Bolivia: La implosión del MAS

La primera vuelta de las elecciones bolivianas selló el fin del Movimiento al Socialismo (MAS), dejándolo prácticamente fuera del Parlamento luego de dos décadas de dominio político e institucional. Su antiguo electorado se desplazó en gran medida hacia la candidatura de Rodrigo Paz Pereira, ubicado en la centroderecha, lo que plantea preguntas sobre el devenir del llamado «bloque popular» y la izquierda boliviana. La segunda vuelta del 19 de octubre determinará cómo se adaptará Bolivia al nuevo clima político regional, heterogéneo.

El veredicto de las elecciones presidenciales celebradas en Bolivia el pasado 17 de agosto les recordó al Movimiento al Socialismo (mas) y a sus dirigentes la advertencia del poeta español José Ángel Valente: «Lo peor es creer que se tiene razón por haberla tenido».

El partido que dominó la política boliviana desde 2005 y que fue el alma y el motor de la «Revolución Democrática y Cultural» –con resultados históricos de 64% de los votos en las elecciones de 2009, 61% en 2014 y 55% en 2020– no solo ha quedado fuera de la segunda vuelta de las elecciones, sino que prácticamente ha implosionado como partido-movimiento. El 19 de octubre, el país se pronunciará en una segunda vuelta entre un candidato de «centroderecha popular» –o que aspira a serlo–, Rodrigo Paz Pereira (que obtuvo 32% de los votos válidos), y otro de la derecha neoliberal radical, el ex-presidente Jorge «Tuto» Quiroga (26,7%). Una situación inimaginable hasta hace poco tiempo, cuando parecía imposible que el mas no llegara a la segunda vuelta.

A pesar de la sorpresa por los resultados, el mapa electoral ha mantenido su división histórica entre el Occidente y el Oriente del país. En el Occidente andino se impuso Paz con una amplia ventaja sobre el segundo, mientras que en el Oriente lo hizo Quiroga con menos contundencia.

El mas, por su parte, se presentó a las elecciones dividido en tres facciones y con dos candidatos: el ex-ministro Eduardo del Castillo, bajo la sigla oficial, solo obtuvo 3,17% de los votos, mientras que Andrónico Rodríguez, que se presentó bajo una sigla «prestada», sumó 8,5%. Por último, el ex-presidente Evo Morales, inhabilitado electoralmente por la justicia, se «coló» en la elección haciendo campaña por el voto nulo y obtuvo un resultado nada desdeñable: 19% de los votantes siguieron su consigna y anularon el voto (si se excluye 3,5% de votos nulos de elecciones anteriores, se puede atribuir al ex-presidente alrededor de 16% de esos sufragios). Con estos resultados, no es difícil imaginar que, con una candidatura unitaria, el mas habría estado en condiciones de pasar al balotaje, aunque luego tuviera pocas chances de ganarlo. Pero incluso perdiéndolo, habría conseguido una representación significativamente mayor a la que obtuvo el 17 de agosto, cuando prácticamente desapareció de la vida parlamentaria.

El conjunto de la galaxia del mas contará con siete diputados sobre un total de 130, cifra irrisoria luego de haber ostentado dos tercios de los escaños durante su larga hegemonía política. Fundado en 1997 con el nombre de Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (ipsp), con el mas como sigla electoral1, este partido surgido de los movimientos sociales ha dejado de representar a las capas populares del país. Así concluye un largo ciclo político marcado por el ascenso de los movimientos sociales, los sindicatos y las organizaciones indígenas hacia el centro del Estado, en una especie de «democracia corporativa» dirigida por Morales como líder indiscutible2.

Razones del declive

Tras los comicios se han esgrimido dos razones para explicar el colapso del mas: las luchas internas y la crisis económica. Ambas explicaciones son sin duda válidas, pero detrás de ellas se esconde una causa más profunda. Más allá de las luchas faccionales, el derrumbe se explica también por el debilitamiento del programa de cambio que encarnó el evismo.

En sus primeras gestiones, el mas mostró capacidad de inclusión étnica y social, ampliando la «foto de familia de la nación» e incluso habilitando un largo periodo de crecimiento económico que se derramó en parte sobre los más pobres. Pero ese modelo, ampliamente elogiado por la izquierda latinoamericana y europea, poco a poco dejó ver sus puntos débiles: la expansión económica se basaba en gran medida en los altos precios internacionales de las materias primas y en descubrimientos previos de yacimientos gasíferos y recaía así en una variante del «nacionalismo geológico» que históricamente movilizó a las fuerzas «nacional-populares» (1937, 1952, 1969, 2005)3.

