La mayoría de los votantes no rechazan a los demócratas por la "batalla cultural" ni los "excesos progresistas". Los rechazan porque no cumplen, solo proponen falsas promesas que no se toman en serio la recuperación del mandato de lo que fue el partido de la clase trabajadora de Estados Unidos. Entonces, para llegar a los votantes "persuadibles" de los estados indecisos, los demócratas no necesitan imitar a Trump en temas divisivos; necesitan demostrar que están alineados con los trabajadores. En este sentido preciso hubo un momento a mitad del debate para la alcaldía de Nueva York del 13 de octubre, que captó a la perfección lo drásticamente desconectados que están los demócratas tradicionales como y del establishment como Cuomo, respecto a sus electores patentizada con la irrupción de un nuevo candidato que combate esa desconexión, desde Nueva York hasta Gaza: Zohran Mamdani.

Whitney Curry Wimbish
A la izquierda del escenario estaba el favorito, Zohran Mamdani, miembro de la Asamblea del estado de Nueva York; a la derecha, Andrew Cuomo , el desacreditado exgobernador y acosador sexual, que dimitió en 2021 después de que la fiscal general de Nueva York, Letitia James, concluyera que había acosado sexualmente a múltiples mujeres y había tomado represalias ilegales contra al menos una de ellas cuando esta expresó públicamente sus quejas. El Departamento de Justicia cifró el año pasado en 13 el número de víctimas de Cuomo. Entre ambos se encontraba el candidato republicano, Curtis Sliwa, fundador del grupo de base “Guardian Angels”, dedicado a la lucha contra la delincuencia. No llevaba su característica boina roja.
La moderadora, Sally Goldenberg, editora senior de Politico en Nueva York, interrogó a Cuomo sobre su contundente derrota por 12 puntos frente a Mamdani en las primarias demócratas de hace tres meses. Repitió las palabras que Cuomo dijo en ese momento, que él atribuyó a su abuelo: «Cuando te tiren al suelo, aprende la lección, levántate y vuelve a la brega». Preguntó Goldenberg: ¿Qué lección aprendió Cuomo? ¿Indicaba eso que había hecho algo mal o que tenía que cambiar algo de sí mismo?
Goldenberg preguntó: ¿Qué lección aprendió Cuomo? ¿Indicaba eso que había hecho algo mal o que tenía que cambiar algo de sí mismo?
«Creo que en la campaña de las primarias no hice lo suficiente en las redes sociales», respondió Cuomo. «Eso ha cambiado ahora». Comenzó a monologar sobre cómo necesitan los neoyorquinos un gestor para que se hagan las cosas.
Le interrumpió Goldenberg. «Esta es una pregunta sobre su introspección: ¿lo que más le preocupa es que necesita usted estar más presente en las redes sociales? ¿Hubo alguna otra lección más profunda?».
«Entre las dos campañas, las redes sociales, más accesibilidad», respondió Cuomo.
Intervino Mamdani: «Sólo quiero decir que llevamos una hora y veinte minutos de debate y no le hemos oído al gobernador Cuomo mencionar la palabra «asequibilidad». Por eso perdió las primarias. Por eso perderá las elecciones generales».
Fue un momento tranquilo en comparación con el resto del debate, pero fue emblemático del vacío que hay en el corazón del establishment demócrata y un reflejo de lo poco aptos que son sus miembros para oponerse a los enloquecidos reyes locos de nuestra época. El populismo económico de Mamdani y su capacidad para hablar de política con los votantes han atraído a 87.888 voluntarios que han llamado a 642.000 puertas por toda la ciudad y han realizado 620.000 llamadas, dedicando su valioso tiempo libre después del trabajo y los fines de semana para conseguir que sea elegido alcalde el primer miembro de los Socialistas Democráticos de Norteamérica desde que David Dinkins venció a Rudy Giuliani y Ed Koch en 1989.
Mientras tanto, los demócratas convencionales, que son demasiado aprensivos con respecto a los trabajadores como para hablarles como a adultos inteligentes, si acaso, no están analizando nada de sus propias medidas políticas y están, en cambio, centrando su atención en aprender a hacer TikToks. Tal como señaló recientemente mi colega Harold Meyerson, la distancia entre lo que creen los votantes demócratas y lo que ofrecen líderes como Cuomo, el líder de la minoría del Senado Chuck Schumer y el líder de la minoría de la Cámara de Representantes Hakeem Jeffries es tan enorme como el Gran Cañón.
