En el ensayo, Masha Gessen escribe: “Durante los últimos diecisiete años, Gaza ha sido un recinto hiperdensamente poblado, empobrecido y rodeado donde solo una pequeña fracción de la población tenía derecho a salir, ya fuera por un corto periodo de tiempo, en otras palabras, un gueto. No como el gueto judío de Venecia o un gueto del centro de una ciudad en Estados Unidos sino como un gueto judío en un país de Europa del Este ocupado por la Alemania nazi”.
Además, Masha Gessen analiza por qué el término “gueto” no se utiliza comúnmente para describir Gaza. “Presumiblemente, el término más apropiado, ‘gueto’, habría atraído las iras de algunos para comparar la situación de los gazatíes sitiados a la de los judíos de los guetos. También nos habría dado el lenguaje para describir lo que está sucediendo en Gaza ahora. El gueto está siendo liquidado”.
El ensayo de Masha Gessen provocó cierta indignación en Alemania. En su anuncio de la retirada de su apoyo al premio de Gessen, la Fundación Heinrich Böll, que está vinculada al Partido Verde Alemán, criticó el ensayo de Gessen con la siguientes palabras: “[Lo que Gessen] dice implicitamente es que Israel pretende liquidar Gaza como un gueto nazi”. Tras la retirada de la fundación de la ceremonia del Premio Hannah Arendt, este sábado se llevará a cabo una ceremonia más pequeña en un lugar diferente.
Para Gessen, la controversia en Alemania llega pocos días después de que se le añadiera a la lista de los más buscados en Rusia por sus comentarios sobre la guerra en Ucrania.
Masha Gessen nos acompaña desde Bremen, Alemania. Masha Gessen es parte del equipo de redacción en The New Yorker, y ha escrito numerosos libros, incluyendo, más recientemente, “Sobrevivir a la autocracia”.
Masha, le damos la bienvenida de nuevo a Democracy Now!, ¿podría empezar hablando de esta controversia en relación a lo que escribió en la revista The New Yorker y el hecho de que la ceremonia no se haya cancelado por completo? Explíquenos lo que ha pasado.
MASHA GESSEN: Hola, Amy. Es un placer estar aquí.
No sé si puedo explicar lo que pasó, ya que no creo entender del todo bien lo que pasó, porque la Fundación Heinrich Böll primero se retiró de la ceremonia de entrega de premios, lo que hizo que la ciudad de Bremen se retirase de la ceremonia de entrega de premios, causando que los organizadores del premio me informaran de que, en primer lugar, están a mi lado y mantienen su decisión de darme el premio, pero también… Y luego la universidad donde la discusión al día siguiente del premio debía realizarse también se retiró. Y esto es interesante, porque la universidad dijo que creían que tener la discusión violaría una ley. Ahora, por “ley”, creo que lo que realmente querían decir fue la resolución no vinculante que prohíbe cualquier cosa conectada con el Movimiento de Sanciones, Boicot y Desinversión, que no es vinculante, pero tiene una gran influencia en Alemania. Y ese fue en gran medida el tema de mi artículo.
Entonces, los organizadores del premio decidieron celebrar una ceremonia más pequeña en una ubicación diferente, que no voy a mencionar, no porque tenga miedo de los alemanes, sino porque me preocupan los rusos. Y luego la Fundación Heinrich Böll, después de un gran alboroto en las redes sociales alemanas y en los medios convencionales, emitieron una nueva declaración diciendo que mantienen su decisión de entregarme el premio, pero que el lugar había cancelado la celebración, y por lo tanto no se podía realizar la ceremonia de entrega de premios, así que se pospuso, que no creo que fueran del todo claros por la parte de la Fundación Heinrich Böll, y su primera declaración estaba registrada. Pero ahí es donde estamos ahora.
AMY GOODMAN: Hablemos del corazón de lo que la Fundación Heinrich Böll ha encontrado tan controvertido. Hable sobre ese artículo que escribió en la revista The New Yorker, la comparación que ha hecho entre Gaza y el gueto de Varsovia.
