La razón de ser del capitalismo es la acumulación, que puede ser por vía de la apropiación de plusvalía (mecanismo central del capitalismo desvelado por Marx) o de la apropiación por despojo. David Harvey acuñó el término "acumulación por desposesión" para describir el segundo proceso. Su argumento es que tras la llegada del neoliberalismo la acumulación por desposesión ha cobrado más fuerza a través de mecanismos como el desplazamiento de campesinos, el endeudamiento, las privatizaciones y el saqueo de recursos naturales. Uno de los pocos consensos que la realidad argentina impone a la política doméstica es que, desde hace más de una década, el país está inmerso en una profunda crisis económica, financiera y social. Pero los desacuerdos renacen a la hora de caracterizar su origen y las posibles salidas. Mientras que las fuerzas populares piensan la crisis desde el subconsumo, la derecha liberal la caracteriza como una crisis por presión salarial local y la ultra derecha, que llega al poder a fines de 2023, como parte de una crisis global de recomposición de la tasa de ganancia del capitalismo transnacional occidental. A través de un marco teórico marxista, el presente artículo analiza la crisis por medio del comportamiento de la tasa de ganancia de las grandes empresas que operan en el país, y su descomposición, para evaluar empíricamente luego la consistencia de las caracterizaciones realizadas y las propuestas de salida que emanan de las fuerzas políticas dominantes en el país.
Pablo Ignacio Chena
IdIHCS – Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
FAHCE-Universidad Nacional de La Plata, Argentina
pablochena@gmail.com
Uno de los pocos consensos que la realidad argentina impone a la política doméstica es que, desde hace más de una década, el país está inmerso en una profunda crisis económica, financiera y social. Esto lo refleja el estancamiento económico con inflación –con un crecimiento del PBI de 1 % en 12 años (2012-2023)–, inestabilidad financiera y un acelerado deterioro de los indicadores sociales. Lo novedoso en esta oportunidad es que, a diferencia de los años 1989 o 2001, la situación no derivó en una crisis política generalizada, sino que la sociedad está deambulando sobre diferentes aventuras políticas y económicas para resolverla.
Al inicio de las crisis, el gobierno de raíz peronista la gestionó caracterizándola como “de subconsumo”, donde el estancamiento se asocia a la falta de consumo interno y la inflación a la restricción externa –falta de dólares– exacerbada por la fuga de capitales. Con este diagnóstico se aplicaron políticas keynesianas enfocadas en mejorar los ingresos de los sectores populares con industrialización, controles de capitales, renegociación con quita de la deuda externa y políticas sociales activas. Los resultados, que en término de empleo e ingresos amortiguaron el impacto de la crisis, fueron evaluados como insuficientes por la sociedad para controlar la inflación y la inestabilidad cambiaria.
La alternativa de derecha local, agrupada en Juntos por el Cambio, la caracterizó como un problema de falta de rentabilidad del capital nacional, debido a los altos costos laborales locales –crisis por presión salarial local–. Con este diagnóstico impulsaron una redistribución del ingreso a favor del capital –que pasó de apropiarse del 35 % del ingreso en el I trim. 2016 al 42 % en el IV trim. 2019, según Indec–. El modelo se centró en el hostigamiento-debilitamiento de las organizaciones sindicales, acompañado de una fuerte suba en la tasa de interés interna para garantizar la renta financiera con endeudamiento público. Las consecuencias no se hicieron esperar: crisis financiera, aceleración de la inflación y recesión.
Luego de un interregno de 4 años de gobierno peronista, la ultra derecha llega al poder, a fines de 2023, caracterizando la crisis local como parte de una crisis global de recomposición de la tasa de ganancia del capitalismo transnacional occidental. Con este diagnóstico se promueve una receta económica ortodoxa de salida de crisis con aceleración de la concentración del capital y extractivismo de los recursos naturales. El andamiaje institucional para impulsarla se basa en el desmantelamiento del Estado y su regulación económica y financiera, liberalización de los precios internos monopólico, privilegios para las grandes inversiones extractivas (RIGI) y privatizaciones de empresas públicas. Los resultados afloran en destrucción de pymes y de puestos de trabajo, tanto públicos como privados, y el devenir de una profunda depresión económica.
El presente trabajo tiene como objetivo estudiar la crisis argentina actual desde un marco teórico marxista para analizar la viabilidad de las distintas propuestas de salida. Con este fin, en la sección II se desarrolla el marco teórico del artículo, a través de un recorrido por diferentes caracterizaciones de las crisis. En la sección III se analiza la economía argentina de los últimos 20 años y se focaliza en un estudio sobre las posibles causas de la crisis, desde un estudio del comportamiento de la tasa de ganancia de las grandes empresas durante el período. La última sección esta destinada a las reflexiones finales de un trabajo esencialmente exploratorio.
Se parte de entender la crisis económicas como una falla generalizada en el funcionamiento del sistema económico, reflejada en estancamiento, inflación e inestabilidad financiera y política. Bajo este marco, la presente sección repasa las diferentes teorías sobre sus causas y morfologías, desde el meanstream que las adjudica a diferentes factores exógenos al sistema; hasta el marxismo, que focaliza en sus causas endógenas.
El colapso del sistema económico suele sorprender a especialistas y académicos del meanstream económico que, ante esta circunstancia, reaccionan ex post adjudicando la misma a algún desmanejo particular/discrecional de los actores políticos, económicos o a un shock exógeno que rompe con la autorregulación del sistema. Por ejemplo, la crisis argentina de 2001 se adjudicó a los desmanejos fiscales de los políticos, unidos a una política de tipo de cambio fijo (Krugman, 1979); las crisis financieras de 1930 y 2008 a cambios de expectativas de los agentes financieros (Obstfeld 1994) o al riesgo moral (Corsetti et al, 1999). Las crisis en Asia y América Latina de fines del siglo pasado se adjudicaron al riesgo moral o a un shock exógeno que revierte los flujos de capitales “sudden stop” (Clavo 1998). Este decálogo de explicaciones originó una literatura sobre “modelos de crisis financieras”, donde se destacan:
•modelos de primera generación (Krugman 1979), que colocan su atención en la inconsistencia entre el déficit fiscal y la política de tipo de cambio fijo como generadora de las crisis monetarias por pérdida de reservas;
•modelos de segunda generación (Obstfeld 1994), que asocian el colapso al paso de un equilibrio a otro, en un escenario de equilibrios múltiples, como consecuencia de un evento aleatorio que hace cambiar los sentimientos del mercado (cambio en las expectativas);
•modelos de tercera generación (Corsetti et al., 1999), donde el acento está puesto en el riesgo moral como causa de los excesivos préstamos bancarios, endeudamiento externo y déficit en cuenta corriente, en una economía con un sector financiero pobremente regulado y controlado; y
•finalmente, modelos financieros que adjudican a un freno repentino en la entrada de capitales, la causa del colapso (Calvo, 1998). En este aspecto se destaca que una reversión inesperada de los flujos de entrada de capitales financieros (shock exógeno) puede llevar a la economía a la insolvencia, y/o hacer caer drásticamente la productividad media y marginal del capital físico y del trabajo con cierta independencia de los fundamentals de la economía.
En el paradigma marxista las causas de los colapsos generalizados en el proceso de acumulación capitalista deben rastrearse en contradicciones internas al sistema, cuyo reflejo es una disminución la tasa de beneficios. El estudio sistemático de las “teorías marxistas de las crisis económicas” fue llevado adelante por autores como Shaikh (1978), Devine (1987), Wright (2004), Clarke (1994), que diferencian tres grandes tipos de crisis: 1) por subconsumo, 2) por caída en la tasa de ganancia y 3) por presión salarial.1
La crisis por subconsumo
La explicación de las crisis por efecto del subconsumo dominó la teoría económica marxista hasta fines de la década del sesenta del siglo pasado, anclada en dos grandes principios (Clarke 1994, Shaikh 1978): I-que la producción está integrada verticalmente y, por lo tanto, la inversión en bienes de capital es dependiente de la demanda final de bienes de consumo;2 y II- que el ingreso neto se distribuye entre asalariados (que lo destinan íntegramente al consumo) y capitalistas (que sólo destinan una parte del mismo a este fin). Esto genera una brecha creciente entre producción y demanda de bienes de consumo (brecha de demanda), cuya amplitud depende especialmente del poder de compra de los asalariados. Por lo tanto, el tamaño de esta brecha, que determina el nivel de subconsumo existente, crece cuanto menor es la participación de los trabajadores en el ingreso y viceversa (Shaikh, 1978).