Por lo tanto, no debería sorprender que Mamdani ganara el debate de anoche. Al igual que aplastó a Cuomo hace tres meses, demostró que comprende a los neoyorquinos que trabajan y las dificultades a las que se enfrentan. Mostró su lado más duro, manteniéndose firme mientras Cuomo intentaba sin éxito asestarle un golpe, para luego lanzarle él mismo un veloz gancho.
A los cinco minutos del debate, Cuomo menospreció el currículum de Mamdani, afirmando que «literalmente, no había tenido en su vida un empleo», aunque fue asesor de vivienda para la prevención de ejecuciones hipotecarias y es actualmente miembro de la Asamblea del estado, trabajos ambos. El cargo de alcalde «no es trabajo para alguien sin experiencia», declaró Cuomo, porque «en cualquier momento podría producirse otro 11 de septiembre, una pandemia sanitaria, y si no sabes lo que estás haciendo, va a morir gente».
«Y si tenemos una pandemia sanitaria», respondió Mamdani, «¿por qué los neoyorquinos volverían a recurrir al gobernador que envió a los mayores a la muerte en residencias de ancianos?».
Cuomo se defendió criticando las propuestas políticas de Mandani como propias del exalcalde Bill de Blasio y llamándole «Mini Me BDB», un insulto que no cuajará porque es demasiado largo y no tiene gracia, a diferencia de, por ejemplo, «No Cuomo». Repitió varias veces que Mamdani había «hecho la peineta» a una estatua de Cristóbal Colón y se burló de él por haber trabajado en una ocasión para su madre, la cineasta Mira Nair. Arremetió repetidamente contra Mamdani por no haber denunciado al streamer de Twitch Hasan Piker, quien en cierta ocasión afirmó que los Estados Unidos se merecían el 11-S. Poco después, Piker publicó un video en el que se le veía riéndose incrédulo y escribió que Cuomo es «una persona profundamente poco seria, por sacar a relucir DOS VECES a un streamer de Twitch».
Por su parte, Sliwa habló brevemente sobre sí mismo en tercera persona, se quejó a los moderadores de que lo estaban marginando, pidió más agentes de policía y dijo que era deber del alcalde participar en los desfiles. Cuando los moderadores le hicieron una pregunta surrealista, «¿Hay algún desfile que no exista y que usted crea que debería existir?», Sliwa respondió de la misma guisa: «Todos los desfiles tienen derecho a existir en la ciudad de Nueva York».
Mamdani volvió una y otra vez, con calma, a sus principales posiciones políticas: autobuses rápidos y gratuitos, congelación de los alquileres de los apartamentos con alquiler estabilizado y guarderías universales. Reiteró sus propuestas de crear un Departamento de Seguridad Comunitaria que enviaría a profesionales de la salud mental para ayudar a las personas que sufren crisis de salud mental, en vez de a la policía, y de construir 200 000 viviendas asequibles en los cinco distritos a lo largo de una década. Y reiteró que el presidente Trump está aterrorizando a los inmigrantes de todo el país con su campaña de deportaciones masivas, incluso en Nueva York, y que no se necesita a la Guardia Nacional en la ciudad de NuevaYork , dos preocupaciones importantes que ha cubierto The American Prospect.
Había cuestiones en las que él y Cuomo estaban de acuerdo. Así, por ejemplo, ambos coinciden en que los inmigrantes necesitan más representación legal antes de comparecer ante un juez, lo cual, como ha escrito The American Prospect, constituye un problema importante. Cuomo aseveró que era él la persona adecuada para plantarle cara a Trump; Mamdani replicó que los neoyorquinos pueden confiar en que él les respaldará, «porque no me financian los mismos donantes que nos han traído el segundo mandato de Donald Trump, algo que no puede decir Andrew Cuomo». Cuando se le preguntó qué titular escribiría sobre sí mismo un año después de ocupar el cargo de alcalde, Mamdani respondió: «Mamdani sigue enfrentándose a Trump y sigue cumpliendo su programa asequible para los neoyorquinos». Podría haber sido un resumen del debate.