MASHA GESSEN: El artículo es bastante amplio. En él hago un recorrido por Alemania, Polonia y Ucrania y hablo sobre la política de la memoria en cada país, pero una gran parte del artículo es sobre cómo vemos, o no, la guerra actual en Israel-Palestina a través del prisma del Holocausto. Gran parte del artículo la dedico, de hecho, a la política de la memoria en Alemania y la enorme maquinaria contra el antisemitismo, que en gran medida ataca a las personas que critican a Israel, las cuales a menudo son judías. Esa es una descripción en la cual yo también encajo. Soy de origen judío. Vengo de una familia que incluye sobrevivientes del Holocausto. Crecí en la Unión Soviética, muy a la sombra del Holocausto. De ahí es de donde viene la frase del título del artículo, que es de un pasaje del propio artículo. Y yo tengo una postura crítica de Israel.
Entonces, la parte que realmente ofendió a la Fundación Heinrich Böll y a la ciudad de Bremen, y, me imagino, a parte de la opinión pública en Alemania, es la parte que usted leyó, en la cual hago la comparación entre la Gaza sitiada, la Gaza antes del 7 de octubre, y un gueto judío en la Europa ocupada por los nazis. Hice esa comparación intencionalmente. No era lo que aquí llaman una provocación sino que era el argumento del artículo, porque creo que la forma en que funciona la política de la memoria ahora en Europa y en Estados Unidos, pero particularmente en Alemania, es que, como principio básico, no se puede comparar el Holocausto con nada más. Es un evento singular que está más allá de la historia.
Mi argumento es que para aprender de la historia, tenemos que comparar eventos. En realidad ese tiene que ser un ejercicio constante. No somos mejores personas ni más inteligentes ni más educadas que las personas que vivieron hace 90 años. Lo único que nos hace diferentes de esas personas es que en su imaginación el Holocausto aún no existía, mientras en la nuestra sí. Sabemos que es posible. Y la forma de prevenirlo es estar atentos, en la forma en que Hannah Arendt y otros pensadores judíos que sobrevivieron el Holocausto estaban atentos. Hubo toda una conversación, sobre todo en las dos décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, en la que de verdad se hablaba de cómo reconocer los signos de un descenso a la oscuridad.
Y creo que necesitamos… Oh, y otra cosa que quiero decir es que todo nuestro marco del derecho internacional humanitario se basa, esencialmente, y proviene en su totalidad del Holocausto, al igual que el concepto de genocidio. Y yo sostengo que ese marco se basa en la suposición de que siempre estamos mirando la guerra, el conflicto, la violencia a través del prisma del Holocausto. Siempre tenemos que hacernos la pregunta de si los crímenes de lesa humanidad, cuyas definiciones resultaron del Holocausto, se están repitiendo. E Israel ha librado una campaña increíblemente exitosa para, no solo establecer el Holocausto como algo fuera de la historia, sino también para posicionarse al margen de la óptica del derecho internacional humanitario, en parte usando como un arma la política de la memoria y la política del Holocausto.
AMY GOODMAN: Háblenos de eso, de aprender sobre el Holocausto a través de la idea de que es algo distinto y separado y no se puede equiparar con nada más, comparado con cómo aseguramos ese “nunca más” para todos en todo el mundo.
MASHA GESSEN: No sé si podamos garantizar ese “nunca más” para todos en todo el mundo. Pero creo que la única forma de tratar de garantizarlo es seguir teniendo en mente que el Holocausto es algo posible, saber que es… Puede resultar de lo que Arendt llamó “superficialidad”. Este era, en gran medida, su punto en “Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal”. Y por cierto, este fue un libro que le valió a Arendt la exclusión de los espacios políticos tanto en Israel como en gran parte de los escenarios políticos judíos en Norteamérica, debido a las cosas que escribió sobre el Judenrat, pero también por su estudio sobre la banalidad del mal. Fue algo que se malinterpretó como una trivialización del Holocausto. Lo que ella estaba diciendo en realidad es que las cosas más horribles de las cuales la humanidad ha demostrado ser capaz pueden surgir de algo que parece poco, pueden surgir de la irreflexión, pueden surgir del hecho de no preocuparse por la suerte del otro o de la incapacidad de hacerlo. Y yo lo interpreto como un llamado a estar atentos ante la falta de empatía por la suerte del otro, a dudar del tipo de consenso abrumador que, sin duda en Israel y en la comunidad judía norteamericana, parece respaldar la embestida israelí contra Gaza. Porque esa es la manera en la que descendemos hacia nuestros momentos más oscuros.
AMY GOODMAN: Para las personas que no saben quién fue Hannah Arendt, fue la filósofa y teórica política judía autora de “Los orígenes del totalitarismo” y “La condición humana”, así como “La banalidad del mal”. Cubrió el juicio de Eichmann para la revista The New Yorker, para la cual ahora escribe Masha Gessen.
