Un hijo de mil puta

La aprobación de la reforma jubilatoria en el Congreso esta semana desató la ira del presidente que retomó su habitual raid de entrevistas y discursos para explicar por qué la vetará por completo.

Todas las mentiras de Milei detrás del veto a las jubilaciones

 

En esa catarata de cifras y descalificaciones incurrió en mentiras y medias verdades sobre la situación de los jubilados además de sostener una cantidad de argumentos como mínimo hipócritas respecto de su manejo de los recursos del Estado.

La norma que el Senado sancionó por 61 votos positivos contra 8 negativos básicamente intenta compensar lo que no atendió el Gobierno con los aumentos respecto de la inflación de enero pasado, establece un piso más alto para la jubilación mínima respecto de la canasta de un adulto equivalente y también determina una mejora extra asociada a la mitad de lo que le vayan ganando los salarios a la inflación a lo largo del tiempo.

Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el costo fiscal de la nueva fórmula sería de 0,4% del PBI en lo que queda del año y de acuerdo con cálculos del mercado podría ser el doble el año que viene.

A continuación, los dichos más repetidos por el jefe de Estado y sus respuestas para el caso de que se le pudiera repreguntar en alguna de sus apariciones públicas:

“Las jubilaciones están hoy 5% mejor en términos reales respecto de cuando asumimos”.

Los haberes jubilatorios muestran -es cierto- una evolución 5 puntos por arriba de la inflación desde diciembre hasta ahora pero sólo en el caso en que se los compare siempre sin incluir los bonos que pagaba tanto la administración anterior como la actual.

Cuando se incluyen los pagos especiales que de manera arbitraria se dispusieron tanto con Alberto Fernández como ahora con Javier Milei, la comparación arroja una caída del 2% en los ingresos de bolsillo respecto de los precios, de acuerdo con estimaciones de la consultora PxQ. Para EcoGo, esa merma llega al 12,7%.

En el reino de la discrecionalidad y la alta inflación, la diferencia se explica porque en noviembre de 2023 el bono para los jubilados era de $37 mil, mientras que ahora es de $70 mil, un 89% más contra una inflación que desde entonces acumula un 134%.

En el ejercicio teórico del haber mínimo sin más, la planilla le da a favor. Pero en la vida real de la plata que tiene en el bolsillo el jubilado, la cuenta da que está peor.

La afirmación del Presidente en este punto quedó en evidencia el viernes a la mañana en la entrevista que le hizo Antonio Laje en el canal La Nación Más. Ante tal sentencia, Laje se limitó a replicar:

– Pero todo está más caro en dólares también.

– Sí, claro, pero las jubilaciones también.

– Pero el efecto en el bolsillo es el mismo, digo.

– Sí, bueno…

No hace falta aclarar más el punto. Además, es un error enfatizar en la medición en dólares tanto porque el haber jubilatorio -hoy 295 mil pesos con el bono incluido- se debe comparar contra la canasta de bienes y servicios que consume un jubilado, que según la Defensoría de la Tercera Edad está en $900 mil por mes.

La reforma jubilatoria “implica un 62% del PBI de toma de deuda” y tiene un costo “a perpetuidad de US$370 mil millones”.

No estoy en condiciones de entender los cálculos en los que se basó para llegar a las cifras que expuso en diversas oportunidades, pero queda claro que Milei está tratando de exponer que las consecuencias de la reforma sancionada son de dimensiones catastróficas porque se potenciarán con el correr de los años.

Es cierto que las cuestiones previsionales son delicadas y tienen efectos intertemporales, por lo cual no se pueden hacer locuras y todos los países se dedican a estudiar con mucho tiempo qué hacer con los regímenes de jubilaciones.

Acá, tiene razón Milei, al calor de la urgencia permanente y la alta inflación, es habitual que las partidas, los cálculos y los requisitos para jubilarse se cambian de la noche a la mañana y que si alguien dice “guarda” le griten “no te importan los abuelos”.

Sin embargo, hay un consenso que va desde el ex viceministro de Economía de Cristina Kirchner, Emmanuel Alvarez Agis, hasta el ex asesor del mismísimo jefe de Estado, Carlos Rodríguez, en que no estamos ante una reforma jubilatoria delirante ni mucho menos.

La consultora PxQ determinó que la reforma agregaría 0,4 puntos porcentuales este año al gasto total en jubilaciones sobre el PBI, que está en 6,1%. Por otro lado, en un posteo en X, Rodríguez aseguró: “La fórmula en sí no es fiscalmente explosiva ya que sólo aumenta las jubilaciones por la mitad del aumento del salario real (parece poco) y al aumentar el salario real también debería aumentar el financiamiento disponible para el ANSES que se basa en un impuesto al salario. Debería sobrar plata…”

Según la economista Marina Dal Poggettoel gasto en jubilaciones llegó a tocar el 9,6% del Producto Bruto Interno, luego de la reparación histórica lanzada para el pago de juicios a jubilados. El año pasado, estaba en 6,8% mientras que, se dijo, este año iba para 6,1% hasta antes de la ley.

