¿Podrá STM?

Por primera vez en la historia argentina, un ministro de Economía en ejercicio competirá por la presidencia. Pero, en el mundo y, especialmente, en la región hay varios casos para analizar. Mariano Fraschini explora el contexto y el desenlace de experiencias similares en el continente. Y traza, casi como mapa de desafíos para el postulante peronista, una diagonal respecto a la profundidad del “éxito” de gestión que necesitó cada uno para ganar las elecciones.
Sergio Tomás Massa, ministro y candidato

Sergio Massa será finalmente el candidato a presidente por Unión por la Patria (UP). Luego de un cierre de listas en el que primó la incertidumbre hasta último momento, uno de los principales socios de la coalición de gobierno tendrá la tarea de revalidar en las urnas la suerte del artefacto electoral ideado por Cristina Fernández de Kirchner el 18 de mayo de 2019. En un contexto económico y social complejo, Massa deberá encarar, desde su doble rol de virtual conductor de la administración de gobierno y de candidato a presidente, un trayecto electoral de tres estaciones que a priori emerge como sumamente incierto.

La mayoría de los casos que vamos a describir de ministros-candidatos poseen credenciales neoliberales, ya que fue preponderante la elección de integrantes de la cartera económica durante la década del noventa

Su vocación de poder, una cuota para nada desdeñable de pragmatismo y una férrea voluntad política caracterizan desde hace años al candidato de UP. A esto hay que adicionarle una novedad: por primera vez desde el retorno a la democracia hace 40 años, un ministro de Economía en ejercicio irá por la presidencia de la República. ¿Constituye este elemento una novedad para el paisaje político latinoamericano? ¿Existen experiencias similares en nuestra región? ¿Cuál fue la performance electoral de estos ministros-candidatos?

“Yo soy el ministro de economía”, solía reafirmar Néstor Kirchner cuando era interrogado acerca de los méritos de la política económica y de los éxitos en los principales índices sociales. A pesar de tratarse de una de las décadas más notables en cuanto a los resultados socioeconómicos en la región, los principales lideres del periodo no han escogido a los ministros de Economía como sucesores del proceso de transformación.

Ahora sí, comencemos con el recorrido histórico de los ministros- candidatos en Latinoamérica, poniendo énfasis en el contexto en el que emergieron y en el ulterior devenir electoral.

Primera estación: Carlos Salinas de Gortari, México 1988

Carlos Salinas de Gortari es el primer candidato a presidente estando a cargo, en el momento de la designación, de la estratégica Secretaría de Programación y Presupuesto, durante el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Desde esta Secretaría de Estado, en la que confluían tareas económicas, presupuestarias y de planificación (un mega ministerio para la jerga política argentina), Salinas de Gortari pudo llevar adelante una reestructuración estatal en línea con el decálogo neoliberal en boga en aquellos años. La crisis de 1982, producto de la cesación de pagos lanzada unilateralmente por el gobierno mexicano, ofició de escudo protector de una política económica que implicaba costos sociales y medidas impopulares. Con un apoyo total por parte del presidente y de un equipo tecnocrático “aislado” de las exigencias y demandas habituales de los ministerios, logró concretar una transformación económica que implicó los primeros pasos del neoliberalismo en el país. La estabilidad lograda durante la gestión en este mega ministerio le permitió convertirse en el candidato único del PRI para la elección del 6 de julio de 1988 en la cual triunfó por el 50% de los votos, en una votación para nada exenta de discusión. Desde la cúspide del poder ejecutivo, Salinas de Gortari consolidó el giro neoliberal durante su mandato, y completó el sexenio con una política económica aperturista que fue continuada por su sucesor, Ernesto Zedillo.

Segunda estación: Gonzalo Sánchez de Losada, Bolivia 1989

La salida anticipada de Hernán Siles Zuazo en agosto de 1985 dio lugar a nuevas elecciones en las que se impuso Víctor Paz Estenssoro, del histórico Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). En un contexto económico caótico y con una hiperinflación de cuatro dígitos, Paz Estensoro llevó delante un programa de reformas estructurales orientadas al mercado, de la mano de su ministro de economía, Gonzalo Sánchez de Losada. El acuerdo partidario logrado con el exdictador Hugo Banzer para permitir el apoyo parlamentario de éste al recetario neoliberal en curso, contemplaba que para el próximo turno electoral Paz Estensoro apoyaría la candidatura de Banzer. Sin embargo, a escasos días de la presentación de las candidaturas, el presidente boliviano postuló como sucesor a su ministro de economía Sánchez de Losada, rompiendo el acuerdo con el ex presidente de facto.

