Por Estela Grassi*y Eliana Lijterman**
(para La Tecl@ Eñe)
El fracaso del oficialismo para hacer avanzar el proyecto de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos (“ómnibus”, por su magnitud), suscitó una serie de reacciones del presidente y la vicepresidenta, que introdujeron imágenes insólitas para la escena política argentina. El profeta de un dios antiguo y una heroína de la guerra fría fueron las figuras elegidas por sendos funcionarios para justificar la primera derrota oficialista, precoz y de gran magnitud, que distintas voces del arco político (aliados, “dialoguistas” y opositores) asignaron a la falta de probidad de dirigentes de La Libertad Avanza (LLA) en la labor legislativa. Y en un elemento que le es propio: la negociación.
De forma previa a este acontecimiento, Javier Milei ya había hecho algunas referencias públicas al relato bíblico de Moisés. En una entrevista televisiva intimista, realizada para el canal A24 por Viviana Canosa, luego de las PASO de 2021, un Milei emocionado hasta las lágrimas retrataba el vínculo con su hermana Karina haciendo una analogía con la relación entre Moisés y su hermano Aarón. Conmovido, le asignaba a ella el contacto directo con Dios y el rol de profeta, reservando para sí el lugar de mero divulgador. Dios que, en una entrevista anterior, había definido como libertario. Lejos de la anécdota, estos elementos le imprimen un tono particular a LLA, entre partido político y credo en la libertad de mercado irrestricta. La figura de Moisés reapareció en el discurso (ahora presidencial) de Javier Milei, en horas posteriores al retiro del proyecto de ley. En medio de su gira en el Estado de Israel, publicó en su cuenta personal de Instagram un fragmento del Antiguo Testamento escrito en lengua hebrea. Como trascendió en la prensa, el pasaje bíblico relata la ira de Moisés frente a la desobediencia del pueblo hebreo a los mandamientos divinos dictados al profeta. El Dios del Antiguo Testamento promete bendiciones, pero también advierte, castiga y maldice la violación de su ley. Acaso así sea también el Dios libertario.
La intersección entre política y religión no resulta novedosa en la escena local. Históricamente se yuxtapuso con la relación del Estado nacional y la Iglesia católica, un vínculo entre aparatos de poder. Tampoco es extraña la presencia y la adhesión a un líder o una lideresa carismática, que asume y en quien se deposita la confianza, el poder y la facultad de verdad (de tener la palabra verdadera). Y a quien se inviste como el Estado mismo. Es decir, se trata de una forma de representación que personaliza y despolitiza lo que es fruto de la política. Así, la política social y laboral del peronismo se asimilaba a la posesión y disposición personal del líder que, a su vez, se presentaba y era presentado como el gran padre de los descamisados (las intervenciones de Evita son muy elocuentes). Los gobiernos peronistas posteriores a menudo actualizaron elementos simbólicos de este tipo de lazo.
La confianza en la decisión salvadora de un líder o lideresa tampoco es un elemento ajeno a nuestra vida política. En general, Estado y política se ausentan en las expresiones corrientes que identifican prestaciones, servicios o derechos con aquello que “Fulano/a nos dio”. Estas también son expresiones de un modo de representación que tiene que ver con la indistinción del poder del gobernante respecto del Estado. Las provincias son pródigas en la indistinción Estado/ familias. Pero, en esos casos, esas figuras carismáticas no pierden su condición de humanidad, no son superhéroes aunque a veces se espere o se les exijan esfuerzos sobrehumanos (la expectativa y la demanda de “Cristina candidata”, por ejemplo). Su poder es terrenal, expresa intereses, se conecta con algún “nosotros” colectivo. Incluso la invocación de Macri a “la gente” o, antes, a “los vecinos”, era una invocación a “la gente como uno” (como él, de su clase) y apuntaba a producir una identificación. Aún cuando la estética de sus actos de campaña, se asemejaba a veces a los rituales de grupos evangélicos que espectacularizan sus celebraciones y él mismo parodiaba la figura del pastor.
En la estrategia mileísta, en cambio, lo que aparece de forma más inmediata es el lazo directo entre un líder que se afirma como tal en su conexión individual con un principio trascendente, sea Dios, o la libertad de mercado, o ambos. Esa forma de presentación de sí tiene efectos políticos, porque trasmuta la contienda democrática en una lucha entre el bien y el mal, en la cual el profeta es vanguardia. Y a su proyecto político, en una cuestión de fe religiosa. En ese esquema, no importa contar o no con el apoyo político de la dirigencia, tal como afirmó el presidente vía X. Afirmar la voluntad de persistir con el mismo programa de gobierno, que tuvo un primer envés parlamentario, y rechazar cualquier disposición a la negociación, no hace más que ratificar la condición profética del líder. Y codifica a la política en términos de un enfrentamiento entre el bien y el mal, el Ejecutivo contra el Congreso, donde se congregan los representantes del “maligno” y los que traicionan al mesías. Se trata de una nueva coyuntura en la que se aviva un lenguaje bélico para codificar la política, como venimos analizando desde diciembre (Grassi y Lijterman, 2023).