Masha, la semana pasada, un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza mató al aclamado académico palestino, activista y poeta Refaat Alareer, junto con su hermano, su hermana y sus cuatro sobrinas. Por más de 16 años, Alareer trabajó como profesor de literatura inglesa en la Universidad Islámica de Gaza, donde dictó cátedra sobre Shakespeare y otras materias. Era padre de seis hijos y mentor de muchos jóvenes escritores y periodistas palestinos, además de cofundador de la organización We Are Not Numbers. En octubre, Democracy Now! habló con Refaat Alareer, quien también comparó Gaza con el gueto de Varsovia.
REFAAT ALAREER: Si ha visto las fotos de Gaza, estamos hablando de la total devastación y destrucción de universidades, de escuelas, de mezquitas, de negocios, de clínicas, de carreteras, de infraestructura, de suministros de agua. Esta mañana busqué en Google “fotos del gueto de Varsovia”, y los resultados fueron fotos que no podía diferenciar. Alguien tuiteó cuatro fotos y le preguntó a la gente si podía decir cuáles eran de Gaza y cuáles eran del gueto de Varsovia. Son notablemente iguales, porque el perpetrador está usando casi las mismas estrategias contra una minoría, contra el pueblo oprimido, el pueblo maltratado, el pueblo asediado, ya fuera en el gueto de Varsovia, contra los judíos en el gueto de Varsovia en el pasado, o contra los musulmanes y cristianos palestinos en la Franja de Gaza. Las similitudes son asombrosas.
AMY GOODMAN: Ese era el poeta, escritor y académico palestino Refaat Alareer, quien murió en Gaza en un ataque aéreo israelí que también mató a su hermano, a su hermana y a cuatro de sus sobrinas. Quiero que veamos al actor escocés Brian Cox, famoso por la serie “Succession”, que ha sido nominada a varios premios Emmy, leyendo el poema “Si he de morir”, de Refaat Alareer, en un vídeo que se ha vuelto viral.
BRIAN COX: Si he de morir,
tú has de vivir
para contar mi historia,
para vender mis cosas
y comprar un trozo de tela
y algunos hilos,
(hazla blanca con una cola larga)
para que un niño,
en algún lugar de Gaza,
mientras mira al cielo a los ojos
esperando a su padre
que partió entre las llamas
–sin despedirse de nadie,
ni siquiera de su propia carne,
ni siquiera de sí mismo–
vea la cometa,
la cometa que tú construiste,
volando allá en lo alto
y piense por un instante
que un ángel está allí
trayendo de vuelta el amor.
Si he de morir,
que mi muerte traiga esperanza,
que se convierta en leyenda.
AMY GOODMAN: Ese era el actor escocés Brian Cox, leyendo el poema “Si he de morir”, de Refaat Alareer, en un vídeo producido por PalFest, el Festival Palestino de Literatura. Masha Gessen, ¿puede hablar, tanto de lo que Refaat y usted han dicho sobre el gueto de Varsovia, como de lo que significa su muerte en un ataque aéreo, como han muerto tantos otros palestinos? Creo que en este momento las cifras están alrededor de unos 19.000 palestinos muertos, de los cuales más de 7.000 son niños y más de 5.000 son mujeres, Masha.
MASHA GESSEN: No sabía que Refaat había hecho esta comparación, pero no es algo que en realidad me sorprenda, porque es una comparación sobre algo muy evidente. Así que la pregunta que tuve que hacerme al escribir esto fue: “¿Por qué no se ha hecho esta comparación antes?”. El tropo que se ha utilizado durante más de una década en los movimientos de derechos humanos es el de “prisión al aire libre”. Y “prisión al aire libre” no es una forma correcta de describir lo que era Gaza antes del 7 de octubre. No hay celdas propias de una prisión. No hay guardias penitenciarios. No hay un horario diario reglamentado. Lo que había era aislamiento. Lo que había era un muro. Lo que había era el impedimento para que las personas salieran, con la excepción de muy, muy pocas de ellas. Lo que había era una fuerza local, cuya existencia fue propiciada en parte por quienes construyeron el muro –y estoy hablando de Hamás ahora como la fuerza local–, que mantuvo el orden, y de esta manera atendió, en parte, las necesidades de las personas que construyeron el muro. Ese fue el trato que Israel selló al salir de Gaza, que Hamás mantuviera el orden allí. Y, obviamente, hay grandes diferencias. No estoy afirmando, de ninguna manera, que esta es una comparación exacta o que incluso exista tal comparación exacta. Eso no existe. Pero lo que estoy argumentando es que las similitudes son tan sustanciales que en realidad nos pueden ayudar a comprender lo que está pasando ahora.
