Por Carlos Cruz*
(para La Tecl@ Eñe)
Asistimos a tiempos en que las Corporaciones transnacionales, con el objeto de reforzar el blindaje de su modelo de Gobernanza Global, demandan a sus Estados gendarmes el incremento de los dispositivos del poder punitivo. Poder punitivo éste que, combinado con el fomento de fundaciones culturales y brazos armados, tiene entre sus funciones: preservar el actual modelo de acumulación de capital, perseguir el pensar crítico, construir subjetividades dóciles y reprimir conflictos sociales. Escenarios esos que nos remiten a otras experiencias de barbarie y horror. .
1.- El brazo armado del III Reich. Alemania, 30 de enero de 1933. Adolfo Hitler, con el sostén de sociedades multinacionales alemanas y extranjeras, el soporte del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (NSDAP) y con las Tropas de asaltode las SA controlando las calles: es nombrado Canciller. Entonces, el Führer, activa el Proyecto encaminado a desterrar los vestigios de la República de Weimar, acosar opositores y desplegar una política racista. Proyecto ese que, a la sombra de las ideas de Carl Schmitt y el Movimiento Völkish, tomará cuerpo con la sanción de la Ley habilitante (von Behebung der Not von Volk und Reich-24 de marzo de 1933). Una Ley que se obtuvo, luego de haberse manipulado a parlamentarios dóciles y aprovechar la debilidad de la oposición, y que otorgó a Hitler la facultad de poder legislar sin intervención del Reichstag. [i]
En ese tránsito, el proselitismo escenográfico del Führer se centra en convocar a desilusionados, lumpen proletarios e integrantes de la pequeña burguesía, de manera que pasen a nutrir las filas de organizaciones como el NSDAP, la Liga Nacionalsocialista de Estudiantes, las SA de Ernest Röhm o el Servicio de orden (Ordnungsdienst). Organizaciones que tenían por misión: formar a la juventud, reivindicar el espíritu teutón y combatir al comunismo. Todo ello al calor de la tradición de las Freikorps, aquel grupo de civiles armados que combatió a los Espartaquistas y secuestró, e hizo desaparecer, a Rosa Luxemburgo. Precisamente, en ocasión de considerar este período, Eric Hobsbawm destacó que, en definitiva: “lo que helaba la sangre a los conservadores era la amenaza implícita de que se reforzara el poder de la clase obrera”. [ii]
2. Fascismo. Las máscaras del capitalismo. Al momento de abordar el análisis del modo de producción capitalista, podemos distinguir tres modelos de organización económica y jurídico-política: a) el modelo democrático del Estado de bienestar, promotor de la intervención estatal a efectos de impulsar la labor productiva, procurar equidad en la distribución de riqueza y “garantizar la competencia”; b) el paradigma de Economía de mercado neoliberal, con centro en la libre autorregulación de los agentes, donde los sectores que ostentan posiciones de dominio (Beneficiarios finales) pueden imponer condiciones tanto a trabajadores/as como en las áreas de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Sectores de poder aquellos, habituados a operar en silencio entre los pliegues de la democracia ritual y bajo la custodia de los aparatos represivos del Estado policial y c) el arquetipoFascista, en que el Estado, al mismo tiempo que dirige sectores de la economía y protege la propiedad privada, disciplina con violencia extrema al enemigo.
