El viernes, el ministro de Defensa, Israel Katz, anunció que Israel «intensificará» la guerra contra Hamas y utilizará «toda la presión militar y civil, incluida la evacuación de la población de Gaza hacia el sur y la implementación del plan de migración voluntaria del presidente de Estados Unidos [Donald] Trump para los residentes de Gaza».

Desde el fin unilateral del alto el fuego por parte de Israel el 18 de marzo, que nunca fue respetado por Israel, Israel ha estado llevando a cabo bombardeos y bombardeos implacables contra civiles, matando a más de 1.400 palestinos e hiriendo a más de 3.600, según el Ministerio de Salud palestino. Un promedio de cien niños son asesinados diariamente, según las Naciones Unidas. Al mismo tiempo, Israel está incitando tensiones con Egipto para sentar lo que sospecho que será el terreno para una expulsión masiva de palestinos al Sinaí egipcio.

El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, haciéndose eco de Katz, dijo que Israel no levantará el bloqueo total hasta que Hamas sea «derrotado» y los 59 rehenes israelíes restantes sean liberados.

«Ni siquiera un grano de trigo entrará en Gaza», prometió.

Pero nadie en Israel o Gaza espera que Hamas, que ha resistido la aniquilación de Gaza y la matanza masiva sostenida, se rinda o desaparezca.

La cuestión ya no es si los palestinos serán deportados de Gaza, sino cuándo serán expulsados y a dónde irán. Al parecer, los dirigentes israelíes se debaten entre expulsar a los palestinos a través de la frontera con Egipto o enviarlos a países de África. Estados Unidos e Israel se han puesto en contacto con tres gobiernos de África Oriental —Sudán, Somalia y la región separatista de Somalia conocida como Somalilandia— para discutir el reasentamiento de los palestinos con limpieza étnica.

Las consecuencias de una limpieza étnica generalizada serán catastróficas, poniendo en peligro la estabilidad de los regímenes árabes aliados con Washington y desatando tormentas de protestas dentro de los países árabes. Probablemente significará la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Israel y sus vecinos Jordania y Egipto, que ya están cerca del punto de ruptura, y empujará a la región más cerca de la guerra.

Las relaciones diplomáticas han caído a su punto más bajo desde la firma de los Acuerdos de Camp David en 1979. Las embajadas israelíes en El Cairo y Ammán están en gran parte vacías y el personal israelí se ha retirado por motivos de seguridad tras la incursión del 7 de octubre en Israel por parte de Hamas y otras facciones armadas palestinas. Egipto se ha negado a aceptar las credenciales de Uri Rothman, quien fue nombrado embajador israelí en septiembre pasado. Egipto no nombró a un nuevo embajador en Israel cuando el ex embajador, Khaled Azmi, fue retirado el año pasado.

Funcionarios israelíes acusan a Egipto de violar los acuerdos de Camp David al aumentar su presencia militar y construir nuevas instalaciones militares en el norte del Sinaí, acusaciones que Egipto dice que son inventadas. El anexo del tratado de paz permite el uso de material militar egipcio adicional en el Sinaí.

El ex jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi, advirtió sobre lo que llama la «amenaza a la seguridad» de Egipto. Katz dijo que Israel no permitirá que Egipto «viole el tratado de paz» entre los dos países firmado en 1979.

Los funcionarios egipcios señalan que es Israel el que ha violado el tratado al ocupar el Corredor de Philadelphi, también conocido como el Eje Salahuddin, que se extiende a lo largo de la frontera de nueve millas entre Gaza y Egipto y se supone que está desmilitarizado.

«Cada acción israelí a lo largo de la frontera de Gaza con Egipto constituye un comportamiento hostil contra la seguridad nacional de Egipto», dijo el general egipcio Mohammed Rashad, ex jefe de inteligencia militar, al periódico en árabe Asharq Al-Awsat.

Egipto no puede quedarse de brazos cruzados ante tales amenazas y debe prepararse para todos los escenarios posibles.