Y lo que está pasando ahora –y esta es probablemente la parte de mi artículo que hizo que mucha gente quisiera lanzar sus ordenadores contra la pared–, lo que está sucediendo ahora es que el gueto está siendo liquidado. Y creo que eso es algo importante para decir, no solo porque es importante llamar a las cosas… describir las cosas de la mejor manera que podamos, sino porque, de nuevo, en nombre de la idea de “nunca más”, nos tenemos que preguntar si esto es como un gueto. Y si lo que estamos presenciando ahora en esta matanza indiscriminada, en esta ofensiva que ha desplazado a casi toda la población de Gaza, que los ha dejado sin hogar, es sustancialmente similar a lo que vimos en algunos lugares durante el Holocausto, y si es así, ¿qué va a hacer el mundo al respecto? ¿Qué va a hacer el mundo en nombre del “nunca más”?
AMY GOODMAN: Masha Gessen, las cancelaciones de discursos, de festivales que son vistos como propalestinos, están en aumento. Usted ha enseñado en el Bard College durante años y conoce el tipo de presión bajo el cual están profesores y estudiantes en todo Estados Unidos. Usted está en Alemania en este momento. Me pregunto si puede comentar sobre esto. Algunos lo llaman un “nuevo macartismo”. Y, sin embargo, es interesante que, al igual que usted, muchos de los manifestantes son judíos, son estudiantes y profesores judíos. Pero, cuando esta ceremonia se canceló por primera vez y luego se pospuso, ¿qué tipo de respuesta tuvo por parte de la prensa? ¿Hubo una avalancha de interés, particularmente en Alemania ahora, donde gente como Greta Thunberg, la joven activista climática, alzó la voz a favor de Gaza y fue ridiculizada por la prensa del país?
MASHA GESSEN: Bueno, es curioso que lo pregunte, porque yo estaba camino a Bremen tras haber recibido, al despertar, un correo electrónico en el que me decían que todo esto estaba pasando. Y empecé a ver informes en los medios, los cuales eran increíblemente incorrectos. Decían, por ejemplo, que el premio había sido revocado, lo cual nunca sucedió. El jurado fue muy firme, y no tengo suficientes palabras para expresar mi agradecimiento hacia ellos. Creo que me han protegido de toda esta presión bajo la cual han estado como resultado de esta controversia. Pero ellos me han recibido y me han apoyado bastante. Pero sí, los medios estaban reportando todo tipo de cosas y también inventando datos biográficos sobre mí.
Y en todo ese tiempo, ni un solo periodista alemán me contactó, solo lo hizo un reportero estadounidense, un periodista de The Washington Post. Así que publiqué un tuit al respecto. Y fue como si les hubiera recordado a los periodistas que eso es lo que hacemos: llamamos a la gente y averiguamos lo que realmente sucedió. Así que ahora he estado hablando sin parar con los medios durante las últimas 28 horas. Casi desearía no haber tuiteado eso, pero también creo que es muy importante tratar de tener esta conversación de una manera significativa. Entonces me he estado concentrando principalmente en los medios alemanes. Cada uno de los medios alemanes que conozco me han contactado. Por lo tanto, no creo que se trate de no querer darme un espacio para hablar, sino que el hábito de recopilar las noticias se ha vuelto tan arraigado que la gente olvida que la esencia de nuestra profesión está en llamar a la gente y hacerles preguntas.
AMY GOODMAN: Ir a donde está el silencio. Masha Gessen, quiero también preguntarle sobre otro tema. La policía rusa le incluyó a usted hace poco en una lista de personas buscadas después de abrir un caso penal en su contra por cargos de difusión de información falsa sobre el Ejército ruso. El Kremlin le acusa de difundir información falsa a raíz de sus comentarios sobre la masacre de civiles ucranianos por las fuerzas rusas en la ciudad de Bucha en marzo de 2022. ¿Puede hablar sobre esto?
MASHA GESSEN: Bueno, ha sido una semana intensa. Siento que quiero dejar de ser noticia. ¿Pero, sabe qué? No me parece tan descabellado que me hayan incluido en la lista rusa de personas buscadas al tiempo que estoy en problemas con las autoridades alemanas, porque creo que hay una especie de política –y esto es a lo que se refirió en la primera parte de su pregunta anterior– que es lo que algunas personas están describiendo como el “nuevo macartismo”.