La victoria de Mamdani sobre Cuomo en las primarias del 24 de junio sorprendió a la clase política, que lo consideraba demasiado inexperto y radical para gobernar. Pero los neoyorquinos tenían otras ideas. El mensaje de populismo económico de Mamdani atrajo a un número récord de votantes a las urnas en las primarias, al igual que su enfoque hacia la construcción del poder popular y su decisión de hablar a los posibles electores como adultos, en lugar de insultar a su inteligencia y/o regañarlos como a niños, como suelen hacer los demócratas centristas. Emitieron su voto al menos 1.026.783 electores, la cifra más alta en unas primarias a la alcaldía de Nueva York en decenas de años, casi 87.000 más que en las últimas primarias demócratas a la alcaldía hace cuatro años.
Las papeletas de votación por orden de preferencia permitieron a los votantes enumerar a 5 de los 11 candidatos que se presentaron. Las autoridades esperaban que el ganador no se determinara hasta varios días después de las elecciones, pero Mamdani se proclamó vencedor apenas unas horas después del cierre de las urnas. Un análisis de datos realizado por The City reveló la popularidad de Mamdani hasta en las zonas más conservadoras de la ciudad, como el sur de Brooklyn, Staten Island y Queens.
Cuomo decidió posteriormente presentarse a las elecciones generales como independiente con el lema «Luchar y cumplir». El actual alcalde, Eric Adams, aliado de Trump, también figura en la papeleta, aunque se ha retirado recientemente. Su lema es «Seguro y asequible/Acabar con el antisemitismo». Sliwa se presenta por el Partido Republicano y por el Partido Protect Animals.
Desde las primarias, Cuomo ha conseguido cierto apoyo, incluso de los republicanos de MAGA, que lo consideran más probable ganador frente a Mamdani que frente a Sliwa. A principios de este mes, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac desvelaba que Cuomo había ganado diez puntos respecto a Mamdani desde que Adams abandonó la carrera. Mamdani seguía en cabeza, con un 46 % de los votos, frente al 33 % de Cuomo y el 15 % de Sliwa. Más recientemente, una encuesta de Fox News mostraba que Mamdani tomaba distanciaba con un 49 % de los votos, frente al 28 % de Cuomo.
El segundo debate se celebrará el próximo miércoles 22 de octubre. Las votaciones anticipadas comienzan el 25 de octubre y se extienden hasta el 2 de noviembre. El día de las elecciones es el 4 de noviembre.
The American Prospect, octubre de 2025.
Mamdani: Hijo de La Guardia y Roosevelt
Harold Meyerson
Su plataforma, su movimiento y sus enemigos multimillonarios encajan perfectamente en el patrón histórico de la política neoyorquina.
Zohran Mamdani pronunció anoche [lunes, 13 de octubre] un importante discurso ante miles de seguidores que se congregaron en el United Palace de Nueva York para escucharle exponer lo que está en juego en las próximas elecciones a la alcaldía. Para quienes conocen la Historia, el discurso estuvo repleto de ecos de anteriores héroes progresistas de Nueva York, sobre todo de Franklin D. Roosevelt, Fiorello La Guardia y A. Philip Randolph.
Mamdani comenzó reconociendo a las legiones que se habían recorrido los distritos electorales y habían hecho llamadas telefónicas en nombre de su candidatura. «Hay algo especial en esta sala esta noche: es el poder», dijo, «el poder de cientos de miles de neoyorquinos… que trabajan juntos por una Nueva York en la que todos tengan dignidad».
«¿Desde cuándo la dignidad es fruto de concesiones?», preguntó. «Cuando los sindicatos consiguieron el fin de semana», respondió, «eso fue un poder ganado, no concedido». Continuó citando las batallas que anteriores generaciones de progresistas hubieron de librar para arrebatarles el poder necesario para crear mejores ciudades y mejores vidas a los poderosos de la época. «Grandes líderes como Fiorello La Guardia nos enseñaron que la motivación es algo a lo que hay que adherirse, no algo que debamos tratar como un delito. Cuando nos liberamos de las cadenas de las pequeñas expectativas, nuestra ciudad construye parques y hospitales, y le mostramos al mundo que la ambición y la compasión están, de hecho, entrelazadas».
Si el discurso de Mamdani tuviera notas al pie, tendríamos que hacer referencia a dos socialistas neoyorquinos para las citas anteriores. A. Philip Randolph, el socialista de Harlem que dirigió el primer sindicato negro exitoso, la Hermandad de Empleados de Coches Cama, cuyas amenazas de marchar sobre Washington obligaron a Franklin D. Roosevelt y Harry Truman a eliminar la segregación, respectivamente, en las fábricas del sector de defensa y en las fuerzas armadas, y que presidió la gran Marcha sobre Washington de 1963, declaró a sus seguidores: «En la mesa del banquete de la naturaleza no hay asientos reservados. Consigues lo que puedes tomar y conservas lo que puedes retener». De forma menos metafórica, instruyó a generaciones de activistas afirmando que «la libertad nunca se da, se cinquista», y «la justicia nunca se concede, se exige».
En cuanto a La Guardia, ¿era socialista? ¿No era simplemente un liberal inconformista y un republicano sólo de nombre debido a su oposición a la maquinaria demócrata de Tammany Hall?
Bueno, consideremos lo siguiente: en 1924, cuando los republicanos designaron al presidente en ejercicio, Calvin Coolidge, y los demócratas designaron al abogado corporativo John W. Davis, La Guardia, entonces congresista republicano representante del políglota East Harlem, respaldó la campaña progresista independiente de Robert La Follette, abandonó el Partido Republicano y se presentó, con éxito, a la reelección en la lista electoral del Partido Socialista. Como alcalde entre 1934 hasta 1946, fue reelegido dos veces no sólo por el Partido Republicano, sino también por el Partido Laborista Americano, creado por los sindicatos socialistas y comunistas de la ciudad. La Guardia nombró al veterano líder socialista Paul Blanshard como inspector general de facto, cargo en el que Blanshard sacó a la luz y eliminó el soborno y la corrupción arraigados en muchos departamentos municipales.
Al igual que a Mamdani, a La Guardia le atacaron por ser una especie de socialista quimérico al apoyar el control municipal de las necesidades municipales. En 1935, los editorialistas del New York Times lo condenaron por ser «aficionado a jugar con propuestas fortuitas que pueden ser benévolas en su intención, pero que son peligrosas o imposibles en la práctica. Parece que quiere tener siempre entre manos algún juguete socialista u otro. Ahora mismo es una central eléctrica municipal» (gracias a Waleed Shahid por desenterrar este presagio de la fobia del Times hacia Mamdani en su bitácora).
En su discurso de anoche, Mamdani denunciaba también a los enemigos de su campaña. Según señaló, «hay quienes se oponen a esa visión [de una Nueva York más democrática y asequible propuesta por él]. Multimillonarios como Bill Ackman y Ronald Lauder han invertido millones de dólares en esta carrera electoral porque dicen que representamos una amenaza existencial. Y estoy aquí para reconocer algo: que tienen razón. Somos una amenaza existencial para los multimillonarios que piensan que su dinero puede comprar nuestra democracia».
Con esto, Mamdani se hacía eco del mayor líder político de Nueva York, Franklin D. Roosevelt, en el discurso que pronunció en el Madison Square Garden tres días antes de su aplastante victoria en las elecciones de 1936. Cualquiera que piense que Mamdani ha sobrepasado los límites de la corrección política al atacar a los multimillonarios por amenazar la democracia debería consultar el discurso de FDR. Durante su primer mandato, declaró Roosevelt:
“Tuvimos que luchar contra los viejos enemigos de la paz: el monopolio empresarial y financiero, la especulación, la banca imprudente, el antagonismo de clases, el sectarismo y el lucro de la guerra”.
“Habían comenzado a considerar al Gobierno de los Estados Unidos como mero apéndice de sus propios asuntos. Ahora sabemos que un Gobierno controlado por el dinero organizado es tan peligroso como un Gobierno controlado por las masas organizadas”.
