Veamos más de cerca lo planteado en la introducción. Para el mes de noviembre de 2024, los trabajadores estables, según el RIPTE, manifestaban un salario promedio de $ $1.178.925,33 y es el último dato disponible.
Una familia de cuatro miembros necesitó 1.024.435 pesos para no ser pobre en diciembre de 2024, indicó el INDEC.
Además, de acuerdo a los datos proporcionados por el organismo estadístico oficial, una familia precisó $ 449.314 para no ser indigente.
La Canasta Básica Total (CBT), además de alimentos, incluye varios puntos del gasto de los hogares, como indumentaria, salud, transporte o educación, lo que determina la línea de pobreza.
En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) releva solamente bienes de primera necesidad y establece la línea de indigencia.
Por otra parte el salario formal requerido en diciembre de 2024 era promedio de $1.286.00 por mes
Nadie aspira a más salario, apenas a superar la línea de pobreza tomando como indicador para determinar esta módica aspiración el salario pretendido formal, o sea la cima salarial, por debajo del ingreso del cuentapropismo y el salario informal.
Es este un ejemplo paradigmático de la paradoja de Tocqueville en acto.
Al respecto señalaba el filósofo Diego Tatián:
Hace casi doscientos años, Alexis de Tocqueville señalaba en La democracia en América una paradoja cuya fuerza persiste aún: cuando la desigualdad social es abismalmente grande, se vive como como natural, la imaginación social ni siquiera es capaz de plantearse la posibilidad de su supresión y a nadie se le ocurre intentar transformar el orden establecido.
Cuando, en cambio, esa desigualdad se reduce, los resabios de privilegio son mucho menos tolerados, las diferencias existentes cuestionadas y las jerarquías combatidas. Según esta idea, no es el deseo de igualdad lo que produce igualdad; es el avance de la igualdad lo que produce deseo de igualdad*
Las condiciones estrictas del ajuste que a fin de año llevaré una década, operan a nivel objetivo, el indicador que tomamos el salario formal ofrecido, como vimos, en línea con el valor del umbral de la pobreza para un hogar tipo (lo que resulta absolutamente congruente ya que el hogar promedio en el país es de 3,6 miembros)
Sin embargo y tal vez con mayor potencia el ajuste opera a nivel subjetivo.
El indicador seleccionado es el salario formal pretendido, que se emparenta con el salario ofrecido y está también en línea con el umbral de la pobreza.
Siguiendo esta perspectiva de análisis, recordemos que es habitual señalar que las grandes rebeliones populares no las despliegan, al menos inicialmente, los sectores sociales más vulnerables.
En el Cordobazo de finales de los años sesenta fueron los obreros de la industria metal – mecánica, los mejor remunerados, junto a los estudiantes universitarios, los que encendieron la chispa de la patriada frente a la dictadura de Onganía.
Incluso en la crisis de salida de casi un cuarto de siglo de neoliberalismo, plasmada en el año 2001, fueron los segmentos medios al ver atrapados sus ahorros en los bancos, los que comenzaron la rebelión.
Grandes protestas que culminaron en las jornadas del 19 y 20 de diciembre y la huida, en medio de asesinatos múltiples, del presidente Fernando De la Rúa, muchos de cuyos funcionarios hoy siguen activos tanto en el oficialismo cuanto en la oposición.
En esta perspectiva de análisis, los gobiernos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos contribuyeron de manera decisiva para que las condiciones estructurales agobien a la población de segmentos medios, medios bajos y sectores populares.
Un solo indicador es muy ejemplificador: Cuando Cristina Fernández deja el gobierno, los trabajadores participaban con el 51,8% del ingreso total generado, cuando Mauricio Macri pierde las elecciones en el año 2019, la participación de los trabajadores había caído ya al 46% y al concluir la gestión Alberto Fernández, la distribución seguía idéntica a la heredada de Mauricio Macri, con el agravante de que el del FDT era un gobierno que se suponía peronista.
