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Apuntes sobre el contenido de clase de la justicia
“Dentro del sistema, no hay justicia. Otros autores vienen trazando una imagen cada vez más afinada de esa oligarquía, dominante frente a los argentinos, y dominada frente al extranjero. Que esa clase esté temperamentalmente inclinada al asesinato es una connotación importante, que deberá tenerse en cuenta cada vez que se encare la lucha contra ella. No para duplicar sus hazañas, sino para no dejarse conmover por las sagradas ideas, los sagrados principios y, en general, las bellas almas de los verdugos”.
“Retrato de la oligarquía dominante”, epílogo de la tercera edición de Operación Masacre, 1969
Para Althusser, la función del Estado es la de servir de instrumento de perpetuación de las relaciones de producción en beneficio de la clase explotadora, por ello, el Estado sólo existe en las sociedades de clases, teniendo cada modo de producción un tipo de Estado específico. Sin embargo, la aparición del Estado sólo se produce después de que la clase dominante se haya apoderado de los medios de producción.
Así, en el caso de la sociedad capitalista, la apropiación de los medios de producción por parte de la burguesía ocurrió antes de la creación del estado burgués; en un proceso llamado “acumulación primitiva”, en el que gran parte de la clase terrateniente feudal, que se estaba convirtiendo en una incipiente burguesía (enriqueciéndose en el mercado colonial de esclavos y manufacturas) llevó a cabo una expropiación masiva de campesinos, que al quedar sin medios de vida, se vieron obligados a emplearse como asalariados en las primeras manufacturas capitalistas, las cuales, merced a la Revolución Industrial, se convirtieron en fábricas.
Una vez establecidas las Relaciones de Producción capitalistas como hecho consumado, la burguesía tomó el poder del Estado (revoluciones inglesa, francesa, americana, etc.), y una vez en el poder, fue transformando los aparatos del Estado feudal para convertirlo en Estado burgués y adaptarlo a sus necesidades (por ejemplo, separación de Iglesia y Estado, formación de parlamentos, etc.).
La Revolución Francesa tuvo por objetivo y resultado primordiales, no sólo traspasar el poder del Estado de la aristocracia feudal a la burguesía capitalista-comercial, romper en parte el antiguo Aparato (represivo) de Estado y sustituirlo por uno nuevo (ejemplo: el ejército nacional popular), sino también arremeter contra el Aparato Ideológico de Estado número uno: la Iglesia.
(Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, 1969)
Una vez con el control del poder del Estado, la burguesía reproduce las relaciones de producción (= explotación), mediante dos mecanismos: la represión y la ideología. Por ello se sirve de tres tipos de Aparatos: el Aparato Represivo, los Aparatos Ideológicos, y un Aparato Político que los coordina.
1. El aparato de fuerza pública (o aparato represivo) constituido por el “núcleo duro” del Estado, su fuerza armada de intervención exterior o (e) interior: ejército, diferentes policías, gendarmería, CRS, guardia móvil, a los que se añaden los funcionarios de la justicia y las prisiones con sus agentes y toda una serie e instituciones disciplinarias o paradisciplinarias, que rozan la psiquiatría, la medicina, la psicología, la enseñanza, etc.
2. A continuación el aparato político, constituido por el jefe del Estado, cuerpo gubernamental, el cuerpo prefectoral y todas las grandes administraciones que, haciendo profesión de “servicio público”, no son sino los agentes ejecutivos de la política del Estado, esto es, de una política de clase.
3. Finalmente, lo que he propuesto que se llame los aparatos ideológicos de Estado, sobre los cuales volveré.
Es el Derecho el que “codifica” y sanciona la fuerza de la clase dominante para perpetuar su dominación. Así, Althusser, frente a lo que llamaba “ideología jurídica burguesa”, defendía que no es el Derecho burgués el que crea las Relaciones de Producción (el Derecho burgués está fundado en la igualdad ante la ley de todos los “sujetos jurídicos”), sino que las Relaciones de Producción están basadas en relaciones de fuerzas anteriores al Derecho, y se sirven de éste para reproducirse.
Pero nosotros hablamos de algo totalmente distinto: de la lucha de clases, en la que una clase no es fuerte y violenta sino porque es dominante, porque ejerce su fuerza y su violencia sobre otra clase (que también es una fuerza) a la que debe mantener a raya, en una lucha sin tregua para poder más que ella. La resultante relativamente estable (y reproducida en su estabilidad por el Estado) de esa confrontación de fuerzas (relación de fuerzas es una noción, en cuanto estática, contable) es efectivamente que lo que cuenta es el exceso dinámico de fuerza que en la lucha de clases detenta la clase dominante, y es este exceso de fuerza conflictual, real o potencial, lo que constituye la energía A, que va a ser transformada en poder por la máquina del Estado: transformada en derecho, en leyes y en normas.
