En 1870, en la gran ciudad cosmopolita ucraniana de Odessa, en el seno de una familia judía acomodada, nació David Riazanov, una de las figuras más comprometidas, humanas y relevantes del marxismo. La ciudad albergaba una gran comunidad judía —el 37% en 1897— que soportó la peor parte de los pogromos zaristas. Riazanov era un nombre de guerra que David adoptó en lugar de su apellido original, Goldendach, al convertirse en un dedicado activista del movimiento revolucionario que luchaba por derrocar el régimen absolutista.
Riazánov era un erudito excéntrico, volátil y romántico con una capacidad de trabajo ilimitada. León Trotsky lo definió como «orgánicamente incapaz de cobardía o de perogrulladas», añadiendo que «cualquier ostentación de lealtad le repugnaba». Para Anatoly Lunacharsky, era «indiscutiblemente el hombre más culto de nuestro partido». John Reed, autor de Diez días que estremecieron al mundo, lo describió como «un hombre-fracción» (a bitterly objecting minority of one).
Tras la Revolución de Octubre, Riazánov criticó públicamente muchas medidas adoptadas por el gobierno soviético, desde la aplicación de la pena de muerte hasta la consolidación de un sistema de partido único. A pesar de sus críticas, no solo siguió siendo miembro del Partido Bolchevique gobernante, sino que además creó un instituto patrocinado por el Estado para promover una erudición rigurosa sobre los escritos de Karl Marx y Friedrich Engels.
Sin embargo, Riazánov acabó cayendo en las garras de la dictadura de Iósif Stalin y fue ejecutado por cargos falsos en 1938. La ejecución de Riazánov representó el clavo en el ataúd de cualquier compromiso serio con la obra de Marx dentro de las fronteras de un Estado que se había fundado en su nombre.
Revolucionario nato, a los catorce años Riazánov ya era «correo secreto» de los populistas. Detenido por primera vez en 1887, tradujo los escritos de David Ricardo desde la cárcel. En 1889 asistió al congreso de la Internacional Socialista y entró en contacto con luminarias como August Bebel, Karl Kautsky, Rosa Luxemburg y Rudolf Hilferding.
En 1892 fue condenado a cuatro años de prisión y exiliado a Chişinău; al año siguiente, escapó al extranjero con su esposa. En el exilio, fundó la facción Borba («Lucha») y se mantuvo al margen de las dos tendencias principales del marxismo ruso, bolcheviques y mencheviques. Regresó a Rusia durante la revolución de 1905 y fue detenido de nuevo en 1907 antes de exiliarse de nuevo a Europa.
Durante los diez años siguientes, Riazánov vivió en Occidente y se dedicó a escribir sobre la historia del anarquismo, el socialismo y el movimiento obrero. Sus obras sobre temas como Marx y la Rusia zarista o Engels y la cuestión polaca se publicaron en alemán y más tarde en ruso. Su amistad con Bebel y Kautsky le dio libre acceso a la biblioteca del Partido Socialdemócrata de Alemania y a los manuscritos de Marx y Engels.
Kautsky propuso que Riazánov asumiera la responsabilidad de una historia de la Primera Internacional: «Conoces las relaciones internacionales como nadie, eres un experto en nuestra literatura socialista». Riazánov escribió el primer volumen en 1914, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial interrumpió su publicación mientras corregía las pruebas. Finalmente apareció en 1925.
Riazánov formó gradualmente un marco para las obras completas de Marx y Engels (cuyo acrónimo alemán era MEGA). En 1910 se celebró en Viena una conferencia secreta en la que se presentó por primera vez una propuesta para las obras completas. Riazánov trazó las líneas generales del plan. Su cercanía a la hija de Marx, Laura Lafargue, le dio la oportunidad de investigar los archivos familiares y la correspondencia íntima.
