El bombardeo israelí del martes contra el equipo negociador de Hamas en Qatar encubre, en realidad, la voluntad del gobierno de Benjamín Netanyahu de poner en marcha un plan para consolidar su limpieza étnica en la Franja de Gaza. Si no ¿de qué sirve intentar asesinar a los negociadores de Hamas cuando hablan sobre los términos de un alto al fuego?
Leamos lo que dice Amos Harel del diario israelí Haaretz;
El objetivo del ataque israelí en Doha fue una reunión del equipo negociador de Hamás, encabezado por el negociador jefe del grupo, Khalil al-Hayya. Los funcionarios se habían reunido para debatir la última propuesta estadounidense de alto el fuego, como parte de las negociaciones en curso sobre un acuerdo de rehenes.
El ataque, llevado a cabo a miles de kilómetros de Israel, ya no es una hazaña extraordinaria en sí mismo, tras la guerra de junio con Irán y los repetidos ataques israelíes contra objetivos hutíes en Yemen. Lo que lo hace diferente esta vez es la ubicación: suelo qatarí, en un país que Netanyahu ha descrito como un país con relaciones «complejas» con Israel.
Cuando el Mossad asesinó a Ismail Haniyeh , ex jefe de la oficina política de Hamás, en julio de 2024, la operación se llevó a cabo en Irán, aunque Haniyeh pasaba la mayor parte de su tiempo en Qatar.
as cuestiones más cruciales, sin embargo, se refieren al impacto en las futuras negociaciones y el curso de la guerra. Qatar ha anunciado recientemente su retirada de los esfuerzos de mediación para un posible alto el fuego, alegando la falta de avances y las reiteradas marchas atrás de Netanyahu ante las propuestas respaldadas por Estados Unidos para un acuerdo parcial o integral.
Un ataque contundente contra el liderazgo de Hamás podría alterar el equilibrio de poder respecto al mando del grupo dentro de Gaza, ahora liderado por su último comandante militar superviviente, Izz al-Din al-Haddad. Sin embargo, el liderazgo del grupo fuera de la Franja no es necesariamente más radical que al-Haddad, quien permanece oculto en los túneles de Gaza y está decidido a continuar la guerra.
Las decisiones dentro de Hamás se toman colectivamente, con la participación de otros centros de poder, como los líderes de Cisjordania y los miembros encarcelados en Israel. Irónicamente, los líderes del grupo en Cisjordania —en gran medida ajenos a los ataques de Israel durante esta guerra— podrían emerger con mayor influencia.
Todos los principales jefes de defensa de Israel, en particular el Jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, declararon al gabinete de seguridad el mes pasado que la prioridad debería ser avanzar en un acuerdo sobre los rehenes. Zamir parece estar preocupado por las últimas medidas, argumentando que Israel debería agotar primero la vía de la negociación en lugar de lanzar la incursión terrestre en la ciudad de Gaza, pretendida por Netanyahu y el ministro de Defensa, Israel Katz. Zamir. El mayor general (res.) Nitzan Alon, jefe de la División de Soldados Desaparecidos y Cautivos de las FDI, ha advertido reiteradamente que una operación terrestre a gran escala en la ciudad podría poner en peligro la vida de los rehenes.
Con sus nuevas ordenes de desplazamiento, el Ejército israelí vuelve a desplazar a los palestinos a lo que considera “zonas de muerte” o “inseguras”, según los cartógrafos israelíes Adi Ben-Nun de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el profesor Yaakov Garb de la Universidad Ben-Gurion del Néguev. El desplazamiento forzado busca vaciar la ciudad de Gaza antes de lanzar una operación militar para ocuparla. Lo que se da después de que revelasen informes que documentan un patrón sistemático de ataques israelíes a los lugares donde se ordena los desplazamientos. También de que se conozcan las conversaciones para utilizar los lugares de distribución de ayuda de la Fundación Humanitaria de Gaza como campos de concentración biométricos para alojar a los palestinos en el sur de la Franja y finalmente buscar la “expulsión” de miles de palestinos.
La nueva campaña del Ejército israelí avanza hacia Jabalia en el norte, Shujaiya en el este y, más recientemente, el Corredor Netzarim en el sur. “Esto deja a los palestinos con un solo lugar adonde ir: hacia la costa, a lo largo de la carretera al-Rashid y hacia el sur de Gaza”, según el grupo de investigación Forensic Arquitecture. “Una comparación de las imágenes de satélite del 9 y 25 de agosto revela el rápido desmantelamiento de los densos campamentos de tiendas de campaña en la ciudad de Gaza a medida que avanza la invasión terrestre de Israel. Mientras tanto, las tiendas de campaña, las casas, los mercados y los comedores comunitarios del resto de la ciudad han sido objeto de bombardeos implacables, lo que ha dejado a la población hambrienta y sitiada con pocas opciones más que huir hacia el sur”, afirma la organización en uno de sus últimos informes.
