Plan Piloto Voluntario de Semana Laboral Reducida

“Resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos y de una pandemia que trastocó todos y cada uno de los ámbitos de la vida de las personas. Teletrabajo y plataformas digitales, que intermedian entre oferta y demanda, son algunas de las modalidades que se deben amparar normativamente. Sin embargo, las formas de contratación laboral ya incluidas en nuestro sistema legal también deben ser revisadas, mediante la actualización de los convenios colectivos de trabajo -muchos de los cuales datan de décadas atrás- teniendo en cuenta las nuevas realidades antes mencionadas. Estas actualizaciones deben respetar los derechos conquistados por los trabajadores, pero también deben realizarse bajo el concepto de que una vez consagrados, los derechos acarrean obligaciones que deben cumplirse. De lo contrario, el ejercicio de un derecho sin el cumplimiento de sus obligaciones correlativas, no es mas ni menos que un privilegio”. Cristina Kirchner

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Qué hay detrás de la reducción de la jornada laboral en República Dominicana

Producto del desarrollo tecnológico y del aumento de la productividad del trabajo, observamos una tendencia global a la reducción de la jornada laboral. Impulsada desde diferentes sectores públicos y privados, ingresó en el debate público hace pocos años la idea de que se puede trabajar menos horas y tener el mismo rendimiento productivo con igual salario.

En este marco, el Gobierno de República Dominicana, a través de su Ministerio de Trabajo, puso en marcha el Plan Piloto Voluntario de Semana Laboral Reducida en el cual reducirá la jornada laboral de 44 a 36 horas por semana. De esta forma se transformó en el primer país de América Latina en avanzar a través de un plan propuesto por el Estado para implementar la semana de cuatro días de trabajo por tres de descanso.

Las empresas privadas voluntarias que a partir del primero de febrero comenzaron a trabajar con esta modalidad son: Claro (telecomunicaciones), IMCA (maquinarias pesadas), EGE Haina (energía), Seguro Nacional de Salud (SeNaSa) y Sistema Único de Beneficiarios (Siuben). Sus trabajadores durante tres meses recibirán el 100% de su salario para una reducción del 20% de su jornada, trabajando así nueve horas de lunes a jueves, y teniendo descanso de viernes a domingo.

Durante los posteriores tres meses, que completan los seis meses que dura el programa, se realizará una evaluación por parte de la Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) para evaluar las variables de productividad; salud y bienestar del trabajador; conciliación entre la vida laboral y familiar; ausentismo laboral y contribución al medioambiente.

Desde hace más de una década en el país se vienen desarrollando negociaciones tripartitas entre empresas, gobierno y sindicatos, para la modificación del Código de Trabajo del país, del cual participaron activamente la Confederación Nacional de Trabajadores Dominicanos (CNTD), la Confederación Autónoma Sindical Clasista (CASC) y la Confederación Nacional de Unidad Sindical (CNUS). Si bien todavía no existe acuerdo entre las partes sobre los puntos de cesantía y horarios de trabajo, las centrales obreras destacaron en su balance 2023 el respeto del gobierno en el diálogo de reforma laboral.

Por el lado de las organizaciones empresariales se declararon a favor de esta iniciativa el Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), la Federación Dominicana de Comerciantes (FDC), la Asociación Dominicana de Administradores de Gestión Humana (Adoarh), y la Confederación Patronal de la República Dominicana (Copardom). Mientras que aquellas que nuclean al sector de la industria, como la Confederación Dominicana de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (Codopyme) y la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), se expresaron en contra de la prueba piloto y dijeron que esta modalidad de trabajo no sería extrapolable al sector.

Reducción de la jornada laboral en el mundo, algunos antecedentes

Otros países de latinoamérica vienen trabajando sobre propuestas similares, tal es el caso de Chile, que a través de su parlamento aprobó en abril de 2023 la Ley que reducirá gradualmente la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales en 2026; o el caso de Colombia, que en julio de este año volverá a reducir una hora su jornada (a 46 horas), en su iniciativa aprobada por Ley de reducción gradual para pasar de 48 a 42 horas semanales para el 2026.

Además, en Latinoamérica ya hay varios países que poseen una jornada laboral de trabajo legal menor a las 48 horas semanales:

Esta tendencia global a la reducción de la jornada laboral también fue implementada el año pasado en 61 empresas del Reino Unido, involucrando a alrededor de 2.900 trabajadores, en lo que se conoció como la prueba más grande de este tipo, y donde también se realizó reducción del 20% en las horas de trabajo de todo el personal durante seis meses, sin reducción de salarios, y en donde se obtuvieron resultados muy significativos al respecto.

La lucha por la reducción de la jornada laboral no es nueva, tanto trabajadores como empleadores reconocen desde los orígenes del capitalismo, que trabajar demasiadas horas desgasta la fuerza de trabajo y trae numerosos problemas de salud que afectan la productividad y las ganancias de las empresas. Sin el objetivo de profundizar en la disputa que se da dentro de la jornada laboral tradicional, realizaremos un recorrido por las categorías de jornada laboral, tiempo necesario y tiempo de plustrabajo, para adentrarnos en la reflexión por el tiempo de trabajo disponible.

Jornada laboral, tiempo necesario y tiempo de plustrabajo

Para debatir sobre la jornada laboral, primero necesitamos conocer a qué nos referimos y cómo está compuesta dicha jornada. Para comenzar, retomaremos los aportes realizados por Karl Marx en su célebre y reconocida obra sobre economía política El Capital. El autor define a la jornada laboral como una magnitud variable compuesta por dos tiempos: el tiempo de trabajo necesario y el tiempo de plustrabajo o trabajo excedente.

