“El caos es un orden por descifrar”
José Saramago, El hombre duplicado.
Estamos duplicados. No lo digo en sentido metafórico, sino en un sentido bien concreto. De repente todos y todas tenemos un doble. El doble replica los movimientos, los gestos, la cara, la postura al caminar, la voz, los pensamientos. Como si cada uno y cada una tuviera su personal y talentoso Mr.Ripley. La sociedad está duplicada porque todo el mundo tiene un doble. Las ficciones sobre esta cuestión son abundantes: primero la literatura y luego el cine han tratado y tratan el problema de los dobles, de la duplicación. Sigmund Freud relaciona esta figura inquietante con la noción de lo siniestro: el doble es aquel que es conocido (porque es igual a uno mismo) y a la vez es desconocido (porque el doble no es uno mismo). No se trata de una alteridad basada en la pura diferencia. El doble es diferente y a la vez no lo es.
El último libro de la investigadora canadiense Naomi Klein lleva por título la palabra alemana Doppelganger. Es el término que se suele utilizar para denominar el fenómeno de esta duplicación. “La palabra doppelganger -nos cuenta Naomi Klein- procede del alemán y es una combinación de Doppel (“doble”) y Gänger (“caminante”). A veces se traduce como “caminante doble”, y doy fe de que la experiencia de tener un doble tuyo caminando por ahí es de lo más inquietante.”[1] Klein se puso a pensar y escribir sobre esta cuestión a partir de una experiencia que comenzó a vivir con mucha intensidad cuando llegó la pandemia del covid y, aislados en nuestros hogares, intensificamos, como nunca lo habíamos hecho, el uso de las pantallas. La excepcionalidad posibilitó que Internet y las redes sociales se transformaran en el espacio de socialización privilegiado. Según Klein, a partir de ese momento, la duplicación se desató con una fuerza inusitada y comenzaron a proliferar dobles por todos lados.
El libro de Klein explora a partir de esta forma de lo siniestro su propia experiencia de duplicación. Cuando llegó el covid y nuestra vida social se trasladó al mundo virtual, Naomi Klein comenzó a ser confundida e interpelada como otra Naomi (Wolf).
Klein utiliza su experiencia como doppelganger para adentrarse y abrirse paso en lo que entiende como “nuestra cultura doppelganger. Una cultura repleta de distintas formas de duplicación, en la que todos los que tenemos una imagen pública o un avatar en Internet creamos nuestros propios doppelgangers, versiones virtuales de nosotros mismos que nos representan ante los demás. Una cultura en la que muchos hemos llegado a considerar que somos nuestra propia marca personal y hemos forjado una identidad fragmentada que es nosotros y a la vez no lo es, un doppelganger que personificamos sin cesar en el éter digital a cambio de tener acceso a la insaciable economía de la atención.”[2] Klein se pregunta “¿cómo nos está afectando esta duplicación? ¿Cómo está rigiendo a qué prestamos atención y -muy especialmente- a qué no?”[3] Estas preguntas no se circunscriben exclusivamente a la vida de un individuo. Según Klein, la parte más escalofriante de la travesía por el mundo de los dobles es que los individuos no son los únicos afectados por la duplicación; las culturas y las naciones también pueden tener sus propios doppelgangers.
“… esta es la forma de doppelganger que me tiene más preocupada: el estado fascista caricaturesco que es el gemelo omnipresente de las democracias occidentales y la amenaza perpetua de que nos engullan sus llamas hechas de pertenencia selectiva y brutal desprecio. La figura del doppelganger lleva siglos utilizándose para advertirnos de estas versiones umbráticas de nuestro yo colectivo, de esos monstruosos futuros posibles.”[4]
El año previo a la pandemia y a la posterior escalada de duplicación (de dobles por todos lados) se estrenó una película de la que Naomi Klein se vale para su estudio sobre los peligros del mundo doppelganger. En la película Nosotros (Us), escrita y dirigida por Jordan Peele, se logró prever, captar y dar forma al mundo duplicado que la pandemia intensificó. En su libro, Klein escribe: “La película de terror de 2019 Us, de Jordan Peele, también es una historia de doppelgangers: imagina un mundo muy parecido al nuestro, situado encima de un inframundo de sombras habitado por dobles de todas las personas de la superficie, y unidos a ellas por un lazo invisible. Cada movimiento que se produce arriba debe tener su reflejo abajo, en un entorno de oscuridad y miseria. El sufrimiento de la gente bajo tierra hace posible la cómoda vida de los de arriba, una dinámica que muchos interpretaron como una analogía de los horrores de clase en el capitalismo racial. Pero en Us la gente del inframundo está harta de vivir vidas distorsionadas que no son sino sombras de otras vidas, por lo que suben a la superficie, donde siembran el caos.”[5] Klein se pregunta quiénes son esas sombras que habitan en las sombras. La película da una respuesta precisa: son los americanos (“We’re Americans”, dice la doppelganger de la protagonista).