Como corolario teórico de esta visión, el capitalismo librado a su suerte se dirige al estancamiento y/o a la crisis debido a que la tendencia a la concentración del ingreso, que acompaña el desarrollo capitalista, tiende a incrementar la brecha de demanda. Frente a este escenario, autoras como Rosa Luxemburgo (1967) ponen el acento en la importancia del rol que cumplen las sociedades no capitalistas y del tercer mundo como generadoras de demanda de productos de las economías capitalistas. Mientras que otros autores, como Baran y Sweezy (1988), enfatizan la tendencia al estancamiento del capitalismo monopólico, debido a que su capacidad productiva crece más rápido que la absorción de esos productos. Por lo tanto, para contrarrestarlo es necesario un impulso exógeno a la demanda efectiva a través del cambio tecnológico, los gastos militares y gastos en propaganda para acelerar el consumo.
La crisis por caída en la tasa de ganancia
A diferencia de la teoría de la crisis por subconsumo, las referidas a la caída en la tasa de ganancia, junto a las de presión salarial, comparten la idea de que el capitalismo, impulsado por la búsqueda de beneficios, tiende naturalmente a la expansión. Y su propio dinamismo es el que genera las contradicciones internas que lo llevan a la crisis (Shaikh, 1978).
En consecuencia, las teorías de las crisis por caída en la tasa de ganancia destacan que, en su búsqueda de beneficios, las empresas compiten por ganar mercados disminuyendo sus costos de producción por medio de innovaciones permanentes en el proceso de trabajo. En este contexto, los trabajadores se especializan en tareas cada vez más acotadas, de modo de conseguir una fuerza de trabajo homogénea que luego pueda ser reemplazada por máquinas. El proceso de automatización continua, forzado por la competencia, obliga a los capitalistas a invertir cada vez más en tecnología para no quedar afuera del mercado y esto aumenta la composición orgánica del capital.3 Dicho proceso disminuye tendencialmente la tasa de ganancia promedio del capital hasta una situación de crisis sistémica (Marx, 1961).
Un factor secundario que puede acelerar esta dinámica es el incremento en los salarios reales como consecuencia de la lucha de clases. Sin embargo, la competencia capitalista global, como motor principal del deterioro en la tasa de beneficios, actúa independientemente de la lucha de los trabajadores por mejorar sus condiciones laborales (Shaikh, 1978). Por último:
Una vez que la crisis se dispara, los capitalistas menos eficientes son expulsados del sistema y los más fuertes compran sus activos a precios anormalmente bajos. Con el aumento del desempleo los trabajadores se debilitan, los salarios reales tienden a caer y el proceso de trabajos se intensifica aumentando la tasa de explotación. Todos estos factores aumentan la tasa de beneficios. De esta forma cada crisis de este tipo crea las condiciones para un nuevo ciclo de crecimiento y caída (Shaikh 1978, p. 236)
La crisis por presión salarial
Estas últimas están generadas por aumentos en los salarios reales que superan los incrementos de productividad laboral, en consecuencia, hacen caer la tasa de beneficios hasta el colapso (Glyn y Sutcliffe, 1972; Boddy y Crotty, 1975). Los riesgos endógenos de este tipo de comportamiento aumentan con el auge económico y la concomitante disminución en la tasa de desempleo, que se traduce en mayor poder de negociación para los trabajadores a la hora de reclamar mejores salarios reales y/o condiciones laborales. Un argumento compartido con economistas del meanstream, cuando plantean que la crisis obedece a un exceso de poder de los sindicatos a la hora de fijar salarios y condiciones laborales.
Estas crisis, junto a las de subconsumo, podrían evitarse si el Estado se compromete, a través de la regulación macroeconómica del mercado de trabajo y/o por medio de un compromiso social distributivo, a controlar que los salarios reales sigan un sendero que evite un crecimiento por encima de la productividad (que llevaría a una crisis por presión salarial) y/o una caída en exceso de los mismos (que produzca una crisis de subconsumo). En términos políticos, la posibilidad de evitar y/o salir de estas crisis a través de la política económica, lleva a las fuerzas populares y conservadoras a un enfrentamiento por imponer las políticas económicas necesarias para superar las crisis del capitalismo. Sin embargo, sus capacidades son limitadas a la hora de enfrentar una crisis por caída en la tasa de ganancia.
