Sobre el fin de la hegemonía global del dólar

Un sinnúmero de investigaciones académicas y expertos anunciaron el fin de la hegemonía global del dólar estadounidense, pero aunque los cambios en la moneda de reserva internacional suceden, un inminente derrumbe de la moneda estadounidense y su sustitución por el euro o el renminbi chino aparece como improbable. Pero aún en este contexto de sostenimiento del dólar estadounidense: ¿es la dolarización una alternativa razonable para el país?
Las profundas transformaciones económicas, tecnológicas y geopolíticas registradas a lo largo del siglo XXI, junto con el estallido de distintas crisis económicas y financieras que tuvieron epicentro en los Estados Unidos dieron lugar a un sinnúmero de artículos periodísticos, investigaciones académicas e intervenciones públicas de expertos que anunciaron el fin de la hegemonía global del dólar estadounidense.

Como evidencia la historia del capitalismo, los cambios en la moneda de reserva internacional suceden; sin embargo, un inminente derrumbe del dólar y su sustitución por otra moneda de reserva (euro o renminbi chino) aparece como improbable.

El dólar se convirtió en la principal moneda de reserva internacional cuando el expresidente Richard Nixon (1969-1974) anunció el abandono del patrón oro, en 1971. Desde entonces, la cantidad de dólares acumulados en un banco central es un indicador de la resiliencia macroeconómica y el poderío de los países.

Las reservas en dólares tocan su nivel más bajo en 25 años

Composición de las reservas globales (1999-2021)

Fuente: FMI

Nota: “Others”, contiene el renminbi chino, dólar australiano, el dólar canadiense, el franco suizo y otras monedas

Pero, incluso si la hegemonía del dólar no está en riesgo (o no existen monedas en condiciones de ocupar su lugar), se verifica un conjunto de procesos, estructurales y coyunturales, que permite dimensionar la magnitud de las transformaciones y el impacto de las crisis recientes sobre el papel preponderante del dólar en los mercados.

El lento pero sostenido proceso de “desdolarización” observado a nivel global se explica por razones de índole estructural pero también está vinculada a episodios económicos, políticos y militares recientes.

En el primer grupo de factores figura el lanzamiento del euro; el creciente peso económico y geopolítico de China e India; la erosión en la centralidad de Estados Unidos; y, el avance hacia un nuevo esquema global de carácter multipolar.

Entre los factores coyunturales aparecen la invasión de Rusia a Ucrania y las posteriores sanciones aplicadas por Estados Unidos, que han desembocado en una ampliación del uso de monedas alternativas al dólar en el comercio entre Rusia y otros países, como por ejemplo Turquía y China.

A ese escenario se suma el anuncio de distintos bloques como los BRICS o ASEAN para crear nuevas monedas y/o desdolarizar sus operaciones, así como las necesidades de los países con elevados niveles de endeudamiento y altos requerimientos de importaciones que condujeron a distintos países como Argentina a buscar alternativas para llevar adelante sus transacciones internacionales (fundamentalmente, pagos de deuda y comercio exterior).

Caída de reservas en dólares

Uno de los fenómenos más relevantes para analizar la relativización en la hegemonía del dólar es el retroceso en la participación de la moneda norteamericana en el stock total de reservas internacionales: cayó 12 puntos porcentuales desde principios de siglo, del 71% en 1999 a menos del 59% en 2023. La reducción de la porción de los dólares en el stock de reservas globales no evidencia un giro hacia monedas como el euro, la libra esterlina británica o el yen japonés.

El proceso, en cambio, tuvo como correlato el incremento en la participación de monedas de reserva “no tradicionales” entre las que se destacan el renminbi chino, el dólar australiano, el won coreano, el dólar singapurés, la corona sueca y el dólar canadiense.

Reservas de los bancos centrales en monedas “no tradicionales” (Stock a finales de 2020)

Nota: Elaboración propia en base al FMI.

De acuerdo con el FMI, la tendencia más notable en las últimas décadas ha sido el avance de las reservas en moneda de países cuyas economías no tienen la escala y el volumen de transacciones internacionales que distinguen a las economías con monedas de reserva tradicionales. La diversificación de las carteras de reservas es un proceso impulsado activamente por 46 bancos centrales que mantienen al menos 5% de sus stocks en monedas no tradicionales.

Así, países cuyas monedas que exhibían niveles insignificantes a principios del siglo XXI pasaron a superar el 11% del total en 2023. Los datos elaborados por FMI muestran que una cuarta parte del cambio en la distribución del stock de reservas está explicado por el creciente peso relativo de la moneda china que, sin embargo, hasta el momento, no parece estar dispuesta a disputar la hegemonía del dólar estadounidense.

Factores estructurales

Tamaño de la economía de Estados Unidos, comercio en dólares y stock de deuda denominada en la moneda estadounidense

Fuente: FMI

Guerras, sanciones, inflación, crisis y nuevas monedas

El proceso estructural de desdolarización se vio potenciado en su difusión recientemente a partir de la invasión rusa a Ucrania y las sanciones impuestas al sistema bancario de Rusia que impulsaron a ese país a buscar alternativas para remover a la moneda estadounidense de sus transacciones comerciales y financieras, con resultados favorables en los intercambios con China y Turquía.

Pero las renovadas tensiones sobre el dólar no se agotan en la geopolítica. Los niveles récord de inflación registrados en Estados Unidos así como las crisis bancarias de comienzos de año (Silicon Valley Bank, Silvergate, Signature y First Republic) son fenómenos que, sin desestabilizarlo, debilitan la hegemonía del dólar norteamericano y promueven una diversificación de carteras.

Asimismo, la debilidad del dólar da lugar a la emergencia de iniciativas como la impulsada por los países como China, India y Brasil para desdolarizar sus intercambios y promover el uso de monedas locales con sus socios comerciales. Incluso los BRICS han planteado la posibilidad de crear su propia moneda (aunque reconocen que el desarrollo de cualquier alternativa de pago es más bien una ambición a largo plazo por parte de los miembros del bloque).

Por su parte, las autoridades chinas han ampliado sus líneas de liquidez en yuanes con bancos centrales. Brasil, Arabia Saudita y la Argentina han anunciado acuerdos con China para la utilización del yuan en las operaciones de comercio bilateral e incluso para la cancelación de obligaciones de deuda con organismos multilaterales. India, también despliega un esfuerzo similar, cristalizado con convenios de uso de la rupia en el comercio con Bangladesh, Malasia y los Emiratos Arabes Unidos.

Por su parte, los ministros de Finanzas y los banqueros centrales de la ASEAN analizaron alternativas para reducir la dependencia del dólar mediante la profundización de su esquema de transacciones en monedas locales. En tanto, Indonesia instó a las administraciones regionales a comenzar a utilizar tarjetas de crédito emitidas por bancos locales y a dejar gradualmente de utilizar sistemas de pago extranjeros para protegerse de las perturbaciones geopolíticas.

¿El dólar puede perder su hegemonía?

A pesar de la diversificación de los stocks de reservas internacionales de los bancos centrales en detrimento de las tenencias en dólares, la creciente fragilidad de la economía estadounidense y la decisión de distintas potencias globales por desdolarizar sus intercambios, la moneda norteamericana no tiene adversarios.

Las acciones defensivas y provocativas hasta el momento no ponen en duda la hegemonía del dólar. Aunque son válidas las preguntas sobre la sustentabilidad de esa posición el orden monetario y financiero global parece adquirir una forma multipolar donde el dólar se comporta como un primus inter pares (o parecidos).

Todo parece indicar que, por el momento, no hay reemplazo posible para el dólar. Como advierten distintos expertos, alrededor del 60% de los pagos del comercio global están definidos en dólares, seguido por el euro con el 35%, cuyo uso se concentra en la propia eurozona. La supuesta moneda de competencia, el renminbi chino, explica apenas entre el 2% y 3%. En términos de cantidad de operaciones, a nivel global, el dólar es la moneda utilizada en el 79% de las mismas. Incluso para el comercio internacional bilateral de la propia China, el renminbi se utiliza en apenas el 25% de las transacciones.

China debe hacer frente a diferentes obstáculos significativos antes de que su moneda empiece a ser atractiva como moneda de reserva de divisas de otros países. Como advierte el FMI, todo esto sugiere que si el dominio del dólar llega a su fin (un escenario, no una predicción), entonces la moneda estadounidense podría ser derribada no por sus presuntos principales rivales sino por un amplio grupo de monedas alternativas.

Es llamativo que mientras que entre los principales países del mundo existe una disputa geopolítica y económica alrededor de la hegemonía del dólar donde los países buscan reforzar sus monedas como herramienta para ejercer su poder, en la Argentina existen sectores que plantean que el país debe abandonar su moneda.

Avanzar en un proceso de dolarización no solo representa la pérdida de la soberanía monetaria sino que implicaría ir a contramano y subirse a un barco cuya dinámica de largo plazo está condicionada. Ello no implica desconocer que el peso argentino se encuentra atravesando una profunda crisis, ni que se necesitan soluciones sostenibles en el tiempo para atacar el problema de la inflación y de la inestabilidad cambiaria. Pero el remedio puede ser peor que la enfermedad.

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