Israel vuelve a desplazar a los palestinos a lo que considera “zonas de muerte” o “inseguras”, según los cartógrafos israelíes Adi Ben-Nun de la Universidad Hebrea de Jerusalén y el profesor Yaakov Garb de la Universidad Ben-Gurion del Néguev
Para los cartógrafos Ben-Nun y Garb, gran parte de los 19 lugares a donde se ordenan las evacuaciones son considerados como lugares donde los civiles están en peligro. “Seis de los bloques se encuentran, total o parcialmente, en zonas rojas, prohibidas para los civiles”, de acuerdo a Garb. Para el grupo Forensic Arquitecture, el 67% de las zonas designadas son “prohibidas” por los militares israelíes. Además, un análisis, pormenorizado de las áreas, demuestra que se trata de una zona 7 kilómetros cuadrados, que no tiene la capacidad para instalar el número necesario de tiendas de campaña para los palestinos desplazados.
Una evaluación de las Naciones Unidas sostiene, además, que, si el millón de habitantes de la ciudad de Gaza se desplaza, cada persona tendría un promedio de siete metros cuadrados cada una para vivir, según los cálculos del periodista israelí Nir Hasson. “Si el plan israelí se concreta, toda la población de la Franja de Gaza quedaría hacinada en el 19 por ciento de su territorio”. Para Nizar Ayash, alcalde de Deir al-Balah, una de las áreas designadas: “no hay ningún lugar en Deir al-Balah con capacidad para albergar tiendas de campaña para los nuevos desplazados. Lo que ocurre en Deir al-Balah se aplica a todas las zonas del distrito central de la Franja. La situación presagia un desastre humanitario».
Toda esta realidad, por supuesto, es escondida por los voceros del Ejército israelí que hablan de que las zonas de desplazamiento tendrán “tiendas de campaña, instalaciones de distribución de ayuda humanitaria, y acueductos”. Esto se alinea con el objetivo de convertir a los puntos de distribución de la Fundación Humanitaria de Gaza en campos de concentración con controles biométricos, que sirvan de embrión de un plan para “relocalizar” a los palestinos, según una hoja de ruta presentada por funcionarios israelíes a miembros de la Administración Trump. Los mapas satelitales, proporcionados por los cartógrafos israelíes al diario Haaretz, en cambio, revelan que en las zonas donde se pretende forzar estos desplazamientos ya hay “una importante cantidad de tiendas de campaña, dunas de arena que hacen difícil instalar carpas, o tener al menos una vida razonable”. Además, otras áreas “parecen tener carreteras o estar en lugares que podrían inundarse con la lluvia”. Hasta existe un vertedero de basura.
Para las organizaciones humanitarias cualquier nuevo desplazamiento sería un desastre para las familias de Gaza. La mayoría carece, además, de los medios para poder salir de la ciudad de Gaza. Según una estimación de los habitantes palestinos, el costo de transporte es de, al menos, 600 dólares por familia. «Para obtener un carro tirado por un burro o un auto de tres ruedas se necesitan al menos 1.000 dólares», según Mushira Tawfiq, una habitante de Gaza. Mientras que una tienda básica está entre 1300 y 1500 dólares por lo que una familia tipo necesitaría, al menos, 3.700 para poder salir de la ciudad.
Ya el desastre está sucediendo:
Osama Abdul Hadi, de 27 años, aún no ha recibido una orden oficial de evacuación desde que el ejército israelí comenzó a operar en la ciudad de Gaza , aunque ya ha huido de su hogar en el barrio de Sheikh Radwan en varias ocasiones. Anteriormente había podido regresar, pero ahora vive en el campo de refugiados de al-Shati, en el extremo oeste de la ciudad, en casa de su abuela. Es un lugar que ella misma abandonó hace meses al mudarse a Muwasi, cuyas partes han sido designadas como «zona humanitaria» por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Lo que impulsó a Abdul Hadi a irse no fue un solo ataque aéreo, sino la incesante presencia de drones sobrevolando su barrio. Al anochecer, recuerda, Sheikh Radwan se sentía como un «pueblo fantasma», pues la gente se escondía por temor a los ataques. Las máquinas, dice, se utilizaban para ataques e intimidación.
