Crecimiento sin distribución

Informe de coyuntura número 14

–Alejandro Rofman–

1.Situación económica y social a fines de setiembre Perspectivas

El Indec acaba de proporcionar datos de los primeros nueve meses de este año acerca de la evolución del crecimiento económico. Así el órgano estadístico nacional da cuenta de que en este mes de septiembre la economía en su conjunto creció el 4,8% con respecto al mismo mes del año anterior. Por otra parte, la expansión del Producto Bruto interno de estos primeros nueve meses del año fue superior en un 6,2% al nivel experimentado en similar lapso del año pasado.

A escala internacional, este crecimiento es realmente espectacular. No es simplemente una calificación impulsada por el afán de destacar el ímpetu del proceso productivo contemporáneo en el país. A nivel internacional podríamos decir sin temor a equivocarnos, que pese a cierta desaceleración de los
últimos dos meses las tasas de crecimiento económico se cuentan entre las más altas de los países del mundo. Así por ejemplo duplica la tasa china, cuando habitualmente en los últimos tiempos una expansión productiva importante se la identificaba con el término de que la misma exhibía “tasas chinas”, ahora paradojalmente, la situación se ha invertido.

El crecimiento, en relación a otras economías nacionales de corte mediano y grande, es muy elevado si se hace una evaluación comparativa. Para este año ya hay estimaciones serias en que el mismo será no menor al 5 % (lo acaba de informar la organización para el desarrollo económico de todos los países europeos) y muy superior a la de la eurozona, que va a fluctuar levemente superior al 2%. Estados Unidos de América se supone se expandirá al 1,5%, este año con respecto al pasado 2021 según lo acaba de consignar el canal de noticias económicas más importantes del mundo, el que maneja el grupo Bloomberg. La misma fuente de información consigna que México crecerá en torno del 2% y, con la excepción de Colombia, los otros países más grandes de América Latina también tendrán tasas en torno al 1% o al 2%.

En estos nueve meses, si se repasan los principales sectores productivos, la industria creció el 6% entre enero-septiembre de este año con respecto al mismo período del año anterior, la construcción un poco más del 6%, y los servicios 6,6%. Claro está que si se lleva el nivel del cotejo al desempeño de la industria manufacturera entre enero y octubre de este año cotejándolo con el de similar período del último año de la gestión macrista, sin pandemia, se observa un crecimiento de la producción del 23,6% en la industria manufacturera. Es un dato que revela un muy importante retome de la actividad sectorial, aunque todavía está por debajo de lo exhibido antes del inicio de la restauración neoliberal del 2015.. Si nos referimos a la creación de puestos de trabajo en este rubro de la economía, al mes de septiembre registra casi 450.000 trabajadores formales, un nivel muy cercano al quantum de empleo sectorial previo a la pandemia.

El dato del crecimiento de no menos del 5% para todo el año 2022 ya puede darse totalmente por cierto y en él coinciden organismos de financiamiento multilateral, consultoras internacionales y nacionales como Bloomberg, y la estimación del Ministerio de Economía de nuestro país. Ello va a suponer dos años seguidos de expansión económica, del 10.4% en el año 2021 con respecto al 2020, y el ya citado 5% entre este año y el anterior. Va a ser la primera vez que así ocurre desde el año 2011. Esta evidencia constituye el aspecto positivo más remarcable de la gestión económica nacional, aún cuando en el último trimestre de este año se viene observando un debilitamiento de la dinámica expansiva en algunos sectores, e incluso han surgido cifras negativas mes a mes, pero que por su limitada dimensión no han afectado las tendencias generales.