En otro lugar del libro, Klein, sostiene que “el capitalismo no se agota en las capas superficiales de los mercados en las que opera directamente la clase media de las regiones más ricas del planeta (supermercados y gasolineras bien iluminados, atractivas páginas web y anodinas oficinas); todo eso no es más que su escaparate. Esas actividades requieren cierto grado de explotación de sus trabajadores, dependientes y consumidores, pero también se asientan sobre las zonas más ocultas de la cadena de suministros, zonas donde hay hiperexplotación, confinamiento de personas y envenenamiento de ecosistemas que no son fallos accidentales del sistema, sino que forman parte desde siempre del mecanismo que hace funcionar nuestro mundo.”[6] En otros términos, sin la acumulación mediante la expropiación extractivista, no es posible la acumulación que posibilita la explotación ni la plusvalía que generan las diferencias entre valor y precio en los intercambios.
Con esto, Klein plantea que cuando creíamos que los dobles eran otros, los que resultaron ser los dobles en este mundo de la injusticia social pospandémica somos, de forma pura y exclusiva, nosotros. Lo que requiere el actual proceso de neo-colonización que está en marcha, y que busca transformar a nuestro país en un inframundo dador de materias primas, parece ser una sociedad de sombras sumergida en la sombra. Un inframundo habitado por dobles-sombra que sostienen a las regiones más ricas del planeta. Si bien esto es cierto, no se debe perder de vista que en la película de Peele los dobles llegan para sembrar el caos y, como en toda historia de doppelgangers, eliminar a los habitantes de la superficie para ocupar exactamente su lugar, lo cual no quiere decir que lleguen para alterar el sistema que los tenía marginados. Lo único que parece interesarles es volver a la superficie y recrear una campaña para concientizar y combatir la pobreza que fue conocida como Hands Across America. El tipo de campaña que lava las culpas de una parte de la población que goza de un estilo de vida consumista basado en la miseria de millones de seres humanos. La historia de Peele nos hace pensar que esos dobles, antes arrojados fuera del sistema, reingresan con la forma del lumpen.
Y en los “escenarios de caos -sostiene Alberto Mayol-, la palabra «gobierno» (kyberne, control, timón) carece de sentido, aun cuando formalmente exista ese ser siempre conjetural al que llamamos «Estado». Cuando el caos impera y una aparente democratización fluye bajo nuestros pies, lo que estamos viviendo es la oclocracia, el gobierno de la turba, el espasmo convertido en ley. Y en ese escenario, la obra de teatro tendrá como protagonista a meros agentes del caos (lumpen).”[7] El caos -dice Mayol- es el poder del lumpen. Este es el orden por descifrar en la Argentina 2024. El libro Doppelganger de Naomi Klein es una herramienta hermenéutica extraordinaria para esta urgente tarea. Para “salir de este vértigo general y, juntos, llegar a un lugar mucho mejor.”[8]
Referencias:
[1]Klein, N., Doppelganger. Un viaje al mundo del espejo, Buenos Aires, Paidós, 2024, p. 16.
[2]Klein, N., op. cit., p. 21.
[3]Klein, N., op. cit., p. 22.
[4]Klein, N., op. cit., p. 23.
[5]Klein, N., op. cit., p. 279.
[6]Klein, N., op. cit., p. 271.
[7]Mayol, A., Las 50 leyes del poder en El Padrino, Barcelona, Arpa, 2023, p. 291.
[8]Klein, N., op. cit., p. 24.
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*Docente de filosofía en Universidad Nacional de General Sarmiento.