El infierno

«Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí».


Escenario Catastrófico

Tal como señalamos en las columnas anteriores, la catástrofe social avanza. El INDEC dió a conocer el IPC (Índice de precios al consumidor) de diciembre del año 2023, medido luego del fogonazo inflacionario donde el León llevó el dólar de $366 a $800. Una devaluación del 118%.

El número es conocido, a nivel general el IPC de diciembre alcanzó el 25,3%, la mayor desde el año 1990 y casi seis veces el índice de  la Venezuela chavista. Sin embargo, siendo ese nivel general catastrófico en sí mismo, en el estratégico rubro “alimentos y bebidas” es aún peor y trepó al 29,7% mensual, totalizando el 251,3% anual.

Proyectando datos de noviembre, la Canasta de Pobreza – aún no se conoce oficialmente su valor para el mes de diciembre-  llega a un costo de $502.000 para un hogar  tipo 2 de cuatro miembros  metropolitano, en tanto la canasta de sobrevida calórica para el mismo hogar, la denominada Canasta de Indigencia, asciende $240.500 mensuales.

Como dijimos oportunamente en estas columnas de Perfil, en ese mismo lapso, los salarios privados formales promedio, ascendían a mediados de diciembre a $394.000 bruto, aplicando los descuentos de ley, llegaban a $315.000 neto, apenas el 62% del valor de la canasta de pobreza de diciembre.

Una catástrofe social provocada se avecina

Esto señala un deterioro inédito del salario – en este caso privado formal- respecto a la línea de pobreza. Ni hablar del promedio salarial informal que no llega al 50% del valor de la línea de pobreza del mes de diciembre.

En rigor, la quemazón inflacionaria y el ingreso menguante no parecen un error sino un efecto  buscado por el actual el gobierno “libertario”.

Los niveles de pobreza e indigencia tras conocerse el nivel de inflación de diciembre superan el 45 y 12% respectivamente, mientras el desempleo ha sobrepasado los dos dígitos. Todo en un mes de gestión de la cuarta ola neoliberal que sufrimos en el país, la bautismal en dictadura, tres en democracia.

Así las cosas, a mediados de año en curso, “el pibe motosierra”, el “león”, el “osito mimoso”, elija Ud. el apodo lector, llevará ambos indicadores a los niveles del año 2001, apenas contenidos abajo con planes de transferencia de ingresos gestionados por el aparato de estado y los Movimientos Sociales, valga la redundancia.

Esperar que este escenario se instale es demencial para todo el arco político, sea  oficialista u opositor. Solo recordemos que tras el estallido de casi un cuarto de siglo de neoliberalismo con la crisis del año 2001, en medio de una enorme fragmentación política, tuvo que llegar a la presidencia, apenas con el 22% de los votos, un casi ignoto Néstor Carlos Kirchner, para que, por su determinación y visión estratégica, se restaurara la autoridad política y la casta tradicional, sea oficialista u opositora, pudieran volver a caminar por la calle.

Los niveles extorsivos del gobierno los expresó mejor que nadie Toto Caputo, el ministro que como bien señala el economista Sergio Chouza “logró que Argentina sea el único país del mundo en que una parte de la población aplauda por renegociar un crédito, al mismo funcionario que lo pidió y se lo patinó”.

¿Por qué pierden los oficialismos?

En la conferencia tras el anuncio del “acuerdo” con el Fondo, Caputo lanzó una amenaza muy grave. “En la medida en que la ley (ómnibus) no pase, las medidas van a ser más duras y los argentinos van a sufrirlas más”. Muy libertario no suena.

En fin, lo cierto es que hoy, mientras el parlamento bajo extorsión discute el DNU y “Ley ómnibus”, la aceptación de la deuda y las condicionalidades del FMI, el aumento del desempleo, pobreza, indigencia y la licuación acelerada del valor del peso, el desmoronamiento de salarios, jubilaciones, pensiones y otras formas de ingreso, ya son un hecho consumado.

En este sentido preciso, Javier Gerardo Milei ya ganó, aunque probablemente, más temprano que tarde tampoco él pueda volver a caminar por las calles, aunque esta vez, (ay!) no parece que haya disponible un Néstor Kirchner para salvarnos, ni a la casta, ni al León, ni a nosotros y nosotras, estimados lectores de Perfil.

Cuando ese momento llegue, cobrará sentido la advertencia que Luisa González, líder del Movimiento Revolución Ciudadana, durante la campaña para las presidenciales de 2023, lanzara recientemente frente a un Ecuador dolarizado y bajo el fuego cruzado narco-neoliberal:  “El plan de Noboa sólo dejará cárceles y cementerios”. Tiene razón.

*Director de Consultora Equis.

2 comentarios

  1. Y los radicales votarían a favor (o se abstendrian) del engendro jurídico elevado al Congreso, porque no querrían verse asociados y o identificados con UxP o lo que sea K. Por lo tanto no tendrían inconvenientes en continuar junto a la banda pro. ( dónde está Republiquita, la bebita ? )
    Además la justicia no resuelve nada sobre el intento alevoso de magnicidio …
    Quién se va a animar ahora a representar políticamente a las clases más desfavorecidas (o a los intereses nacionales mismos) después de tal vergonzosa naturalización de la estigmatización politica y negación de justicia ?
    No hay dudas que necesitamos un líder con las características de Putin o Xi Jinpig ( o Perón del 43 – 45 ), pero acompañado de un desplazamiento de la elite criminal y cleptocrata que se consolidó a partir de Martínez de Hoz, una purga de los genuflexos, oportunistas y arribistas que poblaron los partidos tradicionales (si es que fueran estos partidos recuperables) y una desarticulación total del sistema hegemónico de medios de comunicación.
    No se ve en el horizonte …
    Salvo la incidencia de un descalabro geopolitico internacional que se acelera día a día, pero que es de tal magnitud, que desconocemos el desenlace y sus consecuencias …

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