Roosevelt, tal como entendían los politólogos, no se refería solo al «dinero organizado» en general, sino también a los patrocinadores financieros de The Liberty League, un super PAC [mecanismo de financiación electoral privada] avant la lettre, que había invertido millones de dólares, en gran parte procedentes de la familia DuPont (los mayores accionistas de General Motors en aquel momento), en ataques negativos, apocalípticos y en gran medida fantasiosos contra Roosevelt. Algunos de los líderes de la Liga eran antiguos demócratas destacados, entre ellos el expresidente del Comité Nacional Demócrata John J. Raskob, los cuales atacaron ferozmente a Roosevelt por hacer que el Partido Demócrata se transformara pasando de ser un órgano fielmente favorable a las grandes empresas a una formación que promulgaba políticas «socialistas» (según ellos) como la Seguridad Social, los derechos de negociación colectiva para los trabajadores y una fiscalidad más progresiva.
Así que, como bien señala Mamdani, los neoyorquinos ya han pasado por eso antes. Han escuchado los ataques dirigidos contra él, los mismos que se lanzaron contra La Guardia y Roosevelt. Han oído al antiguo estamento demócrata hablar de cómo han secuestrado los socialistas el partido. Pero también han oído antes programas electorales como el de Mamdani, y en la década de 1930 lograron que se hicieran realidad. Y si algunos de los temas definitorios de la década de 1930 han vuelto hoy en día de forma distinta para tener eco y movilizar a los 80.000 neoyorquinos que ahora han salido a la calle en nombre de Mamdani, es porque la mayoría de los neoyorquinos, ahora como entonces, no quieren vivir en una ciudad inasequible donde la riqueza se concentra en la cima.
Entonces: ¿Es Mamdani tan peligroso para la civilización como lo fueron Randolph, La Guardia y Roosevelt? Solo podemos esperar que así sea.
The American Prospect, octubre de 2025
División en el socialismo norteamericano
Harold Meyerson
A medida que se acerca el día de las elecciones en la ciudad de Nueva York, van apareciendo todo tipo de artículos atacando que contra el candidato demócrata a la alcaldía, Zohran Mamdani. El New York Times de hoy, por ejemplo, contiene un largo análisis de cuánto van a costar algunas de las propuestas de Mamdani, aunque no se encuentra por ninguna parte una estimación equivalente en dólares de cuánto van a impulsar la economía de la ciudad. El artículo fija el coste de la guardería universal en 6.000 millones de dólares anuales, que se pagarán mediante un aumento del 2 % —aproximadamente, del 11 al 13 %— sobre la parte de los ingresos anuales individuales que superen el millón de dólares, y también mediante un aumento de los impuestos a las empresas. En cuanto a los beneficios que la ciudad obtendrá de la guardería universal —una mayor participación en la población activa de los padres de niños pequeños, el ahorro que estos padres obtendrán al no tener que pagar los astronómicos costes de la guardería, que podrán dedicar a la vivienda y otras necesidades, y los beneficios a largo plazo para las perspectivas (incluidas las económicas) de los niños que reciben educación y otras ventajas en sus años más impresionables—, apenas he visto una palabra.
Pero la índole más frecuente en los artículos críticos de Mamdani es la del ataque a muchas de las posiciones adoptadas por los Socialistas Democráticos de América, a los que pertenece Mamdani y cuyos afiliados de Nueva York han estado acumulando niveles récord de visitas puerta a puerta, recorridos por los distritos electorales y campañas telefónicas en apoyo a su campaña. Las suposiciones explícitas o implícitas en estos artículos son que Mamdani llevará a cabo incluso los puntos más utópicos o distópicos del programa que los DSA, o alguna de sus ramas, ha apoyado.
Uno de estos artículos fue un editorial publicado en la edición impresa del Washington Post de hoy, que vinculaba la «posible elección» de Mamdani con las posiciones más extravagantes y sectarias que el DSA o algunas de sus subdivisiones han adoptado. No niego que algunas de esas posiciones sean ciertamente extravagantes; algunas de ellas se alinean menos con el socialismo democrático que con el socialismo autoritario, razón por la cual dejé la organización el año pasado después de casi medio siglo de pertenencia a ella, gran parte del cual en puestos de liderazgo.