Las autoridades israelíes piden abiertamente el «traslado voluntario» de palestinos a Egipto. El miembro de la Knesset, Avigdor Lieberman, declaró que «desplazar a la mayoría de los palestinos de Gaza al Sinaí egipcio es una solución práctica y efectiva». Contrastó la alta densidad de población -Gaza es uno de los lugares más densamente poblados del planeta- con las vastas «tierras sin explotar» en el norte del Sinaí egipcio y señaló que los palestinos comparten una cultura y un idioma comunes con Egipto, lo que hace que cualquier deportación sea «natural». También criticó a Egipto porque supuestamente «se beneficia económicamente de la situación política actual», como mediador entre Israel y Hamas y «obtiene ganancias de las operaciones de contrabando a través de los túneles y el cruce de Rafah».

El 17 de octubre de 2023, el grupo de expertos israelí Instituto Misgav para la Seguridad Nacional, integrado por exmilitares y funcionarios de seguridad israelíes, publicó un documento en el que pedía al gobierno que aprovechara la «oportunidad única y rara de evacuar toda la Franja de Gaza» y reasentara a los palestinos en El Cairo con la ayuda del gobierno egipcio. Un documento filtrado del Ministerio de Inteligencia israelí proponía reasentar a palestinos de Gaza en el norte del Sinaí y construir barreras y zonas de amortiguación para evitar su regreso.

Es probable que cualquier expulsión ocurra rápidamente con las fuerzas israelíes, que ya están arreando sin piedad a los palestinos en áreas de contención en Gaza, llevando a cabo una campaña de bombardeos sostenida contra los palestinos atrapados mientras crean portales de evacuación porosos a lo largo de la frontera con Egipto. Implicaría un enfrentamiento potencialmente letal con el ejército egipcio, lo que pondría en crisis al régimen egipcio de Abdel Fattah El-Sisi, quien ha descrito cualquier limpieza étnica de los palestinos en Gaza como una «línea roja». De ahí a un conflicto regional habría un corto paso.

Israel se ha apoderado de territorio en Siria y el sur del Líbano, como parte de su visión del «Gran Israel», que incluye la ocupación de tierras en Egipto, Jordania y Arabia Saudita. Codicia los yacimientos marítimos de gas frente a la costa de Gaza y ha planteado planes para un nuevo canal que circunvalará el Canal de Suez, para conectar el puerto israelí de Eilat, en el Mar Rojo, con el Mar Mediterráneo. Estos proyectos requieren vaciar Gaza de palestinos y poblarla con colonos judíos.

La ira en las calles árabes –una ira que presencié en los últimos meses durante mis visitas a Egipto, Jordania, Cisjordania y Qatar– explotará en una furia justificada si se lleva a cabo una deportación masiva. Estos regímenes, simplemente para mantenerse en el poder, se verán obligados a actuar. Los ataques terroristas, ya sea por parte de grupos organizados o lobos solitarios, proliferarán contra objetivos israelíes y occidentales, especialmente Estados Unidos.

El genocidio es un sueño de reclutamiento para los militantes islámicos. Washington e Israel deben, en algún nivel, entender el costo de este salvajismo. Pero parece como si lo aceptaran, tratando tontamente de borrar a aquellos a quienes han expulsado de la comunidad de naciones, a aquellos a quienes se refieren como «animales humanos».

¿Qué creen Israel y Washington que sucederá cuando los palestinos sean expulsados de una tierra en la que han vivido durante siglos? ¿Cómo creen que va a responder un pueblo desesperado, privado de esperanza, de dignidad y de cómo ganarse la vida, que está siendo masacrado por uno de los ejércitos más avanzados tecnológicamente del planeta? ¿Creen que la creación de un infierno dantesco para los palestinos mitigará el terrorismo, frenará los ataques suicidas y fomentará la paz? ¿No pueden comprender la rabia que se propaga por Oriente Medio y cómo implantará un odio hacia nosotros que perdurará durante décadas?

Ustedes cosechan lo que siembran, nosotros hemos sembrado un campo minado de odio y violencia.