Desde el punto de vista del desenvolvimiento macroeconómico, los últimos 20 años de historia económica argentina se pueden diferenciar en dos grandes etapas (2002-2011) y (2012-2023). En la primera de ellas, el PBI creció anualmente en promedio 4,7 %, acompañado de una elevada generación de empleo privado, que absorbió el 116 % del incremento de la PEA. Como contraste, en la segunda (2012-2023) la economía se estancó y sólo el 10 % del crecimiento promedio anual de la PEA fue “absorbido” por el empleo privado registrado. Mientras que un 26 % de la misma se incorporó al sector público, lo que se resume en una absorción de empleo total privada y pública del 36 % de la PEA anual (Cuadro 1).
Cuadro 1. Generación de empleo asalariado privado y público registrado. Insuficiencia dinámica del sector privado y absorción total de empleo en Argentina (2002-2023)
|
Periodos |
Tasa de Crecimiento PBI real |
Variación Empleo Asalariado Privado Registrado (EAPR) (En miles de trabajadores) |
Variación Empleo Asalariado Público Registrado (En miles de trabajadores) |
Variación PEA (En miles de trabajadores) |
Absorción Empleo Privado |
Absorcíon Empleo Público |
Absorción total |
||
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
|
Productivismo Industrial (2002-2011) |
Promedio Anual |
4,7 % |
258 |
S/D |
223 |
116 % |
S/D |
S/D |
110 % |
|
Estancamiento con Inflación (2012-2023) |
Promedio Anual |
0,2 % |
29 |
78 |
297 |
10 % |
26 % |
36 % |
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, STEySS, Ferreres (2005).
Un escenario con números tan disimiles en términos de resultados económicos, sumado a un contexto actual de estanflación crónica, abrió un debate entre las diferentes fuerzas políticas sobre la crisis y las posibles salidas. En la sección siguiente desarrollamos una breve caracterización empírica de las teorías marxistas de las crisis, como marco interpretativo de las diferentes posiciones políticas respecto a una posible salida de la misma.
Todo colapso del modo de producción capitalista se refleja previamente, en clave marxista, a través una caída en la tasa de ganancia. Por lo tanto, un análisis empírico de los componentes de la misma puede dar señales de sus diferentes causas. En la literatura empírica es común descomponer la tasa de ganancia del capital de la siguiente manera (Devine, 1987; Shaikh, 1999; Maniatis, 2012):
r=SK=SY∗YZ∗ZK
Donde: r= tasa de beneficios (rentabilidad); S= masa de beneficios, K= stock de capital; Y= Ingreso (Producto Neto); Z= capacidad de producción; SY = Participación de los beneficios en el ingreso; YZ = utilización de la capacidad instalada.
A través de esta descomposición de la tasa de ganancia se puede observar que; si la causa de la crisis es por presión salarial se refleja especialmente en una caída en SY; si obedece a una insuficiencia de demanda efectiva (subconsumo) se expresa en una disminución sistemática en la utilización de la capacidad instalada YZ; y si es por caída en la tasa de ganancia se manifiesta en un incremento en la composición orgánica del capital (expresada en ZK ).
Para aplicar esta caracterización empírica a la crisis argentina se recurrió a los datos de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas (ENGE), desarrollada por el INDEC. La misma consta de un panel conformado por las 500 empresas más grandes de la Argentina,4 con representatividad sectorial, excepto en los sectores financiero, agropecuario y de servicios personales. En una primera aproximación a los datos, el gráfico 1 muestra que la crisis se refleja en un deterioro significativo en la rentabilidad del capital, que durante el período 2014 y 2022 cayó 44 % respecto al activo y 57 % sobre el capital propio invertido; con un mínimo registrado en 2020 (gráfico 1).
Gráfico 1. Rentabilidad sobre el activo y sobre el capital propio de las grandes empresas, según la ENGE. Argentina (2012-2022)
Fuente: elaboración propia en base a la ENGE
A continuación se descompone la tasa de rentabilidad del capital, en sus diferentes componentes, para estudiar su relación con las causas de la crisis que esgrimen las diferentes fuerzas políticas.