¿Por qué sería romper el Gobierno sumarle 0,4 puntos con una compensación como la sancionada? ¿Por qué tendría tal efecto si además el Presidente asegura que el ajuste lo está pagando “la casta”?

Lo que Milei está confirmando de esta manera, al denunciar que con una miseria para los jubilados le rompen el gobierno, es que el corazón del superávit financiero, el principal sello de la administración sobre el que ancló la espiralización inflacionaria que había heredado, es la licuación de las partidas para las pensiones y no otra cosa, ni la casta, ni los choferes ni los celulares de los políticos.

De acuerdo con el instituto Iaraf, que conduce Nadín Argañaraz, entre enero y julio el gasto público nacional pagado se redujo 22,5 billones de pesos, de los que las jubilaciones y pensiones contributivas aportaron unos 6,2 billones de pesos de ajuste, es decir, un 27%. Lo siguen la obra pública, con un 15%, las transferencias a provincias, con un 14%, los subsidios a la energía, con un 12%, y los salarios públicos, con un 8% del total.

«Es una medida de degenerados fiscales»

La descalificación es un rasgo al que Milei lamentablemente ya tiene acostumbrado a todo el mundo. Ahora, ¿por qué alguien está despilfarrando los recursos públicos cuando decide pagarles un poquito más a los jubilados en medio de esta malaria, y no cuando se ofrece un perdón ultra generoso a evasores y un abaratamiento de los impuestos al patrimonio para los más ricos?

Es muy impactante ver la escandalización del jefe de Estado por un 0,4 del Producto en materia de jubilaciones mientras no considera ningún tipo de “degeneración fiscal” lo que se aprobó en el paquete impositivo que acompañó la llamada “ley bases” en el Congreso.

Para que quede claro, la exteriorización de capitales pagará cero multa en prácticamente todos los casos que se decida mantenerlo dentro del sistema invertido en cualquier cosa. Es decir, no tendrá costo alguno haber evadido una y otra vez luego decidir volcar ese dinero al circuito legal. Ahí podría haber una fuente de financiamiento pero se relega sin pudor. ¿No hay degeneración fiscal?

Ni qué hablar con el Régimen Especial de Impuesto a los Bienes Personales (Reibp), otra vía por la que se deja de cobrar impuestos a los que más tienen por los próximos cinco años. Como se explicó hace algunas semanas acá: se trata de un mecanismo por el cual quien anticipe el pago del impuesto correspondiente los próximos cinco años (imagínense quién podría hacerlo) pagará una alícuota del 0,45% por año tenga el patrimonio que tenga.

Hoy la alícuota más alta para los que tienen más riqueza puede llegar al 2,25%. El Gobierno le dice ahora “si me anticipás cinco años pagás por cada uno 0,45%”. ¿Cuánto da el total? 2,25%. Es decir, si estabas en el grupo de los que más pagan, pagame lo mismo y te doy por cumplido el pago del próximo lustro. La OPC no estimó cuánto se dejará de recaudar por esta medida. ¿No hay depravación fiscal acá?

«Demagogia populista»

Por último, el presidente hizo varias veces hincapié en la doble vara del peronismo y tiene un punto. Tanto porque no intervinieron sobre los problemas de la fórmula previsional vigente durante el gobierno anterior, que de hecho necesitaba todo el tiempo la compensación con bonos, como también es válido recordar que en su momento Cristina Kirchner vetó la sanción de una norma que instaba a pagar el 82% móvil de haberes jubilatorios.

Ahora bien, cuando dispara sobre la “demagogia populista” de los que en el Congreso hacen política con recursos públicos desde el Estado, bien valdría preguntarle: “¿No es lo que hiciste vos cuando hace menos de un año votaste junto con el entonces oficialismo a instancias de Sergio Massa eliminar el Impuesto a las Ganancias para los trabajadores de altos ingresos?” Paradojas de la vida, otra medida que costaba cerca de medio punto del PBI.

En aquél momento, en aras de hacer campaña con el eslógan de la libertad y la baja de impuestos como sea, votó a favor de recortar un tributo que generaba recursos para las provincias. 

Ahora, ya como Presidente, debió restituirlo, en otra muestra más de que los argumentos que esgrime dependen siempre de satisfacer una postura según el momento y de acuerdo con el caprichoso devenir de los acontecimientos.

Como cualquier otro político de la casta.

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