La debacle distributiva no quedó ahí, el INDEC informa que asumido Milei, tenemos ya el peor índice GINI de concentración de los últimos 17 años, y en el tercer trimestre de 2024, la remuneración al trabajo asalariado (RTA) en términos del valor agregado bruto (VAB) medido a precios básicos, tuvo una participación que representó el 43,2%, y registró un descenso de 1,74 puntos porcentuales (p.p.) respecto del tercer trimestre de 2023 marcando un récord histórico de dos décadas.
La participación del excedente de explotación bruto (EEB) representó el 44,5% del VAB, con una caída de 0,14 p.p. respecto al mismo trimestre del año anterior. Este descenso se explica por las contribuciones de los sectores “Industria manufacturera” (-0,91 p.p.), “Agricultura, ganadería, caza y silvicultura” (-0,77 p.p.) y “Construcción” (-0,40 p.p.), entre otros. Tiene una incidencia positiva “Intermediación financiera” (2,13 p.p.).
El ingreso mixto bruto (IMB) representó 13,9% del VAB y mostró un incremento en su participación de 0,56 p.p. respecto del tercer trimestre de 2023, mientras que los otros impuestos netos de subsidios a la producción registraron un incremento de 1,33 p.p. en su participación (-1,6%).
Estos datos de pérdida en la participación de los trabajadores sobre el ingreso total generado, muestra que aún durante el gobierno del FDT, se pronuncia una caída vertical de salarios y aumento de la pobreza (más de 20 puntos entre los años 2015 y 2024), empeoramiento récord en las condiciones materiales de existencia de la mayoría de la población, aún con niveles de desempleo abierto que todavía no muestran el nivel óptimo, de acuerdo al deterioro de la actividad y caída vertical de consumo que indujo Milei.
En efecto el nivel actual de desempleo abierto es de 6,9% aunque en ascenso, ya que el INDEC informa que entre los terceros trimestres de 2023 y 2024 los puestos de trabajo totales fueron de 22.302 (en miles) entre los terceros trimestres de 2023 y 2024, lo que representó una caída de 0,3% respecto a igual trimestre de 2023, y se destacó el descenso observado en los puestos de trabajo asalariados registrados (-2,0% i.a.).
Respecto a los salarios, según un informe de Fundar, antes de la devaluación de diciembre de 2023, el salario promedio del sector privado registrado se encontraba en su nivel más bajo de los últimos 14 años. La pérdida de poder adquisitivo, en el marco del cambio en la política económica, representó la mayor caída mensual de los últimos 30 años.
En diciembre del 2023, “el salario promedio registrado se redujo un 11,4% en sólo un mes. Si bien para septiembre de 2024 los salarios ya habían recuperado gran parte de esta caída, el promedio de los primeros 10 meses de gestión evidencia una caída del 8,4% interanual en el poder adquisitivo, situándose en niveles similares a los de 2007″. Los meses sucesivos aún sin datos oficiales, no mejorarán esta situación de deterioro creciente.
Producto de la caída en el salario real, las horas trabajadas totales tuvieron un incremento de 1,3% interanual, con un crecimiento en las horas trabajadas por asalariados no registrados de 2,1% i.a.
Todos los salarios y planes de ingreso salvo la AUH cayeron en su poder adquisitivo real tras un año de gestión liberfascista (*).
Finalmente y retomando la pregunta inicial, aún y a pesar de esta debacle social, la reacción popular que existe no logra unificarse. Las causas son múltiples, pero señalaremos una central:
La defraudación que supuso el ajuste estructural que llevaron adelante y especialmente en el caso del gobierno autopercibido como peronista, los efectos subjetivos y descrédito en la dirigencia que promovió, adicionalmente a los cambios estructurales objetivos de notable regresividad.
Transformaciones subjetivas y de representación cuya expresión no única pero la que queremos señalar acá, siguiendo a Tocqueville, es el desencanto con la dirigencia y la pérdida del deseo de igualdad tras una década de ajuste brutal acelerado por el Liberfascimo, que guía la compleja estructura de personalidad y la acción del personaje que engalana el sillón de Rivadavia.