Al mismo tiempo, el largo gobierno del mas ha sido incapaz de mejorar la calidad de las instituciones y de poner en pie las bases de un Estado social digno de ese nombre. El «enamoramiento» de políticas de corto plazo, funcionales a una suerte de campaña electoral permanente, ha marcado estos casi 20 años de gestión. No fue poco lo logrado, pero ese modelo de gestión económica se fue agotando y finalmente sobrevino la crisis frente a la escasa capacidad de reacción del gobierno de Luis Arce.

La «memoria corta» fue sustituyendo entonces a la «memoria larga» de los últimos 20 años, y la oposición acabó por hacerse con la bandera del «cambio», durante mucho tiempo monopolizada por el mas. La Bolivia popular votó por un candidato, Rodrigo Paz, que lleva más de dos décadas en la política, pero no está asociado personalmente al periodo pre-2005 ni fue parte de las principales figuras opositoras al mas, como sí lo fueron sus principales adversarios. El empresario Samuel Doria Medina –tercero en la primera vuelta del 17 de agosto, cuando todas las encuestas le daban el primer lugar– fue ministro en la década de 1990, y «Tuto» Quiroga fue presidente en 2001 por sucesión constitucional4. En este marco, pueden leerse provisoriamente los resultados de la primera vuelta –una hipótesis de trabajo que debe ser validada por investigaciones posteriores– como una suerte de «tercera vía» frente al hartazgo hacia el mas y sus luchas faccionales, y como un rechazo de un retorno de las elites tradicionales al poder.

Parte del descalabro del mas también encuentra explicación en la obstinación de Morales por ser re-reelegido. Si la Constitución de 2009 –surgida de la Asamblea Constituyente bajo el gobierno del mas– permite solo una reelección consecutiva, Morales se presentó en 2014 utilizando una argucia interpretativa del nuevo texto y luego intentó reformar la Constitución mediante el referéndum de 2016 para introducir la reelección indefinida. Pero Bolivia, un país históricamente antirreeleccionista, votó en contra, y el «No» se impuso por escaso margen. Pese a ello, Morales ignoró en los hechos los resultados, que consideró producto de una «guerra sucia» contra él, lo cual repolarizó el país en torno de su figura (no hay que olvidar que en 2014 había ganado incluso en la hostil región de Santa Cruz y el país parecía extrañamente despolarizado5). Su obsesión reeleccionista quedó plasmada en un hecho en apariencia anecdótico, ocurrido precisamente cuando Morales buscaba formas jurídicas para viabilizar su re-reelección: en 2017, el mandatario recibió, en el marco de una cumbre de países exportadores de gas realizada en Bolivia, al dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, en el poder desde 1979 y conocido por la represión de la oposición y el saqueo de los recursos naturales de su país. Haciendo poco caso a esto, o quizás ignorándolo, el presidente boliviano quiso indagar sobre la forma de «ganar las elecciones con más de 90% de los votos» del «hermano Teodoro». «Me ha sorprendido, quisiera que nos comparta la experiencia con nuestros hermanos ministros», afirmó Morales durante un acto público en el que además lo condecoró con el máximo reconocimiento del Estado boliviano: el Cóndor de los Andes6. La oposición guineana ecuatorial, cuyos dirigentes arriesgan cotidianamente su libertad, podría dar una rápida respuesta al interrogante de cómo conseguir 90% de los votos.

Morales estuvo lejos, empero, de construir una dictadura, como denunciaban sus detractores. Aunque a menudo tensionó las instituciones democrático-liberales, sus victorias electorales, aplastantes, reflejaron el apoyo popular al proceso de cambio. Aun así, fue claro el desplazamiento discursivo oficial sobre su liderazgo: si en 2005 Morales era «uno más» entre los «hermanos campesinos» –el documental Hartos Evos aquí hay (2006) plasmó esa imagen7–, su voluntad de re-reelección requería una torsión narrativa que su entorno se encargó de impulsar: solo había un Evo. Así, fue comparado con el líder anticolonial Túpac Katari y se volvió un tipo de caudillo de los que «aparece uno cada 500 años». Ese relato, sin embargo, no terminó de calar.