El desenlace electoral fue tragicómico: Sánchez de Losada ganó la primera vuelta con el 25% de los sufragios dentro de una votación caracterizada por la fragmentación. Hasta el año 2005 la elección presidencial en Bolivia se definía mediante una segunda vuelta congresal. Es decir, el Legislativo boliviano elegía al presidente con mayoría absoluta (así lo hizo hasta el 2005) de sus miembros. El segundo lugar en esa elección fue ocupado por Banzer (24%) y el tercero por el candidato del MIR, Jaime Paz Zamora (21%). Ante la disputa irreconciliable entre los dos primeros, emergió la alternativa de ungir como presidente al tercero, Paz Zamora, que con el apoyo del partido del exdictador logró alcanzar con sus votos el Palacio del Quemado.

Tercera estación Hernán Büchi, Chile 1989

Se trata del único caso en el que una dictadura saliente ubica como candidato de su espacio al ministro de economía en ejercicio. Luego de la derrota en el plebiscito del 5 de octubre de 1988, el dictador Augusto Pinochet se vio obligado a iniciar un proceso de transición para el que aún conservaba recursos de poder para condicionar el proceso democrático que se abría a partir de la elección del 14 de diciembre de 1989. En ella, la coalición Democracia y Progreso (vaya paradoja…) nutrida de dirigentes de la derecha tradicional chilena y de militares salientes llevó como candidato a la compulsa al ministro de economía Hernán Büchi. Con un porcentaje similar de sufragios que el año anterior, la Concertación (alianza entre democristianos, socialistas y comunistas) superó el 50% de los votos necesarios para imponerse frente a un Büchi que sólo alcanzó el 30%. Con una economía estabilizada, un programa neoliberal asentado luego de años de fluctuaciones y una desigualdad social persistente, el ministro de economía no logró alcanzar los votos de Pinochet (40%) en el plebiscito de 1988. La victoria de la oposición se dio en un contexto regional de salida de los gobiernos de facto, y en donde las fuerzas militares no lograban detener la oleada democratizadora.

Cuarta estación: Cesar Gaviria, Colombia 1990

A pesar de que no se trata de un caso de un ministro de economía en ejercicio al momento de convertirse en candidato, el de César Gaviria en Colombia se asemeja, por sus características, al caso mexicano. La década del ochenta puede ser considerada como una de las más difíciles de la historia de Colombia. Un Estado jaqueado por los carteles de la droga con epicentro en Medellín y Cali, los grupos paramilitares y la guerrilla se avenía a un nuevo proceso electoral en mayo de 1990. El candidato Gaviria, del Partido Liberal, había sido ministro de economía del gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), y le había dado el visto bueno a la creación del Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES), luego de su salida del ministerio. Una vez designado como candidato del partido de gobierno (tras el asesinato de Luis Carlos Galán) Gaviria logró triunfar en forma contundente en unas elecciones marcadas por la violencia y el terrorismo. Ya establecido en el gobierno, el flamante presidente le dio continuidad a la agenda neoliberal iniciada durante su gestión y profundizada por la tecnocracia pública nucleada en el CONPES, reafirmando su política de liberalización y apertura económica más allá de las demandas sociales que por esos años se centraba en la seguridad.

Quinta estación: Fernando Henrique Cardoso Brasil 1994

Se trata del caso emblemático, del que todos hablan hoy luego de la designación de Massa. Luego de la salida anticipada de Fernando Collor de Mello de la presidencia en diciembre de 1992, la sucesión recayó en su vicepresidente Itamar Franco que convocó a Fernando Henrique Cardoso a integrar su gabinete, primero como canciller y luego como ministro de economía. Desde esta última cartera Cardoso lanzó, durante el año 1993, el Plan Real en contexto económico de hiperinflación, recesión, caída abrupta de la inversión e índices sociales espantosos. El éxito del cambio de moneda en el combate a la inflación, que bajó de cuatro a tres dígitos en escasos meses, le permitió a Cardoso convertirse en una alternativa potente frente al candidato de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, en la elección de 1994. A pesar de que se especulaba con una elección reñida, Cardoso se impuso en primera vuelta con el 54% doblando en votos a Lula, que no alcanzó el 30%. Como en los casos precedentes, el factor tiempo fue determinante para poder observar el impacto positivo, en términos de baja sensible de la inflación, de las medidas llevadas delante por el ministerio de economía.

Desde la presidencia Cardoso profundizó el programa neoliberal bajando la inflación a dos dígitos en 3 años. Esto le permitió reelegirse en 1998, una vez más frente a Lula y en primera vuelta.

