Luego de cuatro meses de espera la CGT fue recibida en la Casa Rosada. Los funcionarios manifestaron su disposición a eliminar los puntos más irritativos de la reforma laboral y avanzar en la homologación de las paritarias ya firmadas. Los dirigentes sindicales mostraron conformidad con la reunión. Sin embargo apenas  24h después la central obrera, luego de la reunión de su Consejo Directivo Central, anunció un paro general de un día para el 9 de mayo, ratificó la realización de una acto masivo el 1°, Día Internacional de los trabajadores y trabajadoras y anunció que participará activamente de la movilización de las universidades nacionales y del conjunto de la comunidad educativa el próximo 23 de este mes.

Gobierno
Por el lado del gobierno con el nombramiento de Julio Cordero como secretario de Trabajo se abrían las posibilidades de diálogo tan esperadas por la CGT. Sin embargo no bien asumió entró en contradicciones con el ministro de Economía Luis Caputo. Este no está dispuesto a que se convaliden acuerdos por arriba del 10% mensual. Poner un techo a las paritarias es, en su concepción, fundamental para compensar el alza de las tarifas de los servicios públicos de los próximos meses y lograr que en abril o mayo la inflación se desacelere a  un dígito. El nuevo secretario manifestó estar de acuerdo en aplicar ese tope a partir de su asunción, pero insistía en que hay que homologar las paritarias firmadas con anterioridad a su asunción al cargo. No tuvo éxito, la reformulación de la paritaria de camioneros muestra que se impuso el ministro de Economía. Veremos si el mismo criterio se aplica a paritarias pendientes. Entre otras la paritaria de la UTA, que sí fue homologada y el gobierno se niega a que se cumpla, y la de Aceiteros.

Datos duros
Con la información oficial dada por el INDEC, que arrojó que el Índice de Precios al Consumidor fue en marzo del 11%, la inflación acumulada en los últimos cuatro meses alcanzó el 90%.  Como contrapartida los salarios de los trabajadores del sector privado (registrados) cayeron en el mismo período entre un 20 y un 25%, mientras que las jubilaciones y asignaciones familiares lo hicieron casi un 30% y la pobreza saltó al 51,8%. En solo tres meses se agregaron 3.2 millones de nuevos pobres llevando el total a 24 millones de personas que reciben ingresos por debajo de la línea de pobreza.

Todo ha impactado fuertemente en el consumo y en la caída de la actividad económica. Por lo que no sorprende el crecimiento de las consultas por el Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC), impuesto en los ’90 y que permite a las empresas suspender y despedir personal pagando menos indemnizaciones. El fantasma de la desocupación vuelve a hacerse presente.

Es basado en estos datos duros que el sector más ultra liberal del gobierno reconoce que la confrontación con la CGT es inevitable, más aún si se repone el impuesto a las ganancias para la 4ta. Categoría, y que por lo tanto sería inútil hacerle concesiones.

¿Y la CGT?
La experiencia nos indica que llamar a un paro con un mes de anticipación puede ser un mecanismo de presión para mejorar la negociación con el gobierno; por lo tanto, lo pueden levantar en cualquier momento. Sin embargo con su llamado a un nuevo paro general la CGT decidió no esperar la resolución legislativa sobre la nueva Ley de Bases, tampoco la resolución de la CSJ sobre el DNU 70/23.

Entonces, este giro inesperado puede  responder a las tensiones internas de la central que según algunos trascendidos habría estado al borde de la ruptura. Que los dirigentes sindicales llegaran y se retiraran todos juntos en una combi cuando la reunión con el gobierno, o que ingresaran también juntos a la reunión del Consejo Directivo Central son claros mensajes que quieren transmitir unidad.

El costo político de levantar el paro puede ser demasiado para una dirigencia sindical muy desacreditada. Ahora se conoce que el giro de la central obrera se debió a que el radicalismo presiona para incluir en la Ley de Bases la eliminación de las “contribuciones solidarias” fuente de financiamiento de los sindicatos. Todo parece indicar que la CGT adelantó la fecha del paro para evitar que en el acto del 1° de Mayo volviera a resonar el “ponle la fecha…”. Es obvio, los dirigentes sindicales han registrado la dinámica que está tomando la conflictividad en el marco de un descontento social creciente.

Es en este contexto en que debieran comprenderse las medidas anunciadas: acompañar la marcha por la defensa de la educación pública este 23 de abril, el acto en Plaza de Mayo para el 1° de mayo y el posterior paro general para el 9 del mismo mes. Es lo más parecido a un plan de lucha que tiende a acelerar la conflictividad ya existente, como lo muestran la seguidilla de movilizaciones y gremios en conflicto

Conviene precisar que en esto hay cierta continuidad de los hechos. El 24 de enero, la CGT rompió con el corporativismo que la caracteriza e hizo un llamado muy amplio, que ese acto fue cerrado por una Madre de Plaza de Mayo; que la central participó del 8M y que también lo hizo el 24M –algo inédito en cuatro décadas- con una columna que ocupó toda la Diagonal Sur.

La política no soporta el vacío
No debe descartarse que en estos posicionamientos esté jugando la crisis interna en que está sumido el peronismo, en los papeles la principal fuerza de oposición. Luego de una derrota de la que no logra recuperarse, se encuentra sin unidad, sin referentes claros, sin liderazgo y sin propuestas para enfrentar la crisis. Puede entonces que, ante ese vacío político y la ausencia de sus principales figuras de la escena pública, la CGT haya decidido ocupar ese espacio vacío y constituirse como el eje de la resistencia al proyecto Milei.

¿Cómo evitar que el paro quede encerrado en la lógica interna de la CGT (limitar y controlar) y del peronismo en crisis? ¿Cómo garantizar presencia y dinamismo social que desborde los controles y como darle continuidad? ¿Cómo intervenir y elevar el nivel político en una situación tan compleja como la actual? Son discusiones y debates que tal vez están pendientes entre los sectores combativos y clasistas y en la propia izquierda.

Todo indica que estamos frente a una disputa de poder que podría escalar, pero que también puede terminar en el tradicional acuerdismo. Claro que las dos partes tienen tendencias contradictorias en su interior que habrá que ver como se resuelven en el marco de una crisis que tiende a profundizarse.

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Eduardo Lucita es Integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda-