Alex de Jong
La victoria de la derecha en las recientes elecciones holandesas no fue una sorpresa. Lo que fue sorprendente fue la importancia de la contribución de la extrema derecha en la victoria general de la derecha. Para Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad (PVV), de extrema derecha, ha valido la pena años de paciencia mientras que el partido de derecha en el gobierno jugó y perdió.
El avance electoral de la derecha se produjo en gran medida a expensas de la (centro)derecha. Con 37 de los 150 escaños parlamentarios, el PVV se sitúa muy por delante de la segunda fuerza, una coalición socialdemócrata y verde que ganó 25 escaños. El número total de escaños para los partidos de izquierda se mantuvo igual, mientras que los partidos que formaban parte del gobierno de centro-derecha perdieron escaños, a veces dramáticamente. En otras palabras, la derecha se ha recompuesto y radicalizado, mientras que la izquierda no pudo avanzar desde su débil posición previa. ¿Cómo se explica?
Al nivel más inmediato, parece haber sido contraproducente una elección táctica del VVD (Partido Popular por la Libertad y la Democracia), el principal partido del gobierno saliente. En julio de este año, el primer ministro Mark Rutte del VVD provocó una crisis en el gobierno al insistir en nuevas restricciones a los derechos de los refugiados. Rutte cruzó deliberadamente la línea roja de uno de los socios de coalición del VVD, provocando así el colapso de su propio gobierno y nuevas elecciones.
Esta decisión fue un intento del VVD de poner el tema de los refugiados y la migración en el centro de la contienda electoral. El VVD esperaba que al girar más a la derecha en este tema, podría reunir apoyo suficiente para convertirse una vez más en el mayor partido del país. Rutte dejó paso a una nueva líder del partido, Dilan Yeşilgöz. Yeşilgöz, ministra de justicia en el anterior gobierno, reforzó el perfil de derecha del VVD, especialmente a través de ejemplos exagerados sobre la supuesta facilidad con la que los migrantes pueden entrar en los Países Bajos.
La apuesta del VVD era que las elecciones se desarrollarían en una polarización entre ellos y el centro-izquierda sobre el tema de la migración, y Yeşilgöz fue presentada como la sucesora de Rutte. Esta táctica electoral parecía tener sentido: Rutte ha sido primer ministro desde 2010, y mantuvo su popularidad siempre. Al centrar la contienda electoral en la migración, el VVD esperaba evitar los problemas en los que es vulnerable, como la crisis de vivienda del país y el aumento del coste de vida. Sin embargo, el VVD terminó perdiendo 10 escaños, ganando solo 24.
El avance de la derecha
Paradójicamente, la táctica del VVD funcionó demasiado bien. El énfasis en una supuesta “crisis de refugiados” y la restricción de la migración benefició al partido que desde su fundación en 2006 ha hecho de la política antiinmigrante su núcleo: el PVV de Wilders. Sin embargo, no todo el crédito por la victoria de Wilders puede ir al VVD. Un tropo periodístico en las últimas semanas ha sido que Wilders había “moderado” sus puntos de vista, pero el programa del PVV se mantuvo tan radicalmente antimigrante como siempre. El partido quiere cerrar por completo las fronteras a los solicitantes de asilo y “prohibir escuelas islámicas, Coránes o mezquitas” en los Países Bajos. Tales políticas racistas se combinan con una retórica represiva sobre la “tolerancia cero para la escoria callejera”, incluido el despliegue del ejército, la retirada de la nacionalidad y la deportación de delincuentes de doble nacionalidad y el arresto preventivo de quienes se considera que simpatizan con el “jihadismo”.
Wilders no ha cambiado, lo que ha cambiado es la dinámica entre la derecha y la extrema derecha. Rutte eligió un enfoque de campaña de obviar a Wilders, su principal competencia a la derecha, desestimando las posiciones del PVV como “poco realistas” y presentando al VVD como el partido que podría implementar las políticas de derecha de manera más eficiente. Este enfoque normalizó cada vez más las posiciones del PVV, posiciones que fueron rechazadas solo porque supuestamente eran imposibles de implementar. En lugar de intentar posicionarse como socio menor del VVD, Wilders insistió en su postura de ser la oposición de derecha a Rutte y siguió criticando sus problemas más importantes. El 22 de noviembre, Wilders cosechó el fruto de este enfoque a largo plazo. También benefició a Wilders, a medida que consolidaba y expandía el voto de la derecha, que otro partido de la derecha, el FvD, que logró un éxito significativo hace unos años, hubiese entrado en crisis, en gran parte debido a la megalomanía de su líder Thierry Baudet.
Wilders es un político experimentado, uno de los miembros más veteranos del parlamento holandés y capaz de mirar más allá del próximo ciclo electoral. Comenzó su carrera en el VVD a finales de los noventa, se escindió para formar el PVV en 2006. Inicialmente, el PVV combinó su racismo y su política antimigrantes con un discurso radical a favor del mercado, una versión radicalizada del neoliberalismo del VVD. Sin embargo, en la última década más o menos, el PVV cambió su retórica a una especie de “chovinismo del bienestar”, presentándose como el protector de la gente común y de los restos del sistema de bienestar holandés. Para el PVV, la causa última de la crisis del estado de bienestar es la presencia de comunidades de migrantes parásitos, especialmente musulmanes, en la sociedad holandesa y el desperdicio de dinero en “aficiones de izquierda”, como políticas para mitigar el cambio climático. Este dinero, sugiere el PVV, habría sido suficiente para proteger los niveles de vida del pueblo holandés “real”. En su programa electoral, el PVV también presentó propuestas “progresistas”, como la abolición del IVA en las necesidades diarias, la reducción de los costes de atención médica y la reducción de la edad de jubilación de 67 a 65 años.