En 1917, Riazánov pudo publicar dos volúmenes de escritos de Marx y Engels de la década de 1850, con 250 artículos desconocidos de periódicos como el New-York Tribune y el People’s Paper. En total, entre 1908 y 1917, publicó un centenar de panfletos, artículos, libros, ensayos, presentaciones, notas y otros textos originales de Marx y Engels o sobre ellos. Estas publicaciones exponían los puntos principales que se plasmarían en las futuras MEGA.
La idea básica era aplicar la concepción materialista de la historia al estudio de los propios Marx y Engels, entendiéndolos como personalidades que interactuaban dialécticamente con las fuerzas y estructuras históricas objetivas. Riazánov aspiraba a la publicación de obras completas con un aparato erudito de introducciones, citas e índices. En este punto, un contemporáneo podría decir que Riazánov «conocía los puntos y las comas de los escritos de Marx y Engels». Y no se equivocaría.
Riazánov nunca abandonó su papel de militante político durante estos años en el exilio. Cuando estalló la guerra en 1914, participó en la Conferencia de Zimmerwald de socialistas antibelicistas tras el colapso de la Internacional Socialista. En el momento de la revolución de febrero de 1917 se encontraba en Suiza y regresó a Rusia en mayo, informando a los Kautsky de su partida en una carta: «¡Queridos amigos! ¡Vivan bien! Estoy de nuevo en camino. Marx y la ciencia deben ponerse ahora en práctica de otra manera».
Una vez de vuelta en Rusia, se unió al grupo Mezhduraiontsy («Interdistrital»), cuya figura más conocida era Trotsky. Durante el verano de 1917, el Mezhduraiontsy se fusionó con los bolcheviques de Lenin, y Riazánov se convirtió en uno de los oradores y activistas sindicales más destacados en el periodo previo a la Revolución de Octubre. Fue elegido presidente del II Congreso Panruso de los Soviets y se convirtió en miembro ejecutivo del Consejo Central Sindical de Rusia.
En el periodo previo a Octubre, Riazánov se opuso al plan de insurrección armada propuesto por Vladimir Lenin, que consideraba un putsch. Tras la toma del poder por los bolcheviques, trabajó en el Comisariado del Pueblo de Educación (Narkompros) bajo la dirección de Anatoly Lunacharsky. Disintió de la línea de la dirección bolchevique en varias cuestiones importantes: se opuso a la disolución de la Asamblea Constituyente a principios de 1918, se mostró contrario a la aplicación de la pena de muerte y abogó por el pluripartidismo. También se opuso al Tratado de Brest-Litovsk, que puso fin a la guerra con Alemania.
En la cuestión sindical, Riazánov defendió la autonomía de los sindicatos. Luchó por la libertad de expresión dentro del partido como cruzado quijotesco contra la burocracia. Su prestigio intelectual y militante hizo que nadie tuviera autoridad para censurarle o expulsarle, ni siquiera Lenin. Pero poco a poco fue neutralizado.
Durante el congreso del partido en 1924, declaró: «Sin el derecho y la responsabilidad de expresar nuestras opiniones, esto no puede llamarse Partido Comunista». En un discurso pronunciado en el Instituto de Profesores Rojos, expuso el siguiente credo: «No soy bolchevique, no soy menchevique y no soy leninista. Solo soy marxista y, como marxista, soy comunista».
En 1920, el Comité Central propuso crear un «Museo del marxismo», una idea que Riazánov transformó en algo más: un instituto de investigación, un laboratorio en el que historiadores y activistas pudieran estudiar el nacimiento, la teoría y la práctica del marxismo. En 1921, Lenin aprobó la fundación del Instituto Marx-Engels (IME), que funcionaría en el Palacio Dolgorukov de Moscú.
Riazánov creía que el «marxismo» (si es que tal cosa existe) no podía entenderse ni regenerarse aislado de su entorno material-histórico. El IME estudiaría los clásicos marxistas relacionándolos con el contexto del anarquismo, el socialismo y el movimiento obrero europeo. Su director no sucumbió al espíritu autoritario que se apoderaba del Partido Bolchevique.