Los Aparatos Ideológicos de Estado (AIE), por su parte, tiene una función doble: dar cohesión a la conciencia de sí de la clase dominante (con el fin de unificar sus intereses), y educar a las clases dominadas en la ideología de la clase dominante, en contra de los valores que, fruto de su experiencia de la explotación, la clase dominada desarrolla en forma de “ideología dominada anticapitalista”. Todo ello con el fin de que las Relaciones de Producción se reproduzcan con el consenso voluntario de la clase dominada, contra la tendencia potencial de las clases trabajadoras a la rebelión.
Si en el mundo no existiera esta contrapotencia de rebelión y de revolución, no se entendería por qué la clase que está en el poder toma tantas y tan formidables precauciones. Ya lo decía Hobbes: mirad vuestras puertas: tienen cerrojos, pero ¿por qué sino porque tenéis miedo anticipado de que os asalten los ladrones o los pobres? Lo mismo podemos decir ahora: mirad vuestra ideología dominante, también ella pone cerrojo en todas las puertas y hace que Dios monte guardia para que todo permanezca en su lugar. Pero, ¿por qué, sino porque tenéis miedo anticipado de ser atacados por vuestros adversarios, justamente por aquellos que tenéis reducidos a la servidumbre y al silencio? El gigantesco aparato ideológico que, llevado al límite, reina así en un impresionante silencio, cortado solamente por algunos gritos o, más gravemente, por algunas revueltas, da testimonio de la amenaza que pesa sobre el poder ideológico establecido
En la sociedad capitalista, los Aparatos Ideológicos de Estado están formados por la Familia, la Escuela (o aparato de Estado educativo), la Iglesia (o sistema de iglesias) los medios de comunicación y de edición, etc., de ellos, Althusser destaca que los Aparatos Ideológicos básicos son el par Familia-Escuela, dado que es en el seno de estos aparatos en donde mejor se reproducen ideológicamente la ideología dominante, tanto por medio de la reproducción biológica (los hijos de obreros suelen acabar como obreros, los de los burgueses como burgueses), como educativa (de padres a hijos, de profesores a alumnos).
Althusser afirmaba que no existe “represión pura”, ni “ideología pura”; es decir, todo Aparato Represivo necesita de una ideología (de obediencia, disciplina, etc.) para que pueda funcionar, así como todo Aparato Ideológico necesita de cierta represión (castigos de los padres, de los profesores, etc.), para poder funcionar. La diferencia es que mientras que el Aparato Represivo funciona predominantemente por la fuerza física, los Aparatos Ideológicos funcionan predominantemente mediante la persuasión; teniendo siempre la ideología primacía sobre la represión.
Althusser afirmaba que las clases dominantes quieren “separar” al Estado de la lucha de clases, es decir, impedir que la clase obrera y sus aliados participen en la maquinaria del Estado, con el fin de servirse de éste como instrumento de dominación sin interferencias. Sin embargo, esto no es posible completamente, de forma que existen tres niveles de separación del Estado respecto de la lucha de clases.
En el Aparato Represivo, la clase capitalista debe conseguir una separación total de la participación de la clase obrera y de la ideología proletaria en su seno. En caso contrario, la reproducción de las relaciones de producción sería imposible. Por ello, en la policía y el ejército (el “núcleo duro” del Estado), está prohibida la huelga y la libertad de expresión, y rige una ideología de obediencia absoluta al superior jerárquico.
En el Aparato Político, la separación no es total, es decir, la clase obrera puede llegar a participar en el aparato político burgués (mediante el sufragio universal, la legalidad de partidos comunistas y obreros, etc.), pero con límites (por ejemplo, intervención del ejército en caso de victoria electoral de un partido o coalición revolucionaria, caso de España en 1936, Chile en 1973, etc.)
En los Aparatos Ideológicos, la participación de la ideología proletaria puede llegar a ser mayor. Así, los conflictos y nuevas prácticas en el seno de la Familia tradicional (autonomía de los hijos respecto a los padres, emancipación de la mujer, liberación sexual, etc.), ponen en cuestión a la Familia como Aparato Ideológico. Por su parte, en la Escuela, la reivindicación de nuevas formas y contenidos de transmisión del saber (revuelta del mayo del 68 en París), también hace penetrar la lucha de clases ideológica en la Escuela, poniendo a ésta en cuestión como Aparato Ideológico. Lo mismo con la Iglesia, etc. (teología de la liberación, movimientos de cristianos progresistas, etc.)
Temo sorprender a muchos lectores diciéndoles que la lucha de clases se libra igualmente en todos los demás aparatos ideológicos de Estado, por ejemplo en la Escuela, la Iglesia, la Información, la Edición, los Espectáculos y… la Familia misma (…). Los “acontecimientos” de Mayo del 68 y todos los que les han seguido se han encargado de la verificación empírica de nuestra tesis. O, más bien, estos acontecimientos, además de lo que han aportado de radicalmente nuevo en esta insospechada lucha de clase de la inmensa mayoría de los hombres, han mostrado que la lucha de clases había existido siempre, en formas específicas, por supuesto, en aparatos ideológicos de Estado como la Escuela, la Familia, la Iglesia, etc.