Luego de sus fracasos electorales y discursivos, el triunfo del «No» en el referéndum de 2016 fue la bandera que necesitaba la oposición –cuyo eslogan fue, a partir de entonces, «No es no»– para reorganizarse, reconstruir su épica erosionada por la suma de defecciones electorales y lanzar una renovada ofensiva contra el gobierno del mas. El discurso opositor mezclaba demandas democráticas legítimas con fuertes resabios de racismo antiindígena, presente sobre todo en el antievismo, especialmente virulento en las redes sociales.

La polarización, cada vez más crispada, alcanzó su punto álgido con el derrocamiento del gobierno del mas en 2019, cuando de manera inesperada sus bases no reaccionaron a tiempo. Esta falta de respuesta fue posiblemente efecto de la sorpresa –nadie pensaba que Evo Morales pudiera caer tan fácilmente, ni siquiera sus opositores– pero también, y no menos importante, de la desmovilización producto de la rutinización en el poder, cuando la energía militante se fue desplazando hacia la búsqueda de empleos en el Estado («pegas», como dicen en Bolivia)8. Poco más tarde, fue la represión impulsada por el nuevo gobierno la que activó las dinámicas de movilización. El mas recuperaba, de manera momentánea, la épica política de 2005, cuando luchó por el gobierno con una modesta campaña sostenida en la capacidad movilizadora de las organizaciones sociales.

Tras la derrota política de la derecha, el mas volvió al poder de forma inesperada en 2020 y demostró así una resiliencia que sus detractores habían subestimado. El gobierno de facto de Jeanine Áñez, surgido de la asonada cívico-policial que siguió a las fallidas elecciones de 2019, no solo fue represivo, sino que con su pésima gestión sufrió una fuerte caída en su popularidad –que al comienzo era muy elevada en el sector antievista de la sociedad boliviana–. La mezcla de ineficiencia y corrupción de las nuevas autoridades facilitó, sin duda, la vuelta del mas: en aquel momento, la Bolivia popular seguía en sintonía con este «instrumento político» y lo reactivó para recuperar el poder.

Evo Morales, exiliado en Argentina y excluido de las elecciones, promovió entonces al ex-ministro de Economía, Luis Arce Catacora, como candidato a la Presidencia. En plena crisis económica, agravada por la pandemia, su nombre seguía evocando el «milagro económico» boliviano. Fue su imagen de buen gestor la que permitió a Arce ganar las elecciones con 55% de los votos. Los analistas quedaron atónitos la larga noche electoral del 8 de noviembre de 2020; no podían creer en los resultados que el Órgano Electoral comenzaba a difundir: la demonización del mas había fracasado estrepitosamente.

Sin embargo, nada más tomar posesión, el nuevo presidente apartó a las principales figuras del evismo y se rodeó de su propia camarilla. Ante lo que consideraba un plan para reducir su influencia, «el plan negro», Morales multiplicó sus ataques al gobierno y denunció cada vez con más vehemencia una «persecución política» en su contra9.

La guerra interna entre los partidarios de Morales y los de Arce no tardó en intensificarse. Este último, desde el Estado, dividió a las organizaciones sociales y utilizó a la justicia para «robarse» la sigla del mas; Morales, por su parte, se replegó sobre su base más dura y, tras su orden de detención por un caso de «trata de personas» –acusado de mantener una relación con una menor de edad–, se retiró a su bastión del Chapare, protegido por los sindicatos de cultivadores de coca. Rápidamente, empezó a ver traidores por todas partes, incluido el ex-vicepresidente Álvaro García Linera, llamado «nuevo enemigo»10, y su única obsesión se volvió luchar contra su inhabilitación por parte de una justicia siempre al servicio del gobierno de turno11. (Este oportunismo político-judicial se hace patente hoy en la anulación de sentencias contra Áñez tan pronto como el mas perdió las elecciones y sin esperar siquiera a la segunda vuelta).

El nombre del nuevo movimiento lanzado por Morales para intentar presentarse a la Presidencia al margen del masevo Pueblo (Estamos Volviendo Obedeciendo al Pueblo), revela el repliegue sobre sí mismo y la falta de conciencia de que ya no es el líder indiscutible de la izquierda boliviana. Su llamamiento a anular el voto en las elecciones de 2025 refleja una verdad incómoda para el ex-presidente: aún conserva un importante apoyo electoral en sus bastiones, sobre todo rurales, pero la fuerza que demuestra es probablemente también su techo. Hay que recordar que Morales sufrió una dura derrota tras los infructuosos bloqueos de carreteras para revocar su «proscripción», que no solo fueron reprimidos por el gobierno de Arce, sino que también provocaron un fuerte rechazo social. Aun así, el ex-presidente sigue siendo un actor político importante.