Esta última consideración se aprecia claramente en el nivel de utilización de la capacidad instalada de la industria, la que se ubicó durante octubre en un 66,7%. O sea, en otros términos, las dos terceras partes del equipamiento instalado en el sector manufacturero argentino estuvieron activas en el reciente mes de octubre. Siendo este dato levemente inferior al de septiembre en casi 2 puntos de porcentual. Como en las demás cifras comentadas, el nivel de utilización de la capacidad instalada en octubre sigue siendo más elevado que en el mismo mes del año pasado en un 2,4% por encima del dato del año 2021. ¿Qué pasa entonces frente a estas variaciones contrastantes entre el ritmo anual y la evolución de los últimos meses en el ámbito laboral de la industria nacional? Según los recientes datos del Sistema Integrado Previsional Argentino, el sector fabril superó en septiembre el monto de 1.230.000 puestos de trabajo, que es el registro más alto de los últimos 4 años. Otra vez un dato por demás positivo que acompañó el que es quizás el de máxima importancia que estamos comentando: el de la tasa de inversión.

Según la información oficial, dicha tasa, al mes de octubre, es la más alta en los últimos 29 años, pues se situó en el 22% del producto bruto interno Recordemos que el comentario del Centro de Estudios de la Producción, organismo estatal, afirma: “Hoy, de las 24 provincias, 22 tienen casi pleno empleo.” Y el documento oficial llega a esta conclusión: “La clave está en mantener este nivel de actividad y la inversión”.

En contraste con este panorama, la cuestión de la distribución del ingreso adicional que aquí se describe entre los distintos sectores sociales según dicho nivel de ingreso, no logra remontar en forma progresiva como sería deseable. La elevada tasa de inflación y las restricciones para el manejo de una política monetaria que estimule la indispensable y urgente redistribución del ingreso constituyen algunas de las principales barreras para impedir que el aumento de la actividad económica llegue con fuerza a los sectores sociales de menor capacidad económica. Aunque las negociaciones paritarias se siguen realizando a buen ritmo para intentar mantener el nivel del salario real, este indicador en el sector de empleo registrado no ha logrado despegar, y, por el contrario, tiene signos de caída durante este año en torno al 2%.hasta el mes de setiembre.

Veremos luego una nueva estimación, muy reciente, que toma en cuenta el bono abonado a los trabajadores asalariados formales en estos días. A la vez, el amplio arco de trabajadores informales han estado perdiendo ingreso en mayor proporción que los formales. Resulta entonces explicable un informe realizado por la Fundación Capital, en base a datos de la encuesta permanente de hogares del INDEC, correspondiente al segundo trimestre de este año. El informe consigna que de los 6,4 millones de asalariados formales, cerca de 1,5 millones pertenece a un hogar pobre. Esto implica que la incidencia de la pobreza en los trabajadores registrados es del 17,9%. En el caso de los informales, el porcentaje se eleva al 45,2%, alcanzando a 2,2 millones de trabajadores sobre un total de 5 millones.

Este panorama nada alentador resultó según el informe que presentamos algo mejor que el del año 2021, cuando más de la mitad de los trabajadores informales estaban bajo la línea de la pobreza, y en el área de los trabajadores registrados, se había experimentado un 19% de integrantes de este espacio bajo la línea de la pobreza. Hay una leve mejoría con respecto al año anterior, pero estamos muy lejos de los datos de 5 años antes que indican una situación social insatisfactoria en cuanto a la incidencia de la pobreza entre los asalariados. Es factible que en el tercer trimestre el resultado arriba enunciado se haya mantenido en su elevado nivel. Quizás pueda comenzar a descender si la tendencia de caída del índice inflacionario de octubre y más acentuadamente en noviembre persiste en el tiempo, dado que es el factor fundamental que genera los citados indicadores intolerables de pobreza.

Por otra parte, coexiste con el aumento de plazas de trabajo ocupadas y el consiguiente descenso de la tasa de desempleo, la baja calidad de los puestos de trabajo generados. En un comunicado de pocos días atrás, la consultora Sarandí recalcó que el empleo total marcó 16 meses consecutivos de crecimiento, aunque con disparidades. El documento afirmó: “Mientras que la cantidad de monotributaristas aumentó un 21% desde diciembre del 2019, el empleo en el sector público creció un 5%, y la cantidad de asalariados privados escaló un 3,8%. Esto confirma la profundización de la monotributización secular del mercado de trabajo, rasgo característico tras años de precarización de facto”.