Las ambulancias son blanco de ataques cuando responden a casos. Los miembros de la defensa civil se sienten aterrorizados cuando intentan apagar un incendio, como la ambulancia que se incendió tras un ataque aéreo la semana pasada. Mientras trabajaban, los drones sobrevolaban sus cabezas para asustarlos. Corrieron, y cuando los drones se fueron, los llamamos desde las ventanas de nuestras casas. Pero en cuanto regresaron, los drones volvieron. [El ejército israelí] jugaba con ellos, usándolos para entretenerse.
La distancia de Sheikh Radwan a Shati es de menos de tres kilómetros, pero el camino parecía interminable. «Las calles ahora son solo arena, ya no son calles de verdad. Hay escombros por todas partes».
Apenas unos días después de mudarse, Abdul Hadi resultó herido en su nuevo barrio. «Estaba en la azotea llenando agua del tanque cuando un dron disparó cerca. El sonido me sobresaltó y caí. Me rompí el hombro y me golpeé la cabeza contra el hormigón».
Recuerda lo diferente que se sentía el desplazamiento al principio de la guerra en comparación con ahora. «Al principio, cuando querías irte, podías llamar a la gente del sur, a mil personas. Pedías un lugar, una habitación, incluso un terreno, y encontrabas a 2.000 personas dispuestas a ayudarte, a alojarte, a darte lo que pudieran. La gente aún tenía algo entonces, y no te negaban nada», dijo.
Pero ahora, si llamas, nadie responde. No es que no quieran ayudar, sino que esta guerra ha aplastado a la gente.
Abdul Hadi dice que la guerra lo cambió todo y les puso la vida patas arriba. Quien una vez corrió a acogerlos ahora no tiene hogar ni siquiera una tienda de campaña.
Esta guerra es como el Día del Juicio Final: la gente está cansada y avergonzada de no poder ayudarte, porque no les queda nada.
Como muchos otros, Abdul Hadi sueña con irse de la ciudad de Gaza para siempre, pero no ve salida. «Algunos que se fueron al sur ya regresaron; ya no hay sitio para nadie. El apartamento más barato cuesta 1000 dólares, sin incluir los gastos», más del doble de lo que habría costado antes de la guerra. «¿De dónde se supone que vamos a sacar esa cantidad de dinero?»
ara Enas, una madre de tres hijos de 32 años, el desafío comenzó incluso antes de partir. Cuando llegó la orden de evacuación, no sabía por dónde empezar. «¿Cómo voy a empacar toda una vida? Años de trabajo, criando hijos, recuerdos», dijo.
Junto con su esposo e hijas, se dirigió al sur. «Pensábamos que tal vez encontraríamos un lugar que nos acogiera. Pero nos decepcionamos. Quienes encontraron un lugar en el sur, bien por ellos. ¿Pero por el resto de nosotros? Ni siquiera las calles nos aceptan a estas alturas. La mayoría de la gente no tiene refugio, tienda de campaña ni dónde ir. Muchos preferiríamos morir antes que sufrir más desplazamientos. No tenemos dinero, ni electricidad ni energía para evacuar.»
Explica que ni siquiera el dinero puede garantizar la seguridad. «Se necesitan unos 2.000 dólares por cada desplazamiento», dice, desglosándolo en: «400 para el transporte, 400 para mantener un terreno donde instalar la tienda de campaña, otros 300 para el material para construirla. Además, hay más gastos de agua, comida e incluso acceso a un baño. Ni siquiera la gente con dinero puede permitírselo».
Solo desde marzo, la ONU ha registrado más de 856.000 desplazamientos en Gaza; muchas personas han sido contabilizadas más de una vez, tras haber sido desplazadas en múltiples ocasiones. Hasta 1,9 millones de personas, más del 90 % de la población de Gaza, han sido desplazadas al menos una vez, según el informe de la ONU.
Además de todo eso, también está el hecho de que existe el antecedente de patrones de ataques del Ejército Israelí hacia los lugares donde las personas se desplazan después de ser declarados “seguros” por Israel. Entre el 18 de marzo y el 3 de junio de 2025, Forensic Architecture analizó 34 órdenes de evacuación. “El mapa resultante reveló una transformación fundamental en la estrategia israelí. Mientras que antes las órdenes demarcaban zonas específicas para la reubicación de civiles, como la zona humanitaria de al-Mawasi, las nuevas directivas ofrecen direcciones vagas. Los civiles reciben instrucciones de moverse hacia «el noreste», «el suroeste» o «el oeste», sin delimitación clara de destinos seguros. Esta imprecisión deliberada los convierte en blancos móviles en un territorio cada vez más pequeño y letal”, según el grupo cuyas investigaciones son usadas por Sudáfrica en su caso de genocidio contra Israel en la Corte Internacional de Justicia.
