África: Sin dioses a la vista

La visión institucional de la Iglesia católica es que sigue siendo «imperativo» que la comunidad internacional «dé prioridad a la reestructuración de la deuda y avance hacia la condonación de la deuda de los países más vulnerables». No parece ser la misma mirada que la de los tenedores de deuda y en el mundo regido por la lógica financiera, donde, se sabe, no entra nadie, ni Dios.
Eelco Bothlingk / Unsplash

JENA es la Red Jesuita para la Justicia y la Ecología, una coalición de ONGs vinculadas a la Compañía de Jesús que trabajan en estos temas en África.

Según el Banco Mundial, la deuda pública en el África subsahariana se ha triplicado desde 2010 y el número de naciones con alto riesgo de sufrir problemas de deuda externa o que ya los sufren asciende a 22, frente a las 20 de 2020. Las naciones del norte de África, como Túnez y Egipto, también están experimentando una crisis de deuda.

P. Chilufya afirma que la crisis está obstaculizando la capacidad de las naciones africanas «para construir capital humano, infraestructuras y capital empresarial para el desarrollo sostenible» y «desviando los escasos recursos de los servicios esenciales». De hecho, la crisis de la deuda en África no es sólo un problema financiero, sino también una cuestión de justicia social: «Es inmoral – afirma el P. Chilufya – que los países africanos sigan pagando miles de millones de dólares por el servicio de la deuda mientras sus ciudadanos carecen de acceso a servicios básicos como la salud y la educación».

Crisis de la deuda y cambio climático en África

En vísperas de las reuniones de primavera del FMI y el Banco Mundial, un estudio de la African Sovereign Debt Justice Network (AfSDJN) – una coalición de ciudadanos, académicos, actores de la sociedad civil y grupos eclesiásticos a la que también pertenece JENA – demostró que los países africanos más endeudados también se encuentran entre los más vulnerables al cambio climático del continente.

A pesar de ser responsable de menos del 4% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, África en su conjunto está sufriendo seriamente las consecuencias del cambio climático, lo que reduce aún más los recursos financieros de que disponen los países. Según AfSDJN, las pérdidas relacionadas con el clima se estiman actualmente entre 7.000 y 15.000 millones de dólares al año y podrían aumentar hasta los 30.000 millones de dólares en 2030. Si no se toman medidas adecuadas, es probable que los países africanos tengan que pedir prestado alrededor de 1 billón de dólares en esta década para dar una respuesta adecuada a la crisis climática.

Lo que alarma a la coalición africana es que, en línea con las tendencias del pasado, la mayor parte de la financiación climática se está canalizando a través de préstamos, lo que incrementa aún más el ya elevado volumen de deuda. Aunque algunas economías avanzadas han decidido asignar sus DEGs (Derechos Especiales de Giro, una especie de «moneda de reserva» gestionada por el FMI) a los países en desarrollo a través del Resilience and Sustainability Trust (RST) para financiar la resiliencia climática, para los autores del estudio esta contribución está muy lejos de cubrir las necesidades de las economías africanas. Además, para muchos de estos países, la ayuda sigue estando vinculada a la reestructuración fiscal y a medidas de austeridad que son muy duras para la resiliencia social de sus comunidades.

La AfSDJN también hace un llamado al FMI y al Banco Mundial para:

  • Iniciar consultas sobre un nuevo mecanismo integral, justo y eficaz de reestructuración de la deuda soberana que esté dirigido por la ONU y sea vinculante para todos los acreedores, incluidos los privados.
  • Apoyar la inclusión en los instrumentos de deuda soberana de cláusulas especiales, válidas también para las reestructuraciones de deuda, que permitan a los países aplazar los pagos de principal e intereses en caso de catástrofes naturales y pandemias.
  • Garantizar que las reestructuraciones de la deuda vigente bajo los auspicios del FMI no incluyan medidas de austeridad como condición.
  • Revisar sus evaluaciones de sostenibilidad de la deuda para garantizar que no fomentan una acumulación excesiva de deuda y que tienen en cuenta las inversiones necesarias para los objetivos de desarrollo sostenible, las necesidades climáticas y los derechos humanos de las personas en los países africanos.

«Cancelar la deuda» y no utilizar la ayuda para la «colonización ideológica»

¿Sigue siendo una perspectiva concreta «anular la deuda» de los países más pobres, como pedía una famosa campaña internacional – Jubilee 2000 – lanzada con ocasión del Jubileo del Año 2000?

Para la Iglesia Católica, sí, ciertamente. Hace apenas unos días, con ocasión del Foro de Verificación de la Financiación del Desarrollo 2023, el Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, monseñor Gabriele Caccia, declaró que sigue siendo «imperativo» que la comunidad internacional «dé prioridad a la reestructuración de la deuda y avance hacia la condonación de la deuda de los países más vulnerables», recordando además que «la prestación de ayuda internacional nunca debe utilizarse para imponer formas de colonización ideológica ni para vincular la prestación de ayuda económica a la aceptación de tales ideologías».

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