Hemos señalado demasiadas veces desde estas columnas la eficacia electoral de la distribución del ingreso, sin ningún éxito, desde luego. Veamos qué significa.
La distribución funcional del ingreso se refiere a la forma en que los ingresos generados en una economía se distribuyen entre los distintos factores de producción, principalmente el trabajo y el capital. Los dos principales factores de producción son:
Trabajo (ingreso laboral): incluye los salarios y sueldos pagados a los trabajadores por su contribución al proceso productivo.
Capital (ingreso del capital): incluye los beneficios, rentas e intereses pagados a los propietarios de capital, como dueños de empresas, inversionistas y prestamistas.
Algunos puntos claves sobre la distribución funcional del ingreso incluyen:
Participación del trabajo: se refiere a la proporción del ingreso total que se destina a compensar a los trabajadores en forma de salarios y beneficios.
Participación del capital: indica la parte del ingreso total que se destina a compensar a los propietarios de capital en forma de beneficios, intereses y rentas.
Relación con la desigualdad: la distribución funcional del ingreso tiene un impacto directo en la desigualdad económica. Si hay una gran disparidad en la distribución entre el ingreso del trabajo y el del capital, puede haber mayores niveles de desigualdad.
En resumen, la distribución funcional del ingreso analiza cómo se reparte el ingreso nacional entre los factores de producción, especialmente entre el trabajo y el capital, y es un tema clave en la discusión sobre la equidad y la justicia económica.
Pues bien, desde el año 2016 (hace ocho años) todos los oficialismos deterioraron el patrón distributivo de manera contundente a punto tal que, en el lapso comprendido entre los años 2016 y 2023, los trabajadores pasaron del 51,8% de participación en el último trimestre de 2015 al 44% en el último dato registrado para el año 2023.
Una transferencia al capital equivalente a US$ 107 mil millones de dólares según estimaciones de Flacso. En otras palabras 2,4 veces el préstamo delictivo que concretaron el FMI y el gobierno de Mauricio Macri.
Este es el contexto estructural desde donde analizar las derrotas tanto de Juntos por el Cambio como de Unión por la Patria, y si cumple con lo prometido, también lo será para analizar el deterioro del gobierno que se iniciará el 10 de diciembre de este año.
Para tener una idea más palpable de lo que señalamos, y como advertimos, son los salarios el principal factor que explica la participación del trabajo en el patrón de distribución, el cuadro de apertura muestra la evolución de los salarios en el lapso comprendido entre los años 2019 y 2023.
Como se ve, las caídas salariales reales se dan en todas las categorías, y entre los salarios informales es catastrófica, camino al 28% de caída sin considerar los megaaumentos de la última quincena tras las elecciones, que son directamente parte de un mecanismo depredador por parte de las empresas.
Por otra parte, el Indec informa que en el segundo trimestre del año 2023 el ingreso promedio de los primeros cuatro deciles de la población, ordenada según ingreso de la ocupación principal, es de $ 51.771. El ingreso promedio del estrato medio (deciles 5 a 8) es de $ 143.286, mientras que el ingreso de los deciles 9 y 10 equivale a $ 317.518.
El salario promedio neto registrado, público y privado, fue para octubre de 2023 de $ 396 mil y la canasta de pobreza metropolitana para un hogar tipo ascendió a $ 346 mil netos. Palo y palo.
Así las cosas, no hay narrativa que pueda contra estos niveles de deterioro de ingresos y no la habrá tampoco para “el pibe motosierra” que, muy sincero, ya prometió “estanflación” para sus 6, 12, 24, 36, 48 “primeros meses” de gobierno.
Las condiciones, sin embargo, están dadas para que el oficialismo entrante se deshilache como los anteriores, sin prisa ni pausa.
Las mismas recetas, los mismos personajes, pero con el agravante de que el piso inicial es mucho más complicado económica y socialmente que el que se observaba en la grilla de partida de las derrotas oficialistas en diciembre del año 2015.
Por eso, tal vez, la advertencia de “guerra a los orcos” que deslizara recientemente el candidato a vicepresidente de Boca Juniors, al que, siguiendo las enseñanzas del gran Román, ni siquiera nombraremos, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.