” en forma de homenaje para con Gastón.

A 22 años de aquellas jornadas represivas, AGENCIA PACO URONDO dialogó con Sebastián Gianetti, en ese entonces parte del Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes (SIMECA) y en la actualidad delegado de base de Sindicato Argentino de Televisión, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos (SATSAID).

Agencia Paco Urondo: ¿Dónde le encuentran las jornadas de diciembre de 2001? ¿Qué recuerdo tiene?

Sebastián Gianetti: En ese entonces la moto era una alternativa si, como yo, no tenías estudios o una gran experiencia laboral, y además te daba la posibilidad de sentirte más libre. Eso sin abandonar la lucha, que pasaba por la reivindicación de nuestros derechos laborales, que no teníamos. Hoy hay un sindicato con personalidad gremial reconocida, que es el ASIMM (Asociación Sindical De Motociclistas Mensajeros Y Servicios).

El 19 de diciembre ya me encuentra en la calle. Estaba encolumnado en lo que, en su momento, fue un gran e importante intento de sindicato, que se llamaba SIMECA (Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes). Algunos veníamos de la agrupación HIJOS. Habíamos armado una cooperativa porque casi todos habían sido despedidos. Entre laburo y lucha, nuestra base también era la casa que en ese momento tenía HIJOS en Venezuela y Piedras. Ahí nos enteramos que habían declarado el Estado de sitio y lo primero que hacemos, al igual que muchísimos argentinos y argentinas, es salir a hacer ruido a la calle.

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Dimos vueltas manzanas acompañados por los compañeros de HIJOS y de ahí a la Plaza de Mayo. Nos quedamos hasta que reprimieron. Nos replegamos y ahí comenzó el raid, que continuó al otro día. El 20 me levanto, prendo la tele y veo que están reprimiendo a Hebe y a las demás compañeras de las Madres de Plaza de Mayo. Ese fue el detonante. Fuimos para la casa de HIJOS y empieza un combate que tiene que ver con todo lo que ocurrió.

APU: ¿Cómo fue la organización ante la represión desatada?

SG: Actuamos como solíamos hacerlo. En ese tiempo había un principio de solidaridad muy grande del motoquero para con el otro. Nosotros somos de la vieja escuela, siempre tratabas de ayudar al otro de alguna manera. Eso hizo un poco a la organización misma de la defensa ante la represión.

Nosotros teníamos handies y éramos militantes orgánicos, conocíamos a muchísimos por la militancia que veníamos llevando sobre todo en el microcentro. Si bien había agencia en otros barrios, la mayoría se movía por ahí. El secretario general del SIMECA, Mariano Robles, pero también otros compañeros, teníamos establecida cierta referencia entre los laburantes en la moto y a partir de ahí te ibas reconociendo. Había compañeros por diversos puntos, yo en un momento estuve en Avenida de Mayo, aunque nunca lo pude establecer bien, antes o después de que asesinaran a Gastón Riva.

Había mucha espontaneidad y solidaridad. Yo recibí impactos de bala y me encontré con un compañero herido. Lo subí a él y a la persona que lo estaba acompañando. Nos cruzamos a una ambulancia y, en el tira y afloje, lo convencí para llevarlo a un hospital. Después se fue generando cierto mito para venderse caro y transformarse en funcionario, pero fue espontaneidad, bronca. Nosotros éramos víctimas en forma constante de las fuerzas de seguridad. Teníamos la moto en mal estado, era muy difícil pagar un seguro y las patentes, y la policía lo sabía y nos verdugueaba. Había un odio profundo, más porque algunos ya veníamos de HIJOS. El político se vio cuestionado, entendía que el pueblo se lo llevaba puesto todo, y eso nos costó la vida de más de treinta argentinos.

APU: ¿De qué manera siguieron en términos colectivos los años siguientes y en la actualidad?

SG: El SIMECA había salido bastante fuerte en ese momento por la presencia en la calle y la repercusión mediática. Después no lo pudimos capitalizar en términos políticos. Así como era un sindicato masivo, era bastante heterogéneo. Las distintas peleas fueron atomizando la fuerza. Yo siempre fui peronista, nunca me metí en política. Mi bisabuelo, abuelo y papá, y soy padre y tío de peronistas. Cuando vinieron Néstor y Cristina algunos creímos que se podía terminar de herir los intereses de la oligarquía como este pueblo se lo merecía, y eso también trajo aparejado otras discusiones dentro de la organización que, lamentablemente, hicieron que se fuera desdibujando hasta que se desarticuló con los años. En el medio, el ASIMM fue más ágil políticamente y se hicieron con la personería gremial.

Por otro lado, en términos colectivos, creo que tuvimos una oportunidad histórica. A pesar de que somos un pueblo muy digno, tenemos una clase política muy avara y mezquina. Compañeros que a veces ponen sus intereses personales por sobre lo colectivo. Eso nos llevó a lo que hoy vivimos, considero que hubo errores  y agachadas que nos costaron.

Otra vez estar arrodillados ante el FMI sin ningún tipo de organización popular real, con dirigentes sociales que arreglan ante el que sea, con organizaciones políticas que se venden carísimas y, sacando algún que otro dirigente con mucha capacidad, sus caprichos nos llevaron a peleas internas. Están lejos de los intereses del pueblo argentino. Las disputas entre las organizaciones no le importan al que no llega a fin de mes. La dirigenta, que sin dudas consideró de lo mejor del campo nacional y popular, habla como si no fuera la vicepresidenta y también responsable de una serie de cosas que ocurren.

Si no hay organización popular, lo único que va a haber es administración de la dependencia. Nunca voy a decir que la sangre derramada fue en vano, no lo creo. Costó, duele y va a doler siempre, pero en ese momento la clase política dijo que el pueblo se había cansado. Fruto de eso también viene Néstor, que tenemos la mala suerte que se muere. A veces eso a uno lo arrastra a la decepción, en lo personal ahora me toca pelear desde otro lado. Soy delegado de base del sindicato de los trabajadores de la televisión. Represento a los trabajadores y trabajadoras de la empresa Cuarzo Argentina (ex Endemol) hace dieciséis años. Algo aprendí y traté de llevarlo a la práctica en el lugar que me tocaba.

Es muy duro saber la verdad, entonces cuando la sabes en este mundo hipócrita parece que tenes que convivir con la mentira. Me encantan los lindos discursos pero la realidad es la práctica y hoy la gente está pasando hambre. Insisto, la sangre no ha sido derramada en vano y la memoria del pueblo sigue intacta y va a seguir peleando por lo que le corresponde. Siempre presentes los 30 mil compañeros desaparecidos, Gastón Riva y todos los caídos en esa gesta histórica.

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