Aún en el marco de una centrada atención de la agenda pública a la coyuntura política nacional, y la cercanía a la definición de un decisivo ballotage, se puede señalar que paralelamente a este importante acontecimiento político, se está produciendo desde hace tiempo una acentuada lucha geopolítica por un nuevo orden internacional que también nos afecta y que está recrudeciendo desde hace un año y medio en términos militares y de guerra fría. Es importante, por tanto, contar con este contexto para considerar cómo nos afecta, saber dónde estamos parados y a qué parte del mundo en conformación queremos ir e incidir.
Director del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina.
Al respecto se puede afirmar que el actual orden internacional se encuentra en un proceso de transición de un orden unipolar con hegemonía de EEUU y del G-7 hacia otro multipolar, que se expresa, en el crecimiento y la importancia de China en el desarrollo de la Franja y la Ruta, la conformación del Brics-plus y varios cambios en las placas tectónicas donde se apoyaba el poder hegemónico EEUU y del occidente colectivo (Arrighi, 2007). La multipolaridad busca construir un nuevo orden mundial donde no predomine una hegemonía, ni una política de sanciones a los países que no se alinean a su agenda; sino promover otro que se oriente a la cooperación, al respeto de la soberanía de los países, promover la descolonización y alentar procesos de desarrollo sustentables.
No obstante, esta transformación del orden global o internacional, está generando frentes de resistencia a esta declinación por parte de EEUU promoviendo conflictos principales con impactos generalizados en lo económico financiero sobre el resto del planeta. Esto son i) ‘la guerra fría’, comercial, tecnológica y geopolítica entre EEUU y China que se desarrolla en Taiwán en el Mar de la China, y el Indico-Pacífico; ii) la “guerra hibrida” y “proxy” entre la NATO y Rusia a través de Ucrania; y iii) Y, la reciente apertura de un tercer frente: el conflicto de Medio Oriente entre Israel y Palestina a partir de los atentados terroristas de Hamas y el apoyo irrestricto de EEUU a su tradicional aliado en Medio Oriente.
A partir de esta breve descripción queremos trazar alternativas sobre el orden internacional deseable y el rol de América Latina y en particular de la Argentina en el mismo. Para dar cuenta de este objetivo organizaremos la reflexión en torno de tres cuestiones. En primer lugar, analizar el proceso de declinación de la hegemonía mundial de EEUU y del G-7. En segundo lugar, señalar el rol preponderante que desempeñan China, los BRICS y países en desarrollo del sur global en la búsqueda de una alternativa. En tercer lugar, reflexionar sobre la situación de encrucijada en que se encuentra América Latina por falta de integración y desigualdad y en particular Argentina para insertarse regional y globalmente con mayores posibilidades de equidad y justicia para su pueblo.
Es sabido que en la antigua Grecia, Esparta celaba por el crecimiento y expansión de Atenas. Dudando entre atacarla para detenerla aún con riesgos de mutua destrucción, u optar por dejar seguir los acontecimientos, decidió atacarla. En este mismo sentido los EEUU se resiste a tomar cuenta de la crisis de hegemonía frente al ascenso económico tecnológico y comercial de China (Tussie, 2021), y su alianza con Rusia y su resolución de este dilema, es atacar a este enemigo estratégico pero en modo “proxy”, es decir, hacerlo a través de un tercer país no arriesgando tropa propia. En el caso particular de China a través de una guerra fría comercial en derredor de la isla de Taiwan, y promover sanciones comerciales, tecnológicas, a la vez de alentar algunas guerras calientes en modo ‘proxi’ para mantener su hegemonía unipolar y militar. Si bien hay cierta simultaneidad entre los tres frentes en conflicto principales, los separaremos con motivos analíticos:
i) Estimular la estrategia de una OTAN ahora y ofensiva creciente en su expansión sobre el este y de países que se incorporan a esta y la UE. En esta orientación buscó incluir Ucrania un país fronterizo con Rusia, generar un golpe de Estado en Kiev, en 2014 buscando recuperar Crimea incumpliendo los tratados de Minsk I y II. Esto amenazaba poner en crisis la seguridad nacional de Rusia por el peligro de que Ucrania entrase a esta organización y la pusiera en riesgo de entablar una guerra nuclear contra la OTAN e inicio su operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Esto generó una “híbrida”, por la multiplicidad de fases que integra que salen de las guerras convencional y por el impacto global de la misma en lo económico político y social y la OTAN y la UE provocar sanciones de 23 países en términos comerciales, financieros, tecnológicos culturales que buscaban el aislamiento por completo de Rusia del mundo y junto con ello la caída del régimen de Putin (Aronskind, 2022). Ello no resultó efectiva para provocar ese desmoronamiento, y por el contrario generó un efecto boomerang negativo sobre las economías de los países de la UE, donde se desindustrializa Alemania, pierde nivel de vida la población de Francia y otros países y asimismo Gran Bretaña enfrenta la larga noche de austeridad de los conservadores que se está haciendo sentir en la infraestructura de escuelas, hospitales y edificios públicos. A su vez, estas acciones configuraron un vínculo estratégico entre Rusia y China y generó nuevas relaciones entre Rusia y los países de Asía e islámicos. Así, el no querer a Rusia como aliada por parte de la OTAN generó un Asia más fuerte y unida. Y el promover un país quebrado económicamente hizo que Rusia pasara de ser el sexto país en GNP del mundo al quinto lugar.
El fracaso de la contraofensiva militar de Ucrania y de las sanciones económicas y financieras han hecho recalcular una eventual derrota de la NATO en la región, y ver como se sufragan los costos políticos, humanitarios y económicos de la misma. De alguna manera, interrogan sobre la capacidad de ganar guerras de Estados Unidos en los últimos años, y en segundo lugar, numerosos países de la Unión Europea están comenzando a cuestionar esta estrategia de subordinación al núcleo anglo de la OTAN para buscar manejar sus asuntos por sí mismos. Esta estrategia de la NATO que descarta toda posible negociación diplomática, que busca congelar el conflicto y ganar tiempo para llegar a las elecciones norteamericanas en noviembre del 2024, se enfrenta con varios obstáculos: Rusia ha descartado el cese de las operaciones militares y ha dejado en claro que toda negociación se hará sobre el terreno militar. Asimismo, la financiación para la guerra y para las operaciones del gobierno de Ucrania ha sido bloqueada en el Congreso norteamericano por la oposición de un sector del Partido Republicano. La necesidad de apoyar a Israel en la nueva guerra determina nuevas prioridades financieras.
ii) La guerra fría de EEUU con China y la desglobalización. Asimismo, sobre el Pacífico, el provocativo apoyo a la independencia de Taiwán, que China considera como parte de una única China con dos sistemas, comienza a calentar el clima en los estrechos y de los países circundantes. Lo inicia Trump con sanciones económicas militares y tecnológicas particularmente contra Hawai y el G-5. Lo continúa Biden con más profundidad con dos objetivos: controlar que China quede siempre bajo la supremacía tecnológica de EEUU y también sus finanzas. Ambos procesos son fallidos, China se autonomiza tecnológicamente de EEUU, y construye un sistema financiero con el yuan como moneda digital internacional alternativa de transacciones con otros países, e incluso como contraparte del dólar. La estrategia de estimular una guerra fría paralela contra China en el sudeste asiático mediante alianza como el Aukus, el Quad, la iniciativa del Indico Pacifico, la militarización de Corea del Sur, las sanciones tecnológicas y comerciales a la República Popular, generan un foco de tensión internacional en el Pacífico Sur, un creciente ‘desconexión’ de las economías de estas dos potencias que anteriormente están muy asociadas e integradas. Asimismo China logra la autonomía del mercado de semiconductores y de smartphone de última generación, y EEUU desplaza en su fabricación a la India. Asimismo China comienza a desprenderse de los Bonos del Tesoro, a comprar oro, y trata de mantener una salida pacífica de esta tensión dentro de una estrategia de estabilización de la economía mundial.
iii) Tercero, el apoyo activo de EEUU a una de las partes del nuevo escenario conflictivo en Medio Oriente. Cuando todo parecía que en Medio Oriente y Asia Central se alcanzaba cierta calma con el acercamiento entre Arabia Saudita e Irán, la incorporación de estos dos países más Egipto y Emiratos Árabes Unidos a los BRICS, la retirada de EE.UU. de Afganistán y la paz, resurgió con enorme virulencia el conflicto con Palestina que llevaba ya casi medio siglo. El ataque terrorista realizado por Hamas que en nada contribuyó al logro de la causa Palestina, constituyó una masacre de población civil con graves fallas de la inteligencia israelí para prevenirlo. Esto dió lugar a la justificación que necesitaba el primer ministro de Israel B. Netanyahu -cercado internamente por problemas de su intención de controlar el poder judicial-, para intentar abroquelar el frente local polarizado y avanzar en el control total de la Franja de Gaza. Asimismo, cuenta con el apoyo de EEUU para el nuevo frente militar y de gasto en su presupuesto. No obstante, estos bombardeos de Israel sobre la población civil de Gaza también generan una conflictividad institucional para ambos países en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por su desproporción, ya que EEUU al abortar toda consideración de poner un alto en el fuego, detiene toda acción humanitaria sobre los palestinos. Como denunciara el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ante el Consejo de Seguridad “una ocupación asfixiante durante 56 años” sobre el pueblo palestino por parte de Israel. “Es importante reconocer que el ataque de Hamas no surgió de la nada”.
Asimismo, hay una vulnerabilidad recién descubierta en este bloque y es que, a diferencia de las relaciones de poder anteriores: el petróleo ahora lo empiezan a controlar Irán, Arabia Saudita, Rusia que son aliados entre sí y pueden generar efectos de restricción a la producción o distribución del mismo. Es decir, se quiebra el trípode de poder energético militar de varias décadas en la región que se sustentaba entre EEUU Israel y los Emiratos Árabes Unidos. También se pierde consenso internacional a la posición de Israel y apoyada por EEUU, donde, la Asamblea General de la ONU aprobó el 27-10-23, por amplia mayoría una resolución que pide “el cese de hostilidades” en la Franja de Gaza, siendo la primera que adopta un organismo de la ONU tras cuatro intentos fallidos del Consejo de Seguridad desde la escala de violencia entre Israel y el movimiento de Resistencia Islámico (Hamas).
iv) Estos tres frentes paradojalmente están generando pérdida ‘del poder blando’ de EEUU y hasta conflictividad y polarización social en el interior de su propia sociedad. Una creciente separación entre representación y ciudadanía, el predominio del lobby y del complejo militar industrial en la decisión pública. Los ciudadanos comienzan a tener problemas con sus créditos hipotecarios, aun de la compra de autos, acceso a alquileres, deudas universitarias, no acceso a la salud. Asimismo, se observa un distanciamiento en la política internacional de países a esa unipolaridad por la acumulación de violencia, pérdidas económicas en nombre de los ideales de democracia libertad y “el mundo libre” que ocultan los verdaderos fines económicos de un imperio con disposiciones neocoloniales y de acumulación por desposesión (Harvey, 2004). Esto hace que EEUU esté ahora perdiendo capacidad de “poder blando” en su hegemonía. Esta pérdida se ha manifestado no solo a países periféricos sino también en los de la Unión Europea, en donde asistimos a un cambio del relato de subordinación a su agenda hegemónica como la única posible frente al surgimiento de relatos y potencias como China, la India, Rusia, los Brics, la Unión Africana y otras potencias y en general los países del sur global.
Sin embargo, EEUU no está dispuesto a aceptar su declinación, presiona por el apoyo a un atlantismo “del mundo libre”, de un mundo “a la americana”, también en crisis y trata de reafirmar su superioridad considerando soluciones militares a problemas políticos, con una suerte de arrogancia para intentar resolverlas, aún luego de diversas derrotas militares, del surgimiento de una potencia y de un bloque alternativo de orden mundial. Estas realidades hacen difícil mantener la perspectiva de la excepcionalidad americana para dominar el mundo ya que está incurriendo en el riesgo de transformar conflictos puntuales o binacionales en regionales de bajo control y aún de promover una potencial guerra global. Si bien conserva su capacidad tecnológica y poderío militar declina económicamente, tiene que negociar o subordinarse a otras economías y esta combinación puede ser letal para la humanidad. EEUU debería buscar otra forma de cumplir con el bienestar de su pueblo y del ´sueño americano´, sacándolo de la perspectiva imperial, de excepcionalidad y guerra permanente.
