Los desafíos que plantea la emergencia de un mundo digital hacen oportuno retroceder hasta el diagnóstico que tempranamente Lyotard diera del mismo para señalar el modo en el que la reflexión política sobre la técnica parece hoy estar dominada por una imaginación técnica desatada, de tendencia catastrofista o redencionista, pero “atada” en su imaginación política. La pregunta pasa por nuestras angustias: ¿Se vinculan a un problema de naturaleza predominantemente técnica o política?
Diego Tatián sostiene que los poderosos de la Argentina enmascaran como avance de la libertad el retroceso de la igualdad, que debe ser extremo si aspira a que la jerarquía se convierta en naturaleza de las cosas y el abandono de la imaginación plebeya sea finalmente irreversible. Desde otra perspectiva más mundana se trata de una crítica a gobernar por encuestas y encadenarse así al sentido común dominante: "No es el deseo de igualdad lo que produce igualdad; es el avance de la igualdad lo que produce deseo de igualdad."
Horacio González a mitad de 2007 en www.rayandolosconfines.com escribió “Fascismo como consigna”. A manera de inspiración recuperamos esa reflexión para darla vuelta y pensar el momento muy agudo de crítica antidemocrática ante el cual nos sitúa el poder de gobierno. El antifascismo como consigna es una pequeña chispa para imaginar como interrumpir nuestra tolerancia ante la incertidumbre.
La narración, la palabra, sutura la herida social primigenia. En nuestro presente, lo que ocurre es que hemos vuelto a la Edad de Piedra y allí no hay narración sino ley de la selva. Por eso, es necesario insistir en la narración y en la justicia social como lazos de las contiendas entre humanos.