De nuestros lectores
En ese complejo damero emergen, como viene relatado, dos flamantes mazos coalicionales: El QUAD, conformado por los cuatro tigres del Rimland oriental sedientos de autonomía tecnológica frente al Coloso y el AUKUS, tríada submarinística que busca hacer piola en aguas indias. Sin embargo, ninguna alianza logra disimular su principal motivación: contener el avance chino, aunque elude nombrar abiertamente al mandarín en cuestión.
En rigor, China alega un rol pacífico pero sus recientes movimientos estratégicos sugieren lo opuesto. Es el dueño de casa y no tolera intrusos, como dejó en claro al echarle limones a Francia por el affaire de los submarinos galos. Tampoco soslaya sus reclamos marítimos ni su creciente cooperación escatológica con la abuelita Rusia.
El QUAD, más moderado y global, pretende dar imagen de club de chicas pero, atrás de sus buenas intenciones, persigue dominar el Pacífico con sus tres mosqueteros más la India, eterno incordio para su vecino chino. El AUKUS, en cambio, pinta para bravucón: sus submarinos de alta gama buscan intimidar al Barrio Chino con ayuda del Tío Sam y su lacayo británico.
En todo caso, la zona vive horas de vértigo y zozobra. Orientado al Este por los avances del Imperio de en Medio, el mundo asume su nueva centralidad asiática. China ya no desea ser sólo el taller sino también el dueño de casa. Y los que quieren ser sus inquilinos deberán acostumbrarse a sus estrictas reglas de convivencia. El apocalíptico “Choque de Civilizaciones” habrá que releerlo a la luz de este cambio de roles. Porque en el IndoPacífico todo se cocina a fuego lento, en el wok de China.