La rebelión de Wagner, aunque ha intentado limitar sus objetivos a los responsables del ministerio de defensa rusos, es un cuestionamiento por parte del ultranacionalismo ruso de la dirección de Putin al frente del régimen oligárquico ruso. La ocupación de Rostov y el intento de enviar fuerzas mercenarias armadas a Moscú es el otro lado del espejo del Plan A de Putin de ocupar Kiev en los primeros días de la guerra. No ha tenido éxito, porque era un enfrentamiento demasiado duro militarmente y costoso políticamente. Lukashenko se ha convertido en mediador imprescindible, porque Putin no ha podido ni eliminar a Prigozhin en un asesinato selectivo.Este intento de semi golpe de estado para imponer una dirección ultranacionalista a Putin tiene lugar en medio de la contraofensiva ucraniana, que aun no ha conseguido, a pesar del enorme esfuerzo desplegado, romper las defensas rusas.
Pero las fricciones en el campo ruso en Bajmut, que Wagner decía haber conquistado casi sin ayuda de las Fuerzas Armadas rusas, han seguido creciendo y poniendo en entredicho al estado mayor ruso y a la nueva clase dominante surgida de los aparatos de seguridad y el FSB, que se ha impuesto a los oligarcas, como árbitros del estado ruso post-soviético. La ultima denuncia de Wagner es que el ejercito ha disparado con artillería sobre una de sus bases de retaguardia.
Es posible, porque Wagner se ha convertido en un peligro para quienes han permitido que creciera y no pueden aceptar que se convierta en un estado dentro del estado. Este conflicto es la primera gran crisis en las clases dominantes rusas tras la invasión de Ucrania y marca un antes y un después. Esperemos que también ayude a que se restablezcan los principios de la Carta de NNUU, las tropas rusas se retiren cuanto antes, se alcance un alto el fuego y se abran negociaciones para acabar con el conflicto.
Pero ya nada será igual en la Rusia de Putin, que ha mostrado que tiene los pies de barro. SP