Al mismo tiempo, los déficits de gestión irían debilitando al arcismo y al espacio del mas en su conjunto. Supuesto artífice del «milagro económico» como ministro, Arce se ha mostrado impotente ante la crisis económica una vez en la Presidencia. Bajo su gobierno han resurgido imágenes conjuradas desde 2005, como la escasez de dólares y de gasolina, junto con la caída de las exportaciones de gas12. El «milagro económico» es ya un recuerdo lejano que deja terreno libre para los eslóganes de la oposición, que asocian al mas con crisis, autoritarismo y declive nacional.

Así, la última gestión del movimiento fue la síntesis de sus límites y de su dificultad para comprender las nuevas coordenadas del país y de la sociedad que ayudó a transformar. Resultado: una economía en crisis por su alta dependencia del extractivismo, primacía de disputas personales sobre la discusión programática y adormecimiento de los movimientos sociales, en particular de sus dirigentes, producto de su simbiosis con el Estado. Si la innegable virtud de este ciclo político fue la inclusión, no es menos cierto que el discurso refundacional, sostenido en la idea de una regeneración intelectual y moral de la nación a partir de las poblaciones indígenas, ya se había erosionado hacía tiempo (diversos casos de corrupción fueron debilitando el capital simbólico de lo indígena). Y así como vuelven los mismos actores políticos de los años 2000, también lo hacen los discursos e imágenes del pasado: hoy los cultivadores de coca, la base más dura del mas, vuelven a ser percibidos como «narcos», como era el caso antes de 2005. Al mismo tiempo, hay en curso una acelerada redefinición negativa de un periodo que llegó a concitar un inmenso apoyo popular solo comparable, y quizás superior, al de la Revolución Nacional de abril de 1952.

Reconfiguraciones del voto popular

Entre las tres corrientes del mas, había surgido un candidato relativamente competitivo: Andrónico Rodríguez. Este joven líder campesino y presidente del Senado se fue alejando progresivamente de su mentor, Evo Morales, a medida que la inhabilitación de este último se convertía en un hecho consumado y Morales se negaba a elegir un candidato alternativo. El ex-presidente se volvió entonces cada vez más susceptible y se obsesionó con controlar cada paso de Andrónico, quien finalmente decidió lanzarse a la carrera electoral sin el apoyo del caudillo. A partir de ese momento, fue declarado traidor por la facción evista e incluso fue agredido al momento de emitir su voto13.

Al inicio de la campaña, Andrónico Rodríguez estaba bien posicionado en las encuestas, que le daban posibilidades de pasar a la segunda vuelta, aunque no de ganarla. Sin embargo, con el correr del tiempo, no logró mantener el impulso de su candidatura debido a una serie de dificultades objetivas y errores propios: la elección de su vicepresidenta, la ex-ministra Mariana Prado, no le aportó votos adicionales (se la consideraba demasiado elitista) y fue fuente de numerosas polémicas14; algunos miembros de su entorno inicial eran figuras desacreditadas del mas; y, no menos importante, el boicot activo de Morales contribuyó a debilitarlo. El joven dirigente campesino, que se mostró tímido e incluso errático a la hora de definir los contornos de su proyecto de renovación generacional, no logró revertir el voto nulo promovido por Morales. Aunque se distanció del líder, nunca rompió con él, lo que lo llevó a dedicar gran parte de su campaña a explicar su relación con el ex-presidente. Si bien su candidatura contó con el apoyo de algunas federaciones de cultivadores de coca, campesinos y cooperativas mineras, entusiasmó más a algunas figuras del progresismo urbano que a las bases, duras o blandas, del mas.

Ciertamente esta es una parte de la historia. La otra es que el voto «blando» del mas se desplazó hacia una candidatura que había pasado por debajo de los radares de los analistas. Mientras las encuestas daban el primer y segundo lugar al político y empresario Doria Medina y al ex-presidente Quiroga, finalmente fue Rodrigo Paz, hijo del ex-presidente Jaime Paz Zamora, quien dio la sorpresa y se alzó con el primer puesto. El cálculo es sencillo: la mayoría de los indecisos, alrededor de 30%, que en su mayoría eran votantes del mas, optaron por esta alternativa.

