Es menester realizar ciertas consideraciones sobre las inversiones extranjeras (en general) y en el caso de Argentina (en particular). Antes que nada, hay que dejar en claro que este documento no es una cruzada en contra de las IED per se, sino un análisis crítico y una invitación a reflexionar sobre los resortes, soluciones y mecanismos necesarios y pertinentes para que generen escenarios virtuosos para la economía argentina y sus residentes. En este sentido, el presente artículo pretende brindar algunos elementos conceptuales a dicho debate.

LAS INVERSIONES EXTRANJERAS BAJO LA GESTIÓN DE LA LIBERTAD AVANZA

El Gobierno sostiene que el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) aprobado en el marco de la Ley Bases y la apertura total a capitales externos generaría el mejor escenario posible para el desembarco de los capitales foráneos que derramarían beneficios para el resto de la economía. Bueno… Tal cosa no ha pasado.

La flexibilización del cepo dispuesta por el Gobierno, la desregulación de la cuenta capital y financiera y de inversiones parecieran haber dado un resultado opuesto a lo esperado. Esto se debe a que el RIGI (que ya tiene más de un año de vigencia) no se convirtió en un mecanismo para atraer nuevas inversiones, sino que convalidó proyectos ya existentes: 4 de los 5 proyectos aprobados ya estaban en marcha antes de la aprobación de la Ley Bases. Además, los dólares comprometidos en el único proyecto verdaderamente nuevo (4.745 millones de dólares) no compensan los dólares que se han fugado desde la flexibilización del cepo cambiario (más de 5.000 millones de dólares desde la flexibilización del cepo).

En 2025, la IED en Argentina experimentó un escenario mixto, con un déficit récord de $1.700 millones en los primeros cinco meses, explicado por la fuerte salida de capitales en fusiones y adquisiciones, a pesar de un leve aumento en los ingresos por reinversión de utilidades y aportes de capital. Aunque hubo un incremento en los anuncios de inversión según algunas consultoras, la cifra neta fue negativa en gran parte del período analizado. Se registró un déficit récord de aproximadamente 1.700 millones de dólares en los primeros cinco meses del año, según el Banco Central de la República Argentina (BCRA). En este marco, una de las principales fugas ha sido la salida neta de 1.182 millones de dólares en fusiones y adquisiciones. Esta cifra representa un deterioro significativo del clima inversor, a pesar (reiteramos) de la flexibilización del cepo cambiario.

UN MAL DIAGNÓSTICO SIGNO DE UN DESCONOCIMIENTO DE LA ECONOMÍA ARGENTINA

En la actualidad, existe una convergencia entre ciertos sectores “económicamente heterodoxos” con el enfoque ortodoxo (ya sea en versiones difundidas por consultoras o por los equipos técnicos del gobierno). Los puntos en común tienen que ver con la búsqueda deliberada del superávit fiscal y la finalización del control de capitales, más concretamente, la salida del cepo cambiario. Sin embargo, en los primeros meses del 2025, mientras se mantenía la restricción cambiaria, los ingresos por reinversión de utilidades ascendieron a 1.465 millones de dólares en el primer trimestre, lo que sugiere que algunas empresas reinvirtieron beneficios en lugar de repatriarlos completamente. Pero la dinámica cambió cuando, ante un panorama financiero complejo, se acordó un rescate del FMI por 20.000 millones de dólares y se flexibilizó el acceso a la divisa. Todo esto, pareció haber incentivado la repatriación de capitales en lugar de nuevas apuestas productivas.

En síntesis, la liberalización del cepo no logró atraer capitales productivos; por el contrario, facilitó la repatriación de fondos por parte de empresas extranjeras. Es por esto, que no se verifica empíricamente que las políticas económicas (supuestamente) pro mercado genere un incremento de las IED (sirve de ejemplo el período de gobierno de la Alianza Cambiemos, en la cual no llegó la lluvias de inversiones). Todo esto a pesar de ser un punto de coincidencia teórica, como se explicó, entre “ciertos heterodoxos” con la ortodoxia (actualmente más hegemónica que nunca).

Otro elemento fundamental para entender la contracción del flujo de las IED es la falta de infraestructura necesaria, la cual, el gobierno nacional descontinuó y canceló cualquier tipo de obra pública, la cual es necesaria para cualquier proyecto productivo, o aún para cualquier saqueo de recursos naturales incentivada por el RIGI. Quizás en este aspecto, el rol del Estado (aún para un proceso neoliberal) es fundamental aún para que los regímenes de inversiones funcionen.

¿CUALQUIER INVERSIÓN EXTRANJERA ES DESEABLE?

En la literatura académica alternativa y crítica a la ortodoxa se sostiene que en las estadísticas disponibles es complejo identificar qué comprenden realmente las inversiones extranjeras. Esto se debe a que no implican necesariamente y de manera exclusiva flujos de capital financiero (transferencias de divisas) o el capital real (las importaciones de maquinaria y equipo para la instalación de la capacidad productiva). Por el contrario, existen componentes especulativos y volátiles de dichas inversiones, que en el largo plazo repercute de manera negativa en la balanza de pagos ya que fomentan la extranjerización y concentración de la economía (que se materializan en lo que entendemos como economía bimonetaria y en la problemática de la deuda externa). Además, dichos elementos tienden a profundizar condiciones estructurales de la economía argentina, que son la estructura productiva desequilibrada y la restricción externa, los cuales generan fenómenos no deseables, como lo es la inflación cuyas causas no pueden abordarse desde los marcos ortodoxos convencionales.

Un mal diagnóstico fortalece y fomenta las contradicciones de nuestra economía. Es por eso por lo que hay que recuperar el rol del Estado, sobre todo en áreas estratégicas las cuales fortalezcan al sector privado, que genere puestos de trabajo de calidad, con la capacidad de generar recursos y al mismo tiempo generar mecanismos de recomposición de los ingresos de las personas, que logre atraer capitales bajo mecanismos que establezcan previsibilidad y solidez del sistema financiero, el cual debe estar en función de la producción y el consumo (y no al revés). Todo esto para establecer un sendero económico que solvente las condicionalidades que confunden a propios y ajenos.

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Arnaldo Ludueña
*Investigador-docente del área de Economía Política de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y del Grupo de Estudios Sociales de la FUNAS. | Twitter: @arnaldoluduena• @EconomiaPolUngs