Podría ser multimillonaria, no quiere serlo

Los 65.000 actores y los 11.000 guionistas que están de paro en Hollywood tienen una inesperada aliada: Abigail, la sobrina nieta de Walt Disney, el creador del emporio de la diversión. Su increíble historia, su conciencia social y sus peleas dentro del gigante familiar.

La heredera rebelde de Disney

Por Tomás Michi
El universo cinematográfico estadounidense atraviesa una crisis que no se veía hace seis décadas. Luego de que los líderes de un sindicato de actores se unieran a los guionistas en una huelga conjunta y cerraran la producción en el sector del entretenimiento durante el mes de julio, distintas voces relacionadas con el séptimo arte salieron al cruce de los directivos de las compañías de Hollywood que se pronunciaron en contra de las medidas de fuerza. Uno de los que más despertó la furia de actores, actrices y libretistas fue Bob Iger, CEO de Disney, quien había aseveró que tanto esos profesionales tienen un nivel de expectativas “que no son realistas”. Además, criticó la decisión de paralizar la actividad debido a que “la recuperación de la industria después de la Pandemia está en curso pero no se ha recuperado por completo. Este es el peor momento del mundo para aumentar esa interrupción”. Como era de esperarse, estas declaraciones tuvieron sus reacciones, incluso algunas que resultaron sorpresivas, como lo fue la de Abigail Disney (63), la sobrina nieta de Walt y una de las herederas y accionista que emplea al propio Iger.

Pero este posicionamiento no es algo nuevo. Desde hace varios años, Abigail Disney intenta correrse de su lugar de privilegio y habla por los trabajadores, enfrentándose incluso con la misma empresa familiar. Ya desde el lanzamiento de su documental “El Sueño Americano y Otros Cuentos de Hadas”, donde utiliza la historia de su familia y las de los empleados de Disney para analizar la profunda crisis de desigualdad de Estados Unidos y cuestiona por qué el ese imaginario de progreso ha funcionado para los ricos, pero es una pesadilla para las personas que nacieron con menos. En las últimas semanas, se enfrentó a Bob Iger por sus declaraciones en contra de los paros y elevó la reflexión a la empresa: “Necesitamos repensar qué es una corporación y por qué existe”, dijo en una entrevista recientemente.

Los trabajadores de Disney han protagonizado más de una huelga por cuestiones salariales.

Bajo esa línea, recordó un poco de la historia familiar. “Mi abuelo (Roy Oliver Disney) se convirtió en un hombre muy rico gracias a Disney, pero mi abuela cuando traía a mi padre a casa desde el hospital, no sabían cuánto dinero pagarían por la próxima comida. Era 1930 y Disney ya era una empresa muy exitosa, pero cada éxito que lograron se reinvirtió en la empresa. Creo que se debe reconocer el riesgo, pero ¿dónde estaba el riesgo que asumió Bob Iger, alguien que subió la escalera gerencial de empleado a jefe?”, se preguntó Abigail, que instantáneamente respondió afligida: “No creo que él sepa lo que es no saber dónde encontrarás el dinero para comer. Y yo tampoco lo sé”. Asimismo, tras advertir que “un CEO debe ser el capitán de un barco” , expresó: “Si tiene 65 millones de dólares en su bolsillo, y hay personas en la empresa que tienen dificultades para poner comida en la mesa, eso no debería ser adecuado para usted y no deberías dormir tranquilo por la noche”.

La tensión en el mundo cinematográfico ya se vivió en el pasado. Corría el año 1941 cuando Walt y Roy Disney se enfrentaron a una huelga de los animadores por cuestiones relacionadas a las bajas remuneraciones, falta de reconocimiento, favoritismo y otros actos de los cuales ellos no estaban de acuerdo con la compañía. Tomaron la decisión de reinvertir todo en la empresa, en lugar de otorgar bonos o aumentar salarios. Allí surgió la famosa frase atribuida a Walt Disney: “No hago películas para hacer dinero, hago dinero para hacer películas”. Hoy el conflicto es similar, pero tiene otro trasfondo. Como sugiere Abigail, proviene de una búsqueda de ganancias para unos pocos. “Si vamos a pensar en nosotros mismos como un grupo de empresas que dan a la gente un sustento, tenemos que repensar cómo creamos su nómina. Tenemos que cuestionar la idea de que el capital pertenece solo a los dueños cuando no podemos conseguir nada sin nuestros trabajadores. Nuestro capitalismo está mal, y nos matará si no lo repensamos”, afirmó la sobrina nieta de Disney.

Como en el presente, ya en 1941 los actores de Disney habían protagonizado una huelga exigiendo mejoras laborales.

Su historia

Abigail Disney nació en 1960 y fue criada en Los Ángeles, California. Luego de sus estudios secundarios, ingresó a la Universidad de Yale en 1982 para luego conseguir una Licenciatura en Literatura Inglesa. Posteriormente, hizo una Maestría en Literatura Inglesa de la Universidad de Stanford y un Doctorado en Filosofía de la Universidad de Columbia en 1994. Al mismo tiempo de su Doctorado, escribió una tesis sobre el papel de la violencia romantizada en la vida estadounidense: “Sombras de duda: las novelas históricas de guerras estadounidenses de James Fenimore Cooper, Stephen Crane y Thomas Pynchon. Después de su tesis, se avocó a la producción cinematográfica y llevó a cabo el documental “Pray the Devil Back to Hell” (“Reza al diablo para que regrese al infierno”), dirigido por Gini Reticker, que contaba la vida de la activista por la paz liberiana Leymah Gbowee y el papel fundamental que desempeñaron las mujeres para llevar la paz a una Liberia devastada por la guerra. Esa pieza cinematográfica le otorgó más reconocimiento y en el año 2015 ganó un premio Emmy con su film “The Armour of Light” (“La armadura de la luz”), que trata sobre la violencia de las armas en Estados Unidos.

No obstante, pese a sus logros académicos, Abigail Disney afirma que no se encuentra conforme con su vida. “Ciertamente tengo un complejo de inferioridad en torno a las personas que realmente han ganado su dinero”, dijo. “He pasado mucho tiempo esforzándome por conseguir títulos de posgrado que me hagan sentir que soy válida. Pero esos sentimientos comenzaron a desaparecer”, reconoció.

Abigail Disney se diferencia de su familia con críticas muy duras en cuanto al trato hacia los empleados.

Su lucha por el feminismo también es algo que la caracteriza. “Hay mucha energía invertida en (y sé que esta es una palabra inventada) invisibilizar a las mujeres”, expresó Disney hace unos años a la revista independiente sobre temas de la mujer Pass Blue. Es por esto que fundó la productora Fork Films cuyas integrantes son todas mujeres y se dedica a producir y financiar “documentales poderosos que cambian las perspectivas”.

Su mirada sobre la distribución de la riqueza viene de hace tiempo. En el año 2016

50 millonarios escribieron al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, pidiéndole que aumentara sus impuestos al considerar que las desigualdades económicas habían aumentado demasiado. El grupo se llama “Patriotic Millonaires” (Millonarios Patrióticos). Sobre su legado como Disney, Abigail critica fuertemente la noción generalizada de la compañía de que la riqueza es sinónimo de éxito y que eso te hace mejor persona. “Es fundamental recordar que solo eres un miembro de la raza humana, como todos los demás, y no hay nada en tu dinero que te haga mejor que nadie”, afirmó.

Abigail Disney reniega de su riqueza. Dice que aunque podría ser multimillonaria, no quiere serlo. Por eso cuenta que se deshizo de parte de su fortuna cuando cumplió la mayoría de edad. Aunque no se conoce precisamente a cuánto asciende su capital, reveló hace unos años que donó en torno a los 70 millones de dólares en los últimos 30 años. Y no sólo eso, diariamente se preocupa por garantizar mejores condiciones para los trabajadores de la industria, que, al fin y al cabo, son el cerebro, alma y cuerpo del cine. Esta es la increíble historia de Abigail, la heredera rebelde del emporio Disney.

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