Una llamada telefónica prolongada

Vladimir Putin y Donald Trump conversaron 90 minutos por teléfono sobre la guerra en Ucrania y otros temas. La llamada fue precedida por la liberación de Marc Fogel, un académico estadounidense detenido en Rusia por posesión de marihuana, a cambio de un preso ruso en manos estadounidenses que no fue identificado. Vladimir Putin invitó, además, a Trump a reunirse en Moscú.

Principio de acuerdo Trump-Putin sobre Ucrania ¿a las puertas de un Yalta 2.0 que divida el mundo en esferas de influencia?

 

Bruno Sgarzini

 

El presidente Trump dijo que tuvo una “llamada telefónica prolongada y altamente productiva” con el presidente ruso Vladimir Putin, y la calificó como el comienzo de una negociación para poner fin a la guerra en Ucrania.

Fue la primera conversación confirmada entre los dos hombres durante el segundo mandato de Trump, y se produce luego de que Trump dejó en claro a sus asesores que encontrar un fin respaldado por Estados Unidos a la guerra que Rusia inició es una prioridad para su administración.

“Discutimos sobre Ucrania, Medio Oriente, energía, inteligencia artificial, el poder del dólar y varios otros temas”, escribió Trump en una publicación en las redes sociales.

“Ambos hablamos de las fortalezas de nuestras respectivas naciones y del gran beneficio que algún día obtendremos al trabajar juntos”, agregó Trump. “Pero primero, como ambos acordamos, queremos detener los millones de muertes que están ocurriendo en la guerra con Rusia/Ucrania”. (Se estima que en el conflicto han ocurrido varios cientos de miles de muertes, no millones).

El presidente estadounidense dijo que planeaba informar al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que ambos países planeaban «que nuestros respectivos equipos inicien negociaciones de inmediato». La oficina de Zelensky dijo más tarde que el presidente ucraniano habló con Trump durante una hora.

Sin embargo, Trump no dijo en su publicación en las redes sociales qué papel desempeñaría Zelensky en las negociaciones que él y Putin estaban poniendo en marcha. Trump siempre ha sido escéptico respecto de Ucrania y nunca ha simpatizado con Zelensky.

El portavoz del Kremlin, Dmitri S. Peskov, dijo a los periodistas que la llamada de Putin con Trump duró casi una hora y media.

Peskov dijo que ambos acordaron reunirse personalmente y que Putin invitó a Trump a visitar Moscú, algo a lo que Trump también aludió en su publicación en las redes sociales. Putin estuvo de acuerdo con Trump en que “ha llegado el momento de que nuestros países trabajen juntos”, dijo.

En cuanto a Ucrania, Putin le dijo a Trump que “es necesario eliminar las causas profundas del conflicto”, afirmó Peskov. Esa fue una señal de que Putin no aceptaría un simple alto el fuego en Ucrania y que buscaría concesiones más amplias de Ucrania y Occidente antes de detener los combates.

Trump luego de la reunión dijo que habló con Zelensky con el siguiente texto:

“Acabo de hablar con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy. La conversación fue muy bien. Él, al igual que el presidente Putin, quiere lograr la PAZ. Hablamos de diversos temas relacionados con la guerra, pero sobre todo de la reunión que se está organizando para el viernes en Munich, donde el vicepresidente JD Vance y el secretario de Estado Marco Rubio encabezarán la delegación. Tengo la esperanza de que los resultados de esa reunión sean positivos. Es hora de detener esta guerra ridícula, en la que ha habido una MUERTE y una DESTRUCCIÓN masivas y totalmente innecesarias. ¡Dios bendiga a los pueblos de Rusia y Ucrania!”.

Un día antes, el secretario del Pentágono, Pete Hegseth, afirmó que Ucrania debería abandonar sus pretensiones de volver a las fronteras previas a 2014. En palabras sencillas, Kiev debería olvidarse de Crimea, de la región del Donbas y es posible, también de la parte ucraniana declarada como rusa. “Sólo pondremos fin a esta guerra devastadora y estableceremos una paz duradera si combinamos la fuerza de los aliados con una evaluación realista del campo de batalla”.

En la sede de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Hegseth también dijo que esperaba que Europa asumiera una mayor responsabilidad financiera y militar en la defensa de Ucrania. Europa, remarcó, debe hacerse cargo de su defensa convencional y gastar más dinero en sus fuerzas armadas, hasta el 5 por ciento de su producción nacional, mientras Estados Unidos enfrenta sus propios riesgos de seguridad y el desafío de China. Ucrania, para la Administración Trump, no debería ser miembro de la OTAN.