Lo que estos ataques pasan por alto es que la DSA sigue el camino que han tomado muchas organizaciones y partidos, en particular aquellas organizaciones y partidos que comenzaron con ideologías marginales. (Por «marginales» no me refiero a inverosímiles, sino a ajenas a los sistemas de creencias existentes). El problema, si es que lo hay, surge cuando esas creencias dejan de ser marginales y obtienen apoyo en sectores más amplios de la población. Eso es exactamente lo que le ocurrió al Partido Verde alemán, que se organizó como partido político marginal en la década de 1980, solo para descubrir que, en la década de 1990, su número había crecido hasta el punto de que podían bloquear el gobierno del partido más conservador del país (los demócratas cristianos) y conseguir que se aprobaran algunas de sus propuestas al entrar en gobiernos de coalición con los socialdemócratas en varios estados y, finalmente, en el gobierno federal, donde su líder, Joschka Fischer, se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores del país.
Todo esto supuso una crisis existencial para los Verdes. Una facción, los «fundis» (abreviatura de fundamentalistas), consideraba que tales acciones eran una traición, que les obligaba a aceptar posiciones socialdemócratas que consideraban deficientes o erróneas. Esta línea de actuación les impedía defender sus posiciones más puras y contraponerlas no solo a las de los demócratas cristianos, sino también a las de los socialdemócratas. Luchando provincia por provincia, y finalmente a nivel nacional, se negaron a apoyar la entrada del partido en esas posiciones de semipoder. Su ala rival, los «realos» (abreviatura de realistas), creía que el actual ascenso de su partido a una importancia numérica (y la improbabilidad de que alcanzara una mayoría dominante) les abría la puerta a conseguir algunas victorias reales y bloquear algunas opciones terribles (como la oposición de Fischer a la guerra de Irak de 2003 entre Estados Unidos y Reino Unido, que obligó a Alemania a mantenerse al margen).
Al igual que los Verdes alemanes de finales del siglo XX, la DSA actual está muy dividida entre sus realos y sus fundis. Su crecimiento le ha abierto las puertas para ganar elecciones en ciudades de todo el país, aunque cuando esas elecciones han sido partidistas (algunas elecciones municipales son no partidistas), sus vencedores casi siempre se han presentado como demócratas. De hecho, fue precisamente porque Bernie Sanders se presentó a las primarias demócratas para la presidencia que la idea del socialismo llegó a tantos oídos que la organización creció casi diez veces en los años inmediatamente posteriores. (Compárese y contrástese, por ejemplo, la visibilidad y la audibilidad de la candidata presidencial de un tercer partido, Jill Stein). Fue precisamente porque Alexandria Ocasio-Cortez derrotó al demócrata del establishment Joe Crowley en las primarias demócratas al Congreso de 2018, en lugar de perder frente a él como candidata de un tercer partido en noviembre, que se convirtió en la figura nacional que es hoy en día, y también llegó a suficientes oídos como para impulsar aún más la afiliación a los DSA.
Sanders y AOC han aprovechado al máximo su poder, promoviendo causas que no habrían recibido tanta atención si no hubieran ganado las elecciones y se hubiesen unido a los demócratas. Ambos, por ejemplo, pedían que se detuviera el suministro de armas ofensivas de Estados Unidos a Israel para su guerra en Gaza, una posición que ha ganado un importante apoyo demócrata desde que la plantearon inicialmente.
Al mismo tiempo, ambos han sido objeto de críticas por parte de los fundamentalistas de los DSA. Muchos de ellos siguen oponiéndose a trabajar dentro del Partido Demócrata, y muchos se han negado a apoyarlos porque no han seguido la línea de los DSA en algunas cuestiones. El Comité Político Nacional (NPC) de los DSA, por ejemplo, se negó a respaldar la reelección de AOC en 2024 porque ella había manifestado su apoyo al derecho de Israel a existir y defenderse con el sistema antimisiles Cúpula de Hierro.
Pero en el NPC están sobrerrepresentados los fundamentalistas de los DSA. La sección local de la organización en Nueva York, que cuenta con más de una décima parte de los miembros de la organización nacional, apoyó con entusiasmo a AOC, al igual que ahora apoya a Mamdani, a pesar de que, al presentarse con un programa electoral centrado exclusivamente en cuestiones económicas, ha rechazado de facto adoptar muchas de las posiciones más sectarias de la DSA. Al llegar a cientos de miles de no afiliados durante la campaña de Mamdani, la sección local parece haberse dado cuenta de que Mamdani tendrá que rendir cuentas ante una serie de electores si resulta elegido, y no solo ante los DSA.