En ese contexto, la experiencia histórica registra que, ante los periódicos cracks del capitalismo –con sus secuelas de desocupación y conflictividad social– los mercados de capitales (temerosos de perder el Control social) promueven y financian movimientos totalitarios ‒de distinto signo‒ para que se encarguen de ejercer el referido control. Así, el totalitarismo conservador, en sus variantes: Fascista, Falangista, Nazi, de la Sociedad de Oriente japonesa o de la Guardia de Hierro Rumana supo, en cada coyuntura, tomar a su cargo la protección del capitalismo monopolista. Ello, puesto que, más allá de algunas regulaciones ordenatorias, esos regímenes no afectaron los bienes, ni los privilegios, de grupos dominantes (tal como ocurrió en la Italia de Mussolini, con Franco en España, la Alemaniade Hitler o en el curso de las Dictaduras económico-militares latinoamericanas). Respecto a esta cuestión, es importante rememorar crisis como la del colapso del mercado de valores norteamericano de 1929, que conmovió los cimientos de la economía capitalista y dejo traslucir ‒en palabras de Hobsbwam‒ un dominio cada vez mayor de las grandes empresas al punto de ridiculizar “el concepto de competencia perfecta”. Colapso que también impactó negativamente sobre la banca, la industria y los obreros y campesinos de la República de Weimar. Circunstancia en la cual, Hitler, acompañado por Hjalmar Schacht, sostiene la consigna: cada alemán tiene la posibilidad de producir libremente… bajo el reconocimiento fundamental de la propiedad privada, y, en esa dirección, da forma a un Programa que articula la actividad empresaria, y el trabajo esclavo, con la plataforma del Partido.[iii] Programa que, luego, el Führer habrá de exponer en distintas oportunidades, como en su discurso sobre Política económica nacional socialista donde señaló: “Créanme ustedes que lo decisivo aquí no es la teoría, sino el rendimiento de la economía… El interés del pueblo exige que la economía sea dirigida por cerebros competentes y no por funcionarios… lo que nosotros necesitamos son inventores, son constructores; pero ningún funcionario. Una economía socializada pierde toda capacidad de moverse elásticamente; se vuelve perezosa y acaba por sucumbir”.[iv]
Mientras tanto. Lejos de allí, sentados alrededor de una larga mesa en sus oficinas de la ciudad de Wilmington, un núcleo de directivos de Du Pont, Standard Oil y General Motors ‒empresas que mantenían fluidas relaciones con el nacionalsocialismo [v]‒ conversan sobre la marcha de los negocios petroleros de la Standard Oil con el gobierno neofascista de Uriburu y el aporte económico a la Liga Patriótica.[vi] Para pasar, acto seguido, a evaluar el monto de las subvenciones que le otorgarían a la Liga de la Libertad estadounidense. Fundación esta que, disciplinadamente, había encabezado campañas contra los derechos de trabajadores norteamericanos (Ley Wagner) a la par de promover think tanksfinanciados por corporaciones y desempolvar un ideario neoliberal (ya expuesto por John Locke en 1690) con el propósito de predicar contra el marxismo y en defensa de la propiedad individual.[vii]
(En la Segunda parte del texto se abordan, entre otras cuestiones, algunos aspectos del proyecto “cultural” del nacionalsocialismo, relacionados con el ejercicio del poder punitivo (Estatal y Paraestatal) y la “lucha por el sentido”, la construcción de subjetividad y el manejo de las relaciones de poder. Para lo cual, el Tercer Reich valiéndose de leyes y decretos abolió el derecho a la libertad de pensamiento y abrió las vías para la persecución de intelectuales, la quema de libros, el cierre de periódicos, y el manejo de contenidos, y estéticas, en el cine y la radiofonía. En ese contexto, la afirmación de la superioridad de la voluntad y del instinto, convocaron a todo tipo de teóricos reaccionarios que exaltaban la “divinidad” de Hitler y combatían el “peligro comunista a la vez de repudiar la educación sexual y todo elemento que contribuyera a la “destrucción de la familia”).
Referencias:
[i] Beneyto Pérez, Juan, Nacionalsocialismo, Ed. Labor, Barcelona 1934, pp. 95. https://cambiodemichoacan.com.mx/2024/08/28/la-ley-habilitante-el-ine-y-la-sobrerrepresentacion-de-la-4t/
[ii] Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX– Crítica- Grijalbo- Buenos Aires, pp.131.
[iii] Beneyto Pérez, Juan, ob. cit, pp. 77/78.
[iv] Heiber, Helmut, Habla el Führer, Ediciones GP, Barcelona, 1968, pp. 339, 359.
[v] Muchnik, Daniel, Negocios son Negocios. Los empresarios que financiaron a Hitler, Editorial Norma, Buenos Aires, diciembre de 1999; National Archives finding aid para investigación sobre el Holocausto.
[vi] Mayo, Carlos y García Molina, Golpe con olor a petróleo, diario la Nación, Buenos Aires, 12 de noviembre 2000, con cita de: Fortune, Marzo de 1931. Nº 3, v. III, p. 132.
[vii] Forner, Eric, La historia de la libertad en el siglo estadounidense, Huellas de Estados Unidos, http://www.huellasdeeua.com/ediciones/edicion14/01_Eric_Foner_pp05-21.pdf; – https://www.encyclopedia.com/history/dictionaries-thesauruses-pictures-and-press;releases/american-liberty-league (11/12/24, 14 hs.)
*Doctor en Derecho. Profesor Consulto de la Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires. Materia: Derecho penal económico.