Raúl Kollman
Los encuestadores y consultores en campañas electorales están de acuerdo en que la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández tiene dos efectos casi indiscutibles. Uno, le da aire a un gobierno que viene en baja por el ajuste y el derrumbe de la economía de los hogares. Dos, fortalece el discurso anti-casta, incluso anti-política. Pero, después, en el resto de las consecuencias no hay acuerdo entre los consultores. Algunos sostienen que no movió el amperímetro en las encuestas; otros creen que fortalece a los que se autodenominan oficialistas (mileistas) y debilita un poco entre los (pocos) independientes, pero que no cambió gran cosa entre los opositores (peronistas y no peronistas). La gran mayoría piensa que más allá del efecto actual, el impacto es de corto alcance. En un par de meses, volverá a ser decisiva en la opinión pública la economía, el hecho de que no se llega a fin de mes. En el fondo hay visiones distintas y una polémica entre consultores: es un debate que recién empieza y que evolucionará cuando vayan teniendo más resultados de más encuestas.
Federico Aurelio, de Aresco, tiene resultados frescos de sus estudios. “En esta semana, durante los hechos que tuvieron como protagonista al ex-presidente Fernández, nuestra consultora realizó una encuesta nacional. No observamos modificaciones en el posicionamiento del gobierno nacional y tampoco vemos afectado al peronismo en los escenarios electorales que venimos midiendo mensualmente. Sin duda es un hecho que afecta gravemente al ex-presidente Fernández, pero no vemos hasta ahora una afectación adicional a la que ya tenía el peronismo y la dirigencia en su conjunto. El 35 por ciento de argentinos que consideran que están cercanos al peronismo manifiestan con claridad, que les importa mucho más la historia, y lo que representa el peronismo, que las actuaciones de sus dirigentes actuales. Si bien el desgaste de la dirigencia tradicional, que a Milei le redituó identificarla como la casta y fue uno de los factores del triunfo electoral de Milei, consideramos que los factores de evolución del humor social van a estar más ligados a la evolución de la situación económico, social y de las problemáticas del día a día de la gente que de este tema en particular”.
“La denuncia obviamente fortalece la idea de Milei de que hay un gran enemigo que es la casta -afirma Hugo Haime, de Haime y Asociados-. El ejemplo concreto -dirá el presidente libertario- es Alberto, mezclado con un caso de corrupción y con un tema de doble discurso respecto de la violencia de género. El segundo efecto es que profundiza la crisis dentro del justicialismo. Se plantea una discusión sobre el liderazgo, sobre la representatividad y sobre el futuro. Al haber una crisis de la oposición, las cosas quedan reducidas a si Milei acierta o no acierta. Y, por ahora, eso le da aire. Dentro de dos meses este efecto puede terminar rápidamente”.
Eduardo Fidanza, de Poliarquía, tiene una mirada distinta y categórica. “El caso de Alberto Fernández es, desde el punto de vista sociológico, un escándalo clásico: un hecho de presunta corrupción devenido en una conducta aberrante en un contexto cultural que ha derrumbado los muros entre lo público y lo privado. Constituye un bochorno para el protagonista, del cual no se vuelve, y un festival para los medios y las redes, ávidos de negocios y sensacionalismo. En el plano político tiene un obvio y gran beneficiario cuando los protagonistas del escándalo pertenecen a la oposición: el gobierno de turno. Si este, como ocurre en el caso del de Milei, es exitoso convenciendo a las masas de que la oposición está culturalmente podrida, el negocio es doble: un nocaut no solo político sino también ético, que resulta más mortífero. Las perspectivas son fulminantes para el kirchnerismo y malas para el peronismo, aunque nunca conviene apresurarse para decretar la muerte del otro”.
“Yo creo que para el escenario político actual, Alberto Fernández, sin contar este escándalo, ya era parte total del pasado -sentencia Facundo Nejamkis, de Opina Argentina-. Es un presidente que no tiene vigencia, que ha perdido inmediatamente su vigencia una vez que terminó su mandato. La diferencia con Cristina es evidente, incluso con el propio Macri, que cuando salió del gobierno, aun habiendo tenido una mala performance, hablaba de segundo tiempo. Creo que el impacto que tiene es que para el gobierno funciona como una suerte de tiempo extra. Como algo que le agrega crédito a un gobierno que tiene a una sociedad expectante, que en las encuestas responde que su presente es sombrío, pero que tiene expectativas respecto del futuro. La aparición de los escándalos del anterior gobierno, que derivaron justamente en la emergencia de un líder como Milei, refuerza en la gente que lo votó la confirmación de esa elección. Incluso les ratifica que, de alguna manera, valen la pena los sacrificios que están haciendo en función de un futuro mejor. Sobre todo cuando piensan que lo que terminó, lo que se fue, no solo era lo que se veía en las superficies, sino que por debajo había incluso cosas peores”.
Roberto Bacman, al frente del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) evalúa que “el caso se da en el marco de lo que llamamos la grieta. El 85 por ciento dice que es opositora o que es oficialista, apenas un 15 por ciento se dicen independientes. En el segmento de los oficialistas (mileistas) y los independientes impactó fuerte. Ya tenían mala imagen de Alberto. Pero en el segmento opositor, en especial el peronismo, impacta distinto. Alberto también estaba en mala situación, al punto que no pudo postularse como candidato. Quedó marginado. En esa franja, no cambia nada porque la imagen ya estaba deteriorada, e impacta mucho el recrudecimiento de la inflación, los bajos sueldos, que no se llega a fin de mes y la posibilidad de perder el empleo.Desde ya que el caso Alberto tapa un poco esa realidad, y les encaja en que el enemigo es el kirchnerismo, que es como la mala palabra para el gobierno. Pero, pase lo que pase, el problema de fondo estará en la economía: un 40 por ciento no está dispuesto a seguir aguantando”.