Su campaña ha sido brillante, tanto por su convincente defensa de las posiciones socialdemócratas como por su resistencia a respaldar posiciones que pueden ser populares entre muchos miembros de los DSA, pero que tienen poco atractivo para la mayoría de sus seguidores, y mucho menos para los votantes indecisos.

(Otra división más entre los realos y los fundis de la organización: el NPC se ha negado a respaldar la participación en ninguna de las manifestaciones masivas del Día sin Reyes, incluida la que se celebrará el 18 de octubre, alegando que se trata de distracciones burguesas ideológicamente insuficientes. Por el contrario, muchas secciones locales de los DSA las han respaldado y generarán una gran participación de sus miembros).
A pesar de toda la cobertura que ha recibido Bernie Sanders desde que se presentó por primera vez a la presidencia, no se le ha prestado suficiente atención a su constante no pertenencia a la DSA, a pesar de que fueron sus esfuerzos los que propiciaron el renacimiento de la organización. De joven, Sanders perteneció a pequeñas sectas de izquierda y a terceros partidos; sospecho que desde entonces habrá llegado a la conclusión de que ya había visto suficiente de la sensibilidad sectaria y creyó que podría promover mejor su visión del socialismo democrático sin las limitaciones del purismo que algunos en la izquierda tratan de imponer.
El ataque contra los DSA y Mamdani en el Post de hoy señala que la organización se ha alejado del socialismo democrático de su fundador, Michael Harrington. Cita a un delegado de la convención de los DSA que se jacta de que «los DSA de Michael Harrington han muerto». Con esa cita, los autores quieren decir que la visión del socialismo de los DSA ya no es tan democrática, y si se limita esa acusación a algunos (en absoluto a todos) los líderes y miembros de la DSA, entonces es correcta.
Pero los DSA de Michael Harrington no sólo eran antiautoritarios, sino también antisectarios. Creía que los socialistas democráticos podían ganarse el apoyo de millones de norteamericanos, que sus candidatos podían ganar las primarias y las elecciones generales, sobre todo si se presentaban dentro del Partido Demócrata. Fundada como fue en los últimos años de la amplia prosperidad de la posguerra, se trataba entonces de un artículo de fe que carecía de mucha confirmación. Hoy en día, con la desigualdad económica disparada y las décadas de prosperidad ampliamente compartida convertidas en un recuerdo lejano, ya no se trata de una perspectiva tan lejana. En ese sentido, las decenas de miles de afiliados de los DSA de Nueva York que se patean las aceras de la ciudad desde hoy hasta el 4 de noviembre no son únicamente socialistas de Zohran Mamdani, sino también socialistas de Michael Harrington.
The American Prospect, octubre de 2025
Mamdani corteja a los polis
Robert Kuttner
Antes incluso de que anunciara oficialmente su candidatura a la alcaldía, los partidarios y detractores de Zohran Mamdani coincidían en una cosa: su mayor reto sería abordar el tema de la seguridad pública en Nueva York y ganarse a un cuerpo policial muy escéptico. En julio, los 13 sindicatos de seguridad pública de la ciudad de Nueva York respaldaron al alcalde Eric Adams, quien desde entonces se ha retirado.
En sus reuniones con los policías, Mamdani se enteró de que la policía está abandonando el departamento a un ritmo de 350 personas al mes, frente a las 200 al mes cuando comenzó su campaña, debido principalmente a las horas extras obligatorias. «Planificas un fin de semana con tu familia y, en el último momento, te dicen que tienes que trabajar», declaró Mamdani en una edición reciente de The View[programa de televisión de la plataforma Disney +] con Whoopi Goldberg.
¿Por qué horas extras obligatorias? «Porque les pedimos a los policías que hagan de todo», añadió Mamdani. «Les pedimos que atiendan llamadas relacionadas con la salud mental, les pedimos que se ocupen de las personas sin hogar». Mamdani señaló que la policía responde a 200.000 llamadas relacionadas con la salud mental cada año. «Por lo tanto, nuestra propuesta consiste en permitir que los agentes se dediquen a su trabajo, que es ocuparse de los delitos graves, y crear un Departamento de Seguridad Comunitaria que se ocupe de las personas sin hogar y de la crisis de salud mental».