Las razones de este fenómeno no se conocen del todo. Hay un amplio consenso en que Paz acertó al elegir a su compañero de fórmula: el ex-policía Edman Lara, conocido como capitán Lara, que se hizo popular al denunciar la corrupción de altos mandos de la policía y fue expulsado de las fuerzas del orden por este motivo. Tras la expulsión, comenzó a vender ropa de segunda mano en un mercado de Santa Cruz, haciéndose parte del vasto mundo del comercio informal, mientras terminaba sus estudios de Derecho. Lara se convirtió así en un candidato anticorrupción (la corrupción policial es endémica en Bolivia), que proyectó además la imagen de un emprendedor capaz de superar la adversidad. En este contexto, el capitán de 40 años se fue convirtiendo en una figura popular en TikTok, red en la que realizaba transmisiones en vivo, en las que, por ejemplo, se filmaba masticando hojas de coca con la canción «La coca no es cocaína» de fondo (eslogan otrora promovido por el mas), o se burlaba de la elite boliviana por comprar, a menudo, ropa de marca pero usada. El capitán Lara se ha forjado un perfil cercano al mundo popular y a la gente común. Se declara partidario del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sin adoptar por ello su programa autoritario y represivo (la inseguridad no es un tema de campaña en Bolivia). Se presentó como el outsider antisistema que muchos esperaban pero que no terminaba de emerger en Bolivia. Su candidatura reforzó la de Paz, en un contexto en el que la oferta electoral era un déjà vu de dos décadas atrás.

La campaña de Paz-Lara combinó redes sociales con acciones al viejo estilo, que incluyeron viajes a los rincones más remotos del país, entre ellos poblaciones como Orinoca, un pequeño pueblo del Altiplano profundo conocido por ser el lugar de nacimiento de Evo Morales. Su estrategia consistió en mostrarse más cerca de la gente común que de las elites económicas tradicionales. Es por eso que la geografía del voto a favor de Paz-Lara muestra los mejores resultados en las regiones donde el mas había ganado desde 2005: los departamentos del Occidente andino. La dupla, que se presentó bajo la sigla del Partido Demócrata Cristiano (pdc) –un partido «taxi» que ofrece en cada elección su personería jurídica a algún candidato necesitado de sigla–, ganó en los departamentos de La Paz, Oruro, Cochabamba, Chuquisaca y Potosí. En la ciudad plebeya de El Alto, el binomio rozó 60% de los votos; allí, el voto nulo alcanzó el 16% (proxy del apoyo a Evo Morales) y Andrónico Rodríguez obtuvo 7,4%15. Incluso en los bastiones más leales a Evo el tándem Paz-Lara obtuvo un buen resultado: en el municipio de Chayanta, al norte de Potosí (zona minera y campesina), 49% de los votantes anuló su voto, 40,7% eligió a Paz-Lara y 32,5% votó por Andrónico. En Villa Tunari, región cocalera del Chapare donde «reina» Evo Morales, 84% de los electores anuló su voto y, entre los votos válidos, 46% eligió a Andrónico y 28% a Paz-Lara. (No deja de ser sintomático que Paz haya perdido en Tarija, su propia región y donde ya se desempeñó como alcalde de la capital departamental).

En términos más generales, el voto del mas se repartió entre Paz-Lara, el voto nulo y Andrónico Rodríguez. Pero ¿qué expresa esta reconfiguración?

El tándem Paz-Lara obtuvo el apoyo de la Central Obrera Regional de El Alto, las cooperativas mineras y los transportistas, organizaciones que son, en gran parte, expresiones del capitalismo popular que formaba parte de la base social del mas. Este partido-movimiento agrupaba a empresarios y pequeños propietarios urbanos y rurales, en un país caracterizado por el fuerte peso de la economía informal. Los Ponchos Rojos aymaras y el ala arcista de la Central Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) se han acercado también al binomio Paz-Lara, que propone «capitalismo para todos»16 para la segunda vuelta, de manera de evitar un triunfo de la derecha dura.

«No es nuestra sombra, pero tampoco es la suya [la de las elites tradicionales], es un espacio en el que podremos ejercer influencia (…) el mal menor para la gente que ha apoyado al mas durante 20 años», explica el sociólogo Carlos Hugo Laruta, hablando en nombre del votante popular de Paz. «La gente acabó optando por la candidatura más frágil, una especie de botella vacía que podría llenarse, y las listas de Paz-Lara incluían también a candidatos provenientes del mas en el nivel local»17. La fuerza de este cálculo se constata en el hecho de que, en plena crisis económica, los bolivianos eligieron en la primera vuelta al candidato que ofrecía menos certezas en materia de política económica, a diferencia por ejemplo de Doria Medina, que no solo eligió como compañero de fórmula al ex-funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (bid) José Luis Lupo, sino que hizo además que su campaña gravitara sobre su programa económico para tratar de superar la crisis.

