Capitalismo en la nube

Luego de poner más de cien millones de dólares en la campaña de Trump, la pregunta general era qué recibiría a cambio el gran representante del capitalismo en la nube. Un modelo económico basado en plataformas digitales . Se basa en feudos tecnológicos o feudos en la nube. El capital en la nube está compuesto por dispositivos que modifican el comportamiento humano. La nube es ubicua y desconectada del medio ambiente físico. La imagen abstracta de la nube oculta su impacto ambiental y la intervención política que como la que intenta Musk, facilita su construcción. Como sabemos ya , el capitalismo digital exacerba la precarización laboral, la concentración monopolica, la financiarización y la pérdida de soberanía política. La crisis del Covid-19 ha acelerado la dinámica de descomposición y el proceso sigue profundizándose.

Nepotismo y negociados: Musk apunta a tomar el control del Pentágono tras millonaria donación a Trump

 

Al parecer hay algunos indicios: ya que pretende que nombre en el Pentágono algunos empleados de la empresa de cohetes, SpaceX, como altos funcionarios del gobierno, incluso en el Departamento de Defensa». Space X posee contratos con el Pentágono por 3,6 millones de dólares y la Nasa por 11,8 millones de dólares. Sus exjecutivos, en esta era nepotismo y acomodos, serían jueces y parte en la asignación de importantes contratos gubernamentales.

Las seis empresas de Musk «tienen vínculos estrechos con agencias federales y ganan miles de millones de dólares con contratos para lanzar cohetes, construir satélites y proporcionar servicios de comunicaciones espaciales». Ahora el empresario tiene influencia sobre el presidente que nombra a los directores de las agencias y departamentos a cargo de, buena parte, de estos contratos.

Veamos un vistazo rápido de sus contratos.

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Y leamos lo que dice The New York Times:

“Todos los molestos trámites de cumplimiento desaparecen”, dijo Stephen Myrow, socio gerente de Beacon Policy Advisors, una firma que vende a las corporaciones actualizaciones diarias sobre las tendencias regulatorias y legislativas en Washington.

Hal Singer, un economista que ha asesorado a partes que han presentado impugnaciones antimonopolio contra empresas tecnológicas y también es profesor en la Universidad de Utah, dijo que Tesla y SpaceX pueden esperar un menor escrutinio por parte del Departamento de Justicia.

“Es poco probable que persigan a Elon; el Departamento de Justicia de Trump no lo hará”, dijo. “Abstenerse de investigar a sus amigos, pero presentar casos que investiguen a sus enemigos; eso es lo que vimos durante la primera administración de Trump”.

La riqueza de Musk ya aumentó en 20.000 millones de dólares debido a que las acciones de Tesla subieron tras las elecciones, lo que elevó su patrimonio neto total a 285.000 millones de dólares , según una estimación de Forbes. Tesla se beneficia, por ejemplo, de un crédito fiscal de 7.500 dólares por la compra de vehículos eléctricos, lo que ayuda a reducir el coste de la compra de uno de sus coches. El año pasado, Tesla también ganó 1.790 millones de dólares en créditos de carbono , según su informe anual más reciente. Vende los créditos a otros fabricantes de coches cuyas flotas no cumplen los límites de emisiones impuestos por el gobierno federal, así como a la Unión Europea, California y China.

SpaceX también tiene enormes contratos con el Departamento de Defensa, tantos que los funcionarios del Pentágono están preocupados de que dependan demasiado de la compañía de Musk para los lanzamientos de cohetes.

“Tener un buen amigo en la Casa Blanca podría ser algo muy bueno para Tesla y SpaceX”, dijo Scott Amey, asesor general del Proyecto de Supervisión Gubernamental, un grupo que monitorea las contrataciones federales, particularmente en el Pentágono. “Hay que preocuparse por las decisiones que no son las mejores para los contribuyentes cuando se tienen ese tipo de relaciones estrechas”.

