El sionismo ha conseguido un gran éxito en mostrarse como sinónimo del judaísmo en el mundo entero, y en particular en Argentina

En Argentina, el discurso oficial del sionismo es el que prima, incluso judicialmente. Todo ataque al sionismo es considerado antisemitismo y es punible penalmente. Los palestinos son terroristas e Israel siempre está en peligro y tiene derecho a defenderse. ¿Cuál es el peso político real del sionismo en Argentina y por qué? 

Politólogo dominicano residente en Ecuador. Magíster en Teoría Política por la Universidad Complutense de Madrid, es investigador y especialista en teoría de la democracia y en análisis del neoliberalismo y los populismos.

El sionismo institucional en Argentina

Como no quiero terminar preso y acusado de antisemita, primero mi posición: creo que todos los seres humanos deben tener los mismos derechos sin importar raza, color, religión, género, orientación sexual, etcétera. Esto no pasa en Israel, que es un Estado organizado en base a una ideología supremacista y fascista. Por tanto, creo que se debe constituir, del río hasta el mar, un Estado democrático donde puedan convivir todos sus habitantes, vuelvan los refugiados palestinos, los responsables del régimen sean juzgados y paguen sus culpas, y se borre todo rastro de la ideología sionista en las leyes, la educación y la convivencia entre judíos, árabes y cristianos. Algo parecido a lo que pasó en Sudáfrica con el fin del apartheid. Después de este inciso para conservar la libertad, volvamos.

El sionismo ha conseguido un gran éxito en mostrarse como sinónimo del judaísmo en el mundo entero, y en particular en Argentina. Dentro de unos años estudiaremos cómo una ideología que lleva matando gente desde hace más de un siglo ha conseguido que la confundieran con el judaísmo y presentarse siempre como víctima. Colaboran con esto la mayoría de las instituciones judías en el país y algunos judeófobos que tenemos en el escenario patrio a izquierda y a derecha.

Se estima que en el país viven unos 300.000 argentinos que se identifican como judíos por su cultura, religión o tradición. Unos 244.000 habitan en la ciudad de Buenos Aires, y el resto mayormente en las capitales de algunas provincias. Es una comunidad urbana, intelectual, políticamente activa, influyente en los medios de comunicación y que históricamente ha nutrido a la izquierda, al peronismo y al radicalismo de militantes. Se calcula que unos 1900 miembros de esta comunidad fueron desaparecidos durante la última dictadura militar, y miles fueron exiliados y presos. Una proporción mucho más elevada de lo que representa esta comunidad en la población argentina.

Israel es un Estado organizado en base a una ideología supremacista y fascista

Sin embargo, desde hace unos años esta comunidad se ha derechizado y sus organizaciones han cerrado filas en torno al discurso del Estado de Israel. La DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), que nuclea a la mayoría o a las más importantes organizaciones sociales de la comunidad, tuvo una muy buena convivencia con la última dictadura militar argentina (lo mismo que Israel, digamos todo), y solo sobre el final se mostró un poco más opositora. Hoy, a casi 50 años del golpe, son férreos opositores… al gobierno militar de aquel entonces.

Coherentemente, la DAIA hoy apoya sin fisuras el genocidio del pueblo palestino. Sergio Pikholtz, vicepresidente de la entidad, publicó en enero de 2024 un tuit con el siguiente texto: “No hay civiles inocentes en Gaza, tal vez los niños de menos de 4 años”. Esta institución ha conseguido que Argentina adhiriera en 2020, durante el gobierno de Alberto Fernández, a la definición de antisemitismo de la IHRA (Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto), según la cual el antisionismo es igual al antisemitismo. Pero esto no alcanzó para evitar que en 2021 acusaran al entonces presidente de no apoyar a Israel por afirmar que el uso de la fuerza por su parte era desproporcionado.

Con la definición de la IHRA en mano, la DAIA realiza un informe anual sobre antisemitismo en el que caen en el ridículo de informar como antisemitas incluso los tuits contra Israel. Todos los que pedimos que Israel respete los derechos humanos entramos en esa definición. Este año, la exdiputada de izquierda Vanina Biasi fue procesada y se le decretó un embargo millonario por sus críticas a Israel. Esta medida fue festejada por los voceros mediáticos del sionismo, y no generó ningún escándalo que procesaran a alguien por un delito de opinión.

La AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), la otra gran organización de la comunidad, que en sus orígenes se ocupaba más de los temas sociales, hoy también cierra filas en torno al sionismo sobre el genocidio en Palestina. Esta Asociación sufrió un terrible atentado el 18 de julio de 1994 que nunca fue aclarado. Una de las razones fue la intención de Israel, apoyada por el gobierno de Carlos Menem, de utilizarlo para culpar a Irán. Nunca se aceptó ni se investigó otra hipótesis y todavía se pretende juzgar en ausencia (un recurso que no está previsto en la justicia argentina) a tres funcionarios iraníes con la única prueba de la acusación de los servicios de inteligencia de Israel.

El gobierno de Cristina Fernandez intentó llegar a un acuerdo con Irán para interrogar a los funcionarios en ese país y poder avanzar en la causa AMIA. Pero el Memorándum de entendimiento con Irán, pese a estar aprobado por el congreso nacional, nunca pudo aplicarse debido a la presión de Israel y sus voceros locales, e incluso se iniciaron causas penales contra la expresidenta y algunos de sus funcionarios. Varias personas terminaron con sus huesos en la cárcel por haberlo impulsado. El excanciller Héctor Timerman (que siempre se declaró sionista) fue procesado, repudiado por estas instituciones judías, y se le impidió viajar a Estados Unidos a tratarse de un cáncer que terminaría matándolo a los 65 años el 30 de diciembre del 2018.

La DAIA tuvo una muy buena convivencia con la última dictadura militar. Hoy apoya sin fisuras el genocidio del pueblo palestino

Más allá de las organizaciones sociales nombradas, la comunidad judía en Argentina se aglutina en torno de las escuelas, los grupos juveniles, los clubes sociales o deportivos y las sinagogas. En su mayor parte, estas instituciones funcionan como difusoras de la ideología sionista y su consiguiente apoyo al Estado de Israel. En nuestro país, el sionismo ha secuestrado la espiritualidad judía: resulta casi imposible practicar la religión o mantener las tradiciones culturales sin caer bajo esa influencia.

Sin embargo, la comunidad judía en Argentina no es monolítica, como ninguna comunidad, y existen organizaciones judías progresistas que condenan el genocidio del pueblo palestino. Algunas no cuestionan a Israel como un Estado de apartheid en sí mismo, pero sí sus crímenes. Destaca el llamamiento argentino judío, que hace poco ha pedido ante la justicia que se detenga a Benjamin Netanyahu si viene al país invitado por su amigo Milei. Con un judaísmo democrático, pluralista y laico, se diferencian muy claramente de las otras instituciones. Hoy por hoy, son minoritarios.

12 junio de 2025. Buenos Aires, Argentina. El Presidente Javier Milei concretó el Memorándum de Entendimiento con Israel y anunció, junto al Primer Ministro Benjamin Netanyahu, la apertura de un vuelo directo de Buenos Aires a Tel Aviv. Foto: X/@OPRArgentina
12 junio de 2025. Buenos Aires, Argentina. El Presidente Javier Milei concretó el Memorándum de Entendimiento con Israel y anunció, junto al Primer Ministro Benjamin Netanyahu, la apertura de un vuelo directo de Buenos Aires a Tel Aviv. Foto: X/@OPRArgentina

Más minoritario aún, pero creciendo gracias al desenmascaramiento de las políticas genocidas de Israel, es el movimiento Judíes x Palestina, cuyo lema es “No en nuestro nombre”. Uno de sus miembros, Iván Zeta, explica muy claramente su posición: Nosotros defendemos una Palestina libre, del río al mar, defendemos la autodeterminación del pueblo palestino, defendemos el derecho del pueblo palestino a resistir frente a una ocupación y frente a un genocidio, y defendemos el derecho al retorno. Los palestinos tienen las llaves de las casas (…). Y nosotros como judíos y judías que vivimos en todo el mundo, que no nos sentimos para nada representados por el Estado de Israel, decimos “no en nuestro nombre”, y apoyamos la dignidad y la resistencia del pueblo palestino.

En nuestro país, el sionismo ha secuestrado la espiritualidad judía: resulta casi imposible practicar la religión o mantener las tradiciones culturales sin caer bajo esa influencia

El otro bastión del sionismo en Argentina (y en el mundo) es la extrema derecha, con Milei como máximo exponente local, su idea de trasladar la embajada argentina a Jerusalén y su activo alineamiento con el Estado de Israel. Es curioso que sionistas renombrados que reivindican el genocidio desde su banca de diputados no tengan ningún problema en compartir espacios con judeófobos declarados como Alejandro Fargosi, denunciado por la misma DAIA como antisemita. Pero este fenómeno de la ultraderecha, los judeófobos de siempre, apoyando a Israel, no es exclusivo de Argentina.

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