El mejor alumno de Kissinger

Donald Trump, a partir de lo que está haciendo en Ucrania, es el mejor alumno de Henry Kissinger. ¿Por qué?

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Gonzalo Fiore Viani

Henry Kissinger creía que una alianza entre China y Rusia podría alterar el equilibrio de poder en el mundo. Si ambos países, que comparten fronteras y tienen intereses geopolíticos que pueden ser complementarios, se unieran, podrían desafiar la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados, creando un bloque de poder opuesto que afectaría la política global.
Durante la Guerra Fría, tanto China como Rusia eran rivales del bloque occidental liderado por Estados Unidos. Kissinger, a través de su diplomacia, trabajó para separar a China de la Unión Soviética, especialmente en los años 70. Su objetivo era evitar que una colaboración sólida entre ambos países provocara una mayor desestabilización en el orden mundial, favoreciendo una división entre las potencias comunistas y debilitando la amenaza directa que representaban.

Kissinger entendía que parte de la política exterior de Estados Unidos en la Guerra Fría era la «contención» del comunismo, particularmente del bloque soviético. Si China y Rusia se aliaban, podrían unir sus recursos y capacidades, lo que haría más difícil para Estados Unidos y sus aliados implementar esa política.

Kissinger también veía el control sobre Asia como crucial para la supremacía mundial. China y Rusia tienen posiciones geográficas claves en Asia, y una alianza entre ellos podría consolidar una esfera de influencia comunista en la región, lo que representaría un desafío a la influencia de Estados Unidos en el Pacífico y Asia.

Kissinger era un maestro en la diplomacia del «realismo político», que buscaba manipular las relaciones internacionales de tal manera que favorecieran los intereses de Estados Unidos sin recurrir necesariamente al conflicto directo. El acercamiento a China en los años 70 (la famosa apertura hacia China bajo Nixon) fue un ejemplo de esta estrategia: acercarse a China para crear una división con la Unión Soviética, evitando que ambos países se aliaran.

Trump, al igual que Kissinger, entiende que una cooperación estrecha entre China y Rusia representaría un bloque geopolítico poderoso que podría desafiar la influencia y los intereses de Estados Unidos en varias regiones del mundo. Hoy, el principal competidor de Washington es Beijing.

El principal competidor estratégico de Estados Unidos en el siglo XXI es China, tanto en términos económicos como militares. Trump está centrando gran parte de su política exterior en contrarrestar el ascenso económico y tecnológico de China. Para esto, uno de sus enfoques es tratar de mantener a Rusia alejada de una alianza cada vez mas profunda con China, ya que eso consolida aún más a China como una potencia global indiscutible.

Trump es un convencido de que una relación más estrecha con Rusia podría ser beneficiosa para Estados Unidos. Trump cree que un acercamiento con Rusia podría ayudar a abordar ciertos problemas globales, como la lucha contra el terrorismo, la estabilidad en Medio Oriente y el control de armas nucleares. Trump también piensa que mejorar las relaciones con Rusia podría contribuir a una desescalada de tensiones en la región euroasiática, evitando que Rusia se sintiera empujada hacia una alianza más cercana con China.

Trump también busca cambiar la dinámica de la relación entre Rusia y Europa. La relación entre la OTAN y Rusia había sido tensa desde la Guerra Fría, y Trump está interesado en modificar esta dinámica. Si Rusia se acercaba demasiado a China, podría haber tenido efectos negativos en las relaciones con Europa, y especialmente con los países de la OTAN. Trump quiere evitar una situación en la que Rusia y China pudieran combinar sus fuerzas para hacer frente a la influencia occidental en Europa y Asia. 

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