Bonus-track Sexta estación: Luis Arce, Bolivia 2020

No puede considerarse un caso de ministro de economía- candidato porque la elección de octubre de 2020 fue convocada por un gobierno de facto, y el Movimiento al Socialismo (MAS) se encontraba en la oposición, tras el golpe de estado de noviembre del año anterior. Sin embargo, se trató de una elección en la cual el MAS designó a Luis Arce, el histórico ministro de economía de los 14 años de gestión de Evo Morales, como candidato del espacio político. Por encontrarse imposibilitado legalmente para presentarse en la compulsa, Morales ubicó como cabeza de binomio a uno de los principales referentes del MAS, y un reconocido ministro de su gestión. Como dijimos, no se trata de un caso de ministro-candidato, sin embargo, puede sumarse a los analizados teniendo en cuenta que en la designación de Arce primaron motivos de raíz económica y una reivindicación de una gestión exitosa en esa cartera.

Un breve repaso por la evidencia empírica en materia de ministros de economía- candidato nos indica que son las coyunturas y la habilidad del elegido las principales variables que pueden predecir el resultado final. Si tomamos como referencia a los casos exitosos, es decir aquellos que lograron triunfar en las elecciones, en la mayoría de los mismos el candidato logró mostrar resultados auspiciosos en materia económica. Esto no significa que haya existido una traducción directa entre un mejoramiento transitorio de los datos macroeconómicos y el voto como único factor explicativo, sino que también, la construcción de una atmosfera de estabilidad económica le otorgó al ministro-candidato un plafón electoral satisfactorio. Los casos de Salinas de Gortari en México y Gaviria en Colombia evidencian que, a pesar de no haber logrado éxitos medidos en datos duros, si pudieron exhibir una fortaleza económica que permitió una estabilidad en el horizonte futuro que fue valorada por la población. Aclaremos que en ambos casos no podemos pasar por alto que esta constituya el único factor explicativo del triunfo, ya que tanto en Colombia, donde medió un asesinato de un candidato presidencial en un contexto de inseguridad caótico, y en México donde la elección de Salinas de Gortari aún se mantiene en un manto de sospecha, son también elementos a tomar en cuenta.

En los casos de Cardoso en Brasil, Sánchez de Losada y Arce en Bolivia, en cambio, sí puede observarse nítidamente éxitos en la gestión del proceso económico evidenciado en guarismos y datos incontrastables. Los candidatos Cardoso, Losada y Arce pudieron exhibir desde la administración estatal números auspiciosos que fueron ampliamente valorados por la ciudadanía y que tuvo su expresión en las urnas. En cambio, en el caso chileno se entrecruza la transición democrática como un elemento para nada soslayable en la derrota del candidato de la dictadura.

Entonces: ¿Podrá el ministro de economía Sergio Massa convertirse en el Cardoso de este gobierno? ¿O sólo se convertirá en un Sánchez de Losada? ¿Le alcanzará una virtual estabilidad económica aún con una inflación alta pero afianzada en un 6% para ganar la elección? ¿Se convertirá en un Salinas de Gortari y aun sin “grandes alegrías” primar en octubre (o noviembre)?

La selección de Massa como ministro- candidato resulta novedoso en dos aspectos: 1) la misma se despliega en un contexto sumamente complejo para sus propias aspiraciones y 2) el ministro de economía será el candidato de una coalición que ha tenido escasos éxitos y muchos sinsabores políticos. En ese sentido, los contextos de alta inflación parecen ser escenarios propicios para la emergencia del encuadre ministros-candidatos.

En los noventa, como observamos más arriba, ésa fue la lógica más habitual para construir candidatos oriundos desde la cartera económica. Sin embargo, en los ejemplos descriptos el aspirante presidencial era, casi siempre, el responsable principal de los éxitos (ya sea en la estabilización o en la mejora de los índices macroeconómicos) de esos gobiernos. En el caso de Massa este elemento favorable no se ha manifestado a la fecha, y el tiempo que resta para su construcción parece ser escaso.

¿Podrá el ministro de economía estabilizar el ciclo económico e iniciar un proceso de mejora social? ¿Contará con el margen de acción (y el tiempo) necesario para apuntar medidas más redistributivas cercanas al sentir “paladar K” o le alcanzará con una estabilización que otorgue certidumbre y “paz social”? ¿En que medida el candidato podrá diferenciar su performance económica de la del gobierno que forma parte? ¿Será el “se evitó una catástrofe económica”, la principal oferta del oficialismo? ¿Habrá tiempo para algo más?

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