Esta es, a mi parecer, la parte más preocupante de las políticas domésticas en Occidente, tanto aquí como en Estados Unidos, que los sectores de derecha están usando activamente el antisemitismo. En Alemania, Alternativa por Alemania, el partido antiinmigrante de extrema derecha, ha estado usando el antisemitismo como un garrote… como una forma de entrar a la corriente política dominante y como un garrote para reprimir las voces en contra de políticas a favor de Israel. Muchas de esas voces son de personas judías. Y creo que lo que hemos observado con las citaciones a rectoras de universidades a interrogatorios en el Congreso de Estados Unidos tiene similitudes evidentes. Ese también es el pase de entrada de Elise Stefanik al escenario de la clase política dominante. Pero, y esta es la parte realmente importante, también se basa en una concepción profundamente antisemita del mundo. Elise Stefanik está usando a estas rectoras universitarias para atacar a las instituciones liberales y a las universidades más prestigiosas. Creo que, en su imaginación, y me parece que sabemos lo suficiente como para deducir que así es como funciona su imaginación, está tratando de hacer que los donantes retiren sus contribuciones a estas instituciones para perjudicarlas. Y, por supuesto, ella se imagina que los judíos controlan todo el dinero, así que los donantes deben ser judíos. Este es el tipo más básico de tropo antisemita.
Y el hecho de que la derecha sea capaz de apropiarse del tema del antisemitismo de manera tan efectiva es realmente peligroso, porque, ¿sabe qué?, el antisemitismo es real. El antisemitismo, cuando los políticos de derecha o los políticos estúpidos mezclan el antisemitismo real con un antisemitismo falso, lo que en Alemania llamaron antisemitismo relacionado con Israel, que es básicamente la crítica hacia Israel, lo que resulta de eso es una imagen confusa en la que los judíos están siendo utilizados y se reafirma la visión antisemita del mundo y, en última instancia, el antisemitismo real se convierte en un peligro mayor.
AMY GOODMAN: Quiero terminar hablando sobre otra víctima del Holocausto, la comunidad LGBTQ. La Corte Suprema de Rusia prohibió el activismo a favor de la comunidad LGBTQ+ en una decisión histórica que Amnistía Internacional calificó de “vergonzosa y absurda”. El fallo, que alega que el “movimiento internacional LGBTQ” es extremista, podría agravar aún más la situación de vulnerabilidad de esas comunidades. Masha, ¿no es esa parte de la razón por la que usted dejó la Unión Soviética, dejó Rusia, en un principio? Solo tenemos un minuto, ¿puede comentar sobre eso?
MASHA GESSEN: Sí. La semana que viene se cumplen 10 años desde que me obligaron a salir de Rusia debido a la campaña antigay que ya estaba en marcha en el país, además de las amenazas del Kremlin contra mi familia.
AMY GOODMAN: Bueno, Masha Gessen, muchas gracias por acompañarnos. Gessen integra el equipo de redacción de la revista The New Yorker, imparte clases de escritura en el Bard College de Nueva York; periodista ruso-estadounidense que ha recibido varios galardones y ha escrito numerosos libros, el más reciente de ellos titulado “Sobrevivir a la autocracia”. Hace poco publicó un artículo en The New Yorker titulado “A la sombra del Holocausto: cómo la política de la memoria en Europa oscurece lo que vemos hoy en Israel y Gaza”. Vamos a enlazar a su artículo en democracynow.org/es. Masha Gessen nos ha acompañado desde Bremen, Alemania, donde recibirá el Premio Hannah Arendt, aunque en un lugar diferente, sin el patrocinio de muchas de las organizaciones que originalmente patrocinaban la entrega de dicho premio.
Al regresar, vamos a Yenín, en los territorios ocupados de Cisjordania, para hablar con el director artístico del Teatro de la Libertad, quien fue encarcelado esta semana después de que Israel detuviera a cientos de hombres palestinos y destrozara el teatro. También hablaremos con Peter Schumann, el cofundador de 89 años de edad de Bread and Puppet Theater, sobre su legendaria compañía de teatro que abordará el asalto de Israel a Gaza en una presentación este fin de semana aquí en Nueva York. Regresamos en 20 segundos.
Traducido y editado por Igor Moreno Unanua e Iván HIncapié.