El liberalismo local y la caracterización de la crisis por presión salarial
Las fuerzas políticas liberales de la Argentina suelen culpar de la crisis a la presión que ejercen los sindicatos sobre los beneficios de las empresas. Bajo este argumento, la causa de la misma sería un “exceso” de derechos laborales, resguardados por sindicatos que presionan sobre los beneficios de las empresas hasta llevarlas al colapso.
Una mirada a la evolución de la participación del Excedente de Explotación Neto (EEN) en el Valor Agregado (VA) de las grandes empresas, junto a la participación de las utilidades en el VA, muestra que, en el corto plazo, el comportamiento de ambas variables fue similar al de la rentabilidad sobre el activo (Gráfico 2). Sin embargo, en el largo plazo, el análisis punta a punta señala que la rentabilidad cayó significativamente a lo largo del periodo (57 %). Mientras que la participación del EEN en el VA (como así también la participación de las Utilidades en el mismo) se mantuvieron relativamente constantes entorno al 29 % en el primer caso y al 19 % en el segundo. Por otra parte, la rentabilidad máxima sobre el capital propio se registró en 2014-2015, mientras que el pico de participación del EEN y las Utilidades en el VA fue en 2018. Finalmente, el mínimo coincide en todos los casos con el año 2020, donde la pandemia del Covid-19 jugó un papel determinante.
Gráfico 2. Evolución de la rentabilidad sobre el capital propio y de la participación del Excedente de Explotación Neto y de las Utilidades en el Valor Agregado según la ENGE. Argentina (2012-2022)
Fuente: elaboración propia en base a la ENGE
El campo nacional y popular y la caracterización como crisis de subconsumo
Las fuerzas políticas populares suelen asociar la crisis a la falta de consumo interno. Para observar esta posibilidad, el gráfico 3 toma como indicador de la brecha de demanda (o insuficiencia de demanda) al indicador del grado de utilización de la capacidad instalada industrial del INDEC. Respecto a la evolución general de este indicador, se observa que el mismo resulta relevante para explicar la dinámica de la caída de largo plazo (punta a punta) en la rentabilidad. Sin embargo, ambos indicadores muestran comportamientos opuestos en el corto plazo –(2013-2015) y (2016-2018)–, con la alternancia de gobiernos de raíz popular y liberal respectivamente.
Gráfico 3. Evolución de la rentabilidad sobre el capital propio y de la Utilización de la Capacidad Instalada en la Industria (UCI). Argentina (2012-2022)
Fuente: elaboración propia en base a la ENGE e INDEC
La ultra-derecha y su caracterización de la crisis por caída en la tasa de ganancia del capitalismo global
La expresión dominante del liberalismo extremo, representada por el espacio político de la libertad Avanza en Argentina, interpreta la crisis doméstica como parte de una reconfiguración del capitalismo global de occidente liderado por EE. UU. En palabras del presidente Javier Milei: “Occidente está en peligro, está en peligro porque aquellos que teóricamente deben defender los valores de occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo” (Discurso de Milei en Davos, 2024)
En términos históricos, existe consenso documentado sobre la última gran crisis por caída en la tasa de ganancia del capitalismo de occidente (especialmente en Estados Unidos), que comenzó en la década del 60 del siglo pasado y se extendió hasta principio de la década del 80 (Shaikh, 1999; Maniatis, 2012; Mohun, 2005). En un ejercicio de síntesis, y en base al comportamiento de la tasa de ganancia, Maniatis (2012) resume la evolución del capitalismo de posguerra en occidente en tres grandes etapas. La edad de oro (1948-1965), los años de crisis (1966-1982) y la era neoliberal (1983-2007). Con una reconfiguración neoliberal que consistió esencialmente en un proceso espacial de deslocalización de la producción en los países asiáticos, con el objetivo de reducir costos laborales a través de Cadenas Globales de Valor (CGV); concomitante a un proceso temporal de financierización de los excedentes económicos (Arrigui, 2007; Harvey, 2007; Stockhammer, 2004).
Posteriormente, la crisis financiera de 2008 en Estados Unidos, así como la guerra comercial de Estados unidos con China, junto al conflicto bélico en Ucrania, marcan un límite al mundo neoliberal de producción en CGV y de financierzación tal cual lo conocimos. En un escenario económico global que se abre a una nueva etapa, se observa que el capitalismo de las potencias occidentales profundiza su penetración en América Latina en la búsqueda de recursos naturales, a través del extractivismo (Svampa y Viale, 2015), y acelera su proceso de concentración.
