-A pesar de datos macroeconómicos optimistas, la redistribución del ingreso sigue sin beneficiar a les trabajadores. Los sindicatos apuestan a paritarias cortas para poder renegociar ante un panorama inflacionario negativo.-
Según datos económicos recientes, que publicó el otrora superministro Sergio Massa -ahora venido a menos por los escasos resultados obtenidos en materia de control inflacionario-, el crecimiento de la industria que en febrero fue del 0,5% interanual y un 0,6% respecto a enero, se vio reflejado en un aumento en la tasa de empleo registrado del 44,6%, la mejor en los últimos 20 años y que auguran desde el Gobierno que seguirá mejorando, incluso reduciendo el trabajo informal.
La fría estadística, a la que se suma un crecimiento del PBI del 5,2% al cierre de 2022 y una proyección del Banco Mundial de un 2% para 2023 en un contexto global de desaceleración económica, parecieran indicar que la Argentina, a pesar de la restricción de divisas, el hostigamiento del FMI y la presión devaluatoria de la corporación económica-judicial, va a mantener una buena performance macroeconómica.
Sin embargo y a pesar de que los datos podrían leerse como alentadores dada la magnitud de la crisis, ese crecimiento no se tradujo en una mejor distribución de la riqueza -como sería esperable de un gobierno popular-, tal como lo deslizó indirectamente Cristina Fernández de Kirchner en el acto por el Día de la Militancia el pasado 17 de noviembre en el Estadio Único de La Plata, al detallar en un gráfico los niveles de participación de las y los trabajadores en el PBI durante el “primer gobierno peronista… el segundo en el 74, 75… y el tercero, nuestro segundo gobierno”, donde la participación era superior al 50%.
Un informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) -que Artemio López sintetizó como una “recuperación asimétrica” promotora de la “crisis oficialista”- muestra que “los cambios más relevantes consisten en un incremento muy significativo en la participación relativa de los empresarios (EEB) entre 2016 y 2021 que alcanza a 7 puntos del valor agregado total, mientras que la de los asalariados registrados y no registrados desciende en casi 9 puntos también sobre el valor agregado”. Esto significa que los empresarios aumentaron su porción de la riqueza producida del 40,2% al 47% y la de los trabajadores disminuyó del 51,8% al 43,1% para ese mismo periodo.
Si a esto le sumamos la proyección inflacionaria que según el Ministerio de Economía estaría en torno al 60% en 2023 y que ya se desarmó como la arena en el agua (6 puntos de enero, 6,6 de febrero y se estima que la inflación de marzo superará el 7%), es razonable que los gremios estén cerrando acuerdos semestrales e incluso más acotados en el tiempo para evitar la licuación salarial y frenar la estrepitosa caída del poder de compra de millones de argentinos y argentinas.
Sin claridad aún para poder definir en qué porcentaje deberían ubicarse las paritarias -ninguna es suficiente-, vale al menos hacer el recuento de un puñado de ellas. La Asociación de Aseguradores de Vida y Retiro (AVIRA) cerró con un acuerdo del 45,73% hasta julio. La Asociación Bancaria, cuyo titular es Sergio Palazzo, abrochó un 32,5 hasta mayo y una suma extraordinaria por compensación de ganancias de acuerdo a escalas salariales. La Asociación de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires (CICOP) obtuvo un 40% en tres tramos al mes de julio. La Asociación Judicial Bonaerense (ABJ) también con un 40% en tres tramos al mes de julio. La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) cerró una recomposición del 32% en tres tramos hasta junio, para las remuneraciones mínimas del sector. Estatales y docentes bonaerenses con aumentos del 40% hasta agosto y julio respectivamente. Para los docentes nacionales, la negociación fue inferior con un 33,5 hasta julio en tres tramos. En el caso de la UTA lograron un acumulativo del 29,47% en tres tramos hasta julio. Finalmente, la Federación Aceitera (FTCIODyARA) cerró en diciembre un 40% para los seis meses posteriores y un pago de una suma extraordinaria de $210.080, en concepto de participación en las ganancias. En abril restan paritarias importantes que prometen turbulencias: Camioneros, UOM y Sanidad.
Los rangos de negociación son relativamente homogéneos, cuestión que conspira con los sectores más atrasados en materia de ingresos y para quienes se reaviva la polémica entre aquellos que plantean la emergencia de una suma fija y quienes se oponen, como si esta última opción fuera a menoscabar su poder de fuego.
En un año electoral que promete incertidumbres, el desafío vigente para la coalición gobernante sigue siendo mejorar el poder adquisitivo de los sectores populares. Un repunte en los ingresos que marque la diferencia en momentos tan delicados para el bolsillo de las y los trabajadores puede tener efectos positivos ante una contienda que busca la proscripción de la principal líder popular y la ofensiva virulenta de una oposición de derecha que va logrando transformar al sistema político en un arroyo apacible para una nueva ola neoliberal.
La eficacia electoral de la distribución del ingreso https://t.co/Ir40i9fW7v pic.twitter.com/3QDvndACc0
— Artemio López (@Lupo55) March 31, 2023