— El gran maestro ilustrador y dibujante Carlos Nine contaba que, cuando se hizo la película, tenía 29 años, militaba en la Juventud Peronista y junto al ya fallecido Enrique Garciarena que cruzó no una, sino tres veces el río Matanza con una Súper 8 a cuestas.
Perón Vuelve, los Cumpas van a Ezeiza, cruzan a pie el Rio Matanza, avanzan como pueden. Solidariamente. No se conocen entre si y son uno solo.
En homenaje a esa gesta se conmemora el Dia del Militante Peronista.
«Mucha gente no podía caminar, dejaba los zapatos clavados en el barro y seguía descalza» (Carlos Nine)
Así, La marcha sobre Ezeiza, se llama este filme que tiene la peculiaridad de ser la única filmación de esa peregrinación espontánea acaso opacada —como manifestación masiva— por la masacre de Ezeiza del 20 de junio de 1973.
La película —que acaso sólo responda a la denominación técnica del material foto-sensible— se pasó en villas y barrios del Gran Buenos Aires como parte de la campaña que llevó a Cámpora al gobierno.
Después se guardó. Bajo tierra casi, en los años de la dictadura.
Ahora podes verla en tu computadora y también bajarla y grabarte un CD. Más allá del carácter panfletario del trabajo Nine se ocupa de aclarar que es una herramienta política en los créditos.
La marcha sobre Ezeiza, como suele suceder, está plagada de accidentes artísticos.
En principio porque fue filmada con rollos Orwo de la Alemania comunista lo cual le otorga un grano misterioso que, sumado a los carteles partidarios que actúan de separadores, remata en un efecto de Acorazado Potemkin en clave jotapé.
El filme no tiene audio (salvo al final cuando la multitud saluda a Perón en la casa de Gaspar Campos en Vicente López) y ha sido musicalizado con un disco de percusión de Domingo Cura.
Lo que suena, entonces, es una sucesión de bombos acompasando una marcha farragosa a campo traviesa entre Liniers y Ezeiza.
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