En este nuevo orden, las fuerzas ultra-liberales locales pretenden allanarse al proceso global en forma similar a como lo hizo Argentina en la última década del siglo pasado; durante las presidencias de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando De la Rúa (1999-2001). Un período hegemonizado por la aplicación de políticas económicas neoliberales y signado por un final precipitado en la gran crisis económica y social de 2001.
En resumen, los resultados del neoliberalismo de fines del siglo pasado, que se pretende re-editar como utopía en la actualidad, fue un relativo crecimiento promedio anual del PBI (3,4 %), combinado con el estancamiento en la generación de empleo privado registrado, que sólo absorbió el 10 % de la variación de la PEA anual promedio, y una importante destrucción de empleo público, del orden del 7 % de la variación de la PEA anual promedio (Cuadro 2).
Cuadro 2. Generación de empleo asalariado privado y público registrado. Insuficiencia dinámica del sector privado y absorción total de empleo en Argentina (1991-2001)
|
Periodos |
Tasa de Crecimiento PBI real |
Variación Empleo Asalariado Privado Registrado (EAPR) (En miles de trabajadores) |
Variación Empleo Asalariado Público Registrado (En miles de trabajadores) |
Variación PEA (En miles de trabajadores) |
Absorción Empleo Privado |
Absorcíon Empleo Público |
Absorción total |
|
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
|
Etapa I: Neoliberalismo (1991-2001) |
Promedio Anual |
3,4 % |
28 |
-22 |
291 |
10 % |
-7 % |
2 % |
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, STEySS, Ferreres (2005).
En definitiva, la historia del neoliberalismo en la Argentina y el devenir de las transformaciones que acontecen en el capitalismo occidental global, generan fundadas reservas respecto al camino que propone la ultra-derecha para salir de la crisis.
Todo colapso económico muestra factores exógenos y endógenos que potencian su profundidad y extensión. Sin embargo, el estudio de las dinámicas dominantes en las crisis y las relaciones causa-efecto que surgen en su interior son un tema que divide aguas en la teoría económica. Para los especialistas del meantream, los comportamientos arbitrarios (exógenos al sistema) de ciertos actores económicos son la causa de las mismas. Lo cual se refleja en numerosos “modelos de crisis”, donde se destaca la combinación de desajustes fiscales, monetarios y cambiarios, así como también factores financieros relacionados al riesgo moral, los equilibrios múltiples y el sudden stop en los flujos de capitales internacionales.
Por el contrario, en la teoría marxista las causas de los colapsos generalizados en el proceso de acumulación capitalista deben rastrearse en contradicciones internas del sistema y se reflejan en una disminución la tasa de beneficios. En este aspecto, nuestro análisis de las “teorías marxistas de las crisis económicas” las sintetiza en tres grandes tipos: 1) subconsumo, 2) caída en la tasa de ganancia y 3) presión salarial.
El presente artículo analizó la crisis que transita la Argentina desde 2012, a través del comportamiento de la tasa de ganancia de las grandes empresas que operan en el país y su descomposición. Luego, este marco empírico se utilizó para evaluar la consistencia de las diferentes propuestas de salida de crisis que emanan de las fuerzas políticas dominantes en el país.
Como primera aproximación, los datos mostraron que, efectivamente, la crisis actual se refleja en un deterioro significativo en la rentabilidad del capital, que entre 2014 y 2022 cayó 44 % si se mide sobre el activo y 57 % si se lo hace sobre el capital propio invertido.
Para estudiar si esto es producto de la presión salarial, como esgrimen las fuerzas liberales, se analizó la evolución de la participación del Excedente de Explotación Neto (EEN) en el Valor Agregado (VA) por las grandes empresas (y/o en la participación de las utilidades en el VA). Se observó que, si bien en el corto plazo estas variables tuvieron un comportamiento similar a las de la rentabilidad sobre el activo; en el largo plazo la rentabilidad del capital propio cayó 57 % ; mientras que la participación del EBE en el VA, como así también la participación de las Utilidades, se mantuvieron relativamente constante (entorno al 29 % en el primer caso y al 19 % en el segundo). De esta forma, los datos muestran que la “presión salarial” no está relacionada con la crisis en el largo plazo.