En el IME, Riazánov creó una red internacional de corresponsales para buscar y adquirir libros y manuscritos raros en todas las capitales europeas. Según un balance de 1925, el depósito de libros contenía 15.628 volúmenes. Entre 1925 y 1930, el número de documentos originales fotocopiados aumentó de 40.000 a 175.000, incluidos 55.000 documentos escritos por Marx o Engels.
En 1930, la biblioteca del IME contaba con 450.000 volúmenes. El trabajo de Riazánov y el apoyo financiero que fue capaz de conseguir atestigua no solo sus habilidades, sino también el respaldo del que gozaba entre la élite del aparato bolchevique. Además de Lenin, contaba con el incondicional visto bueno de Lev Kámenev, Nikolái Bujarin y Mijaíl Kalinin.
Riazánov puso en marcha inmediatamente su plan para publicar las obras completas de Marx y Engels. En 1923 viajó a Berlín para firmar un acuerdo de colaboración con el archivo del partido de los socialdemócratas alemanes. En el V Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en 1924, presentó su visión del proyecto MEGA:
Nuestra tarea principal es publicar una edición completa y técnicamente perfecta en un par de miles de ejemplares para todas las bibliotecas importantes. Pero también tenemos ante nosotros otra tarea, no menos importante. Difícilmente podemos esperar que una edición de cincuenta volúmenes (y es muy difícil que sea algo menos que eso) esté al alcance de todos. Tenemos que hacer una selección de la obra de Marx y Engels para todos los países. Esta selección contendrá todas las obras más importantes de Marx y Engels describiendo todas las fases de su desarrollo intelectual. La primera parte, la parte general, debe ser una edición para todos los países. Después vendrá la segunda parte, adaptada a las necesidades nacionales de los distintos países.
Otro objetivo de Riazánov era publicar una biografía intelectual completa de Marx. Nunca pudo completar esta obra, aunque publicó una introducción popular a la vida y el pensamiento de Marx y Engels en 1923 y una colección de ensayos que recogían sus escritos prerrevolucionarios.
En 1927 Riazánov recibió el Premio Lenin, y más tarde se convirtió en miembro de pleno derecho de la Academia de Ciencias. Hacia 1930 parecía haber alcanzado el cenit de su carrera como figura internacionalmente reconocida.
En solo diez años había transformado el IME en el centro mundial de estudios sobre Marx y la historia social europea. El instituto era una meca para investigadores llegados de todo el mundo, como el filósofo estadounidense Sidney Hook o Friedrich Pollock, de la Escuela de Frankfurt alemana. Lo visitaron personalidades como Clara Zetkin, Emile Vandervelde y Henri Barbusse. Victor Serge esbozó el siguiente retrato de Riazánov en sus memorias:
En el partido bolchevique se respetaba su independencia de espíritu. Era el único que había alzado incesantemente su voz contra la pena de muerte, incluso durante el terror, exigiendo sin descanso la limitación estricta de los derechos de la Cheka y luego de la OGPU [Dirección Política Estatal Conjunta]. Herejes de todo tipo, socialistas mencheviques u opositores de derecha o izquierda, encontraban paz y trabajo en su instituto siempre que tuvieran amor al conocimiento. Seguía siendo el hombre que había dicho en medio de una conferencia: «No soy uno de esos viejos bolcheviques a los que durante veinte años Lenin trató de viejos imbéciles».
Serge describió la impresión que le causó Riazánov cuando lo conoció de primera mano: «Corpulento, de brazos fuertes, espesa barba y bigote blancos, mirada tensa, frente olímpica, temperamento tormentoso, discurso irónico».