No está mal. Las propuestas de Mamdani coinciden con ideas de reforma que llevan tiempo sobre la mesa, como las de la profesora de Georgetown Rosa Brooks, cuyo libro Tangled up in Blue señala que la policía dedica demasiado tiempo a ocuparse de infracciones como las de tráfico (que podrían gestionarse en su mayor parte con cámaras) y muy poco tiempo a ocuparse de los delitos de verdad.
Mamdani se ha dedicado a ganarse el apoyo de la policía de la misma manera que le ha convertido en un candidato tan eficaz en general: escuchando. Y como alcalde, podría acabar logrando algo que otros alcaldes no han conseguido: una reforma real que una los intereses de los ciudadanos y de los policías de a pie. O, como él mismo dice, «conciliar la seguridad con la justicia».
Sin hacer ruido, Mamdani se ha reunido en pequeños grupos con cientos de agentes de policía de base para escuchar lo que piensan. Lo importante de la escucha activa no es que quede bien en un vídeo de campaña, sino que te permite aprender cosas. Las reuniones de Mamdani con los policías de barrio están a la altura de sus famosas conversaciones con los vendedores ambulantes halal, en las que descubrió que el precio de un plato de cordero o pollo es dos dólares más caro de lo que debería ser porque tienen que sobornar a los intermediarios para conseguir los permisos.
En Nueva York, Eric Adams fue elegido con la promesa de redoblar el énfasis de Nueva York en la política de «ventanas rotas», haciendo a los policías más visibles, especialmente en los barrios pobres y de las minorías. Un artículo con un análisis con conocimiento del politólogo Milo Ward concluyó que la política de «ventanas rotas» no reducía por lo general la delincuencia callejera, sólo el miedo a la delincuencia. Mientras tanto, los delitos graves han disminuido un poco, pero no lo suficiente como para que los neoyorquinos se sientan completamente seguros o los policías se sientan apreciados.
Mamdani ha sido objeto de críticas por su anterior apoyo a la retórica de «desfinanciar a la policía». Lo ingenioso de su propuesta de crear un Departamento de Seguridad Comunitaria es que adoptaría la idea relacionada de crear una agencia independiente para atender las llamadas relacionadas con la violencia doméstica y las enfermedades mentales, pero con el fin de ayudar, y no de enojar, a los policías de a pie.
Una decisión emblemática que tendrá que tomar Mamdani es si volverá a nombrar a la comisaria de policía Jessica Tisch, la única persona competente nombrada por Eric Adams. Tisch, procedente de una familia multimillonaria, tiene menos de ideóloga que de gestora pública competente, ya que anteriormente fue comisaria de saneamiento. Nombrar a Tisch tranquilizaría a la élite de la ciudad y a los altos mandos de la policía, pero consternaría a parte de la base de Mamdani.
Si decidiera buscar en otra parte, una opción obvia sería el excomisionado de policía del condado de Suffolk, Rodney Harrison, quien ha elogiado la visión de Mamdani sobre la policía, pero no ha llegado a respaldarlo formalmente. Harrison fue jefe de detectives de la ciudad de Nueva York y, en 2021, fue ascendido a jefe de departamento, el miembro uniformado de más alto rango de la policía de Nueva York.
Algo que ha ayudado es que los partidarios de Mamdani en su flanco izquierdo, que fueron tan importantes en su campaña puerta a puerta, en su mayoría se han abstenido de criticar que no sea tan purista como a algunos les gustaría en temas delicados como Gaza y la policía. Aprecian lo que tienen en Mamdani y quieren que sea elegido. Una vez que ocupe el cargo, continuará la presión proveniente de todos lados.
The American Prospect, octubre de 2025
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La mayoría de los votantes no rechazan a los demócratas por la «batalla cultural» ni los «excesos progresistas». Los rechazan porque no cumplen, solo proponen falsas promesas que no se toman en serio la recuperación del mandato de lo que fue el partido de la clase trabajadora de Estados Unidos. Entonces, para llegar a los votantes «persuadibles» de los estados indecisos, los demócratas no necesitan imitar a Trump en temas divisivos; necesitan demostrar que están alineados con los trabajadores y probablemente no lo harán.