En la NASA, que también tiene grandes contratos con SpaceX, Musk podría presionar para que la agencia adopte su obsesión de larga data con los viajes a Marte, en lugar de sus ambiciones actuales de regresar a la Luna. Trump ya ha expresado su apoyo a esa medida.

“Hey, ya hemos llegado a la Luna”, dijo Trump en 2019, durante su primer mandato como presidente. “Eso no es tan emocionante”.

Actualmente, la NASA prevé gastar un total de 93.000 millones de dólares entre 2012 y 2025 en esta misión lunar, llamada Artemisa. Ya se han hecho llamamientos para reevaluar este compromiso, que incluye un contrato con SpaceX de hasta 4.400 millones de dólares para dos aterrizajes en la Luna.

La influencia sobre Trump puede ser determinante para los 20 procesos administrativos y judiciales que enfrentan sus empresas. Trump ha hablado de conformar una «Comisión de Eficiencia Gubernamental» que puede desmantelar los departamentos que intentaron regular a las empresas de Musk.

Entre muchos de los procesos en contra de sus empresas están:

  1. La apertura de cinco investigaciones delLa Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras contra Tesla por frenadas inesperadas , pérdida de control de la dirección y choques mientras los coches estaban en modo de “conducción autónoma”.
  2. La acusación por fraude bursátil de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos «por una serie de tuits falsos y engañosos relacionados con la privatización de Tesla. Musk había publicado en Twitter que había planeado privatizar la empresa a 420 dólares por acción y que tenía «financiación asegurada» para una transacción. Como parte de un acuerdo posterior con la SEC, renunció como presidente de Tesla y Tesla pagó una multa de 20 millones de dólares» .
  3. Dos fallos de la Junta Nacional de Relaciones Laborales: uno de ellos castiga a Musk por tuitear que los trabajadores de las fábricas perderían opciones sobre acciones si se unieran a un sindicato. Si Musk es asesor de Trump, o director de la Comisión de Eficiencia Gubernamental, los organismos podrían evitar multar a sus empresas para no ser sancionados con quita de presupuesto, por ejemplo.

Veamos un mapa con todos los procesos en contra de sus empresas:

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Si Musk es asesor de Trump, o director de la Comisión de Eficiencia Gubernamental, los organismos podrían evitar multar a sus empresas para no ser sancionados con quita de presupuesto, según The New York Times.

Si Musk consiguiera un puesto de asesor de alto nivel en una administración Trump, los reguladores podrían tener que considerar cómo la adopción de medidas contra una de las empresas de Musk podría afectar a su presupuesto o autoridad regulatoria, incluso si él no presionara directamente a esas agencias para que dieran marcha atrás, dijo Clark.

El gobierno federal tiene normas destinadas a evitar este tipo de conflictos. Hay 1.019 comités asesores con más de 60.000 miembros, que opinan sobre todo, desde cómo se utilizan los pesticidas en las granjas hasta cómo se manejan los caballos salvajes en Estados Unidos. Pero cada uno de estos comités tiene una jurisdicción muy limitada, en comparación con una revisión de “eficiencia” de todo el gobierno que encabezaría Musk.

Otra ley penal prohíbe a los empleados federales y asesores externos, que a veces son considerados “ empleados especiales del gobierno ”, “participar personal y sustancialmente en cualquier asunto particular que afecte sus intereses financieros, así como los intereses financieros de su cónyuge, hijo menor, socio general o una organización en la que se desempeñe como funcionario”.

Pero eso no ha impedido que surjan problemas con asesores externos, incluso con aquellos que tienen carteras mucho menos complicadas que la de Musk. Según han demostrado varios estudios , los asesores de la industria farmacéutica de la Administración de Alimentos y Medicamentos a menudo parecen haber hecho recomendaciones que benefician sus intereses corporativos, al igual que los contratistas militares contratados para asesorar al Pentágono.

Musk ha insinuado una medida gubernamental que le gustaría ver: cancelar el contrato Starliner de la NASA con Boeing, su principal competidor en la industria.