Asimismo, la nueva etapa del ataque de Israel a Gaza incursionando en el terreno con tropas y tanques vuelve dramática la situación, ya que implica un punto de no retorno en el conflicto. A partir de ahora no hay previsibilidad de lo que pueda ocurrir. Si otros actores regionales pueden intervenir y con qué intensidad en el conflicto lo harán. De acuerdo al analista Daniel Kersffeld sobre la situación en Israel, “La declinación de Netanyahu resulta cada vez más evidente. Quien desde su círculo íntimo fuera caracterizado como el artífice de políticas audaces y el máximo administrador israelí en tiempos de crisis se encuentra cada vez más aislado, incluso, con un apoyo internacional con límites marcados por parte del gobierno de Joe Biden quien, aunque tramita mayores recursos para la nación en guerra, teme que la escalada incluya a Irán y convierta en un compromiso ineludible la participación estadounidense[1]
Nos encontramos frente a un mundo fuertemente desestabilizado por las élites neoconservadoras y globalistas y fondos de inversión como Templeton y BlackRock que buscan desestabilizar para lucrar, y frente a ello han surgido varios motores de construcción de un orden internacional alternativo.
a.Un no alineamiento en difícil situación. La segunda ola progresista tiende a posicionarse entre el no alineamiento y tercera posición en ambas guerras calientes y sus países se asocian a posiciones mayoritarias de las votaciones de Naciones Unidas en favor del alto el fuego y promover corredores humanitarios en los conflictos militares y la negociación diplomática. También por el pedido de liberación los rehenes de Hamas, y en el caso de Argentina el destinar vuelos para posibilitar de aquellos que desde Israel deciden retornar. Pero lo cierto es que, en donde se pusieron tantas expectativas desde hace ya más de 4 años, la segunda ola progresista de América Latina está en peligro de involucionar en varios de esos países hacia gobiernos de extrema derecha. El lawfare sigue intacto en muchos países, donde por ejemplo, en Guatemala tres fiscales amenazan la democracia intentando bloquear la sunción del candidato Bernardo Arévalo elegido democráticamente. También se está judicializado el proceso electoral de normalización en Venezuela. Vuelve la utilización de las fake news y climas de desestabilización donde se quiere controlar resultados electorales. [2]Esta segunda ola está ahora en una encrucijada tanto para las ‘democracias condicionadas’ (García Delgado y Casalis, 2023) por los poderes fácticos (judiciales, corporativos, mediáticos y políticos de ultraderecha), que erosionan la voluntad popular, aumentan la desigualdad y construyen situaciones de inestabilidad y violencia.
Como señala Karina Batthyány (2023) la existencia de derechas reconfiguradas al acecho de las democracias regionales pone en cuestión el Estado y amenazan el sistema político latinoamericano. Asimismo, influyen los efectos de la guerra híbrida en Ucrania, más inflación costos energéticos y de seguridad alimentaria, y el desafío de lograr un posicionamiento conjunto en el nuevo orden mundial. Al mismo tiempo contra estos países está funcionando una geopolítica de desposesión que se expresa desde la Comandancia del Ejército sur de EEUU, el FMI y el BM, como así también en Fondos de inversión como BlackRock, Venture, sobre la búsqueda de control y privatización de empresas energéticas y los recursos naturales, de la región y rechazar cualquier vinculación con China.