Stalin visitó el IME en 1927. Al ver los retratos de Marx, Engels y Lenin, preguntó: «¿Dónde está mi retrato?». Riazanov respondió: «Marx y Engels son mis maestros; Lenin fue mi camarada. Pero, ¿qué es usted para mí?». En 1929, en una conferencia del partido, declaró: «El Politburó ya no necesita a ningún marxista». Riazanov no participó en el culto a la personalidad de Stalin y eligió a sus colaboradores en función de su capacidad científica, llegando incluso a ponerse en contacto con el gran adversario de Stalin, Trotsky, mientras se encontraba en el exilio interno, para pedirle que revisara las traducciones y corrigiera las pruebas de imprenta de las MEGA.
En 1930, la prensa soviética celebró el sexagésimo cumpleaños de Riazánov como un acontecimiento nacional y se produjo un Festschrift en su honor. Nikolay Miliutin comparó cada volumen publicado por el IME con «una bomba que estalla sobre las cabezas de quienes distorsionan, pervierten y falsifican el marxismo».
Una declaración oficial del Comité Central, firmada por Stalin, elogiaba a Riazánov como «luchador incansable por el triunfo de las ideas de los grandes maestros del proletariado internacional: Marx, Engels y Lenin». Los periódicos del partido lo describieron como «el marxólogo más eminente de nuestro tiempo», un hombre que había dado «más de cuarenta años de su vida a la causa de las clases trabajadoras» y «organizado un instituto científico que es el orgullo de nuestra ciencia revolucionaria».
La publicación de la Internacional Comunista, Inprecor, se refirió a Riazánov como «el más importante y renombrado erudito marxista de nuestro tiempo». Sin embargo, por debajo de la pompa, las placas tectónicas de la lucha fraccional se movían en su contra. Stalin ya había empezado a reclutar a un grupo más joven de académicos para hacer campaña contra lo que llamaba «todo el estiércol que se ha acumulado en la filosofía y las ciencias naturales». Esta campaña incluía a Riazánov en su lista negra: «No podemos olvidar que debemos forzar la salida de Riazánov del IME».
En diciembre de 1930 comenzó una operación a gran escala de la policía secreta (OGPU), dirigida contra un supuesto centro de antiguos mencheviques de la administración del Estado, acusados de querer llevar a la bancarrota la economía soviética. Uno de los primeros detenidos fue Isaak Illich Rubin, historiador y economista del IME, que hizo una confesión falsa bajo la presión de sus interrogadores. Riazánov fue acusado de ocultar correspondencia menchevique y documentos antisoviéticos que le había entregado Rubin.
Riazanov se indignó al enterarse de la detención de Rubin y presionó para reunirse con Stalin. Cuando acudió al Kremlin el 12 de febrero de 1931, Stalin le esperaba con sus leales aliados Viacheslav Molotov y Lazar Kaganovich, así como con el jefe de la OGPU, Viacheslav Menzhinsky.
Riazanov exigió ver la confesión de Rubin o los supuestos documentos mencheviques, que nunca aparecieron. Por su parte, Stalin dijo a Riazánov que le entregara los documentos que supuestamente había ocultado. Este replicó que no había tales documentos en el archivo del IME: «¡No los encontrarás en ninguna parte a menos que tú mismo los hayas puesto allí!».
La OGPU detuvo a Riazánov en la prisión moscovita de Lubianka, acusándole de haber recibido paquetes del fantasmal «Centro Internacional Menchevique». El Politburó procedió a destituirlo de su cargo de director del IME, y 131 de los 243 miembros del personal del instituto fueron también expulsados. En abril de 1931, debido a su estado de salur, la OGPU decidió enviar a Riazánov al exilio en Sarátov, en el Volga.
En el momento de la caída de Riazánov solo habían aparecido once volúmenes de las MEGA, de los cuarenta y dos proyectados, mientras que otros siete estaban en curso, incluidos los hasta entonces desconocidos Grundrisse. El sustituto de Riazánov al frente del IME fue el apparatchik Vladimir V. Adoratskij. Adoratakij pronunció un discurso el año de la detención de Riazánov en el que definía la labor editorial de su predecesor como «una traición directa a la causa del proletariado», acusándole de haber privilegiado la publicación de «aquellas obras de Marx y Engels cuando aún eran jóvenes hegelianos».