“Las realidades impiden a Estados Unidos ser su garante de seguridad [el de Europa], y esperar una reducción de las fuerzas estadounidenses en la región. Nos enfrentamos a un competidor de la talla de los chinos comunistas con la capacidad y la intención de amenazar nuestra patria y nuestros principales intereses nacionales en el Indo-Pacífico. Estados Unidos está dando prioridad a la disuasión de una guerra con China en el Pacífico. Reconocer la realidad de la escasez y hacer concesiones en materia de recursos para garantizar que la disuasión no fracase. La disuasión no puede fracasar. Los aliados europeos deben liderar desde el frente. Estados Unidos ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. Por el contrario, nuestra relación dará prioridad a capacitar a Europa para que asuma la responsabilidad de su propia seguridad», Peter Hegseth, secretario del Pentágono.

Trump, indicó, apoya un proceso de paz duradera que incluya garantías de seguridad sólidas para asegurar que la guerra no comience de nuevo”, pero esa sería responsabilidad, dijo, de las tropas europeas y no europeas en una “misión no OTAN” desprotegida por el compromiso del Artículo Cinco de la OTAN con la defensa colectiva. En criollo: los europeos se deben hacer cargo de los desastres promovidos por la Administración Biden.

Para The New York Times no parece algo muy realista delegar a Europa el “paraguas de seguridad”.

En ausencia de la adhesión a la OTAN, que es lo que prefiere, Zelenski ha hablado de hasta 200.000 tropas extranjeras en el terreno en Ucrania, pero esa cifra es casi tres veces el tamaño de todo el ejército británico y los analistas la consideran imposible.

Un alto funcionario europeo dijo que el continente ni siquiera tiene 200.000 soldados para ofrecer y que cualquier tropa que se desplace sobre el terreno debe contar con el apoyo estadounidense, especialmente frente a la segunda mayor potencia nuclear del mundo, Rusia. De lo contrario, quedarían permanentemente vulnerables a los esfuerzos rusos por socavar la credibilidad política y militar de la alianza.

Incluso una cantidad más modesta de soldados europeos, como 40.000, sería una meta difícil para un continente con un crecimiento económico lento, escasez de tropas y la necesidad de aumentar el gasto militar para su propia protección. Y probablemente no sería suficiente para proporcionar una disuasión realista contra Rusia.

Una verdadera fuerza de disuasión normalmente requeriría “mucho más de 100.000 tropas asignadas a la misión” para rotaciones regulares y emergencias, dijo Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios de guerra en el King’s College de Londres.

El peligro sería una política de “engañar y rezar” que Claudia Major, experta en defensa del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, llama.

“Proporcionar muy pocas tropas, o fuerzas trampa sin refuerzos, equivaldría a un engaño que podría invitar a Rusia a tantear el terreno, y los estados de la OTAN difícilmente podrían contrarrestarlo”, escribió en un artículo reciente con Aldo Kleemann, un teniente coronel alemán, sobre cómo asegurar un cese del fuego en Ucrania.

La hemeroteca es bastante cruel con los defensores de pelear hasta “el último ucraniano”; cuando Ucrania estaba rodeada por tropas rusas en diciembre de 2021, Jack Sullivan, director del Consejo de Seguridad de Biden, se negó en Ginebra al pedido ruso de que existiese la garantía de seguridad de que Ucrania jamás se uniría a la OTAN. El argumento fue que Kiev era un país soberano que tomaba sus propias decisiones sin influencia estadounidense.

La ironía del caso es que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, y el secretario de Estado, Marco Rubio, conversaran sobre la propuesta estadounidense en la misma Conferencia de Munich donde tres años atrás Volodomir Zelenski amenazó con renunciar al Tratado de Budapest que prohíbe que Ucrania acceda a armas nucleares. Vladimir Putin, por aquel momento, justificó que si Rusia no invadía Ucrania, pronto sería un país con un arma nuclear en la cabeza.

¿Y dónde quedan los europeos en todo este cuento? Al parecer como actores de reparto. En una declaración simbólica, Kaja Kallas, jefa de la política exterior de la Unión Europea, afirmó: “la independencia y la integridad territorial de Ucrania son incondicionales. Nuestra prioridad ahora debe ser fortalecer a Ucrania y ofrecer garantías de seguridad sólidas. En cualquier negociación, Europa debe tener un papel central”. En la práctica una hermosa declaración para hacer papel picado en alguna fiesta de cumpleaños o casamiento.

Moscú, por su lado, ha rechazado de plano que exista la presencia de tropas europeas en Ucrania como garantías de seguridad o “fuerzas de paz”. Alguien, en su sano juicio, puede creer que después de una larga guerra, el país victorioso aceptaría que un grupo de militares, aliados de tu país enemigo, se queden cerca de la línea de contacto para quedar mejor parados en una eventual nueva ronda de agresión. En este newsletter hemos repasado varios papers donde se le recomienda a los decisores occidentales encontrar un punto puerto en el conflicto para que Ucrania pueda remilitarizar y reiniciar el conflicto en una mejor posición. ¿Acaso piensan los europeos y estadounidenses que la mayoría de los rusos han sido víctimas de ceguera precoz?