Tales ideas son, sin duda, populares, pero son secundarias frente a la agenda central del PVV. Para Wilders, solo son medios para lograr su fin; cerrar las fronteras y atacar los derechos de las minorías, especialmente los de los musulmanes. Entre 2010 y 2012, el primer gobierno dirigido por Rutte fue apoyado por el PVV que, en palabras de Wilders, “aceptó medidas de austeridad a cambio de límites a la inmigración”. En el parlamento, el PVV propuso un proyecto de ley que socavaría los acuerdos de negociación colectiva, votó para restringir aún más el acceso a la seguridad social y se opuso a los intentos de abordar la evasión fiscal. Sin embargo, los partidos de izquierda no denuncian sistemáticamente que las “políticas sociales” del PVV son una retórica en gran medida vacía.
La izquierda se estanca
La proporción total de partidos de izquierda en el parlamento nacional se ha mantenido aproximadamente igual que antes de las elecciones. La segunda fuerza en las elecciones fue una lista conjunta del PvdA socialdemócrata y los Verdes (Groenlinks). Juntas, estos dos partidos ganaron ocho nuevos escaños, un modesto avance que fue una decepción. El centro-izquierda presentó a Frans Timmermans, un excomisario europeo, como su candidato a primer ministro, describiéndolo como progresista pero también como alguién capaz de dirigir el estado holandés con mano firme. El enfoque de la coalición PvdA y GroenLinks de combinar propuestas moderadamente progresistas con un aire de experiencia tecnocrática y la orientación de formar una coalición de gobierno con partidos a su derecha tuvo cierto éxito a la hora de atraer votos del centro, pero no a muchos nuevos votantes de izquierda.
Mientras tanto, el izquierdista Partido Socialista perdió cuatro de sus nueve escaños. El partido se ha obsesionado en combinar un perfil cada vez más conservador sobre cuestiones “culturales” (migración, pero también medidas de cambio climático) con posiciones socioeconómicas progresistas. Los continuos reveses no han sido suficientes para convencer al PS de cambiar de rumbo. Su actual líder, Lilian Marijnissen, lo ha sido desde 2017: noviembre de 2023 fue para ella la séptima vez que el partido sufrió un declive electoral. La última vez que el partido pudo avanzar en las elecciones nacionales fue en 2006, y desde entonces el partido ha perdido decenas de miles de miembros. El énfasis del PS en la restricción de la migración laboral en la campaña electoral fortaleció la visión de la derecha de que los migrantes como tales son un problema, mientras que el partido se olvidó de centrarse en sus puntos fuertes, como la vivienda y la atención médica. El PS terminó perdiendo un gran número de votos a la derecha y la extrema derecha.
Una píldora amarga para la extrema izquierda ha sido la desaparición del parlamento del partido radical BIJ1 (la pronunciación holandesa significa “juntos”). Nacido especialmente del movimiento antirracista, BIJ1 fue capaz de reunir el apoyo de diferentes sectores de activistas y de la extrema izquierda, pero ha sido devastado por las luchas internas. El ecologista Partido para los Animales perdió la mitad de sus escaños y quedó en tres diputados. El Partido por los Animales había atraído gradualmente un apoyo cada vez mayor por sus posiciones ecológicas de principio, pero el partido está dividido y no tiene claro cómo debería enfocar los problemas de izquierda en general, no solo la ecología. Los últimos meses también ha tenido una desagradable lucha por el liderazgo del partido y divisiones.
Perspectivas
Una posibilidad es la formación en los Países Bajos de una coalición de derechas liderada por Wilders. Otro gran ganador en las elecciones de noviembre fue un nuevo partido, NSC, una escisión del CDA demócrata-cristiano. El NSC entró en el parlamento con 20 escaños. NSC es un partido conservador, una versión de la democracia cristiana sin referencias religiosas explícitas. Mientras tanto, el CDA, que llegó a ser uno de los principales partidos del país, solo obtuvo cinco escaños. Junto con el VVD, el Movimiento Ciudadano de Agricultores de derecha (otro partido recientemente formado basado en gran medida en los escombros de la base social del CDA) y el NSC, el PVV gozaría de una mayoría. Pero NSC ha dicho que no está dispuesto a formar una coalición con un partido como el PVV que quiere atacar los principios fundamentales de igualdad ante la ley y la libertad de religión. Y el VVD ha señalado que después de su derrota en las elecciones, el PVV debería pasar a la oposición. Pero tales objeciones podrían ser simplemente maniobras para extraer concesiones del PVV. Es probable que el próximo gobierno sea bastante inestable. Lo que es seguro, es que quedará muy poco de las propuestas económicas “progresistas” del PVV.
La situación es sombría, pero sigue siendo contradictoria; en las últimas semanas ha habido la mayor manifestación sobre el cambio climático en la historia de los Países Bajos, pero el ganador de las elecciones ha sido un partido que ridiculiza el cambio climático como una tontería. Del mismo modo, la solidaridad palestina ha sacado a muchos a las calles, pero el PVV está orgulloso de su apoyo incondicional a Israel y quiere trasladar la embajada holandesa a Jerusalén. En el próximo período, la izquierda holandesa estará a la defensiva. La lucha contra las políticas antiinmigrantes y el racismo y la defensa de los derechos civiles de las minorías, especialmente los de los musulmanes, tendrán que ser esenciales.
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Viene Zelensky, no sabemos si a la asunción de Milei o a buscar propiedades en zona de frontera aquí. Fujimori indultado. Vendra ?