Carlos Raimundi, actual Embajador argentino ante la OEA, plantea en este artículo el debate sobre algunas asignaturas pendientes y muy profundas de cara a las primarias del Frente de Todos, y frente a las elecciones presidenciales 2023.
Por Carlos Raimundi*
(para La Tecl@ Eñe)
Ya estamos en pleno clima de primarias del Frente de Todxs. No cabe duda de que la cuestión central es tener una fuerza política capaz de evitar un nuevo período de gobierno abiertamente neoliberal. En ese sentido, la división entre Rafael Correa y el movimiento indígena posibilitaron que gobierne el debilitado Guillermo Lasso en Ecuador, y una división entre Evo Morales y Luis Arce puede abrir la puerta de la derrota en Bolivia.
El presidente de la Nación ha reconfirmado la competencia interna, o sea que cada uno de nosotrxs debe respaldarse en el legítimo derecho de expresarse con claridad, de disentir y discutir. Un derecho que se apoya en todo lo que hicimos entre 2015 y 2019 para recuperar el gobierno, y que por lo tanto nos impone no dilapidar esta oportunidad electoral.
Por eso planteo como temas de debate algunas asignaturas muy profundas que tenemos pendientes para honrar el mandato que recibimos de nuestro pueblo en 2019.
El argumento de la pandemia y la guerra
Ambos, pandemia y guerra -entendiendo el conflicto en Ucrania no como mera contienda entre dos estados sino como expresión del inapelable proceso de reconfiguración del orden mundial que atravesamos- justamente por tratarse de acontecimientos inéditos, podrían haber sido el marco propicio para un profundo cambio del paradigma ordenador de nuestra economía y no sólo una justificación de lo que no pudimos hacer.
Los organismos financieros internacionales
El capitalismo financiero ha llevado al mundo a tres puntos límites que deben ser urgentemente revertidos para preservar la condición humana: el nivel inmoral de concentración de la riqueza, la catástrofe ambiental y la posibilidad de un conflicto nuclear que, en paralelo, han traído una mayor pauperización y la sensación de malestar profundo de una porción cada vez mayor de la humanidad. Aquí juega un papel central la manipulación de los algoritmos por parte de los grandes servidores de la tecnología digital, que tiende a fragmentar al sujeto social, a polarizar las sociedades nacionales y a estimular el resentimiento, llevándonos al híper-individualismo por encima de todo camino solidario y colaborativo.
Si compartimos la idea central de que los organismos financieros son el soporte esencial e institucionalizado del sistema de explotación capitalista neoliberal y, por lo tanto, parte central del problema, resulta elemental entender definitivamente que quien es eslabón fundamental del problema jamás podría convertirse en parte de su solución. Aceptar sus condiciones implica inexorablemente reproducir el sistema de dominación y no eliminarlo, ni tan siquiera reducir sus consecuencias nocivas. Porque precisamente de ese sistema de financiamiento depende sostener la calidad de vida y el nivel de consumo de los países más desarrollados, la carrera armamentista y la catástrofe climática.
Incluso dentro del FdT –y por eso es tan necesario el debate interno- hay quienes creen que algunos gobiernos de los países centrales que parecieran ser más amigables, pueden incidir sobre los organismos de crédito para favorecer a la Argentina. No es así. Ningún presidente de los Estados Unidos –sea del partido que fuere y tenga el buen carácter y los buenos modales que tuviere en lo personal- se animaría a convencer a su pueblo de que tiene que resignar su nivel de consumo para ayudar a un país subdesarrollado. La soberanía no es una concesión de otro, sino una conquista propia por la que tenemos que bregar.
Es un error depositar la esperanza en la ayuda de un país central, o de algún gobierno aparentemente más benévolo que otro. Desde luego que al interior de la política de los estados más poderosos hay matices, que desde el punto de vista de su semblante externo podrían parecernos más cercanos. Pero tengamos en claro que no están en condiciones de detener ese interés exclusivo y excluyente que es la reproducción de la tasa de ganancia del capital financiero.
En las décadas de los años ´60 y ´70, ocurrió el magnicidio del Presidente John Kennedy, los asesinatos de su hermano Robert (principal candidato demócrata en 1968) y de Martin Luther King, y la renuncia del Presidente republicano Richard Nixon. Sobre finales de los años ´70 y principios de los ´80, James Carter y Ronald Reagan expresaban ideas contrapuestas respecto de la política doméstica de los Estados Unidos e, incluso, de su política exterior, pero ninguno de ellos y ningún acontecimiento crucial para la política interna de ese país contuvo la ola arrolladora del capital financiero. Barack Obama, desde un perfil antagónico al de Trump, mejoró las relaciones con Cuba, pero incluyó a Venezuela en la lista de países terroristas, y los golpes e intentos de golpes contra Zelaya, Correa, Evo, Lugo y Dilma Rousseff, tuvieron lugar durante su mandato. Y Biden no alteró en esencia el esquema de sanciones y bloqueo de Trump contra Cuba.