Es posible que al final del año en muchas actividades productivas las negociaciones paritarias consigan nivelar el nivel de ingreso de la fuerza de trabajo registrado en comparación a la tasa de inflación en acuerdo con las promesas oficiales de garantizarle a los trabajadores registrados una situación al menos de empate con el aumento del índice de precios al consumidor.

Pero ello parece muy difícil que ocurra con el segmento muy elevado – en torno al 40% de la fuerza de trabajo total – que no se encuadra en actividades regidas por las convenciones colectivas de trabajo. Ni que hablar de recuperar lo perdido en los cuatro años del gobierno de Macri y el primero de la pandemia que supusieron procesos generalizados de caída en torno al 20% del valor del salario real.

Aquí aparece en toda su magnitud la asignatura pendiente de mayor importancia en la gestión estatal nacional.. Avanzar en la satisfacción del objetivo de la recuperación salarial y de ingresos exige tanto un control del proceso inflacionario en forma urgente – que el Ministro de Economía anticipa que tendrá lugar al cierre del primer cuatrimestre del año que viene – como una estrategia frontal que tome en cuenta el necesario apoyo del estado a quienes se encuentran ubicados en la trama social en posiciones con bajo nivel de poder de negociación y ausencia de instrumentos para efectivizar un cambio de tendencia que es indispensable implementar.

2. Actualización de la actividad económica.

Al momento de cerrar este informe el INDEC ha agregado los datos de octubre a nivel nacional, completando 10 meses de evolución económica de este año Los datos confirman definitivamente una mejora promedio de más del 5% en el año 2023 con respecto al 2022. Si bien en el trimestre final de este año posiblemente se experimente un un leve retroceso, ello no hará modificar el dato arriba enunciado. Las expectativas para la información más reciente hablan de un leve movimiento ascendente de la industria en octubre pero las dificultades de falta de dólares, el impacto de la elevada inflación hasta octubre inclusive y la caída del gasto estatal por el ajuste fiscal van a jugar sin duda en contra de las expectativas del consumo del mes de diciembre. El bono de $24.000 para los sectores de más bajo ingreso en el espacio del empleo registrado se estima permitirá que el salario real en ese ámbito laboral permanezca sin cambios con respecto al cierre del 2021. Pero sin duda por el lado de los 4 millones y medio de trabajadores informales las novedades no serán auspiciosas.

No cabe otra posibilidad en el futuro inmediato , dadas las restricciones impuestas por las condicionalidades del acuerdo con el FMI. Nunca como antes queda claro que el acuerdo del gobierno de Macri con el Fondo constituye una barrera insalvable por las exigencias impuestas por esta institución internacional a una evolución francamente expansiva de la economía argentina. No fue posible según el acuerdo con el Fondo , de liberarse de las trabas impuestas por dicho acuerdo para disponer de grados de libertad necesarios en rubros claves como gasto e inversión fiscal y tasa de interés para las operaciones crediticias habituales.

El acuerdo con el Fondo es de por sí estimulador del proceso inflacionario por cuanto al imponer reducciones severas de los subsidios en rubros claves del consumo familiar como los servicios públicos impone alzas elevadas en las tarifas que arrastran al conjunto de los precios de la economía. Un ejemplo muy claro surge de la cuestión de las tarifas del transporte público de pasajeros que a partir del 1 de enero del año próximo va a sufrir un aumento no menor al 40% de resultas del corte obligado de los subsidios que supuso la firma del acuerdo con el Fondo. Por un lado la política económica puede lograr alivios interesantes en los precios de consumos de bienes imprescindibles para la alimentación a través de la política de Precios Justos. Pero por el otro, los aumentos de las tarifas de electricidad, gas, y transporte operan al alza más que compensando los beneficios de la contención de los precios de bienes de consumo imprescindibles. Aquí radica la enorme gravedad de la intromisión otra vez del FMI en la economía argentina. Los abundantes fondos recibidos solo sirvieron para financiar la fuga de capitales, y nos quedó como saldo de esta operación desgraciada, adoptada en forma ilegal, perjuicios derivados de la modalidad impuesta por el organismo de financiamiento multilateral al proceso de acuerdo para el repago de la deuda.

