Votó ya el 15% del padrón nacional de electores y cuando se realice la elección en CABA será ya el 23% de los habilitados a votar los que habrán emitido su sufragio. Pero, en rigor, ¿lo habrán hecho?
Los datos comparados son contundentes. Al respecto señala Adrián Caneto (politólogo US):
“En las elecciones del domingo pasado, los votos válidos emitidos en Chaco 50.8% (en el año 2001, 69%); en Salta 53.5% (en el año 2001, 58%), en Jujuy 59% (en el año 2001, 55.8%) y San Luis 54% (en el año 2001, 71.1%). En la Convencional de Santa Fe en abril fue el 51.1% (en el año 2001, 45%). Con el agravante que hoy la tecnología permite tener los padrones más ajustados a la realidad. (fallecimientos, cambios de domicilio, etc.)»
EN LA LEGISLATIVA DEL 14 DE OCTUBRE DE 2001, LOS VOTOS VÁLIDOS EMITIDOS APENAS LLEGARON AL 57.37% DE PADRÓN NACIONAL.
El opositor Partido Justicialista (PJ) tomó el control de ambas cámaras, con mayoría absoluta de 42 senadores y una mayoría simple en Diputados con 118 bancas.
El alto nivel de votos en blanco o anulados 24% más un 19% de abstención. En un país donde el voto es obligatorio, generando que solo el 57,37% del padrón electoral emitiera votos positivos (entre votos en blanco, anulados y abstencionistas)».
Por otra parte, el rechazo a la oferta electoral en épocas de penurias socioeconómicas, no es novedoso en nuestro país.
Al respecto, en octubre del año 2001y antes de que desencadene la mega crisis, en CABA por caso, sale primero el voto nulo con más de 1.000.000 de electores volcados a introducir en los sobre fetas de salame, mortadela, salchichón y figuras memorables como Clemente y la Mulatona. ¡ieva, ieva!
Recordemos que el candidato porteño triunfante en 2001, a la sazón Rodolfo Terragno, “gana” con el 11% (291.049 votos) de los electores habilitados a votar. (2.585.525 empadronados)
Más allá de las comparaciones, siempre relativas aunque necesarias, la caída notable en la participación actual debe ser analizada junto a la fragmentación de la oferta electoral que llega a tal punto que resulta ya indescifrable el despliegue nacional de cada fuerza, al tiempo que la oferta oficialista provincial que, en apariencia, resulto ganadora en todos las elecciones cae en su representación a punto que, por caso en Santa Fe, el gobernador Pullaro vio mermar en 500.000 votos a su espacio respecto al año 2023, y sin embargo festejó. No fue el único obviamente, también lo hicieron Javier Milei, Mauricio Macri y el domingo en CABA lo hará Caruso Lombardi, seguramente, junto a otros dirigentes que se atribuían triunfos de muy difícil “interpretación”, digámoslo así.
Lo cierto es que el plexo nacional de los partidos políticos parece estar en crisis, la prueba cabal es la UCR que, a pesar de sus triunfos distritales, no logra ni logrará articular una oferta nacional.
La coalición de ultraderecha también parece no definir un perfil nacional sólido pues más allá del triunfo en Salta Capital, toda su performance “exitosa” fue coaligado y cuando no, sus resultados como en San Luis, fueron como mucho, magros.
El peronismo merece especial atención. En esta formación política, los cuestionamientos sistemáticos al liderazgo nacional de Cristina Kirchner, están perfectamente en línea – tal vez no casualmente – con la tendencia a la fragmentación, ausencia de oferta nacional y caída en la participación que observamos.
En efecto, tanto la eliminación de las PASO y los desdoblamientos electorales, cuanto la asignación de responsabilidades a la ex presidenta y hoy presidenta del PJ nacional de los magros resultados obtenidos en las provincias intervenidas por el partido justicialista, desconocen que la estructura del PJ es un espacio institucionalmente esclerosado y que ponerlo en funcionamiento eventualmente demandará tiempo y, aún con tiempo, en este contexto de crisis de representación, es muy difícil que se logre.
Un interrogante que podremos respondernos dentro de no demasiado tiempo.
Por supuesto estos acontecimientos son la modalidad específica de aparición en la instancia de la representación política y electoral de fenómenos de estructura que resultan ya conocidos.
Enumeramos algunos que nos parecen relevantes, pero hay más.
Suena insólito, pero el más “honesto” en observar esta penosa circunstancia, fue “el ministro estrella”, Luis Caputo, “Toto” para los amigos (no es nuestro caso, claro), cuando advertía con regocijo que “el modelo de llegada” del actual gobierno era el de la República del Perú, donde el Banco Central tiene una misma conducción que perdura ya dos décadas, mientras en igual lapso, los presidentes (incluso de orientaciones diversas), terminan tras las rejas.
¿No es bonito todo esto que sucede?
Siendo las cosas como son, la pregunta que surge y muy pertinente en el terreno electoral es ¿Para qué ir a votar? La respuesta está a la vista, estimados lectores.