El caso más complejo ocurrió el 25 de abril: “el ejército israelí ordenó la evacuación de los barrios del este de la ciudad de Gaza, y dirigió a los civiles hacia el oeste. Pero esa zona occidental ya había recibido órdenes de evacuación el 26 de marzo y el 3 de abril. Los palestinos se vieron atrapados en un laberinto de órdenes contradictorias, empujados de una zona «prohibida» a otra. Al día siguiente, un edificio residencial en al-Sabra, al oeste de los barrios evacuados, fue atacado. Los residentes que habían obedecido las órdenes militares se encontraron, una vez más, bajo las bombas, de acuerdo a la organización.
No es un hecho aislado, sino que toda esta estrategia busca quebrar a la sociedad palestina para forzar la “famosa emigración voluntaria”. Dentro de los planes que funcionarios israelíes pidieron a la empresa Boston Consulting Group está una estimación de cuánto costaría pagar a cada palestino para que aceptara trasladarse a “un tercer país”. Según esta hoja de ruta, los desplazados podrían hacerlo cuando estén instalados en los campos de la fundación humanitaria, o las ciudades campamentos creadas por el Ejército israelí detrás de sus bases militares ubicadas en el centro de la Franja.
Luego, un fideicomiso internacional, a cargo de funcionarios estadounidense, tendría los títulos de tierra de toda la Franja para desarrollar un enclave con puertos, islas artificiales de resorts y zonas industriales exclusivas para gigantes tecnológicos. Una señal de que este plan puede estar en marcha es el hecho de que el exprimer ministro británico Tony Blair está en conversaciones con la Administración Trump para el “día después” en Gaza; un plan dirigido a establecer un gobierno en la Franja sin Hamas. Blair es uno de los muchos personajes que participó de las charlas del equipo de Boston Consulting Group para armar su dichosa hoja de ruta.
Según altos funcionarios trumpistas, esta propuesta está en marcha para convertir a la Franja en la Riviera Gaza, “un enclave inmobiliario y portuario”.
Repasemos lo que se sabe de esta iniciativa.
El surgimiento de la Fundación Humanitaria de Gaza, una entidad dirigida por Johnnie Moore, reverendo evangélico pro Israel, tiene como objetivo controlar la distribución de alimentos y crear “burbujas humanitarias” por parte de los militares israelíes. Esta iniciativa se remonta a fines de 2023 cuando la unidad del Ministerio de Defensa Israelí a cargo de la “ayuda a Gaza” comenzó a formular planes para “confinar a los civiles palestinos dentro de zonas seguras mientras las FDI combatían a los militantes de Hamás fuera de ellas”. La idea de establecer sistemas de identificación biométrica para controlar a los palestinos que recogieran la ayuda fue de Liran Tancman, empresario y reservista de la unidad de inteligencia de señales 8200 de las FDI” responsable de desarrollar herramientas de espionaje y uso de la IA para atacar los Territorios Palestinos Ocupados, y Michael Eisenberg, un capitalista de riesgo israelí-estadounidense vinculado a grupos sionistas, según The New York Times. Después de un intento fallido, un equipo dirigido por el mayor general Roman Gopman, secretario militar de Benjamín Netanyahu, seleccionó a un grupo de contratistas y definió la creación la Fundación Humanitaria de Gaza como una forma de crear una cobertura que no asociara a Israel con la operación.
Detrás de esta operación aparece, además, la asesoría de la compañía Boston Consulting Group (BCG) al grupo de militares y empresarios israelíes responsables de de la fundación a través de Orbis Operation, propiedad de McNally Capital, accionista también de la contratista de seguridad Safe Reach Solutions a cargo de resguardar la distribución de alimentos. Con los fondos aportados por McNally Capital, la consultora instaló un equipo en Tel Aviv para crear la fundación y planificar sus operaciones en Gaza hasta que surgieron las revelaciones sobre sus vínculos con Israel, según The Financial Times. Las operaciones fueron canceladas por la directiva de la consultora y dos directores, antiguos uniformados estadounidenses, fueron despedidos por “actuar a las espaldas de la directiva” junto con Phil Reilly, quien dejó de ser empleado de la consultora cuando se convirtió en director de Safe Reach Solutions, cliente de la BCG en el mismo proyecto.
