Como señala el periodista y docente universitario Mariano Saravia (@MarianoSaravia7) la Asamblea de 1813 les hizo juicio a varios miembros de la Primera Junta. Principalmente a Mariano Moreno, que ya había sido asesinado en alta mar y desaparecido. Todos los días salía en la prensa un nuevo cargo contra alguno. A Juan José Castelli, que en esos meses agonizaba por un cáncer de lengua, lo acusaron y procesaron por degenerado y por haberse quedado con dineros públicos en al Alto Perú (Bolivia).

A Manuel Belgrano lo enjuiciaron dos veces, después de las derrotas en Paraguay (Paraguarí y Tacuarí) y de las derrotas en el Alto Perú (hoy Bolivia, Vilcapugio y Ayohuma). Ambas veces tuvieron que absolverlo porque todos los testimonios fueron favorables a él.

A San Martín lo acusaron de abrir una cuenta irregular en Londres con dineros turbios y de haberse “robado” el Ejército de Los Andes.

“San Martín está lejos, y eso es lo mejor que nos puede pasar”. De Rivadavia a Manuel García, luego de mandar al exilio al Padre de la Patria.

Cuando Lavalle dio el golpe de Estado contra Dorrego, hubo un intento de lawfare, un juicio amañado contra el “Padrecito de los Pobres”. Pero Lavalle decidió cortar por lo sano y fusilarlo.

“La gente baja, ya no domina, y a la cocina se volverá”. De Juan Cruz Varela, luego del fusilamiento de Manuel Dorrego. El otro instigador del golpe de Estado de Lavalle y del magnicidio, Salvador María del Carril, con el tiempo fue presidente de la Corte Suprema de Justicia.

“No puede librarse a la Historia el fallo del tirano Rosas. No señor, no podemos dejar el juicio de Rosas a la Historia, porque si no decimos desde ahora que era un traidor, y no enseñamos en la escuela a odiarlo, Rosas no será considerado por la Historia como un tirano, quizá lo sería como el más grande y glorioso de los argentinos”. Del diputado Nicolás Albarellos cuando en 1867 se sanciona una ley declarando a Juan Manuel de Rosas “traidor a la Patria”.

Después del golpe de Estado contra Hipólito Yrigoyen, el líder popular del radicalismo fue preso y su casa fue saqueada por la horda de odiadores de siempre. Fue acusado de todo tipo de corrupción y de negociados.

Matías González Sorondo, político conservador y asesor de la Standard Oil (hoy Axion, de Rockefeller) y ministro del Interior del dictador Uriburu, dijo: “El yrigoyenismo está compuesto por una horda, un hampa que había acampado en las esferas oficiales, comprándolo y vendiéndolo todo, desde lo más sagrado hasta el honor de la Patria”

Y el senador Benjamín Villafañe, en pleno recinto de la cámara alta, dijo: “Al yrigoyenismo lo forman 110 mil prontuariados en la sección Robos y Hurtos, 60 mil pederastas y 50 mil más que viven al margen de la ley, del juego y la explotación de mujeres”.

Como vemos, nada nuevo bajo el sol. Los líderes populares fueron siempre perseguidos por el aparato judicial . Más recientemente Juan Perón tuvo 120 causas judiciales y Cristina Kirchner 534 causas.

Señalaremos solo dos motivos que consideramos relevantes en el fundamento de la persecución del aparato judicial a Juan Perón y Cristina Kirchner: La mejora en la participación en la distribución del ingreso de los trabajadores durante sus gobiernos.

En efecto, el peronismo bautismal de Juan Perón y Eva Perón fundó la Argentina moderna.

Inauguró a mediados del siglo pasado el más importante ciclo de ascenso social en la historia contemporánea y propició los fundamentos estructurales de una extensa clase media.

Amplia clase media que fue signo distintivo de nuestro país hasta mediados de los años 70 en que comienza a decaer con la última dictadura militar que interrumpe el segundo ciclo sustitutivo e instala a sangre y fuego el ciclo de valorización financiera con endeudamiento externo creciente.

El ascenso social en el primer peronismo fue realmente inédito a punto de que, al ser derrocado Perón en el año 1955, los trabajadores participaban con el 50% de la riqueza total generada.

Esto supuso un motivo suficiente para que los sectores dominantes propiciaran el golpe de estado, bombardeando previamente a su propia población civil e inaugurando la famosa “grieta” en su versión contemporánea y en el año 1957 la participación de los trabajadores en el PIB ya había caído al 37,5% del PIB.

Desde entonces la gramática del poder nomina “grieta” a los efectos -políticos, sociales, económicos, jurídicos y culturales- que se producen tras la irrupción de un proyecto popular democrático contra hegemónico.

A contrario sensu, bastará entonces que ese proyecto desaparezca para que regrese la “normalidad” hegemónica y se cierre “la grieta”.

De hecho, no hubo grieta mientras el sistema de representación política cambiaba de director, pero la orquesta tocaba la misma melodía.

Por caso en el año 1983, tras el breve interregno de Bernardo Grinspun, con la llegada de Juan Vital Sourrouille se produjo el desembarco neoliberal en el gobierno alfonsinista vía los fallidos planes Austral, lanzado en junio de 1985 y el plan Primavera, anunciado en agosto del año 1988, la caída salarial en el período fue de 189%.

El peronismo a su tiempo, tras la muerte de Juan Perón y recuperada la democracia produjo dos “renovaciones”.

Una temprana que terminó con Menem, otra tardía vía Frepaso que ofició de Salieri de De la Rúa. Ambas “renovaciones” trajeron a Domingo Cavallo, el superministro neoliberal que hizo estallar el país en pedazos.

Mientras el sistema político representó intereses socio – económicos similares, nunca se habló de “grieta”, incluso el peronismo durante su fase menemista se transformó en el partido del ajuste neoliberal en el país.

Hubo que esperar al año 2003, para que un proyecto popular contra hegemónico se desplegara nuevamente bajo el formato peronista tras la salida del extenso ciclo neoliberal de un cuarto de siglo y con los efectos de la mega crisis del año 2001 aún como contexto.

En este preciso sentido Néstor Carlos Kirchner fue el único y verdadero “renovador” del peronismo tras la muerte de Juan Perón.

El que lo reconcilió con la tradición popular democrática del peronismo inaugural de Juan y Eva Perón e inició una recomposición notable de la participación de los trabajadores sobre el PIB, tras la noche neoliberal que la dejó en sus mínimos históricos.

Bajo las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner se reconcilió al peronismo con sus orígenes popular- democráticos y hubieron 12 años de gobierno socialmente inclusivo con crecimiento notable, desendeudamiento externo inédito y, como era obvio, apareció nuevamente “la grieta” que nos acompaña hasta nuestros días, aunque hoy las cosas marchan por un camino muy diverso al transitado por Perón y Néstor y Cristina Kirchner.

Cuando Cristina deja la presidencia en el año 2015 el factor trabajo participaba en la distribución del ingreso en un 54%, participación que descendió con el gobierno de Mauricio Macri y que con el gobierno peronista del FDT no pudo mejorar e incluso empeoró en el año 2021 de gran recuperación económica bajo la gestión del ex ministro Martín Guzmán como se ve en el gráfico que sigue.

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Esta caída brutal supuso una enorme pérdida para los trabajadores que obviamente fue transferido a los empresarios que pasaron en ese mismo lapso del 40,2% al 47% en su participación en la distribución del ingreso. Total normalidad.