Lo que el presidente (y su hermana) ponen en juego con su liderazgo mesiánico -como lo califica Osvaldo Iazzeta- y con su religiosidad (expuesta en el Muro de los Lamentos y en el Vaticano, en continuado) es un principio de verdad absoluta (la del mercado capitalista), revelada (por las fuerzas del cielo). Su compromiso es con esos mandatos a los que el juego democrático se le resiste y contra el cual está dispuesto a luchar. Los intereses muy concretos y terrenales de empresarios y políticos que lo rodean y lo acompañan en su gira mística, no son, en su concepción religiosa del mercado, más que las pruebas de esa verdad: los generadores de esa riqueza de la que “la mala gente” quiere apropiarse a través del Estado (el mal absoluto). Así lo expuso en el Foro de Davos y lo reiteró en su reciente entrevista con Giorgia Meloni, la Primera Ministra italiana. Ellos, por su parte, no tienen por qué ser creyentes ni llorar en el Muro de los Lamentos: son pragmáticos y viven en carne propia su lugar de poder (su condición de poderosos) con la naturalidad de los hechos consumados.
La presentación del presidente como un mesías complementa el otro recurso al que se echa mano, común, en este caso, al lenguaje, la comunicación y al arte popular juvenil: el mundo del cómic y del cosplay, por el cual también se escenifica una lucha entre el bien y el mal, encarnada en individuos. Héroes con dones (también tocados por lo sobrenatural, al igual que el profeta) contra personificaciones del mal, villanos, traidores. La imagen de un león abriendo la jaula y liberando a una multitud de argentinos, con el Congreso como fondo, posteada en su Instagram por el presidente mientras se trataba el proyecto de Ley ómnibus y se reprimía salvajemente fuera del recinto, también es muestra de una representación según la cual un gentío doblegado por la “casta política” es salvado por un presidente que cuenta con las fuerzas del cielo y por eso, dispone de poder absoluto.[E1]
Al león y a los clásicos gestos de Guasón antisistema con que se presentó Milei durante su campaña, se le suma ahora su vicepresidenta -en versión seductora, en su caso- caracterizada como la Mujer Maravilla en un video producido con IA. La serie Wonder Woman, protagonizada por Lynda Carter, comenzó a emitirse en EEUU en 1975 y en Argentina se trasmitió por Canal 13 entre los años 1978 y 1982 y luego, entre 1988 y 1990. Lo interesante es que, en la serie, la guerrera amazona venida del Triángulo de la Bermudas, se sumaba a la lucha contra el nazismo y luego, en el contexto de la guerra fría, a la defensa de la libertad y la democracia. ¿Qué resuena de esta historia en las bases de la LLA? ¿O en las bases sociales del proyecto de la vicepresidenta, que quizás no son tan libertarias? El mundo del comic y de los mangas actuales ofrecen por doquier super heroínas que luchan contra el mal, pero Villarruel elige ubicarse en los años setenta, cuando los villanos eran comunistas.
Esta contracción de la política a una lucha entre el bien y el mal, encarnada por elegidos, o super héroes, o heroínas, suscita la pregunta por el sujeto, ¿encaja esa representación con un sujeto cuya conciencia del mundo es un manga con personajes sin dobleces ni matices que salvan a los buenos, doblegados por algún maligno? ¿Representa el Poder Ejecutivo a ese sujeto mientras que el Congreso de la Nación es reducto de la vieja, odiada política? En principio, ese estilo de hacer la política fracasó en el Congreso, pero ¿fracasa como forma política representativa de alguna parte de la sociedad? Las manifestaciones del presidente autopercibido Moisés y de la vice, como Mujer Maravilla, despiertan hilaridad y, de hecho, en algunos medios fueron motivo de escarnio. Pero más valdría preguntarse por su efectividad en una sociedad cuyas transformaciones socio-culturales desafían los abordajes teóricos disponibles.
Sabemos que solo los reyes de antiguas civilizaciones y de la antigüedad clásica se atribuían un origen divino, aunque estuvieran dispuestos a los más horribles asesinatos por hacerse de la corona. En el occidente contemporáneo y en nuestra región, ni los más feroces dictadores se autoatribuyeron alguna divinidad, aunque asesinaran a mansalva en nombre de la libertad de la patria que mancillaban. Por eso, esta presentación de super héroe y la auto atribución del lugar de una Mesías para liberar las fuerzas del mercado y la creatividad de los individuos es, al mismo tiempo, retrógrada y futurista: un rey antiguo y un super héroe de comic diseñado por IA desafían las prácticas y saberes propios de la política.
Referencias
Iazzeta, Osvaldo (2024). El liderazgo mesiánico de Milei. Le monde diplomatique, edición febrero.
Grassi, E. y E. Lijterman (2023). Gente de bien y caídos. La Tecl@ Eñe, 12/12/2023 (https://lateclaenerevista.com/gente-de-bien-y-caidos-por-estela-grassi-y-eliana-lijterman/)
—————————————-
*Estela Grassi. Profesora e Investigadora Consulta IIGG-FCS-UBA
**Eliana Lijterman. Investigadora CONICET-IIGG-FCS-UBA