Lo que, en realidad, se enteraron los directores es que el equipo había estimado cuánto le costaría a Israel expulsar, el menos, medio millón de palestinos después de que Donald Trump hablara del plan “Riviera Maya”, que plantea convertir la región en un enclave marítimo-comercial. De acuerdo a sus cálculos, el 25 por ciento de los habitantes de Gaza se irían voluntariamente, y no regresarían nunca, si les aseguraran un alquiler y alimentos subsidiados por cuatro años. “El modelo calculó que la reubicación fuera de Gaza sería 23.000 dólares más barata, por palestino, que los costos de brindarles apoyo en Gaza durante la reconstrucción. El plan “aumentaría el valor de Gaza a $324 mil millones desde los $0 de hoy”, según The Financial Times.
Los cálculos de estos consultores, conversados también con dos miembros de la Fundación Tony Blair, fueron utilizados por el grupo de empresarios israelíes, responsables de la operación, para elaborar un plan titulado “Gran Confianza: De un representante iraní demolido a un próspero aliado abrahámico”, en alusión a los acuerdos de Abraham, firmados por Israel y otras monarquías árabes para normalizar sus relaciones. La hoja de ruta, presentada a distintos funcionarios de la Administración Trump, pretende que la fundación Humanitaria de Gaza proporcione “alojamiento temporal a los palestinos que permanezcan en la Franja y ofrezca pagos en efectivo, y subsidios, por nueve mil dólares para cada uno, con el fin de que se marchen de Gaza”.
El plan pondría en manos de un fideicomiso la gestión de Gaza hasta que esté “desmilitarizada y desradicalizada” y la autoridad pueda ser transferida a un “sistema político palestino independiente”. Mientras que las tierras públicas de la Franja se incorporarían al fideicomiso: “sus activos podrían venderse a inversores mediante tokens digitales negociados en una cadena de bloques. Los habitantes de Gaza tendrían la oportunidad de aportar sus tierras privadas al fideicomiso a cambio de un token que les otorgaría el derecho a una vivienda permanente”, según la propuesta. La iniciativa, además, incluye megaproyectos como “las autopistas «MBS Ring» y «MBZ Central«, llamadas así en honor a los príncipes de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Salman y Mohamed bin Zayed al-Nahyan, respectivamente, y una Zona de Manufactura Inteligente Elon Musk en la frontera entre Gaza e Israel, donde empresas estadounidenses de vehículos eléctricos fabricarían automóviles para su exportación a Europa”. También la creación de “Islas Trump”, donde se “instalen resorts de clase mundial a lo largo de la costa en pequeñas islas artificiales similares a las Islas Palm de Dubái”, de acuerdo a The Financial Times.
Todo el proyecto apunta a convertir Gaza en un centro comercial y portuario de un corredor geopolítico que atraviese varias monarquías de El Golfo, como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, para que “Estados Unidos se asegure el acceso a 1,3 billones de minerales raros de estos países”. Lo que comprueba que la Fundación Humanitaria de Gaza es, en realidad, una iniciativa de laboratorio para establecer una administración israelí en la Franja con el objetivo de desplazar a medio millón de palestinos. Eso explica, además, por qué el gobierno de Netanyahu se resiste tanto a desplazar a la fundación de Gaza para poner fin a su invasión, una de las demandas de Hamas en la mesa de negociaciones.
Según The Washington Post, los funcionarios de la Administración Trump están en conversaciones para que algunos estadounidenses se hagan cargo de manejar este fidecomiso. Para Netanyahu, con todo este apoyo, parece vitar tratar de lograr lo máximo posible con un gobierno, como el de Trump, que le avala todos tus horrores, habidos y por haber.
Por eso, para el grupo Forensic Arquitecture: “lo que existe en la actualidad en la ciudad de Gaza es una campaña aniquiladora de desplazamiento y borrado que no se había visto desde la Nakba (éxodo palestino). En 1948, las fuerzas sionistas a menudo dejaron a las aldeas palestinas asediadas con una sola ruta de salida para forzar y controlar la huida, dividiendo a las comunidades en “islas” de tierra cada vez más pequeñas en Gaza, Cisjordania y los países vecinos, mientras borraban sistemáticamente los rastros de las antiguas aldeas para negar la posibilidad de retorno. Hoy persisten las mismas tácticas de dispersar a la gente en zonas fragmentadas y perpetuar el ciclo de desplazamiento permanente”