b) Un proceso de integración estancado. La región se encuentra comparativamente más atrasada que otras en la integración al policentrismo, si bien no convalida las disposiciones de EEUU de proporcionar armas y recursos a Ucrania. Asimismo, países como Uruguay o Paraguay pueden llegar a problematizar la continuidad del Mercosur con amenazas de abandonarlo y generar acuerdos TLC con otras regiones. Esto muestra que a la región le está faltando una institucionalidad político regional más fuerte y contenedora que establezca intereses y un rumbo común sobre cómo insertarse en el nuevo orden mundial (Gorenstein, S. y Fernández, V. R., 2022). Más aún, de no hacerlo puede volver a quedar en un sistema ‘de patio trasero’ de la potencia en declinación. De todos modos se observan algunos liderazgos políticos auspiciosos que alientan procesos de cambio e integración, como el aumento de la soberanía de México en el litio y petróleo durante el gobierno de AMLO; de un posicionamiento internacional independiente que expresa G. Petro en sus políticas de salud y lucha contra el narcotráfico. El rol de Lula Pte de Brasil, más protagónico en lo global en la defensa de una perspectiva humanitaria y de justicia, y en la promoción de una nueva integración regional con propuestas de intercambios comerciales con otras monedas. Asimismo se pueden promover otras alianzas y acuerdos comerciales en la medida que sean convenientes a los intereses de la región y a una mayor producción con valor agregado. Tal vez sea importante discernir entre el interés estratégico detrás de la cumbre UE-CELAC, en la que J. Borell (2023) pone tantas expectativas. Porque no cualquier acuerdo es bueno como lo señala el Pte. Lula, lo mismo que el TLC entre la UE y el Mercosur si no modifican ciertas salvaguardas sobre nuestros productos por parte de la Unión Europea.[3]
c) Otros activos que América Latina mantiene son los recursos naturales cada vez más valorados de transición energética y estrechamiento de las cadenas de valor que aumentan su valor. Es ese sur global del cual formamos parte, el que nos permitirá fortalecer nuestra autonomía y soberanía en la medida que profundicemos un no alineamiento activo (Miguez, 2021). Así la energía, el gas y los nuevos gasoductos troncales, el litio y su explotación industrial, la preservación del agua potable, los alimentos y la búsqueda de soberanía alimentaria y en su potencial de desarrollo. Asimismo, el ser una región de paz, le permite posicionarse para mediar en conflictos.
d) La Argentina país clave para el proceso de impedir el avance de la extrema derecha e impulsar la integración regional. En este contexto, tanto global como regional Argentina enfrenta una situación de riesgo y oportunidad; porque tiene alta inflación, pobreza del 40% junto a condicionamientos importantes del FMI a su política macroeconómica y en un proceso electoral altamente polarizado.
Argentina reviste una conflictividad política que expresa la existencia de dos modelos antagónicos de sociedad. Por un lado, un modelo neoliberal o anarco-capitalismo orientado por los valores del libre mercado, de pérdida de derechos, de activos públicos, que conduce a la fragmentación social y a la deshumanización de un “sálvese quien pueda”. Y en términos de inserción internacional propone un corte de relaciones diplomáticas con Brasil con China y las Brics, con un alineamiento total con EEUU. Por otro lado, el modelo organizado por la Unión por la Patria, sobre la base de fortalecer la democracia en su 40 aniversario, de dar un mayor rol del Estado en la distribución con un mercado más regulado alentando la industrialización las pymes el empleo de calidad y la movilidad social ascendente y la defensa de los bienes públicos como la educación y la salud y la movilidad ascendente. Y en lo externo certificar que nuestros mejores clientes son Brasil y China, lo cual último se convierte en clave tanto en la posibilidad de reconstruir un Mercosur y fortalecer mecanismos de integración como la Unasur y posibilitar una inserción global distinta y más soberana.
En ese sentido, Argentina podría convertirse en un actor regional destacado en el caso del triunfo de la propuesta oficialista, ya que Brasil requiere de su apoyo para promover un proceso de integración con fuerte elemento industrial y energético con protección climática y transacciones comerciales en monedas de los propios países. Por el contrario, romper con China y Brasil nos haría perder a los argentinos millones de puestos de trabajo. La propuesta de Milei de romper relaciones con nuestros principales socios comerciales nos puede llevar a una triple implosión productiva, social y financiera. China explica más del 90% de las exportaciones de soja, ocho de cada diez kilos de carne exportadas en agosto de este año y aproximadamente el 60% de mariscos, cebada, sorgo y carne de ave. Asimismo, en materia financiera, gracias al swap con China pudimos evitar la presión del FMI y de los especuladores.