Este cambio de rumbo en la política occidental también demuestra cómo Ucrania perdió mucho más territorio por no haber aceptado los términos de paz conversados al inicio del conflicto. La Administración Biden y el propio Boris Johnson, por entonces primer ministro británico, sabotearon ese posible acuerdo por considerarlo dañino para los “intereses ucranianos”.

Veamos qué decía el principio de acuerdo:

El 29 de marzo, en la séptima ronda de conversaciones, se reanudaron las negociaciones cara a cara en Estambul. La discusión se centró en un proyecto de tratado, cuyo punto esencial era la neutralidad permanente de Ucrania y su estatus no nuclear, a cambio de lo cual Ucrania recibiría garantías de seguridad similares a las del Artículo 5 de la alianza militar de la OTAN por parte de China, Rusia, el Reino Unido, Francia, Bielorrusia y otros. Ucrania también iniciaría un período de consultas de 15 años sobre el estatus de Crimea, aunque se reservaría el derecho a reconquistar Luhansk y Donetsk. Por su parte, Rusia “reduciría drásticamente” la actividad militar cerca de Kiev para “crear las condiciones necesarias para futuras negociaciones”. La exitosa contraofensiva de Ucrania había comenzado una semana antes de las conversaciones de paz de Estambul. La oferta rusa de “retirarse” el 29 de marzo estaba, por tanto, lejos de ser voluntaria.

Este borrador fue el que Putin agitó en la televisión el 17 de junio de 2023. Lo calificó como un “resultado nada malo”.

Las negociaciones del 29 de marzo concluyeron con la expectativa de que los principales países firmarían el borrador del acuerdo, sentando las bases para una paz de compromiso. Putin incluso propuso reunirse con Zelenski. Esto nunca ocurrió y así terminaron las negociaciones bilaterales. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que “Washington, Londres y Bruselas quieren utilizar a Ucrania en su beneficio” y que “no se puede llegar a un acuerdo de paz”. Zelenski declaró que Ucrania no aceptaría la paz hasta que Rusia aceptara devolver Crimea y la región del Donbás a Ucrania.

En resumen: en las primeras semanas que siguieron a la invasión rusa de Ucrania, Rusia y Ucrania hicieron importantes intentos de negociar una solución pacífica. Esos intentos podrían haber puesto fin a la guerra antes de la devastación de la infraestructura ucraniana, la pérdida masiva de vidas y el aumento del riesgo de una escalada descontrolada. Entre ellos figuraba una oferta de Ucrania de no unirse a la OTAN a cambio de garantías de seguridad equivalentes. Persistieron puntos cruciales de desacuerdo sobre Crimea y Donbas, así como sobre la viabilidad de las garantías de no unirse a la OTAN, pero el 29 de marzo, aparentemente ambas partes esperaban seguir hablando.

Una de las razones que esgrimen los defensores de Ucrania es que Kiev había vencido la ofensiva rusa y estaba en posición de recuperar varias porciones de territorio antes de negociar una paz. La verdad es que toda esta política de pensar que algo mágico salvaría a Kiev era un buen cuento para burócratas europeos y personas poco realistas sobre la naturaleza del conflicto.

Tres años después, Washington reconoce las preocupaciones de seguridad de Rusia y amaga con conversar acerca de una arquitectura de seguridad común en Europea que regule la competencia. Por eso, para The New York Times: “Vladimir Putin obtiene un gran victoria y no en el campo de batalla”.

Por supuesto, hay varias dudas razonables; ¿acaso Trump está dispuesto a resolver todo sin pasar por los europeos? ¿o es una táctica para poner en una situación de debilidad a los europeos previo al pedido de concesiones comerciales y económica importantes? ¿se puede poner fin a una guerra, como la ucraniana, sin consolidar un tratado de seguridad entre Rusia y Estados Unidos? ¿Washington está dispuesta a permitir que Europa vuelva a ser dependiente de Rusia en cuento a energía y otras materias primas?

¿O es todo una pantomima para que Europa quien el conflicto directo contra Rusia mientras Estados Unidos enfrenta a China?

Lo que nos lleva al quid de la cuestión: el interrogante de si todo este principio de acuerdo entre Putin y Trump, ¿es el inicio de conversaciones entre China, Rusia y Estados Unidos para repartirse el mundo en esferas de influencia como sucedió en Yalta después de la Segunda Guerra Mundial?.

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