El primero, corresponde al tiempo en que el trabajador produce un valor equivalente a sus medios de subsistencia y que se le retribuye en forma de salario. El segundo, es el tiempo de plustrabajo, en el cual el obrero emplea su capacidad viva de trabajo para crear un valor que sólo se produce para el capitalista, es decir la plusvalía. Ambos tiempos se codeterminan en una relación inversamente proporcional, es decir, al disminuir el primero, aumenta el segundo, y viceversa, debido a que la jornada laboral se compone de un período de tiempo finito y determinado.

A su vez, ambos períodos de tiempo – trabajo necesario y plustrabajo – están codeterminados por dos factores, el primero, la lucha entre diferentes capitales por achicar los tiempos sociales de producción a través de una revolución de las fuerza productivas, y el segundo, la histórica lucha entre el capital y el trabajo por el salario y las condiciones de trabajo.

En los últimos años, se viene desarrollando una profunda revolución tecnológica y científica que algunos denominan Cuarta Revolución Industrial – basada principalmente en la inteligencia artificial y el internet de las cosas – y que ha llevado a la digitalización de la economía. Este proceso trae como consecuencia una considerable reducción del tiempo de trabajo necesario, es decir, de los medios de subsistencia/salarios de los trabajadores, pero lejos de acortar la jornada laboral, los trabajadores han mantenido sus jornadas de 8 horas y sus pauperizados salarios. Un indicador que nos permite observar gráficamente este aumento en los grados de explotación de la clase trabajadora es el informe de la Consultora Adecco, que concluye en que lo que en 1970 se producía en 8 horas, en el 2020 se producía en 1 hora y media.

Este último fenómeno es bien conocido por todos los economistas que siguen la corriente del creador del socialismo científico antes citado y por los propios capitalistas que tienden constantemente a la reducción de los salarios. En síntesis, cada revolución industrial trae consigo una cuota de explotación mayor para el conjunto de la clase trabajadora.

Tiempo disponible para el capital, la nueva disputa

Un fenómeno que se observa con mucha facilidad es el aumento del tiempo que pasamos conectados e interactuando en el territorio virtual, ya sean las redes sociales, las plataformas de teletrabajo, los juegos, las plataformas de streamers, etc. Pero poco se analiza sobre ese tiempo y la producción de valor a nivel global, y menos aún, se conceptualiza ese tiempo como tiempo de trabajo. Pasamos casi una jornada laboral en promedio en los dispositivos digitales conectados a internet.

Entonces, de una lado tenemos a miles de millones de usuarios conectados y del otro, un puñado de empresarios dueños de plataformas que se han convertido en las personas mas ricas del mundo. Por esto se dice que este tiempo de conexión ha posibilitado la emergencia de una nueva aristocracia financiera y tecnológica que acumula riqueza a un ritmo nunca antes visto. Esta fracción está compuesta por los actores financieros más importantes en el escenario mundial, los grandes fondos financieros de inversión global (Blackrock, Vanguard, State Street), las grandes compañías tecnológicas y digitales de cada sector de la economía, ej: Facebook, Amazon, Apple, entre otras.

Autores como Lucas Aguilera en su libro Nueva Fase plantean que ese tiempo conectados a internet y mediados por los instrumentos digitales se produce valor y plusvalía relativa. Esto quiere decir que todos los usuarios combinan su actividad para mejorar el capital fijo permanentemente. Técnicamente esto se realiza a través de algoritmos que mejoran, mediante la actividad de todos los usuarios, los software constantemente y a una velocidad que se acerca a la instantaneidad. A este tiempo de trabajo se lo denomina también tiempo disponible para el capital que lo utiliza para desarrollar su nuevo locus standi: la digitalización, la virtualidad. Según el autor se abre un momento histórico donde lo que se disputa centralmente es este tiempo disponible.

Este tipo de planteos realmente trastoca los análisis clásicos sobre la jornada laboral y nos lleva a reflexionar profundamente sobre nuestro tiempo de trabajo, sobre las apariencias que tiene el sistema y sobre la importancia radical que está teniendo la digitalización de la economía.

Lo que ocurre actualmente en el territorio virtual no es un simple cambio de forma en los modos de producir y trabajar, es mucho más profundo que eso, pareciera como si el capital estuviera trasladando su fuerza productiva hacia ese nuevo locus standi, es decir, un nuevo tiempo y espacio de trabajo que borra o desdibuja los límites de la jornada laboral como la conocemos actualmente.

En síntesis, el debate sobre la jornada laboral no es solo un tema a investigar, es principalmente, la posibilidad de los trabajadores de ganar colectivamente grados de libertad y eliminar grados de explotación. La reducción de la misma se nos presenta en la apariencia como un “compromiso moral” de parte de los dueños de las empresas, como un cambio para estar “menos estresados” y “menos enfermos”. Pero en el fondo observamos que se están produciendo cambios estructurales en los modos de producir y circular las mercancías globalmente.

Por eso consideramos, que este tipo de iniciativas abre nuevamente la posibilidad de disputar el tiempo de trabajo, de preguntarnos ¿Qué mundo se construiría si los trabajadores fueran dueños de su tiempo y su trabajo?, ¿Donde se expresa la capacidad creativa y productiva en un mundo donde nuestro salario se produce en una hora y media?. Debates necesarios y urgentes en un mundo donde los salarios y las condiciones laborales caen en picada mientras trabajamos casi las 24 horas de nuestro día.

*Director del Observatorio Internacional del Trabajo del Futuro ( OITraF -), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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