En el otro extremo de la grieta, las fuerzas del campo nacional y popular suelen asociar la crisis al subconsumo. Para observar esta posibilidad, se tomó como indicador de la brecha de demanda (o insuficiencia de demanda) al indicador del grado de utilización de la capacidad instalada industrial. Respecto a su evolución general se observó que, a la inversa del caso anterior, este indicador comparte su caída de largo plazo con la tasa de rentabilidad del capital; pero tiene un comportamiento de corto plazo opuesto durante los periodos 2013-2015 y 2016-2018, con gobiernos de raíz popular y liberal respectivamente.5
Finalmente, el ultra-liberalismo interpreta la crisis argentina como parte de una reconfiguración del capitalismo global de occidente que busca recuperar su tasa de ganancia. Ante este escenario la propuesta es allanarse al proceso global en forma similar a como se hizo en la última década del siglo pasado. Un período hegemonizado por la aplicación de políticas económicas neoliberales que significó un agravamiento del subdesarollo nacional, con el estancamiento en la generación de empleo privado registrado (que sólo absorbió el 10 % de la variación de la PEA anual promedio), combinado con una importante destrucción de empleo público (del orden del 7 % de la variación de la PEA anual promedio). A esto se suma su final precipitado en la gran crisis económica y social de 2001. En definitiva, la historia del neoliberalismo en la Argentina hace poco prometedor al camino de la ultra-derecha, como meca para salir de la crisis.
Finalmente, este artículo no pretende (ni puede) dar una respuesta taxativa respecto a las causas de la crisis argentina, ni de su camino para resolverla. Sin embargo, los indicios analizados apuntan a que la misma es una expresión doméstica de una crisis del capitalismo global de occidente, que se expresa internamente en un subconsumo agravado por el ritmo de deterioro de las condiciones sociales. En este escenario, las fuerzas del campo nacional y popular corren el riesgo de quedar atrapadas por una disputa, con la derecha local, sobre la distribución del ingreso y sus consecuencias -crisis de subconsumo vs de presión salarial-, mientras las fuerzas de ultra-derecha avanzan en su promesa de incluir a la Argentina, como periferia pasiva, en el escenario de la acumulación por desposesión (Harvey, 2004), sintetizada en concentración económica y extractivismo.
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1 Las teorías marxistas de las crisis económicas incluyen también otros tipos de crisis ( por ejemplo: crisis por sobreproducción, por sobreacumulación o por desproporcionalidad sectorial), sin embargo las mismas no son objeto en este trabajo porque no remiten a la caracterización del período que se está analizando.
2 En definitiva, el producto neto o excedente está compuesto por bienes de consumo.
3 Proporción de capital constante sobre capital variable.
4 Dos según el valor bruto de producción.
5 Cabe aclarar que el presente artículo, por su enfoque marxista, no analiza la mirada estructuralista de las crisis argentinas, basada en la restricción externa, una referencia muy difundida en ciertas expresiones del campo nacional y popular.
Se me ocurrió efectuar una búsqueda en Google asociando dos conceptos aparentemente contradictorios : » fascismo de mercado »
Y Google me dio una respuesta generada por inteligencia artificial :
» El concepto de «fascismo de mercado» es problemático porque el fascismo históricamente se ha asociado con un fuerte intervencionismo estatal en la economía, mientras que el mercado libre es un pilar del liberalismo económico. Intentar combinar ambos conceptos genera una contradicción. Sin embargo, algunos analistas han utilizado este término para describir ciertas tendencias contemporáneas que combinan elementos de autoritarismo político con políticas económicas favorables al mercado. »
En mi opinión definitivamente es una tendencia contemporánea para nada contradictoria que implica la intervención, infiltración y desposesión de los Estados Nacionales y sus recursos económicos y naturales a favor de los más ricos y más poderosos. Una tendencia asociada a prácticas autoritarias, corruptas y perversas siempre vinculadas a la idea de DEPREDACIÓN, SEGREGACIÓN y EXTERMINIO basados en algún concepto muy primitivo de superioridad racial, religiosa, esotérica o ancestral.
Definitivamente hay que parar esto generando algún Movimiento GLOBAL desde el interior de los Pueblos y Comunidades.