Parte del trabajo iniciado por el equipo de Riazánov continuó bajo su sucesor, publicándose seis de los volúmenes preparados por el IME entre 1931 y 1935, antes de que toda actividad editorial cesara finalmente en 1936, al comenzar las purgas en serio. El último estertor llegó con la publicación por separado en 1940 de los manuscritos de los Grundrisse de Marx. Poco a poco, Stalin sustituyó la editorial histórico-crítica por una serie de publicaciones aisladas y dispersas, y cualquier forma de erudición marxista libre y desapasionada terminó en la URSS.
Mientras esto ocurría, Riazánov vivía a orillas del Volga, condenado a la miseria, al hambre y a la decadencia física y mental. Se ordenó a bibliotecas y editoriales que purgaran sus obras y sus ediciones, eliminando todo rastro de la persona que había institucionalizado el estudio de Marx y Engels en el primer Estado declaradamente marxista.
A duras penas se ganaba la vida traduciendo pequeños textos para la universidad local, compartiendo sus pobres raciones con la gente hambrienta durante la hambruna de 1932-1933. En 1934, el Politburó permitió brevemente a Riazanov viajar a Moscú para cuidar de su esposa enferma. Según Kalinin, su antiguo protector y admirador, Stalin le ofreció un compromiso por el que Riazánov escribiría una declaración de arrepentimiento público, reconociendo su culpabilidad en la conspiración «menchevique-trotskista», a cambio de lo cual sería plenamente rehabilitado.
Sin embargo, Riazánov rechazó la propuesta y exigió una revisión inmediata de su caso. Pronto fue enviado de nuevo desde Moscú hacia Saratov, esta vez para siempre. Cuando Stalin lanzó la Gran Purga, Riazánov fue detenido la noche del 22 de julio de 1937. El acta de su interrogatorio por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) muestra que Riazánov se negó a entrar en el juego de denunciar a supuestos espías y traidores y negó una y otra vez las falsas acusaciones contra él.
El 19 de enero de 1938, el fiscal general de Saratov emitió un acta de acusación de seis páginas contra Riazánov: entre otras quejas, se le acusaba de «extrema hostilidad personal hacia el camarada Stalin». El 21 de enero fue juzgado a puerta cerrada en una sesión que duró apenas quince minutos y fue condenado a muerte por su supuesta pertenencia a una «organización terrorista trotskista» y por dedicarse a «la difusión de invenciones calumniosas sobre el partido y el poder soviético». Su ejecución tuvo lugar ese mismo día.
La esposa de Riazánov, Ana Levovna, también fue detenida y encarcelada en un gulag, del que fue liberada en 1943, sin conocer el destino final de su marido. En julio de 1957 escribió una carta a Nikita Jruschov preguntando por el paradero de su marido. Ambos Riazanov fueron rehabilitados oficialmente en 1958. Solo en marzo de 1990, durante los últimos días de la URSS, Riazánov fue reintegrado a título póstumo en la Academia Soviética de Ciencias.
Al día siguiente de su ejecución, agentes del NKVD llegaron a su humilde dacha para confiscar sus bienes personales, destruyendo lo que se consideraba inútil. Cargaron todos sus libros en la parte trasera de un camión, esparciendo por el suelo los papeles y apuntes que le quedaban para avivar el fuego, incluido todo lo que había en su mesa de estudio.
Entre ellos había un retrato del joven Engels con una inscripción de puño y letra de la hija de Marx, Laura Lafargue, con quien había trabajado antes de la guerra. «¿Quién es?», preguntó uno de los milicianos a la nieta de Riazánov. «Es Frederich Engels», respondió ella. «¿Y quién es Engels?», respondió el hombre del NKVD mientras arrojaba el daguerrotipo a las llamas.