De lo que se trata es de someterse a ese sistema o luchar por la soberanía y la integración. Y de tener en claro que ni los estados ni los organismos que sostienen lo primero, pueden ayudarnos a luchar por lo segundo. Dejarnos llevar por esa idea, aún cuando se lo haga a regañadientes, revela una cuota de ingenuidad impropia de un gobernante, para no caer en ninguna sospecha de que se lo haga por complicidad en los negocios.
El FMI
En 2018, el FMI otorgó un crédito que representaba más del 60% de su cartera prestable, un hecho sin precedentes y que no respondió a ninguna razón económica sino a la necesidad política de reelegir a Mauricio Macri. El gobierno del FdT, en lugar de encarar la negociación en términos políticos, lo hizo en términos técnico-contables.
¿Qué significa encarar una negociación así en términos políticos? En primer lugar, expandir la noción de la naturaleza política y no económica del crédito que un nuevo gobierno argentino no está dispuesto a aceptar, para conducirla hacia afuera de las condicionalidades habituales y plantearla en todos los foros internacionales como una violación de los principios que enmarcan el trato de deuda soberana de los Estados.
En segundo lugar, concientizar, organizar y movilizar a las fuerzas sociales y al conjunto de la sociedad, para convertirla en un actor político proactivo a la hora de la discusión en las instancias internacionales. Es decir, plantear la deuda como una prioridad de la agenda, en cumplimiento de uno de los atributos más importantes y no suficientemente utilizados de la política que es su función pedagógica. O sea, desde una fuerza conceptual sustancialmente distinta de la elegida hasta ahora, que fue la de intentar convencer a la dirigencia y al pueblo de que el acuerdo no acarrearía ningún ajuste y serviría para “estabilizar la macroeconomía”, como base para despegar de la pospandemia.
Dicha estabilización de las variables macroeconómicas apuntaba a tres aspectos fundamentales: las reservas del Banco Central, la inflación y el déficit fiscal. Y la realidad indica que no se recuperó el nivel de reservas ni se detuvo la presión devaluatoria, que opera como un condicionamiento constante a nuestra soberanía financiera. Tampoco se contrajo la inflación, entre otras cosas por la impronta inflacionaria de la eliminación de subsidios a los servicios públicos exigida por el acuerdo. Solamente se cumplió la meta de ajuste del déficit fiscal, lo cual deteriora de manera directa los ingresos de los sectores populares.
La batalla por la política
¿Falló la política de reservas, la política de precios o, simplemente, falló la política? Lo que falló fue la política. Lo cual, en este caso, se expresa a través de la subutilización de todos los recursos y herramientas que la administración del Estado pone al alcance de un gobierno popular.
El Estado cuenta con una amplia gama de recursos y herramientas. La herramienta de fijar diariamente la agenda de prioridades, de modo de no depender del estado de ánimo que instalan los grandes medios. La herramienta de convocar a los sindicatos a luchar contra la especulación financiera. La herramienta de la docencia política para concientizar acerca de los efectos de la concentración monopólica La herramienta de movilizar a la militancia joven contra los abusos de los formadores de precios. La herramienta de denunciar de cara a todo el pueblo la evasión y la triangulación de impuestos y las maniobras fraudulentas de los grupos exportadores e importadores. La herramienta de priorizar la captura de los dólares provenientes de esos ilícitos, que no corresponden exactamente a las reservas del Banco Central. El recurso pedagógico de poner en conocimiento del pueblo que la economía argentina produce muchos dólares y que gran parte de ellos están depositados en guaridas fiscales en lugar de reinvertirse en beneficio de la sociedad que los genera. El recurso de mostrar autoridad frente a los poderes fácticos, de modo que sean éstos quienes se sienten a la mesa del gobierno para cumplir sus condiciones y no a la inversa.
La Argentina y la región, poseen incalculables reservas de litio, petróleo, gas, minería, agua potable y biodiversidad, riqueza pesquera, proyección antártica y proverbial fertilidad de sus tierras, sumada a la capacidad científica y tecnológica que le da la educación pública. A esto se agrega el valor inestimable de ser una zona de paz donde los conflictos étnicos, religiosos y culturales no tienen la centralidad que han adquirido en otras áreas del planeta. Todo lo cual constituye un capital extraordinario para erigirse en un bloque de poder autónomo en el marco de la disputa geopolítica presente, en la medida que se concrete un proyecto de integración profunda y estratégica en favor de sus pueblos, de sus sistemas productivos y de la ampliación de la justicia social. Resulta fundamental resaltar la idea de soberanía, que nos lleve a reapropiarnos de nuestros incalculables recursos estratégicos y, de ese modo, dejar de ser pueblos empobrecidos cuando, paradójicamente, habitamos una de las regiones más ricas del mundo.
Todo esto requiere de un coraje no demostrado hasta ahora en el período 2019-2023. Eso, y no la retórica de la unidad, es lo que estará en disputa en las próximas primarias.
*Embajador argentino ante la OEA. Vicepresidente del Frente Grande Provincia de Buenos Aires.