Musk, varias veces, ha «alardeado de que reduciría en 2 billones de dólares el presupuesto federal (el gobierno actualmente gasta alrededor de 6 billones de dólares al año) y recortaría miles de empleados públicos si es nombrado como jefe de la Comisión de Eficiencia Gubernamental», según The Washington Post. Pero no es el único billonario tecnológico que busca quedarse con una buena tajada en la Administración de Trump.

Esta enfoque hiper (neo) liberal coincide con las conversaciones de Trump con los altos ejecutivos de Facebook, Google y Apple, Mark Zuckerberg, Sundar Pichai y Tim Cook. Los ejecutivos quieren que Trump derribe todos los procesos del Departamento de Justicia y el de Comercio contra sus empresas por monopolio y fusiones y adquisiciones. Google, por ejemplo, perdió un caso judicial porque se comprobó su monopolio en las «búsquedas en línea». El Departamento de Justicia puede pedir que la empresa se divida.

La administración Biden ha puesto a las empresas tecnológicas en la mira con una agresiva acción antimonopolio y una ofensiva contra las fusiones y adquisiciones. En los últimos cuatro años, el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio han presentado demandas antimonopolio contra Amazon, Apple, Meta y Alphabet, la empresa matriz de Google. Los casos han amenazado sus negocios, especialmente a Google, que fue declarado monopolista.

La FTC también ha tomado medidas enérgicas contra las fusiones y adquisiciones y ha anunciado una investigación sobre las inversiones de los gigantes tecnológicos en empresas emergentes de inteligencia artificial. El escrutinio de la agencia ha sido criticado por los capitalistas de riesgo y otros por frenar las transacciones en Silicon Valley y obstaculizar las oportunidades tradicionales de crecimiento de las grandes empresas.

Trump ha dicho que los líderes de esas compañías han expresado su disposición a pasar página en esos dolores de cabeza regulatorios. Ha sido receptivo a sus llamados y escuchó con simpatía las quejas de Cook sobre los reguladores europeos durante una llamada el mes pasado.

“No voy a permitir que se aprovechen de nuestras empresas”, recordó Trump haberle dicho a Cook durante una entrevista en un podcast el mes pasado . “Eso no va a suceder”.

Trump también ha expresado su escepticismo sobre la posibilidad de que el gobierno desmembre Google, diciendo que lo consideraba un baluarte contra las ambiciones tecnológicas de China. Aunque el presidente electo ha criticado a la empresa a lo largo de los años por la forma en que su algoritmo clasifica los artículos de noticias sobre él, expresó su preocupación de que debilitar a la empresa podría ser peligroso en un momento de competencia tecnológica internacional.

Esas posiciones regulatorias más suaves han aumentado las esperanzas en Silicon Valley de que Trump pueda reemplazar a Lina Khan, la presidenta de la Comisión Federal de Comercio, que ha tratado de bloquear las fusiones, y a Gary Gensler, el jefe de la Comisión de Bolsa y Valores, que ha antagonizado a la industria de las criptomonedas.

El mandato de Khan ha expirado y Trump tendrá que decidir si la mantiene en el cargo. Khan ha recibido elogios del vicepresidente electo JD Vance, quien la ha elogiado por estar dispuesta a atacar a las grandes empresas tecnológicas. Pero sus opiniones serán solo una de las muchas que Trump, que tiene un historial de buscar opiniones encontradas sobre cuestiones antes de tomar decisiones finales, tendrá en cuenta.

Al interactuar directamente con Trump, los ejecutivos tecnológicos aumentan sus posibilidades de convencerlo sobre qué acción tomar y posiblemente influir en el reemplazo de Khan, dijo Adam Kovacevich, director ejecutivo de la Cámara de Progreso, un grupo de políticas tecnológicas respaldado por empresas como Amazon y Apple.

Esto configura una presidencia de Trump favorable a los señores tecnofeudales que dominan el “capitalismo en la nube” en Occidente, parafraseando a Yanis Varoufakis.