Esta lógica en la relación entre el mundo popular y el Estado era bastante común en la época pre-Evo, cuando diversos corporativismos populares buscaban cobijo en los partidos tradicionales. En la década de 1990, esta dinámica también se manifestó a través de nuevos tipos de «populismos cholos», representados por partidos como Conciencia de Patria (Condepa). El mas se autoproclamó entonces como una forma de autorrepresentación popular. Pero el apoyo a Paz-Lara es aún provisional y constituye una salida de emergencia ante la crisis final del mas. Para el sociólogo Pablo Mamani, se trató de un voto estratégico antes que militante, para evitar perder logros de los últimos años, en particular la relación con el Estado, frente a candidatos percibidos como más elitistas (aun si Paz también pertenece a la elite). El sociólogo aymara destaca también la expansión de una nueva clase de indígenas ricos, los qamiris, que rivalizan con la burguesía tradicional no solo por su dinero, sino también por las formas de construir capital simbólico. Estos indígenas ricos, a los que algunos llaman la «burguesía chola», están lejos del miserabilismo con el que la izquierda suele percibirlos18. Muchos de estos sectores se han insertado exitosamente en la globalización y realizan sobre todo negocios con China, adonde los comerciantes indígenas viajan para cerrar sus contratos de importación de productos19.

El caso de El Alto es significativo. Esta ciudad de un millón de habitantes es escenario de complejos procesos de urbanización de migrantes internos procedentes del campo, que mantienen vínculos con sus comunidades de origen. Los «cholets» (palabra que mezcla «chalet» y «cholo») son testimonio de procesos de enriquecimiento y movilidad social, pero también de nuevas formas de plasmar este ascenso económico en estos coloridos y abigarrados edificios de estilo neoandino o en fiestas comunitarias. Incluso durante el periodo de hegemonía del mas los habitantes de El Alto podían votar, en señal de autonomía, a alcaldes de centroderecha opuestos al gobierno de Evo Morales, como Soledad Chapetón. Esta ciudad popular –que se rebeló en 2003 durante la guerra del gas– podía elegir, también, a un alcalde partidario de un tratado de libre comercio con Estados Unidos como lo fue José Luis Paredes.

Ciertamente, los sectores populares se sienten interpelados por fuerzas conservadoras. Un ejemplo fue el 9% de los votos obtenidos por el médico y pastor evangélico de origen coreano Chi Hyun Chung, en su mayoría provenientes del electorado del mas. En la precampaña de 2025, la candidatura de Jaime Dunn, antiguo trader en la bolsa de Nueva York y autoproclamado «verdadero candidato liberal», también encontró eco en los sectores populares con un discurso de tono libertario, y despertó expectativa en su figura, aun si finalmente no se presentó.

No obstante, incluso si hoy en día este complejo mundo popular ha abandonado al mas y se ha refugiado de manera pragmática y provisoria en el binomio Paz-Lara, esta adhesión no tiene aún la fuerza ideológica que tuvo aquel proyecto. Estos discursos liberal-conservadores-libertarios, aun con contradicciones internas, tienen hoy el viento a favor porque expresan el cansancio frente a los populismos de izquierda y diversas transformaciones del mundo popular. Si antes era fundamental formar parte de algún «club social» de las viejas elites «blancas», hoy en día es igual de importante pertenecer a la fraternidad «correcta» en festividades como el Gran Poder20. Hay un «capital territorial» sostenido en las redes de la economía informal que tanto Rodrigo Paz como Edman Lara visualizaron: ambos se insertaron en esas redes y obtuvieron una retribución electoral21. También ambos candidatos han hablado de manera insistente sobre Dios, con una evidente voluntad de conectar con el mundo evangélico pentecostal, que como ocurre en toda la región, es hoy mucho más numeroso que en el pasado.