Oportunamente planteé en un Informe de Coyuntura, a poco de haberse firmado el acuerdo con el Fondo Monetario, que habiéndose escogido la estrategia de llegar a una solución del pago inviable a partir de un acuerdo de facilidades extendidas, solamente había perspectivas de mejora económica y social si se desarrollaba una agresiva política de contención de precios, estímulos al crecimiento económico y redistribución progresiva del ingreso. Es decir, si se hacía política decidida para compensar los efectos negativos de las malditas condicionalidades de los pactos con el FMI. Hubieron medidas en esa
dirección, como todos los planes de financiamiento de consumo a largo plazo, pero sin duda resultaron insuficientes. La política antiinflacionaria parece haber producido un primer signo positivo con el IPC de noviembre, pero se corre peligro, como dice el proverbio popular, de que sea una reducción transitoria porque “una golondrina no hace el verano”.

Es preciso asegurar a futuro una tendencia declinante de la inflación, no solamente para asegurar mejor ingreso real a los sectores populares, sino también para consolidar tendencias del consumo que apuntalen un sendero de crecimiento económico.

Las distintas estimaciones hoy conocidas del crecimiento económico para el año 2023 difieren precisamente por este factor apuntado junto a la discusión sobre la disponibilidad de divisas para importar insumos básicos a nivel industrial. Una política antiinflacionaria firme y vigorosa, de carácter participativo sería fundamental para compensar los costos de las condicionalidades que impone el Fondo y garantizar la tasa de crecimiento que el gobierno hizo pública cuando se aprobó el presupuesto para el año próximo por el Congreso. Es preciso lograr ese 2% como piso de crecimiento para seguir esperando hacia el 2023 una mejora efectiva de los datos del mundo laboral. Según el INDEC, el crecimiento económico de este año permitió seguir en el proceso de baja de la tasa de desempleo, pues esta se redujo entre el segundo trimestre del 2021 y el mismo lapso del 2022 en más de un punto porcentual, quedando en torno al 7%.

Pero sin crecimiento económico superior al 2% previsto por el gobierno para el 2023 no podremos volver a los números del 2015, antes del trágico período neoliberal a cargo del ingeniero Macri. Acompañando esa disminución del desempleo y el dato de que se crearon puestos de trabajo en todos los rubros de la actividad económica, aunque de un nivel de calidad todavía insatisfactorio, se puede aspirar a una expansión simultánea de la actividad económica y del empleo para el año 2023 que supondría algo insólito en el desarrollo económico y social argentino: tres años consecutivos de desempeño positivo en los montos globales de nuestra realidad socioeconómica.

Finalmente, es preciso remarcar que acompañando la información ya citada del INDEC en términos del crecimiento económico y empleo, también tuvieron lugar mejoras en los índices que muestran el proceso de distribución del ingreso entre los que más recursos poseen y los sectores más vulnerables de la sociedad, que es preciso reforzar y ampliar. El camino a recorrer es un angosto desfiladero, en muchos casos resultado de procesos que no se controlan fronteras adentro como una eventual agudización de la sequía que afecta al sector agrario ,aumento de las restricciones debido a la expansión del COVID-19 o los resultados no deseables del conflicto bélico del sector oriental europeo.

Entonces, es hora de hacer política que aproveche los espacios no trabados por el acuerdo con el Fondo y retome el signo ascendente de la redistribución del ingreso en términos positivos.

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