Un comentario

  1. ¿Por qué quiere «tomar el control del Pentágono»? Porque el Pentágono lo controlan Black Rock, Vanguard, y sus empresas militares Lokheed Martin, Raytheon, etc., etc.. Los militares están en el bolsillo de la camarilla oligárquica que controla a esos fondos de inversión (muchísimo más grandes que las empresas Space X y Tesla de Musk).

    Esa camarilla, a la que alude, a veces, por otros temas, Rovelli (la influencia que ejercen dentro del FMI) y a la que aludió Parrilli en ocasión de comentar el préstamo del FMI a Argentina en la época de MM, no es exclusivamente estadounidense sino que forma combinaciones con otras camarillas de Europa Occidental, principalmente de Gran Bretaña. Bae System, por ej., es una empresa británica, un contratista militar, con base en Inglaterra, pero una de sus sedes principales está en EE.UU. El entramado entre lo militar, lo financiero, lo industrial y lo mediático es muy pero muy ajustado. Por eso las palabras que usó Eisenhower a fines de los años ’50 de «complejo militar-industrial» (más lo financiero y mediático) son muy certeras.

    Esas camarillas oligárquicas quedan desaparecidas, invisibilizadas de todos los análisis por obra y gracia de la insistencia y la obsesión focalizada en Musk (la parte visible).

    Este insistente discurso y el pensamiento que le subyace, aparentemente progresista porque critica a un oligarca como Musk, no puede comprender que no es lo mismo un oligarca como Musk que decidió visibilizarse a sí mismo y se plegó a la causa de un liderazgo político notable como el de Trump, que los oligarcas que forman la camarilla mencionada precedentemente, que trabajan desde las sombras, casi todo el tiempo, están empeñados en objetivos inconfesables y no solo les estorban los liderazgos políticos verdaderos (como el de Trump), sino que necesitan figuras públicas fácilmente manipulables como Biden, Obama, K. Harris, etc., etc.

    Artemio, las toneladas y toneladas de artículos de este estilo, no van a cambiar esta realidad. Esta realidad sigue operando, sigue generando efectos. El clivaje dentro de las oligarquías lo generó el liderazgo de Trump, sin el cual ese clivaje no hubiera ocurrido.

    Es mejor asumirla ahora, porque después va a ser demasiado tarde. Quizá después haya alguna guerra nuclear, que el liderazgo de Trump no haya podido parar, y, si hay sobrevivientes, sería lamentable que se les eche la culpa a los que intentaron parar la guerra y no se diga nada de los que trabajan incansablemente, desde las sombras y con pretextos geopolíticos absurdos, por desatarla. Esto ya ocurrió en la historia, varias veces, sería triste que se repita de nuevo.

    Me resulta difícil transmitir estas cosas que veo con suma facilidad a una mayoría de personas que tienen un punto ciego sobre esto, porque tengo la tentación de decirles “tontos, ¡cómo no lo ven!”. Pero, luego, reflexionando, entiendo que hay todo un sistema, una cultura generalizada que no incentiva para nada (al contrario) la curiosidad sobre problemas o enigmas y, mucho menos, el poner en juego la capacidad creativa individual. Todo el tiempo se juega con las pasiones y las certezas de las personas.

    A medida que Cristina envejezca, sino surge un liderazgo de conjunto o de conducción (Axel no es esto, es un buen gobernante y poco más) cada vez hay menos chances de revertir la crisis ideológica y política, con lo cual condenamos a los jóvenes de ahora que deberán lidiar con un futuro horrible, y quién sabe si Argentina podrá conservar la unidad como país.

    Disculpas Artemio por insistir en la crítica a estos discursos, pero creo que, a través de esto, el contraste expuesto puede llegar a incentivar a alguien o a algunos a trabajar y perfeccionar el análisis sobre el proceso global que es clave y del cual depende el futuro de la Argentina.

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