En estos años, la economía informal siguió ganando espacio pese al discurso de fortalecimiento del Estado del mas: su proyecto nacionalista, si bien ha permitido un crecimiento económico significativo con una inflación baja, no ha logrado industrializar el país como había prometido. Como en la década de 1950, Bolivia se encontró frente a la paradoja de implementar un proyecto estatista con un Estado débil en sus capacidades –algo que se manifestó, por ejemplo, en la falta de voluntad y de densidad institucional para llevar adelante una reforma de la salud, una necesidad urgente para los sectores populares bolivianos–. De esta forma, hoy en día el supuesto fracaso del «socialismo» –aunque este término se ha utilizado poco en Bolivia, salvo en la imprecisa fórmula de «socialismo comunitario»– ha abierto la vía, como en otros países latinoamericanos, a la popularización de los discursos promercado.

Una segunda vuelta inédita

El inédito balotaje –la segunda vuelta se implementó en la Constitución de 2009 y nunca había sido necesaria– se disputará entonces entre Paz y «Tuto» Quiroga. Rodrigo Paz es un político pragmático que hoy intenta adaptarse al contexto regional (que gira hacia la derecha). Actualmente se alinea con la derecha regional, al tiempo que necesita los votos del mas para ganar la segunda vuelta. Por otra parte, la guerra sucia, liderada en gran parte por Javier Negre, «periodista» español de Vox y propietario de la publicación La Derecha Diario en Argentina, insiste en que Paz es un socialista encubierto, acusación similar a la lanzada contra Doria Medina durante la campaña para la primera vuelta y, poco antes, contra Manfred Reyes Villa.

Quiroga, que forma parte de las redes de la derecha con sede en Miami, ha anunciado que, en caso de victoria, liderará «la mayor revolución liberal de la historia para transformar la mentalidad de Bolivia»22 y que no solo piensa utilizar la «motosierra», siguiendo los pasos de Javier Milei, sino también «machetes y tijeras»23.

En 2005, Quiroga fue derrotado en las elecciones por Evo Morales –quien con 54% de los votos inició su largo reinado político– y pareció perder cualquier posibilidad de regreso al poder. Militante de la derecha dura, desempeñó un papel central en el derrocamiento de Morales en 2019, como uno de los artífices de la estrategia que llevó al poder a Jeanine Áñez, quien por ahora permanece en prisión. Quiroga declaró que, en caso de victoria, rompería los lazos con Venezuela, Cuba e Irán, aunque no descartó de entrada mantener la participación de Bolivia en el grupo brics [Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica], debido a las relaciones comerciales con la India y China. Su defensa de la democracia, precisó, se limita a América Latina. «Azerbaiyán, Qatar y los demás… China, Vietnam… Respeto sus sistemas, pero no los comparto. No me gusta el sistema de partido único, pero lo respeto»24.

Con un discurso anclado en los años 90, afirmó que mantendría una «posición agresiva» para buscar acuerdos de libre comercio con varios países, entre ellos Estados Unidos. Anticomunista de la Guerra Fría, se muestra menos entusiasta con las guerras culturales libradas por las nuevas derechas, aunque no duda en alabar al argentino Milei y al chileno José Antonio Kast. También ha sido entrevistado elogiosamente por figuras como Agustín Laje, el influencer de la «batalla cultural» en Argentina y representante del ala más reaccionaria del gobierno de Milei25, pero el ex-mandatario se mostró más entusiasmado en hablar de la «tiranía» en Cuba o la «narcodictadura» en Venezuela que de la lucha anti-woke.

La izquierda boliviana vuelve así a la situación anterior a 2005: al acrónimo evo Pueblo podría añadirse una facción más pequeña e incierta, liderada por Andrónico Rodríguez, y otras que aún están por llegar. Si Paz gana la segunda vuelta, podría absorber a otra parte aprovechando los recursos estatales26. El mas es un partido de movimientos, lo que era una fuente de fortaleza, pero también de debilidad, ya que carecía de estructura orgánica y dependía de Morales para mantenerse unido. Hoy en día, ese liderazgo ya no existe como lo conocimos.

El poema de José Ángel Valente citado al inicio dice también que lo peor es «esperar que la historia devane los relojes y nos devuelva intactos al tiempo en que quisiéramos que todo comenzase». Con la implosión del mas, se cierra un ciclo político e ideológico que se abrió con las guerras del agua y del gas de 2000 y 2003. Al igual que en los siglos xix y xx, aunque se perciba como un país aislado en los Andes y los llanos orientales, Bolivia siempre ha sido muy permeable a las tendencias ideológicas regionales, desde el liberalismo del siglo xix hasta el populismo de izquierda del siglo xxi, pasando por el nacionalismo revolucionario de los años 50 y las dictaduras militares de los años 70. La segunda vuelta determinará el modo en que se adapte el país al nuevo clima político regional, heterogéneo pero desplazado hacia la derecha, incluso en los países donde el progresismo sigue (por ahora) gobernando.