También Argentina es llave de la geopolítica del Atlántico Sur y su política de defensa tanto de la soberanía de Malvinas como de la Antártida. Es decir, el poder convertir a Sudamérica en un polo de poder e identidad en la multipolaridad que ayuda al escenario de un desarrollo inclusivo y con futuro.
En el plano interno Argentina y América Latina se encuentran frente a situaciones complejas tanto en sus propias sociedades como en lo geopolítico en un mundo de conflictividad creciente. El país tiene que optar entre una opción neoliberal e involutiva de inserción internacional que sería mantener un alineamiento estrecho al sistema financiero de EEUU y al FMI y con el objetivo de apropiarse de bienes públicos como YPF, propiciar la dolarización, vouchers educativos y eliminar la coparticipación. Asimismo propician un mayor endeudamiento, el lavado de dinero, fuga y evasión, sin importar sus consecuencias, buscar “que explote todo” en la Argentina de acuerdo a P. Bullrich. Frente a esto la otra opción de país es la de insertarse con sus principales socios comerciales para exportar, generar empleo, potenciar el capitalismo productivo de pymes industriales y competitivas, mejorar la educación y salud pública, el federalismo regional y, tener créditos para infraestructura y prestamistas de última instancia sin tantas condicionalidades.
Todo esto constituye un riesgo y una oportunidad en el sentido estratégico del término, las consecuencias de una u otra opción se extenderán por décadas, y la que parece conciliar más los intereses del bien común de la sociedad frente a opciones neo-fascistas y negacionistas es la que trata de encarar políticas públicas que permitan contar con un Estado presente y estratégico apoyado en organizaciones populares e ir a una mejor distribución del ingreso. Ello inaugurará una nueva etapa de mejora social productiva de oportunidades y previsibilidad de mediano plazo. Sin embargo, no hay que dejar de reconocer que la opción que impulsa la esperanza de una sociedad con más futuro choca con la que promueve el escepticismo y la incertidumbre y la acción disolvente de una derecha que promueve corridas cambiarias y el desabastecimientos de combustibles para desestabilizar.
Aronskind, R (2022). “Ucrania una guerra subrogada “, FLACSO, sept. 2022
Arrighi, G. (2007). Adam Smith en Pekín. Orígenes y fundamentos del siglo XXI. Madrid: Akal.
Batthyány, K. (2023). Los desafíos sociales a las ciencias sociales latinoamericanas. CLACSO: Buenos Aires.
Gorenstein, S. y Fernández, V. R. China y la nueva geopolítica económica mundial: su presencia en Argentina y América Latina. Revista de Ciencias Sociales. UNQ. Buenos Aires. año: 2022 p. 115 – 134.
García Delgado, D. (2023). “El Papa Francisco y la globalización”. En: Torres, A. y Mauro, R. (comps.) (2023). La construcción del Reino. Ed. Prohistoria: Rosario.
García Delgado, Daniel y Casalis, Alejandro (2023). Democracias Condicionadas. Riesgos y oportunidades en un cambio del orden mundial. Buenos Aires: FLACSO.
Harvey, D. El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión. Socialist register 2004 (enero 2005). Buenos Aires: CLACSO, 2005
Miguez, C. “Una revisión de los condicionantes de la política exterior latinoamericana: dimensiones de análisis para examinar la relación entre lo interno y lo externo desde la periferia argentina”. Cuadernos de Política Exterior. Argentina. Rosario; Año: 2021 vol. 1 p. 25 – 45.
Torre, J. C. (2022). Diario de una temporada en el quinto piso. Edhasa, Buenos Aires.
Tussie, D. Repensando las relaciones internacionales: una agenda de investigación. Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales. Bogotá; Año: 2021 p. 3 – 7
Vázquez, M. (2023). Reseña internacional nº 5. Observatorio del Sur Global. Año 2023.
[1] Daniel Dersffeld, “Netanyahu en su hora más oscura”, Pág.12, 30-10-23
[2] Samper, E. “Revivir el carácter revolucionario de la democracia para que no prosperen los golpes blandos en América Latina”, Revista Estado y Políticas Públicas, num. 21, octubre, 2023, FLACSO, Argentina.
[3] J. Borell, en Política exterior, núm. Oct. 2023, “UE-CELAC: una asociación estratégica para una nueva prosperidad