“El nivel de gravedad del caso Fernández -afirma Analía Del Franco de Del Franco Consultores-, impacta y rearma de alguna manera el espacio y discursos políticos tanto del oficialismo como de la oposición. El oficialismo reafirma los argumentos anti-casta. En ese rubro tiene el 50 por ciento de adhesión. Y se reafirma también su postura frente al kirchnerismo, no sólo frente a la integridad de sus dirigentes, sino también sobre la inoperancia de sus políticas, en especial las relacionadas con la mujer. El gobierno recibe una bocanada de aire fresco, en un momento de ajuste y de impacto en la vida cotidiana. En el peronismo, es una bocanada de aire tóxico. El foco de su reposicionamiento se deberá centrar en la aparición de nuevos dirigentes que logren recuperar la empatía con la sociedad. Representar a los segmentos de la opinión pública opositora con propuestas de construcción de futuro, ofreciendo nuevos horizontes para que justamente la población que en otro momento fuera su base electoral, les crea, se identifique y los pueda volver a elegir”.
Para Raúl Timerman, de Grupo de Opinión, “de toda esta trama, el principal perjudicado es el peronismo. El peronismo deja de ser una alternativa de poder, le pasa más o menos lo mismo que le pasó al radicalismo después del gobierno de De la Rúa. Después de Alberto quedan un conjunto de gobiernos provinciales del peronismo, como hay un conjunto de gobiernos provinciales del radicalismo, pero perdieron entidad política tanto el radicalismo como el peronismo. Alberto Fernández se va a mantener en la picota en la medida que avancen las causas y que esto vaya avanzando, pero desde el punto de vista de la sociedad no le ha otorgado el beneficio de la duda ni de ser inocente hasta tanto se demuestre lo contrario. La sociedad ha decidido que es culpable, cuando uno pregunta a usted a quién le cree a Fabiola o a Alberto, mucha más gente le cree a Fabiola. Hay un grupo importante de gente que no le cree a ninguno de los dos, pero es como que ese tema ya no es más una cuestión que tenga que ver con la política. La perspectiva es que el peronismo tiene que buscar una nueva forma, un nuevo modelo, salir para adelante y con nuevos dirigentes. La gente ha descartado la dirigencia actual del peronismo y no hay ningún dirigente peronista que tenga menos de 60 puntos de imagen negativa a nivel nacional”.
Para Santiago Giorgetta, de Proyección, el marco del caso está dado por un gobierno en retroceso. “Desde luego el impacto es muy alto, por la gravedad del hecho y del imputado, y por lo que generan las fuertes contradicciones del gobierno de Alberto desde la foto de Olivos en adelante. Debemos evaluar con mucha atención como la sociedad toma este hecho en medio de una crisis económica, de una crisis de ingresos muy fuerte, donde según nuestros estudios el 76 por ciento de las familias argentinas tuvieron que ajustarse y el ajuste se hizo principalmente en el rubro de alimentos, donde más del 50 por ciento de los hogares argentinos se endeudaron para cubrir gastos corrientes del mes y donde el optimismo, las expectativas económicas y la imagen del presidente cayeron por tercer mes consecutivo”.
Para Artemio López, de Equis, la economía domina. “Siempre en última instancia la dominante es la economía.
El oficialismo ejecutivo, judicial y mediático muestra de manera transparente la utilización política del tema Yáñez en un contexto socioeconómico muy adverso.
Una inflación interanual de 263 puntos, 55 puntos de pobreza y 20 de indigencia, con la peor distribución y más grande concentración del ingreso de los últimos 16 años, no menos de 500 mil puestos de trabajo perdidos – formales e informales- en sólo 8 meses de gestión, jubilaciones y salario mínimo por debajo de la línea de indigencia para un hogar tipo. Adicionalmente una caída del consumo récord desde la pandemia y obviamente de la actividad de no menos del 3,5 por ciento, según el propio FMI explican que la capacidad instalada en la industria tenga hoy una sub utilización solo comparable con la pandemia y la crisis de 2001. Desastroso.
Al peronismo obviamente le afecta el episodio, aunque coyunturalmente. El gobierno de Alberto defraudó las expectativas y, el hecho, aun siendo tan grave como aparenta ser, erosiona mucho menos a la oposición peronista en la actual coyuntura que lo imaginado por el oficialísimo ejecutivo, judicial y mediático. En el caso específico de Alberto Ángel Fernández, este episodio de probarse, parece sellar un colapso definitivo de su figura pública”.
“El caso es funcional al oficialismo -opina Marina Acosta, de Analogías-. Refuerza su retórica antiperonista y su posicionamiento respecto de la cuestión de género. Con el caso, el gobierno bloquea moralmente a los que se decían defensores de las políticas de género. En términos de agenda, es probable que al oficialismo el caso le venga bien porque las cuestiones económicas que aún no ha podido resolver pasan a un segundo plano. Que la tematización mediática se concentre en el caso Fabiola Yáñez le permite al gobierno ganar tiempo en la aplicación de su programa económico