  • 1.La sigla Movimiento al Socialismo proviene de una fracción de Falange Socialista Boliviana que había girado a la izquierda. Ante las dificultades de Morales para conseguir la personería electoral para el IPSP, negoció en ese entonces con los detentores de la sigla mas, que comenzó a utilizarse junto con la sigla original como MAS-IPSP.
  • 2.Hervé do Alto y P. Stefanoni: «El mas: las ambivalencias de la democracia corporativa», PNUD, La Paz, 2010.
  • 3.Ver Fernando Molina: El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales, Pulso, La Paz, 2009.
  • 4.Quiroga reemplazó a Hugo Banzer, dictador en los 70 y presidente democrático en los 2000, quien se enfermó y más tarde falleció.
  • 5.El periodista Fernando Molina ha puesto el acento en esta cuestión en varias de sus intervenciones.
  • 6.«Bolivia condecora a cuestionado presidente africano» en AP, 23/11/2017.
  • 7. Escrito y dirigido por Manuel Ruiz Montealegre y Hector Ulloque Franco.
  • 8.F. Molina y P. Stefanoni: «¿Cómo cayó Evo?» en Anfibia, 2/2019.
  • 9.Carlos Valdez: «Evo Morales acusa al presidente Arce de ‘plan negro’ para sacarlo de carrera presidencial en Bolivia» en AP, 30/12/2023.
  • 10.«Evo Morales llamó ‘enemigo’ a su histórico ex vicepresidente Álvaro García Linera» en Infobae, 3/4/2023.
  • 11.La justicia consideró, de manera arbitraria, que la Constitución de 2009 no permite la elección discontinua, lo que no se corresponde con la letra del texto constitucional.
  • 12.F. Molina: «Las ‘Arcenomics’ no escapan a la ‘maldición de los recursos naturales’» en Nueva Sociedad edición digital, 2/2024, disponible en https://nuso.org/articulo/las-…
  • 13.«Así fue el ataque a Andrónico Rodríguez en las elecciones de Bolivia por seguidores de Evo Morales» en Perfil, 17/8/2025.
  • 14.Prado fue acusada, sobre todo por la feminista María Galindo, de haber beneficiado con su declaración judicial a su ex-pareja, quien cometió un femicidio luego de su separación.
  • 15.Cabe destacar que el voto nulo no se incluye en los porcentajes de votos válidos.
  • 16.Carlos Eduardo Martínez: «‘Capitalismo para todos’: en qué consiste el plan de Rodrigo Paz, el inesperado ganador de la primera vuelta en Bolivia» en Infobae, 18/8/2025.
  • 17.Entrevista de los autores, 8/2025. El partido que postuló a Paz-Lara es el que obtuvo mayor número de diputados uninominales –que se eligen por voto directo, es decir, no integran la lista presidencial–, un total de 30.
  • 18.Entrevista de los autores, 8/2025.
  • 19.«Los qamiris, la elite aymara que gana con la globalización sin perder sus raíces culturales, según sociólogos» en anf, 19/1/2021; Nico Tassi, Giovanna Ferrufino, Antonio Rodríguez-Carmona y Juan Manuel Arbona: «El desborde económico popular en Bolivia. Comerciantes aymaras en el mundo global» en Nueva Sociedad No 241, 9-10/2012, disponible en https://nuso.org/articulo/el-d…
  • 20.D. Velásquez: «‘Le diplôme ne me donne pas à manger’: transformations des stratégies de mobilité sociale dans la Bolivie de Evo Morales», tesis de maestría, Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS), París, 2025.
  • 21.Rodrigo Paz declaró recientemente que participa en entradas folclóricas de este tipo desde hace décadas.
  • 22.Agustín Laje: «Entrevista a Tuto Quiroga, candidato a presidente de Bolivia», video en YouTube, 21/8/2025.
  • 23.Joaquín Doria: «‘Motosierra, machete y tijera’: el plan de ‘Tuto’ Quiroga para estabilizar la economía de Bolivia» en CNN, 10/8/2025.
  • 24.Ibíd.
  • 25. A. Laje: ob. cit.
  • 26.Paz es el único candidato que aceptó la invitación de Luis Arce para conversar de economía. «Luis Arce advirtió a Rodrigo Paz sobre la crítica situación económica en Bolivia durante un encuentro de cara al balotaje» en Infobae, 26/8/2025.

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